Luego del fallecimiento del presidente Hugo Chávez, la revolución parece encaminada en su encrucijada final, entre un giro radical hacia la profundización de socialismo o la simple liberación del capitalismo de mercado. Sin embargo ciertos elementos enquistados en la dirección del gobierno, quienes durante el mandato de Chávez pasaron desapercibidos con un discurso clasista y radical, ahora parecen haberse quitado la máscara y presionan desde adentro para la liberación de los controles, y del capitalismo.
Estos oportunistas, en amplios sectores de las dirigencias medias, bajas y quizás altas del gobierno y el PSUV, parecen apurados en acumular los mayores privilegios y riquezas que puedan extraer de sus puestos de dirección, previendo que el gobierno puede dejar de estar en las manos del PSUV, en el próximo período presidencial o incluso antes, en un revocatorio al presidente Nicolás Maduro. Por lo que juegan un papel contrarrevolucionario fomentando las macollas, la corrupción y el desmantelamiento de las empresas del estado (para la futura privatización).
Sin embargo, aún estamos a tiempo de corregir y dar ese “Golpe de Timón” del que nos hablaba Chávez en su último discurso público, donde dejaba algunos lineamientos hacia su equipo ministerial y del gobierno en general, para la radicalización y profundización de la Revolución Bolivariana. A pesar de que este giro hacia la radicalización ha permanecido estancado, aún estamos a tiempo de profundizar la revolución en Venezuela, completando las tareas pendientes de la revolución socialista. Y esto sólo es posible expropiando a los enemigos de clase de la revolución y poniendo las palancas de la economía (industrias, bancos y latifundios) al servicio y bajo el control del pueblo trabajador.
Las mesas de paz con la burguesía y derecha
La burguesía venezolana e imperialista y su brazo político agrupado en los partidos políticos de derecha a través de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), incluso desde antes de que Hugo Chávez llegara al poder vieron en el presidente, y principal dirigente del intento de insurrección cívico militar del 4F, a su enemigo de clase. Y desde entonces han hecho campaña mediática, política y económica, para engañar al pueblo y sabotear el proceso revolucionario que vive el país.
No hay que olvidar que la misma burguesía y derecha que hoy se sienta en las mesas de paz económica que ha liderado el presidente Maduro, fueron los que apoyaron el golpe de estado que removió al presidente Chávez temporalmente del poder en el 2002, y también fueron quienes firmaron en favor del dictador auto-juramentado Carmona Estanga. Más aún esta misma burguesía, fue la que promovió el paro petrolero y empresarial, y que desde entonces ha llevado a cabo una férrea guerra económica, especulando, acaparando y destruyendo las conquistas económicas que ha logrado la revolución.
Esta misma burguesía, es también la que ha patrocinado a los políticos de derecha, una y otra vez para liquidar por la vía democrática electoral a la revolución. No olvidemos que las cámaras de comercio como VENAMCHAM, FEDECAMARAS, etc. en donde está afiliada toda oligarquía del país, es la que ha promovido una fuga de capitales, dejando al país con muy pocos recursos para reinvertir en el desarrollo económico, generación de empleo y mejora de la calidad de vida del pueblo venezolano.
Sin duda, son los banqueros, los terratenientes y la burguesía del país, los que financian las guarimbas, los paramilitares, los actos terroristas y los asesinatos selectivos de dirigentes políticos como Eliecer Otaiza, Robert Serra, etc. pero que además son los que han asesinado y desaparecido con total impunidad cientos de campesinos, indígenas, sindicalistas, y líderes de movimientos sociales en general.
Entonces, ¿es a esta misma burguesía contrarrevolucionaria y que ha promovido el derrocamiento del gobierno cientos de veces, que le vamos a pedir que de la noche a la mañana juegue a favor de la revolución y del pueblo? Este no es el momento para ingenuidades. Ahora que el descontento dentro del chavismo sigue creciendo a un nivel sin precedentes en la historia de la revolución, no podemos seguir esperando paciente y pacíficamente a que la burguesía siga generando las condiciones para un aplastamiento de las conquistas logradas por el pueblo trabajador de la mano de la revolución bolivariana.
