El Producto Interior Bruto (PIB) venezolano ha crecido un 23, 1% en el primer semestre del año respecto al primer semestre de 2003. Al final del año, según distintos expertos, la economía venezolana podría crecer entre un 10 y un 12%, el porcentajem El Producto Interior Bruto (PIB) venezolano ha crecido un 23, 1% en el primer semestre del año respecto al primer semestre de 2003. Al final del año, según distintos expertos, la economía venezolana podría crecer entre un 10 y un 12%, el porcentaje más alto del continente. Los responsables de los ministerios económicos del gobierno (Nóbrega, Giordani, Natera…) parecen convencidos de que para seguir creciendo debemos atraer inversión privada tanto de los capitalistas nacionales como extranjeros. Como resultado de esta concepción ya se han mostrado dispuestos a hacer algunas importantes concesiones en la negociación con los empresarios como reducir las retenciones del IVA para las grandes fortunas y flexibilizar progresivamente el control de cambios.
Pero la realidad es que, tal y como manifestaba el Presidente Chávez según la revista Qantum, n.29, “las cifras macroeconómicas no son nada si en la realidad el común de los mortales no se beneficia de los que está detrás de los números”. El futuro del proceso depende de que se resuelvan problemas como el desempleo, la falta de viviendas, etc. Pero toda la historia del capitalismo en Venezuela, los últimos 5 años de gobierno de Chávez y los propios datos económicos de los últimos meses dicen que no podemos dejar el desarrollo del país en manos de la burguesía. También en la economía hay que “hacer la revolución dentro de la revolución”
Crecimiento…¿en beneficio de quien?
Los sectores que han reducido levemente el desempleo en los últimos meses son las cooperativas, las misiones o los planes de obras públicas que ha diseñado el gobierno (ferrocarril, Metro de Caracas, etc) Es decir, iniciativas impulsadas desde el estado o basadas en la movilización de los trabajadores y los sectores populares.
Un buen ejemplo de que los capitalistas sólo buscan su beneficio privado y no resolver ningún problema social son los datos del sector manufacturero privado. La producción ha crecido un 37,9% en este primer semestre y aumentaron también las ventas. El 45,6% de los grandes empresarios manufactureros perciben su situación como buena. Sin embargo, como explica un informe de Qantum (n°29), revista en la que colaboran varios ministros del gobierno, “el empleo en el sector manufacturero ha estado estable y el gremio señala que no se han podido recuperar los 260.000 puestos de trabajo perdidos en los últimos cinco años cuando la plantilla total de empleados llegaba a 467.519 personas”.
Y no es una peculiaridad de este sector sino algo bastante generalizado. La población ocupada creció en 409.350 personas de junio de 2003 a junio de 2004, un incremento del 2,9%. Esto significa que el desempleo ha descendido, pero el porcentaje de economía informal prácticamente no ha variado. Según el INE “el total de personas ocupadas en el sector informal en el mes de julio de 2004 es 5.054.901 (49,5%), siendo en julio del año anterior 5.188.146 (53%), una variación de 3,5 puntos porcentuales que en cifras absolutas no refleja un movimiento significativo”.
Además de que en julio de este año seguía existiendo una población desocupada de 1.844.182 personas, la mitad de los trabajadores ocupados del país seguimos trabajando en condiciones precarias, sin derechos, a cambio de salarios de hambre y sin ninguna garantía; sin medidas de seguridad, derechos sindicales o sociales y con riesgo de perder ese empleo en cualquier momento ante un cambio del ciclo económico. La economía informal favorece el mantenimiento de la pobreza y la falta de seguridad laboral y ello se traduce en dramas como el del incremento de los accidentes laborales. En 2003 más de 2.700 venezolanos murieron en accidentes de trabajo según el INPSASEL.
