Durante las últimas dos semanas ha habido una violenta campaña de disturbios por parte de un pequeño número de partidarios de la oposición en Venezuela. Han bloqueado calles y avenidas (principalmente en las zonas de clase media y alta de los centros urbanos), en un intento de forzar la destitución del Presidente Maduro. ¿Cuál es el significado de estas acciones y cómo hay que enfrentarse a ellas?
La oposición dividida
La actual campaña de sectores de la oposición fue lanzada el 23 de enero por Leopoldo López y María Corina Machado, bajo el lema «La Salida», y su principal objetivo declarado era forzar la destitución del presidente democráticamente elegido, Nicolás Maduro. Leopoldo López es el líder del pequeño partido Voluntad Popular (que sólo consiguió el 3% de los votos en las elecciones presidenciales de 2012, y sólo tiene 1 miembro en la Asamblea Nacional) y fue alcalde de Chacao. Y participó en el golpe de abril de 2002. María Corina Machado es una diputada independiente de la oposición (anteriormente perteneció al partido Primero Justicia), conocida por sus estrechos vínculos con Washington
Ambos representan el ala más extrema de la oposición que está profundamente dividida. López y Machado no reconocen los resultados de las últimas 3 elecciones y abogan por acciones callejeras para eliminar al gobierno. El sector más clarividente de la clase capitalista en Venezuela, que respalda a Capriles Radonski, el principal líder de la oposición y candidato presidencial derrotado dos veces en las elecciones, no está muy interesado en esta campaña de violencia callejera. Esto no es por razones morales o por su apego a los principios democráticos (todos ellos participaron en el golpe de 2002 y en otras conspiraciones). Más bien, calculan que los intereses de la clase dominante están mejor salvaguardados dejando correr el tiempo, para dejar que empeore la situación económica y, finalmente, ganar una elección más adelante. No es que se opongan al derrocamiento violento del gobierno, simplemente no creen que ahora las condiciones sean las adecuadas.
De hecho, Capriles y los alcaldes de la oposición de Chacao y Sucre, en el este de Caracas, han salido a criticar abiertamente la violencia de los manifestantes de la oposición en los últimos días. El alcalde de derechas de Chacao, Ramón Muchacho, se ha quejado de la «anarquía», del «vandalismo» y de la destrucción de la propiedad.
Un comentarista de la oposición en el diario de derechas El Universal lo planteó de la siguiente manera: «el proyecto [de Leopoldo] ha sido secuestrado por una turba descerebrada, que quiere destruir todo a su paso» y se refirió a que «la idiotez de la violencia (sin sentido y en el momento equivocado) tiene el efecto de unir al adversario». Otros columnistas opositores en El Universal se han quejado de que, si bien los sectores de la oposición trabajan duro para ganarse a los simpatizantes chavistas desencantados en las áreas obreras, las acciones de los alborotadores destruyen su trabajo.
En el último año y medio, la oposición ha sido derrotada en 3 grandes elecciones democráticas: en octubre de 2012 Chávez derrotó a Capriles con un 54% frente a un 44% – en abril de 2013 Maduro venció a Capriles por un estrecho margen de 50% a 49% – en diciembre del 2013, el PSUV y sus aliados derrotaron a los candidatos de la oposición en las elecciones municipales con el 54% de los votos frente al 42%. Si la oposición quiere deshacerse de Maduro por medios democráticos tendrá que esperar hasta el 2016 y recolectar firmas para activar un referéndum revocatorio. También hay elecciones a la Asamblea Nacional en 2015.
La actual campaña del ala más extrema de la oposición comenzó con manifestaciones estudiantiles violentas en Táchira y Mérida, con barricadas ardiendo, destrucción de bienes, ataques armados, etc. Esto incluyó el encañonamiento de una periodista de Venezuelanalysis.com en Mérida, y un ataque con cócteles molotov contra las oficinas del gobernador de Táchira, mientras su esposa estaba dentro.