Si empresarios como Mendoza, con 4.000 millones de dólares en sus cuentas personales, o Cisneros con 4.500 millones, tuvieran realmente intenciones de desarrollar el país, estarían dispuestos a invertirlos en sus empresas, sin necesidad alguna del chantaje de pedirle al estado que les otorgue los dólares que recibe PDVSA de la venta del petróleo de la nación o al menos sus ingresos personales no los guardarían en bancos en el extranjero, sino en bancos nacionales. Sin embargo, esto no ha ocurrido en 14 años, ni ocurrirá en los próximos.
Lecciones de la historia
La historia ha mostrado que todo proceso de revolución que no ha completado las tareas socialistas, ha sido aplastado a sangre y fuego por un movimiento reaccionario de mano del fascismo. Este fue el caso de a segunda República Española, el gobierno de la Unidad Popular de Allende en Chile, etc. así como las revoluciones abortadas por el fascismo en Italia y Alemania, igual que en Latinoamérica, Asia y África. – El fascismo, no se trata de un proceso autoritario estatista, como lo define la literatura burguesa, sino una respuesta reaccionaria del capitalismo cuando se siente amenazado por las fuerzas de la revolución, y cuando la legalidad democrático-burguesa del estado se le convierte una traba para mantener el “statu quo”, reprimiendo y destruyendo así las organización revolucionaria de la clase trabajadora y/o de las masas desposeídas –.
No es casualidad que Cuba se siga manteniendo con tal heroica resistencia durante más de 50 años, incluso contra el criminal bloqueo económico al que le tiene sometido el imperialismo yankee. Esto no es sólo por la grandeza de los personajes que lideraron y lideran Cuba. La razón es que Cuba sí aprendió las lecciones a tiempo, y acabó con el poder de la burguesía y el imperialismo expropiando sus propiedades. ¿Pudiera Venezuela hoy por hoy aguantar si quiera un mes de bloqueo como el de Cuba?, absolutamente no.
Todas las misiones, y el presupuesto en general del estado, vienen de los ingresos generados por PDVSA. De tener Venezuela un bloqueo, cerca del 90% de los ingresos del país se irían de la noche a la mañana, dejando en quiebra al estado. Más aún, como todas las palancas de la economía están en manos de la pequeñísima oligarquía que controla el poder económico del país (Banca, Industria y Latifundios), todos estos “empresarios” se irían también, dejando al país sumergidos en la más rotunda miseria y sin ninguna fuente de ingresos que permita reactivar la economía nacional.
¿Quienes son estos enemigos internos de la revolución? Todas las grandes empresas y monopolios trasnacionales y nacionales, toda la banca privada (cuyo capital es principalmente multinacional), y los latifundios. Esta oligarquía, que ha ostentado el poder en Venezuela, desde, en algunos casos, antes de la independencia de Venezuela. Son sectores que controlan el poder económico, y con esto tienen acceso a privilegios que son sólo sostenibles sobre la base de la explotación del pueblo trabajador.
La historia reciente de la Revolución Bolivariana, también nos enseña que Hugo Chávez, quien llegó al poder con un proyecto nacionalista, que no pretendía seguir la construcción del socialismo sino una “tercera vía” que tan sólo mejorara las condiciones de vida del pueblo – aunque luego en la práctica entendió la imposibilidad de una tercera vía y que el único camino para llevar la máxima felicidad social, era el socialismo –.
Incluso el proyecto inicialmente nacionalista que planteaba Hugo Chávez, y que pretendía sólo “humanizar al capitalismo”, fue suficiente para que la misma burguesía y derecha – a la que ahora llamamos a las mesas de diálogo –, llevara a cabo decenas de planes de golpes de estados, de magnicidios, de sabotaje económicos, de satanización mediática, etc. Ya ellos han dejado claro su negación ante la posibilidad de la humanización del capitalismo. No podemos esperar que sean ellos los que ahora sí lo hagan. Mucho menos aún podemos pensar que ahora sí permitan el florecimiento y triunfo de una economía socialista, que a la larga les destruiría sus privilegios y poderes económicos. La burguesía entiende su papel de clase (por esto no escatima esfuerzos en los sabotajes), y sabe que no pueden coexistir los capitalistas en una revolución socialista. Es el gobierno Bolivariano y los dirigentes del PSUV quienes aún no lo asumen así.