Muchos de los empresarios que han recibido microcréditos del estado están contratando también trabajadores en condiciones inhumanas y todos sabemos que hay empresarios que han disfrazado sus empresas de cooperativas para embolsillarse las ayudas del estado destinadas a fomentar el cooperativismo mientras siguen explotando al obrero igualito (o peor) que antes.
El capitalismo está en crisis en todo el mundo
Estos problemas no son particulares de Venezuela sino que obedecen a una dinámica general del capitalismo. Estas mismas tendencias las vemos en todas las economías capitalistas en mayor o menor medida y se deben a que el capitalismo es un sistema en crisis, ya ha dado de sí todo lo que podía históricamente y sólo puede mantener los beneficios empresariales incrementando cada vez más la explotación y miseria de los trabajadores y de los pueblos oprimidos del mundo.
El 95% de la inversión a nivel mundial es especulativa, no crea riqueza, no genera empleo, se trata de movimientos en la bolsa, etc, los ricos del planeta jugando a la lotería con nuestras vidas. En los países más industrializados la capacidad productiva sólo se emplea, incluso cuando la economía crece, a un 70 u 80% de sus posibilidades. En Estados Unidos el número de pobres ha crecido en 1.300.000 personas en el último año y las familias están completamente endeudadas, y eso cuando la economía americana ha experimentado un crecimiento económico de varios años. En Alemania o Francia el desempleo ha alcanzado niveles récord y la precariedad laboral también. En España 9 de cada 10 nuevas contrataciones que se realizan son temporales y en condiciones precarias: bajo salario, sin derechos, etc.
Desempleo, miseria, precariedad, eso es lo único que –como decía recientemente el Presidente en una entrega de viviendas a sectores populares- ofrece el sistema capitalista en todo el mundo a millones de personas. Vemos la actitud de los grandes especuladores que prefieren hacer fortunas en el mercado negro de divisas, minando la economía nacional para obtener grandes beneficios especulando con dólares en lugar de invertir en la industria productiva. Pero entonces…¿ porqué confiar en que los empresarios inviertan y desarrollen el país, construyan viviendas, financien a las cooperativas, como defienden varios ministros del gobierno? Un buen ejemplo de la incapacidad de los capitalistas para desarrollar la economía, y aprovechar incluso las ayudas del estado, es el de Venepal, que tocamos ampliamente en este periódico. Unos empresarios venezolanos que poseen lo que podría ser un núcleo de desarrollo endógeno con plantas de producción de papel, un bosque de eucaliptos, tierras baldías, molinos, viviendas y hasta un aeropuerto… y prefieren liquidar la empresa y entregar las partes rentables de esta a una multinacional porque eso les proporciona más beneficios.
¿Marxismo o reformismo?
La política de Nóbrega, Giordani, etc es una variante de las políticas keynesianas que aplicaron distintos dirigentes reformistas y socialdemócratas en Europa en los años 50 y 60 y que , como explicamos en el artículo que acompaña a este, han fracasado en todos los países. De momento están pudiendo aplicar algunas medidas keynesianas porque, gracias a los ingresos petroleros, la deuda del estado todavía es baja comparada con otros países latinoamericanos. No obstante la alta inflación ya es un aviso de lo que puede ocurrir en un futuro. Además esa inflación se concentra en los productos de primera necesidad y afecta sobre todo a los sectores populares. Segun una encuesta realizada en los mercados y supermercados del Area Metropolitana de Caracas los productos que mas han subido en un año son los alimentos y bebidas alcoholicas (¡36%¡) y detras se situa el transporte (mas del 20% de media de la inflacion).
Las políticas keynesianas en Europa se daban en países capitalistas muy desarrollados, con burguesías fuertes y competitivas y en un contexto de auge económico del sistema a escala mundial que duró décadas. Aún así acabaron en 1973 en una de las peores crisis de la historia del capitalismo, con millones de despidos, subidas de precios, alto endeudamiento estatal. La utopía keynesiana en Venezuela se da sobre la base de un capitalismo atrasado, con una burguesía especialmente parásita y en un contexto de crisis internacional del sistema en el que esas políticas están siendo abandonadas incluso en los países más ricos de Europa. Las contradicciones que se pueden generar en nuestro país de seguir esas políticas keynesianas podrían ser, a medio y largo plazo, peores.