Disturbios reaccionarios
El 12 de febrero este sector de la oposición convocó una manifestación en Caracas para marchar hacia la oficina del Procurador General. La manifestación fue permitida para que se entregara una petición al final. Después de eso, un pequeño grupo de jóvenes violentos organizados con máscaras, piedras, cócteles molotov, y coordinados con walkie talkies, lanzaron un asalto contra el edificio de la Procuraduría General.
En la violencia que siguió 2 personas fueron asesinadas. Un joven de la oposición, Bassil Da Costa, así como un líder revolucionario del Barrio 23 de Enero, Juan Montoya. Los medios de comunicación han presentado a Montoya como hombre violento, que formaba parte de un grupo armado. Esto es falso, ya que, de hecho, había participado en una iniciativa para desarmar a grupos revolucionarios en el barrio 23 de Enero.
Un miembro de la policía secreta SEBIN ha sido arrestado en conexión con estos asesinatos. El jefe del SEBIN ha sido cesado por Maduro al habérsele ordenado que sus efectivos permanecieran en los cuarteles y desobeder esas órdenes.
Como resultado de estos incidentes violentos, el Fiscal General emitió una orden de arresto contra Leopoldo López por incitar a la sedición y por asociación para delinquir. Él estuvo presente en la manifestación estudiantil del 12 de febrero, y alentó a los jóvenes a «no dejar las calles hasta echar a Maduro».
Los incidentes del 12 de febrero han sido seguidos por días de disturbios y barricadas (principalmente en las zonas de clase media y clase alta del este de Caracas) en lo que se conoce como «guarimba». Esto incluyó la destrucción de propiedad pública y privada, la destrucción de autobuses, ataques a los trabajadores del Metro de Caracas, ataques con bombas incendiarias contra instituciones públicas, en particular la estación de televisión estatal VTV en Los Ruices, que ha sido asediada durante 7 noches por barricadas en llamas y atacada con dispositivos incendiarios.
Debemos insistir en que todo el movimiento implica sólo a un pequeño número de personas. En la mayor de las manifestaciones de los estudiantes en Caracas, el 12 de febrero, participaron unos pocos miles, quizás decenas de miles de personas. En la actualidad hay 2,6 millones de estudiantes universitarios en Venezuela, un incremento enorme que partía de menos de 800.000 en 1998, como resultado directo de los programas sociales de la revolución bolivariana. Sólo una pequeña minoría de estudiantes ha participado en la protesta, y principalmente de las «viejos» universidades estatales privadas, que tienden a ser elitistas. Ninguna de las nuevas Universidades Bolivarianas han participado en las protestas y hay una serie de organizaciones de estudiantes en las instituciones tradicionales que rechaza abiertamente la campaña de la oposición.
El número de los implicados en violencia y disturbios es aún menor. Estamos hablando de pequeños grupos de decenas o, a lo sumo, de 300 activistas reaccionarios bien organizados, la mayoría de ellos no estudiantes. Un número de organizaciones fascistas están muy activas en este medio, algunas de ellas vinculadas directamente a los paramilitares colombianos.
Las protestas no tienen nada que ver con la escasez y la inflación (que son problemas reales, provocados por la guerra económica desatada por la burguesía contra la revolución). La mayoría de los implicados son jóvenes de urbanizaciones de clase media y media alta que no sufren estos problemas de la misma forma que los pobres y los trabajadores de los barrios. En Caracas, la guarimba se concentra en las zonas ricas del Este, como El Cafetal, El Hatillo, con el centro de las protestas en la Plaza Altamira. Esto es como si los disturbios en Londres tuvieran lugar en Hampstead, Kensington y Chelsea, con el centro de las protestas en Belgravia. También es interesante señalar que no ha habido saqueos, a diferencia de lo que suele ocurrir cuando las personas se mueven por el hambre.