Las expropiaciones y el Control Obrero
Si hay una política que ha fallado y sigue fallando, es la política que ha tomado el gobierno hacia las fábricas y empresas en manos del estado. La burocracia en la gran mayoría de los casos ha jugado un papel contrarrevolucionario y a favor de capitalismo, en la medida en que se han encargado de aplastar el proceso de organización de la clase trabajadora, que se ha materializado en el Control Obrero, sobre las fábricas recuperadas por los trabajadores, de forma espontánea haciendo caso al llamado que diera el presidente Hugo Chávez de “fábrica ocupada, fábrica tomada”.
En la mayoría de aquellos casos donde los trabajadores han recuperado fábricas que han sido abandonadas por la patronal, y a la vez han demostrado la innegable superioridad del funcionamiento del Control Obrero, la burocracia ha saboteado estas instancias de dirección colectiva y ha impuesto autocráticamente direcciones anti-obreras, las cuales han jugado en contra de los intereses de la nación, y del pueblo trabajador en específico. Beneficiando sin dudas a la burguesía y a la derecha. Ya que esta burocracia, al ser la cara pública del gobierno y el PSUV, genera descontento entre el chavismo hacia el gobierno en manos del presidente Maduro, y le dan herramientas a la derecha para justificar su alegatos de “corrupción y decadencia” del proyecto socialista en el país.
En casos como las fábricas recuperadas Inveval e Inaf, la burocracia se encargó de llevar a pérdida a empresas que en manos de los trabajadores y sin el más mínimo apoyo económico de ningún sector, habían generado un proceso productivo estable y que garantizaba ingresos para pagar salarios dignos a todos los trabajadores y para incluso, generar ganancias para el estado. Algo parecido han intentado hacer en Lácteos Los Andes y Aceites Diana, donde, como los trabajadores han denunciado anteriormente, la burocracia puesta por el estado había sido comprada por la burguesía para llevar a la quiebra a estas empresas y justificar su privatización, para así ser vendidas a Lorenzo Mendoza, quien ha manifestado su intención de comprarlas, y pasarlas a manos de Industrias Polar. Sin embargo, la organización de los trabajadores, la importancia estratégica de estas empresas para el gobierno y la presión a través de las redes informativas no oficiales, lograron derrotar tales planes.
En las industrias básicas, el Plan Guayana Socialista no ha sido menos pisoteado por la burocracia. Se ha impedido a toda costa la organización de los trabajadores en Consejos Socialistas de Trabajadores, a través de la satanización y destitución de líderes obreros. Sin embargo, acá el oportunismo de sectores de la dirigencia sindical, heredera de las prácticas reivindicativistas y oportunistas de la IV República, han desviado el objetivo real de las luchas clasistas que defienden los obreros de base. Dando razones también para que la burocracia justifique que no se puede establecer el Control Obrero, ya que estos sindicalistas pudieran dirigir las empresas de forma individualista y en contra de la nación (por supuesto, no nos dicen que la burocracia hoy en día así lo hace).
A pesar de todas estas limitaciones para instaurar el Control Obrero, la clase trabajadora sólo puede aprender de su propia experiencia. No podemos evaluar a los trabajadores como niños indefensos e ignorantes que no saben lo que quieren, y que por lo tanto necesitan de una burocracia que los dirija. Esto no se corresponde con la realidad, ya que precisamente, esta burocracia estatal es la que ha destruido las instancias del poder popular en las industrias básicas.
Si se establece la verdadera democracia obrera dentro las empresas del estado, las trabajadores a través de la contraloría obrera pueden evaluar y destituir inmediatamente a todo funcionario que cometiera actos de corrupción y/o que se desviara de las funciones para las cuales fue elegido, y de la misma manera elegir nuevos líderes o voceros que si cumplan con tales funciones. Sin embargo esto no es posible si no se le permite a la clase trabajadora asumir la dirección de su propio destino y así aprender desde la práctica.