Nubes negras en el horizonte
El crecimiento económico venezolano, al depender del ingreso procedente de las exportaciones petroleras, y darse con todas estas contradicciones, puede convertirse en cualquier momento en su contrario. Siempre que una economía capitalista sufre una destrucción grande de fuerzas productivas (y la economía venezolana acumuló una caída de un 18% del PIB entre 2002 y 2003) se crean condiciones para una nueva recuperación. Pero un motivo de reflexión es que a pesar de esta caída tan grande, y de que la política del gobierno ha ido dirigida claramente a recuperar la economía, inyectando mucho dinero en esta y llamando a los empresarios a invertir, estos casi no han respondido y el crecimiento de los últimos meses no ha recuperado en empleo, poder adquisitivo y otros aspectos el nivel anterior a la caída.
Es más, aunque en el futuro recuperase los índices económicos de entonces seguiría sin ser suficiente para resolver los problemas sociales que tenemos. En el segundo trimestre de este año el crecimiento fue de un 13% frente a un 31% del primero y la previsión es que el crecimiento continúe en 2005 pero que sea de un 5%. Con un crecimiento del 5% ni siquiera se podrían paliar mínimamente problemas como el desempleo o la vivienda.
Con los precios del petróleo altos durante un período han entrado más ingresos a las arcas del estado y se han podido dedicar a potenciar toda una serie de planes sociales como las Misiones, obras públicas, etc. Pero los altos precios del petróleo tienen otras caras: aumentan los costes de producción de la industria nacional y también empujan la inflación, la subida de los precios. Si además dependemos demasiado de esos precios, como ocurre hoy, una bajada de estos (que será inevitable antes o después) podría poner a la economía nacional en una situación muy difícil.
Los precios del petróleo altos se deben a varios factores: la guerra de Irak, la especulación de las multinacionales petroleras y también el crecimiento económico de EE.UU y China que, aunque se ha dado con grandes contradicciones sociales a lo interno de cada uno de estos dos países, ha disparado la demanda de petróleo y gas temporalmente. El incremento del ingreso petrolero ha hecho que haya entrado más dinero a las arcas estatales, permitiendo al estado respaldar nuevas emisiones de deuda y recabar así más recursos y al mismo tiempo pagar puntualmente los intereses de la deuda ya existente. Pero emitir deuda pública significa que el estado pide préstamos a los capitalistas nacionales y extranjeros para llevar a cabo sus planes, estos préstamos hay que devolverlos pagando jugosos intereses.
Hasta el momento los bajos tipos de interés estadounidenses han ayudado a que el recurso a la emisión de deuda que ha seguido Min-Finanzas no haya tenido consecuencias traumáticas e incluso se dé con un relativo desahogo (las reservas internacionales están en más de 20.000 millones de dólares y la deuda permanece bajo control). Pero esta espiral ascendente se puede convertir en descendente en cuanto cambie el ciclo económico en Estados Unidos y China . Como dice el economista estadounidense F. William Engdhal “mientras las tasas (de interés) permanezcan bajas la ruleta de la deuda seguirá girando. Los problemas comenzarán cuando aumenten las tasas de interés(…) Las tasas estadounidenses comenzarán a aumentar significativamente en mayo de 2005 y la FED se verá forzada también a elevarlas”
Por la planificación democrática de la economía bajo control de los trabajadores
En un contexto de caída de los precios petroleros, una recesión fuerte en Estados Unidos probablemente recortaría la inversión de los capitalistas nacionales y extranjeros en deuda venezolana y podría disparar los intereses. De repente costaría más pagar la deuda existente, sería más caro emitir nueva deuda y también habría menos ingresos petroleros para respaldar la deuda previamente contraída. Nuestra economía podría verse en una situación muy difícil.
