A cada primer encuentro corre la obligación de presentarse. Esta revista, nuevo bimensual (por ahora) de la Corriente Marxista Internacional en Bolivia, lo hace ya a partir de su mismo nombre. Lucha de Clases es en primer lugar un referente ideológico que plantea el antagonismo irreconciliable entre explotados y explotadores, opresores y oprimidos, contra el discurso nacionalista matizado de indianismo hoy imperante – por ejemplo en la reconstrucción ideal de la identidad nacional del que hablamos en las páginas centrales – y la alianza entre las clases sociales pregonada y practicada por el nacionalismo burgués e incluso vertientes kataristas.
“Toda la historia de la sociedad humana, hasta el día, es una historia de luchas de clases”: aun con todas las salvedades y diferencias que se pueden hacer para las historias pre-capitalistas de nuestra América, el íncipit del Manifiesto Comunista de Marx y Engels es de tremenda actualidad y representa la única brújula posible para entender que es y adónde va la revolución latinoamericana, la que volvió a levantar la bandera de la Patria Grande, del socialismo y del antiimperialismo tras las décadas obscuras del neoliberalismo.
Todas las revoluciones son imposibles hasta que se vuelven necesarias escribía Trotsky. La revolución latinoamericana se funda y se hace necesaria porque están irresueltos los problemas ineludibles del desarrollo histórico de nuestros países, al que imprime su sello indeleble el desarrollo imperialista. Esta es la razón última y común de los levantamientos insurreccionales y de masas de Ecuador y Bolivia a principio del nuevo milenio, así como del nacionalismo de izquierda que, desde los cuarteles y los oficiales de bajo rango – donde muchas veces ha florecido – movía con Chávez hacia el socialismo tras el derrotado golpe de Estado de abril de 2002.
La opresión nacional, la cuestión agraria y las consecuentes profundas desigualdades sociales, el subempleo, la escasez de empleos etc., son consecuencias de la dependencia económica con los centros mundiales del capitalismo. Por esta primaria constatación Lucha de Clases se propone restituir la lucha de los explotados y oprimidos de Bolivia al escenario de la revolución mundial y de la lucha internacional al capitalismo, del cual el imperialismo representa nada más que la fase superior y senil.
La cuestión del MAS
En Bolivia hemos tenido una convergencia popular hacia el MAS tan amplia que ahora los intereses especulares de este partido y sus opositores han establecido que cualquier socialista es masista y cualquiera que no lo sea es de derecha no importa de cual lado del MAS agite o pretenda afirmar sus críticas. A esta polarización Lucha de Clases responde reconstruyendo algunas verdades.
Las analogías que asimilan el gobierno del MAS con lo “ya visto” (el MNR, el Pacto Militar Campesino etc.) abundan y se intensifican a medida que salen a luz nuevos escándalos de corrupción. Pero comprender no es amalgamar sino distinguir. En cuanto frente político electoral de sindicatos agrarios y organizaciones sociales para disputar el poder a los potentados económicos y militares de la “anti-nación” que lo mantuvo como prerrogativa propia, el MAS representa la concepción de la democracia de las masas pequeño-burguesas, campesino-indígenas e incluso proletarias que en ella (la democracia) ven “inevitablemente y en una cierta etapa… la posibilidad de dar la preponderancia a los oprimidos sobre los opresores” (Trotsky). Este es el gran misterio que explica el apoyo de masas al MAS, aun después de los escándalos que indignan a sectores de la clase media y preocupan a la Asamblea de Obispos bolivianos.
Lucha de Clases es organización independiente basada en el marxismo y en cuanto tal apoya activamente toda lucha social y reivindicación auténticamente democrática y progresiva de los explotados y las nacionalidades oprimidas de Bolivia. Nos proponemos plantear, explicar y argumentar que el camino para realizar estas reivindicaciones es incompatible con el capitalismo y contribuir a la organización de la lucha a este sistema.
