El presente escrito está consagrado a la cuestión de la tarea fundamental a cumplir por los revolucionarios marxistas en Venezuela como demanda la actual coyuntura política conspirativa la cual atenta contra la Revolución Bolivariana. Tarea que permita interpretar y determinar la estrategia con el objetivo de recomponer la correlación de fuerzas desfavorable a los factores revolucionarios. Correlación desfavorable que permite a la contrarrevolución desarrollar actualmente un golpe de Estado con apoyo internacional. La revolución venezolana tiene dificultades de carácter político: desmovilización de las masas y estancamiento (o retroceso) de la revolución cuya raíz es de naturaleza económica. No se ha expropiado a la burguesía venezolana, que sigue siendo la misma succionadora de la renta petrolera y de la clase trabajadora.
La burguesía venezolana y el imperialismo estadounidense desde 1998 han estado intentando acabar con la revolución bolivariana. Pero es en abril de 2002 que logran el golpe de Estado, militar-empresarial, cuya derrota del mismo impidió la instalación de una dictadura fascista al estilo pinochetista, que hubiese asesinado y desaparecido a los revolucionarios, acabando con las aspiraciones de la clase trabajadora de liberarse de la servidumbre a la que la somete el capitalismo.
Luego, con el sabotaje petrolero en diciembre de 2002, el fascismo y el imperialismo, intentan de nuevo asestar un golpe definitivo a la revolución venezolana. El fracaso del sabotaje de los directivos de PDVSA, de la burguesía y del imperialismo significó la segunda derrota de la contrarrevolución, y fue la segunda de una serie de victorias populares que abrieron la posibilidad de crear amplios programas sociales (salud, educación, alimentación, vivienda, etc.).
La tercera intentona para promover el estado de excepción, la crisis del Estado nacional y derrotar el movimiento popular bolivariano, fue trasladar paramilitares colombianos a Caracas para provocar una subversión apoyada por militares golpistas. Esta conspiración fue debelada por la Fuerza Armada.
La cuarta ofensiva contrarrevolucionaria que se ha venido desarrollando desde finales de 2012 contiene dos fases de largo aliento. La primera fase consiste en atacar la economía, a través de desabastecimiento de productos de primera necesidad; aumento en los precios de los bienes de consumo; contrabando de los bienes de consumo; creación del mercado paralelo de venta y compra de dólar, con un valor de hasta ocho veces mayor al establecido por el Banco Central de Venezuela. La segunda fase, consiste en el denominado “calentamiento de las calles” en Mérida, Táchira, Aragua, Carabobo, Caracas. Calentamiento con jóvenes armados que ocasionan destrozos, heridos y fallecidos en Caracas que tiene como objetivo final sacar a Maduro de la Presidencia, esto es, con una revuelta popular y acto seguido el golpe de Estado es instaurar un gobierno dictatorial de carácter fascista.
La ofensiva de la burguesía y del imperialismo expresa la confrontación de dos sistemas sociales, por una parte, el revolucionario, que busca dar mayor peso a la administración social de los medios de producción, distribución y consumo. Asimismo, el sistema social revolucionario busca incrementar la inversión en los programas sociales -prevé mayor inversión en la producción de alimentos, la emancipación alimentaria, en el transporte público, aumentar la matricula estudiantil, construcción de viviendas, elevar la atención gratuita de la salud, etc. Impulsa también la organización de las masas populares por medio de los Consejos Comunales y las Comunas. Lucha por la integración de Latinoamérica. Finalmente, ataca el imperialismo y reconoce como única vía para acabar con las guerras, el hambre, la explotación del hombre por el hombre, el socialismo.
El lado opuesto a la revolución es el contrarrevolucionario. Éste apoya la privatización de las empresas públicas, por ejemplo, PDVSA, CANTV, MOVILNET, CORPOELEC. Se opone a los programas sociales; y defiende las políticas neoliberales que favorecen el capital extranjero y nacional, defiende el capitalismo y la propiedad privada de los medios de producción.
Desmovilización de las masas populares y conciliación de clases
¿Cuáles son las causas objetivas y subjetivas de la desmovilización de las bases que apoyan la Revolución Bolivariana? Dentro de las causas objetivas podemos mencionar los problemas estructurales de la economía capitalista-rentista monopólica venezolana -desabastecimiento, insuficiente desarrollo agroalimentario, especulación, endeudamiento interno y externo, corrupción en algunas esferas del gobierno, desempleo, inflación, y pobreza. Otra causa objetiva trata de las operaciones psicológicas llevadas a cabo por los medios de comunicación. Operaciones que tienen como objetivo inicial, quebrar el movimiento revolucionario y fortalecer el rechazo al socialismo; y finalmente, derrotar el gobierno bolivariano.