Bajo un régimen verdaderamente democrático de Control Obrero, la clase trabajadora tendrá la potestad de elegir y revocar cualquier dirigente obrero inmediatamente, sin trabas burocráticas ni limitaciones, sin esperar meses o años a que se termine algún “período” para el que haya sido electo. Esta práctica que sí ocurre en los sindicatos y otras instancias, donde no se puede revocar al dirigente si no se ha cumplido el período completo, es ajena al Control Obrero, ya que la asamblea de trabajadores que debe reunirse regularmente podrá en cualquier reunión revocar y nombrar cualquier funcionario en las diferentes instancias de dirección y organización. Además de que la contraloría obrera permitiría el acceso de los trabajadores a evaluar permanentemente la gestión de tal o cual funcionario.
La única forma para que las expropiaciones funcionen y con esto ayudar a reactivar el aparato industrial estatal y así solucionar la crisis económica del país, es aplicando el Control Obrero sobre todas las empresas del estado. Sin embargo unas pequeñas islas de socialismo no pueden permanecer en el tiempo frente a un mar de capitalismo, por lo que también hará falta la nacionalización de las otras palancas de la economía en manos privadas, los monopolios, bancos y latifundios, y también ponerlos democráticamente en manos de la clase trabajadora.
El papel de los medios de comunicación oficiales
La línea editorial del Sistema Bolivariano de Comunicación e Información (SIBCI), establece el filtro a las críticas, denuncias, etc. sobre la Revolución Bolivariana, y/o sus dirigentes, argumentando que esto da cabida a que la derecha, la burguesía y el imperialismo lo usen en contra de la revolución. Sin embargo, esta equivocada estrategia, en vez de restarle fuerzas a la derecha, la fortalece, y a la vez socava las bases de apoyo al gobierno nacional, generando descontento que pudiera traducirse en un reflujo electoral en las próximas elecciones venideras. Publicar información parcializada, o no publicar nada en absoluto, sobre las condiciones del país, no le resta de que hablar a la derecha, por el contrario le da de más.
Cuando los medios del estado no muestran la realidad sobre la situación económica, por ejemplo, afirmando que “todo esta bien”, “hay pleno abastecimiento”, “la inseguridad es sólo una sensación”, el pueblo a través de su propia vivencia diaria se da cuenta que esto no es del todo cierto, y a la vez los medios de derecha lo usan para decirle al pueblo, especialmente al chavista, que su gobierno “les miente”. Mientras que en los casos en que los medios oficiales no dicen absolutamente nada, ni se pronuncian (como en el asesinato del líder Indígena Sabino), la derecha y los medios inventan cualquier tipo de falsedades tergiversando la realidad, por supuesto poniendo al pueblo en contra del gobierno, por lo que, mientras esta sea la única versión que el pueblo en general puede obtener, estas mentiras van calando en ellos y se van acumulando, generando una acumulación de descontento paulatino que puede ayudar a generar un reflujo electoral.
La mayor parte de descontento general de los chavistas hacia el PSUV ha sido a raíz de la mala gestión, corrupción, y burocratismo de uno otro líder o dirigente, y de la impunidad y amiguismo que los principales dirigentes del gobierno han demostrado ante estos personajes. Hasta ahora este descontento en gran medida ha sido captado por los partidos aliados agrupados en el Gran Polo Patriótico, lo que ha permitido mantener una correlación electoral favorable. Sin embargo en la misma medida en que los partidos del GPP han resultado ser apéndices del PSUV, este descontento sencillamente puede convertirse en un reflujo, o en los casos más graves pudieran pasarse a la derecha.
Para que el PSUV y el gobierno en general puedan recuperar el descontento y especialmente los sectores más críticos, el SIBCI debe darle la inmediata cabida a la crítica revolucionaria, y a la publicación de denuncias de los movimientos sociales, que hacen vida dentro del chavismo. Los periodistas de los medios del estado tienen la capacidad y el apoyo económico suficiente para hacer trabajos investigativos (como debería ser el verdadero periodismo) que permitan comprobar si las denuncias a publicar son ciertas o falsas, o al menos si tienen bases ciertas.