Por lo tanto no compartimos la posición de quienes agitando consignas fuera del curso real de la lucha, ponen ultimátum al gobierno para desenmascararlo logrando solo separar a la vanguardia de las masas y allanar el camino de la burocracia, como ocurrido tras la huelga por pensiones de hace un año. Tampoco nos identificamos en la denuncia bordada de desencanto que madura en los círculos intelectuales ni en las ilusiones del reformismo nacional para el cual el poder puede evolucionar de las manos de una clase a otra y las conquistas pueden afianzarse utilizando los aparatos coercitivos e ideológicos del viejo Estado burgués (leyes, jueces, fuerzas armadas y policía, educación etc.), fuentes de todo escándalo.
¿Es posible la revolución democrática?
La nueva oleada revolucionaria de Latinoamérica proclama conquistas sociales, económicas y democráticas que destacan aún más en un contexto internacional marcado por la crisis estructural del capitalismo y sus consecuencias. En Bolivia estas conquistas se combinan con éxitos económicos que no tienen comparación con ninguna otra época. Incluso frente a pronósticos económicos regionales a la baja, nuestro país resalta como excepción por su dinamismo.
Sin embargo estas luces no nos encantan. El problema nacional y agrario siguen fundamentalmente irresueltos. Todo intento de “nacionalizar” a banqueros, latifundistas y empresarios demuestra que ni bajo la dirección política de los movimientos sociales, admitiendo que esto sea lo que vivimos, es posible emancipar a esta burguesía de las formas materiales de la explotación y opresión (el latifundio, la servidumbre y el gamonalismo etc.) ni de su estrecha vinculación con los intereses imperialistas, como demuestra la nueva ley minera, la suspensión de la función económico social del latifundio, las leyes contra el avasallamiento de tierra (que es reparto entre los sin tierras) las concesiones a las multinacionales extractivas etc.
Lo único que se ha logrado incentivar es el transformismo político que en vez de fortalecer a una izquierda del proceso en la que se reflejen las aspiraciones de su base, ha fortalecido, incluso a través de la reinscripción de la militancia, un ala derecha y burocrática interesada a la constitución y preservación de viejos y nuevos privilegios.
¿A dónde va la revolución?
La crisis mundial del capitalismo empieza a tocar a las puertas de nuestra América tras un ciclo en que la lucha movía bajo la superficie de las holguras del crecimiento económico, sin que ni la revolución ni la contrarrevolución lograsen victorias decisivas. Lo que ocurre en Venezuela y la Argentina es el aviso del fin de este ciclo, con enseñanzas y consecuencias para Bolivia que detallamos en otras páginas. El reciente arresto en Venezuela de 3 generales golpistas demuestra además que solo volviendo a la teoría marxista del Estado, a Lenin, se podrá realmente neutralizar al enemigo interno.
La crisis de los países vecinos y Venezuela además de relaciones internacionales tensionadas por conflictos y ambiciones imperialistas sobre el fondo de la crisis mundial del capitalismo, reducirán las posibilidades de independencia del gobierno boliviano. A esto sumamos nuestras propias contradicciones latentes que pueden aflorar en superficie tanto bajo la presión de la situación económica, como a través de la lucha de poder interna al MAS que se verá intensificada por la sucesión a Evo Morales y Álvaro García Linera. La perspectiva no es de progreso y avanzada hacia la izquierda, sino de lucha de clases en que será decisiva la presencia de vanguardias organizadas y educadas al marxismo a través de la disciplina, el estudio, la experiencia.
Al lector
Lucha de Clases no ofrece a sus lectores “fórmulas mágicas”: nuestra misma existencia es una invitación a rehuirlas. Proponemos el marxismo como método de análisis y doctrina de la lucha social para la construcción de una poderosa corriente marxista organizada en el seno mismo del movimiento de masas.
Con este editorial explicamos quienes somos e introducimos a la lectura de esta revista y de la coyuntura. Nos presentamos a nuestro lector para seguir frecuentándonos. Pero esto no nos alcanza: nuestra invitación a las y los jóvenes, trabajadoras y trabajadores que comparten nuestro punto de vista y perspectiva es a colaborar activamente a hacer crecer esta revista y crecer, con nosotros, junto a ella. Lucha de Clases acaba de nacer.