En cuanto a la movilización popular que empezó a decaer desde el 2004 siempre ha estado enlazada a lo electoral; y la organización laboral de los trabajadores y de las trabajadoras en consejos de trabajadores está reducida a pocas empresas porque se mantiene la visión “sin ruptura revolucionaria”. Vemos así como los monopolios de los alimentos y la banca privada multimillonaria continúan intactos y conspirando. Y vemos, a su vez, la movilización popular no como una acción revolucionaria de las masas para un fin estratégico superior, esto es, la derrota del capitalismo, ni como medio para la conquista política y económica, que se traduciría en el gobierno de los trabajadores y de las trabajadoras. La estrategia es la lucha anticapitalista y revolucionaria por parte de las masas; estrategia que chocaría contra los reformistas y los burócratas porque éstos no están en contra de los intereses de la burguesía, no son socialistas.
¿Cuáles fueron las acciones iniciales del gobierno ante la actual conspiración? Abrir las puertas a la política de la conciliación. En ese sentido, comenzaron una serie de acercamientos, por parte del gobierno bolivariano a la burguesía nacional y al Estado imperial, terrorista y depredador que administra Obama. La política económica del gobierno de Maduro consiste en dar todas las facilidades a la burguesía industrial y agropecuaria para que obtengan más beneficios. En cambio, para el pueblo bajos salarios, inflación, largas colas para comprar alimentos y un desmejoramiento de la vida. En fin, al pueblo trabajador productor de la riqueza social se le aprieta el cuello y a la burguesía parasita de la sociedad, se le apoya para que incremente la tasa de ganancia: la mayoría pobre más pobre, y la minoría rica más rica, es la ecuación del capitalismo. Más importaciones de alimentos y bienes de servicios sin tocar los intereses y la propiedad de los capitalistas son parte de las acciones defensivas del gobierno bolivariano. El proyecto del nuevo gobierno chavista es recrear el “estado de bienestar” reimpulsando las misiones. La realidad económica en Venezuela nos indica que la clase burguesa aún se apoya en el Estado venezolano.
Esta realidad nos dice que la tarea fundamental de los revolucionarios es armarse de la doctrina marxista. Marx y Engels nos dicen que el materialismo histórico es una guía para la acción política de los trabajadores y de las trabajadoras. A su vez, el partido revolucionario –como dice Lenin- es la expresión orgánica aplicada a la lucha de clases. Pero cuando las masas se desmovilizan y el partido se aletarga entonces debemos acudir al materialismo dialéctico.
Es necesaria la crítica y la autocrítica en los procesos históricos de la revolución por el peligro del enquistamiento de tradiciones indeseables, tales como el servilismo, la obediencia, la adulación, el respeto irracional a la autoridad, el oportunismo, la corrupción, la burocracia, etc. Cuando ocurre también la conciliación de clases en un proceso revolucionario como el de Venezuela.
La crítica es dialéctica en acción. Nos enseña la historia de la lucha revolucionaria una constante: la vuelta a la dialéctica en los momentos de crisis y de derrotas cuando es imprescindible la autocrítica sincera, radical y objetiva y sin concesiones.
En ese sentido, la revolución bolivariana tanto en su brazo político -Psuv y el Polo Patriótico- como el gobierno no se han planteado la cuestión de la importancia y el papel del Estado, ni en el terreno práctico ni en el teórico. La base partidista y política del gobierno no han considerado una acción inmediata contra el Estado burgués. En esta visión, los partidos de la revolución y la base revolucionaria han circunscrito las tareas políticas mayormente a tareas electorales. Pero lo más grave es que ante el desequilibrio de la correlación de fuerzas a favor de la contrarrevolución el gobierno bolivariano y los partidos políticos que lo apoyan han tomado el camino de la conciliación de clases y de la desmovilización de las masas chavistas causando un enorme daño al desarrollo del proceso revolucionario que retrocede ante el embate de las fuerzas de la contrarrevolución, y lo vemos muy claramente en el Golpe de Estado en curso -que se inició en el 2012 con la guerra económica-, y en la desmoralización de las masas.
Finalmente, tenemos que resaltar que la revolución socialista no es sólo resultado natural de las fuerzas económicas y sociales, que por el hecho de existir impulsaran la historia en tal o cual sentido, sino también por la combinación de determinaciones estructurales, de oportunidades coyunturales y de decisiones de los sujetos políticos y sociales que actúan, haciendo o dejando de hacer determinadas cosas.