El pueblo que no lucha por su Derecho, no merece tenerlo
Rudolf von Ihering
“La abolición de la esclavitud, de la servidumbre, la libre disposición de la propiedad territorial, la libertad de industria, la libertad de conciencia, no han sido alcanzadas sino después de una lucha de las más vivas que con frecuencia han durado varios siglos y, muchas veces han costado torrentes de sangre…” Así lo menciona Rudolf von Ihering (22 de agostode1818– 17 de septiembrede1892), brillante jurista alemán en su libro titulado La lucha por el Derecho, y no creo que alguien se atreva a contradecirlo.
Una gran cantidad de personas han olvidado este pequeño detalle, pequeño pero de notable importancia en el desarrollo histórico de la humanidad; los derechos se consiguen a partir de una lucha constante, firme y unificada del pueblo en cuestión, si no es así, los derechos simplemente no estarán al alcance de este. La lucha es una herramienta para poder alcanzar un derecho. Sin lucha no hay derecho.
“El derecho no es una idea de lógica, sino una idea de fuerza; he ahí el por qué la justicia, la cual sostiene en una mano la balanza donde pesa el derecho, soporta en la otra la espada que sirve para hacerle efectivo. La espada, sin la balanza, es la fuerza bruta, y la balanza sin la espada, es el derecho en su impotencia; se completan recíprocamente. Así, el derecho no reina verdaderamente, hasta que la fuerza desplegada por la justicia para sostener la espada, iguale a la habilidad que emplea en manejar la balanza.”1
Para Ihering, la existencia del Derecho depende de ciertos principios y nos encontramos con una lucha que se puede dividir en dos: en la esfera individual y la otra en la esfera social. No debe olvidarse que es una misma lucha, en el momento en el que alguien lucha en lo individual defiende el derecho social y viceversa.
Lamentablemente se nos ha enseñado que no debemos cometer una injusticia, y nada más; considero que es importante que se enseñe el otro lado de la moneda, es decir, debería enseñarse a los miembros de la sociedad la idea de que no debemos sufrir una injusticia. Cuando se logre entender esto, esa indiferencia con la que muchos critican (criticamos) a los sectores pasivos de la población, dejará de ser lo que predomine en la actividad política-social de un pueblo, de esta manera, la vida social debería estar apegada siempre a esas dos máximas: “no cometas una injusticia” y “no sufras alguna”, dándole la importancia debida a la segunda.
Cuando el amor por defender aquello que es de cada uno se ve afectado y minimizado, cuando la pereza es más fuerte que el interés por luchar, cuando prevalece un temor por litigar y sus consecuencias sobre la voluntad de hacerlo, entonces, verdaderamente, se puede decir que no hay principios legales vigentes porquelos derechos se encuentran sólo en vigencia cuando se los hace valer.
Por esta razón, es fundamental que la conciencia a nivel nacional (y me atrevo a decirlo, dadas las condiciones del mundo actual: a nivel internacional) de la importancia de luchar por lo que es de cada uno, así se dará la participación de todo el pueblo en su lucha, cada individuo debe emprender la lucha en lo individual, así pelear por la causa común y poder hacer que se respeten los derechos que se supone que poseemos (gracias a las luchas de nuestras generaciones pasadas) o que, en su caso, buscamos poseer; el Derecho es trabajo incesante, no sólo del poder de Estado, sino de todo el pueblo.
Como diría en gran jurista alemán: no siempre es la estética sino la moral la que debe decirnos lo que es la naturaleza del derecho, y lejos de expulsar la lucha por el derecho, la moral proclama un deber; todos los hombres estamos obligados a luchar en contra de la injusticia, la ilegalidad y la arbitrariedad, y recordando a Jean-Paul Sartre notable filósofo francés: Todos estamos comprometidos, y de cierta forma, no comprometerse es comprometerse, solo que de un modo más indigno.
Sin duda, estamos ante un problema de educación, es decir, es necesario buscar una educación de carácter jurídica para el grueso de la población, que era uno de los propósitos del mismo Ihering y de ahí que La lucha por el Derecho fue dedicada, más que a los estudiosos del Derecho, a la sociedad en general.
Supongo que es urgente, al menos intentar lograr lo que nuestros antiguos y queridos griegos conocían como PAIDEÍA, que a grandes rasgos es la educación política como pilar de la existencia, aquella educación que dotaba a las personas de un carácter verdaderamente humano.
Luchar por el derecho debería ser un ideal inherente el hombre, sin embargo, diversos factores han tergiversado el ideal. Cuando hablamos de luchas por el Derecho, no necesariamente hacemos referencia a una lucha armada, hablamos de defender lo que nuestras generaciones pasadas nos han heredado, y esta defensa se puede hacer desde cualquier actividad cotidiana, lo importante tener siempre presente que los derechos de los que gozamos hoy en día, nadie nos los regaló, costó un precio muy alto el poder tenerlos.
“La lucha es el trabajo eterno del derecho; si es una verdad decir: ganaras tu pan con el sudor de tu frente, no es lo menos añadir también: -solamente luchando alcanzarás tu derecho-. Desde el momento en que el derecho no está dispuesto a luchar, se sacrifica.”
1 Para más información: Caspar Rudolf von Ihering, La lucha por el Derecho, Ediciones Coyoacán, México, 2011, 139p.