Para ver el verdadero carácter de las protestas estudiantiles hay que leer la declaración que publicaron en El Nacional el 18 de febrero. Comienza hablando de la «destrucción sistemática de nuestro país por un régimen comunista.» A continuación, explican cómo su demanda inmediata es «la dimisión de Nicolás Maduro y de todo su Gabinete.» Incluso esto no sería suficiente, ya que «nuestro Estado no puede seguir bajo la dominación del castro-comunismo: exigimos la expulsión inmediata de todos los agentes cubanos de nuestras instituciones». Agregan que «nuestra desobediencia se justifica porque el gobierno es ilegítimo. Es absolutamente imposible mantener conversaciones con gobernantes que han usurpado funciones que no les corresponden». Como si su posición no quedara clara, lo subrayan: «no sostenemos conversaciones ni negociamos la Libertad con Comunistas, eso sería una traición a Venezuela». Por muy descabellada que pueda parecer, esta declaración fue publicada en uno de los principales diarios capitalistas de Venezuela en nombre del movimiento estudiantil.
La oposición y los medios de comunicación afirman que hay un «apagón informativo» y «censura» en relación con la actual ola de protestas de la oposición. Esto es falso. Existen 4 diarios principales en Caracas. El Nacional y El Universal están fuertemente alineados con la oposición y han cubierto todas las manifestaciones de la oposición en detalle, ignorando las manifestaciones chavistas. Últimas Noticias ha dado una cobertura más o menos equilibrada de ambas partes. CiudadCCS es el periódico de la municipalidad chavista de Caracas y ha cubierto principalmente las manifestaciones bolivarianas. Las estaciones de televisión de propiedad estatal cubren sólo una pequeña parte de la audiencia total (alrededor del 4%), el resto son de propiedad privada, canales de televisión alineados con la oposición. La acusación de que el gobierno bloqueó parcialmente Twitter es una farsa como puede probarse por el hecho de que los partidarios de la oposición han estado twitteando sin parar, incluyendo la publicación de imágenes falsas de «represión», que ahora han quedado ampliamente acreditadas como pertenecientes a otros países.
Como una cuestión de hecho, los medios capitalistas de todo el mundo han dado una cobertura amplia y sesgada a estas protestas, creando la impresión de un «régimen» represivo que ataca brutalmente a estudiantes pacíficos. Washington, como era de esperar, ha hecho una serie de declaraciones muy provocadoras, tratando de dictar al gobierno venezolano lo que debe y no debe hacer. Todo en nombre de los «derechos democráticos», por supuesto. El gobierno ha respondido correctamente al decir que ninguna potencia extranjera tiene el derecho de dictar sus políticas y ha expulsado a 3 diplomáticos estadounidenses, acusados de promover y de financiar de forma activa a los estudiantes opositores.
Contraofensiva bolivariana
El 18 de febrero la oposición convocó una marcha y los trabajadores petroleros de PDVSA convocaron la suya propia en defensa de la revolución. Hubo decenas de miles de trabajadores en la manifestación de PDVSA, que apenas fue mencionada por los medios internacionales. De acuerdo a Associated Press había 5.000 en la manifestación de la oposición, que fue permitida, pero no fue autorizada a llegar al Ministerio de Justicia (teniendo en cuenta lo que había sucedido el 12 de febrero). Al final de la marcha, Leopoldo López se entregó a la Guardia Bolivariana. Se le permitió dirigirse a la multitud y decir adiós a su esposa, quien admitió a la CNN que el gobierno estaba protegiendo su vida (ya que había habido amenazas a su vida, por parte de elementos de la extrema derecha de Miami). Por cierto, la forma en que fue tratado estaba en marcado contraste con la forma violenta con que él personalmente detuvo al Ministro de Justicia, Chacín, durante el golpe de corta duración de abril de 2002.