Conclusión: no se puede fiar el crecimiento del país y la solución de los problemas sociales –como hacen los responsables de Min Finanzas y otros ministerios- a que la economía capitalista mundial siga creciendo, ello siga beneficiando a Venezuela y podamos aplicar las mismas políticas keynesianas de gasto público para atraer inversión privada que han fracasado en distintos países una y otra vez.
Si el gobierno inyecta dinero en la economía a través de la Misión Vivienda, de las obras del estado, etc habrá empresarios que aprovechen esta gran oportunidad de obtener beneficios seguros y sin gran esfuerzo e invertirán algo. Hasta es posible que aumente el ritmo de creación de empleo algo en los próximos meses. Pero es seguro que no al ritmo necesario para resolver los problemas sociales y desde luego el coste será mucho mayor que si esto se realiza mediante la nacionalización de los monopolios y las principales fuentes de riqueza (bancos, CANTV, Polar, etc).
Los empresarios se han dedicado desde la victoria de Chávez en 1998 a desoir todos los llamados de este a dialogar y han saboteado la economía. Hemos sido los trabajadores y el pueblo los que le hemos “echado pichón” y sacado adelante la economía. Fueron los trabajadores, en este caso los petroleros, quienes en colaboración con las comunidades y sectores patrióticos de la FAN reabrimos los centros petroleros, los gestionamos durante varias semanas y recuperamos la producción. Seguimos siendo hoy los que hemos reducido los costes y aumentado la producción.
Viendo lo que piden los empresarios en la negociación (levantar la inamovilidad laboral, flexibilizar el control de cambios, etc) está claro lo que podemos esperar de ellos en el futuro. Y si lo consiguiesen no parararían ahí, detrás vendrá la exigencia de retirar las leyes habilitantes y otras.Si el gobierno, particularmente el Presidente –por su estrecho vínculo con el movimiento revolucionario de masas- se niega a aceptar estas condiciones sabotearán la economía todavía más descaradamente que en los últimos años. Es más, incluso en el caso de que se les siga haciendo concesiones en la negociación seguirán saboteando porque no pueden tolerar a un Presidente que habla de revolución y que con ello estimula la participación y movilización de las masas. El problema de fondo es que ,como ya demostró Carlos Marx hace más de 150 años, y confirma toda el desarrollo histórico del capitalismo, a la final los beneficios de los capitalistas y el bienestar de los trabajadores son irreconciliables.
Una tarea urgente de la revolución debe ser dar empleo a esos casi 2 millones de compatriotas que no lo tienen, subir los salarios muy por encima de la inflación para recuperar el poder adquisitivo, solucionar el déficit habitacional de 1,8 millones de viviendas existente, poner a producir todas las tierras ociosas, fomentar y salvar la industria nacional, dar educación y salud dignas a todos los venezolanos. Si no se toman estas medidas urgentemente, la revolución sufrirá. Recordemos la experiencia de Nicaragua o Chile. Allí no se aprovechó la oportunidad de nacionalizar los sectores decisivos de la economía bajo el control de los trabajadores y resolver los problemas sociales avanzando hacia el socialismo y esto fue utilizado por los capitalistas para desgastar la revolución mediante el saboteo económico, desmoralizar a sectores importantes de las bases revolucionarias y al cabo de un tiempo la revolución pudo ser derrotada. En cambio en Cuba , Fidel y el Che nacionalizaron los sectores decisivos de la economía y la revolución , con más o menos dificultades, errores o distorsiones, ha aguantado hasta hoy. Sólo aplicando un programa en beneficio de los trabajadores como el que a continuación explicamos y luchando por el socialismo marxista (frente al keynesianismo reformista) podremos hacer avanzar la revolución y solucionar nuestros problemas.