Los acontecimientos del 18 de febrero, con la gran manifestación de trabajadores petroleros, marcó el comienzo de una contraofensiva bolivariana contra los pequeños grupos de manifestantes de la oposición. El 19, hubo una gran manifestación a favor de la revolución de los trabajadores de las industrias básicas en Puerto Ordaz, Bolívar. Los trabajadores, que han tenido que sufrir los bloqueos de carreteras de un pequeño número de matones de la oposición, despejaron rápidamente las barricadas. Luego fueron disparados por elementos fascistas desde uno de los edificios vecinos, con el resultado de 9 trabajadores heridos.
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En otras partes del país también ha habido movilizaciones en defensa de la revolución, en muchos casos con los trabajadores jugando un papel de dirección.
En otro incidente ocurrido el 20 de febrero, el activista bolivariano Arturo Alexis Martínez fue asesinado a tiros en Barquisimeto, cuando intentaba despejar una barricada de la oposición que bloqueaba la carretera para poder pasar.
En un discurso televisado en la noche del 19, el presidente Maduro hizo un llamamiento a la clase trabajadora a unirse y movilizarse y «fortalecer las milicias obreras». También anunció la creación de un Comité Nacional contra el Golpe de Estado y dijo que esos comités debían establecerse en todas partes.
Esta es la forma correcta de hacer frente a las provocaciones contrarrevolucionarias. Ha quedado claro que esta franja extremista de la oposición no es capaz de reunir el apoyo necesario para derrocar al gobierno. Sin embargo, incluso un pequeño grupo de matones bien organizados y decididos puede crear una situación de caos e incertidumbre. En algunos casos, pueden contar con el apoyo pasivo de alcaldes y de gobernadores regionales de la oposición que no harían nada para detenerlos o para despejar las calles de barricadas. El objetivo es crear la sensación de que el gobierno parece estar perdiendo el control y así obligar a la intervención de un sector de las fuerzas armadas «para restaurar la ley y el orden».
Hace una semana, parecía que el principal mensaje que venía de la dirección bolivariana era contraponer a la violencia de la oposición un llamamiento a la «paz y el amor». Por supuesto, todos deseamos la paz, pero en las circunstancias actuales en Venezuela, con el fin de conseguir la paz se necesita desarmar y disolver a las bandas fascistas violentas que la están amenazando. No es cuestión de responder con pequeños grupos de individuos armados. Lo que se necesita es la movilización organizada y consciente de la clase obrera y del pueblo revolucionario, apoyada en la creación de organizaciones de autodefensa armadas.
El presidente Maduro ha hablado antes de milicias obreras, pero ahora es el momento de pasar de las palabras a los hechos. Debe quedar claro que cualquier persona tiene el derecho de manifestarse, pero nadie tiene el derecho de paralizar la vida del país con bloqueos contra la voluntad de la mayoría. La acción directa organizada de los trabajadores movilizados en número suficiente bastaría para eliminar la mayor parte de las barricadas. Sin embargo, al tratarse de matones armados, tal acción debe estar respaldada por una milicia obrera, que actúe cuando sea necesario, bajo el control de las organizaciones del movimiento obrero, los Consejos Socialistas de trabajadores y los sindicatos.
Tratar con pequeñas bandas fascistas en las calles es sólo una parte de la tarea. Lo que estos acontecimientos muestran claramente es que cualquier idea de negociar y conciliar con la clase dominante es, en el mejor de los casos, ingenua; si no criminal. En las semanas previas a las elecciones municipales del 8 de diciembre, el gobierno lanzó una ofensiva contra la especulación, el acaparamiento y el enriquecimiento de los capitalistas. Eso hizo aparecer inmediatamente muchos productos en los estantes de los supermercados y encontró un amplio apoyo, incluso en la base de los partidarios de la oposición. Desempeñó un papel clave en garantizar una mayoría bolivariana en las elecciones.
Ninguna conciliación
Sin embargo, inmediatamente después, el gobierno, una vez más, hizo llamamientos a la conciliación a la clase dominante, ofreció concesiones en materia de acceso a divisas, etc. Eduardo Samán, el jefe de INDEPABIS (Instituto para la Defensa de las Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios), que era visto por las masas como una de las principales fuerzas motores detrás de la campaña contra la guerra económica, fue removido de su cargo sin una explicación clara. Esta vacilación constante tiene el efecto de propagar la desilusión, el escepticismo y el cinismo venenoso entre las masas bolivarianas. Este es el principal peligro al que se enfrenta la revolución.
Para dar sólo un ejemplo, los trabajadores de ABC Formas y Sistemas han estado ocupando la fábrica durante más de 12 meses, enfrentados al cierre patronal ilegal de los patrones. Ellos han recurrido a todas las vías legales existentes, que permiten la expropiación de fábricas abandonadas por los capitalistas. Hasta el momento no han tenido respuesta y el Ministerio de Trabajo no ha actuado.
Hay docenas de ejemplos como este en todo el país, en el que la burocracia estatal y los elementos reformistas dentro del movimiento bolivariano están bloqueando la iniciativa revolucionaria de las masas. Frente a la ofensiva de los alborotadores reaccionarios, los trabajadores de ABC Formas y Sistemas habrían salido de un modo más decidido si estuvieran defendiendo su propia fábrica bajo control obrero. En la situación actual, ellos podrían perfectamente pensar que después de todo el gobierno bolivariano está del lado de sus patrones y no con los trabajadores, y por lo tanto que no hay realmente nada que defender.
Existe un amplio descontento en las bases bolivarianas con la forma con que el movimiento está controlado por los burócratas por arriba a todos los niveles. El proceso de selección de candidatos para las elecciones, por ejemplo, ya ha creado serios problemas en varios lugares, presentándose muchos candidatos revolucionarios alternativos contra los oficiales. El presidente Maduro ha hecho llamamientos a la unidad y a la disciplina, pero esto sólo puede ser garantizado por una estricta democracia interna y un pleno debate de ideas. El próximo congreso del PSUV ya ha comenzado con mal pie, ya que se ha anunciado que los alcaldes y gobernadores conformarán la mitad del número total de delegados.
Desde las elecciones presidenciales de abril 2013 una serie de prominentes periodistas bolivarianos radicales o de izquierda han sido apartados de los canales de televisión y radio estatales sin explicación. Hay una sensación de que se trata de concesiones hechas a los medios de comunicación de la oposición para que ellos también bajen el tono de sus críticas al gobierno. Sea cual sea la verdad, el resultado es claro: las voces críticas del ala izquierda son silenciadas o se les niega el acceso a un público más amplio. Ninguna de estas concesiones tienen el efecto de moderar a la oposición, sino por el contrario, puede desmoralizar a los elementos más activos del movimiento revolucionario.
La inflación creciente (56,3% en tasa anual en enero) y la escasez (un récord del 28% del índice de escasez en enero) se están comiendo los salarios de los trabajadores y agotando la energía y el entusiasmo de los trabajadores y del pueblo pobre, que lo padecen más. El gobierno parece estar cambiando en el tema de la introducción de regulaciones en la economía, que, inevitablemente, se están encontrando con la revuelta de los capitalistas, o haciendo concesiones a los patrones, que afectan inevitablemente a los trabajadores. La única manera de avanzar es con la expropiación de los medios de producción (los bancos, los monopolios, las multinacionales y latifundios) de los capitalistas, que todavía controlan aproximadamente dos tercios de la economía. Sólo de esta manera, las fuerzas productivas del país podrían ser planificadas democráticamente, bajo el control de los trabajadores, para satisfacer las necesidades de la mayoría.
La lucha contra los actuales intentos de desestabilización de la oposición debe ir acompañada de la adopción de medidas audaces para completar la revolución. No se puede permitir que una pequeña minoría no representativa tenga al país en un puño, ya sean matones fascistas bloqueando las calles, o capitalistas que utilizan su control de los medios de producción para sabotear la voluntad democrática de la mayoría.