De igual manera se deberá informar sobre la realidad tal cual como es, aceptando los errores cometidos, en la misma medida que se explican las razones reales de tales errores. La derecha y sus medios hablarán siempre en contra de la revolución, lo hagamos bien o lo hagamos mal – ellos saben cuál es su papel frente a la lucha de clases. Así la revolución acepte o no que tiene errores, poco o nada puede perjudicarnos una mayor apertura y crítica revolucionaria entre los medios del estado, en este sentido.
Esto permitirá a la misma dirección nacional del PSUV y del Gobierno, a través de la contraloría social, hacerle seguimiento a las actuaciones de todos los dirigentes, pudiendo tomar las medidas necesarias de forma oportuna para solucionar los casos de corrupción, sabotaje, etc. Y que el pueblo chavista sienta que ya no está siendo ignorado por los medios oficiales. Como ha venido ocurriendo hasta ahora.
La satanización de la crítica revolucionaria
Si hay un momento en el que la revolución bolivariana está en peligro real de perder una elección presidencial, es en estos próximos años. Incluso si el gobierno nacional no toma medidas justo ahora, en las próximas elecciones para la Asamblea Nacional se perdería sin lugar a dudas la mayoría absoluta, e incluso la mayoría relativa. Este último escenarios significaría el comienzo del final de la Revolución Bolivariana, ya que si la mayoría de la AN queda en manos de la derecha, está impediría la aprobación de cualquier presupuesto y/o ley, estancando a la revolución. Esto no es un secreto para nadie, y así como la vanguardia chavista lo sabe, la dirección del PSUV también. Es esta la razón por la cual la dirección nacional ha tomado fuertes posturas en contra de las crítica y opiniones contrarias dentro del partido y la vanguardia, que no acaten al 100% las posturas oficiales.
Se ha atacado la web Aporrea – la cual siempre fue aliada de la Revolución Bolivariana y de Chávez (y no parece haber dejado de serlo) –, ya que en este espacio se expresan las principales críticas radicales o reformistas, revolucionarias u oportunistas dentro del movimiento obrero y popular. En esta página se puede encontrar de todo un poco. Si bien no se puede negar que algunos críticos de derecha utilicen este espacio para tergiversar y generar confusión, tampoco es posible negar que la gran mayoría de revolucionarios críticos y comprometidos utilizan este espacio para expresar ideas, opiniones, denuncias, que por las vías oficiales de los medios públicos son imposibles de publicar, ya que la línea política (y esto no es secreto tampoco) está totalmente sesgada y no permite cabida a críticas que pudieran ayudar a fortalecer el proceso revolucionario, y la confianza de las masas en sus dirigentes. Muestra de esto es la salida del aire de programas como, “La Hojilla”, “Los Papeles de Mandinga”, “Un grano de maíz”, entre otros.
El medio digital Aporrea, ha sido uno de los pocos espacio que ha permitido dar cabida a todas las opiniones que de otra forma no pudieran expresarse públicamente.
Sin embargo, la crítica revolucionaria y la oportunista no tiene capacidad para incidir por sí sola en el desenvolvimiento de la revolución en los próximos años. En Cuba por ejemplo, hay gusaneros pagados por el imperialismo yankee, que permanentemente difunden falsedades en las redes sociales, el internet y entre el mismo pueblo. Sin embargo en Cuba, más de 50 años después, la crítica gusanera no ha podido debilitar las bases de apoyo al gobierno. Y esto es así, ya que la economía planificada y centralizada que hay en Cuba, luego de la nacionalización de los medios de producción, permite planificar la economía del país y atacar las principales necesidades materiales del pueblo cubano. A pesar del bloqueo económico, y de las limitaciones propias de la economía de la pequeña isla cubana, se ha logrado satisfacer necesidades como Alimentación, Salud, Educación, etc. Es por esta razón que las masas del pueblo cubano siguen apoyando la revolución, a pesar de todas las contradicciones que se le han planteado a Cuba en más de 50 años.
Por su parte en Venezuela, no será la crítica la que divida, destruya, o haga avanzar o retroceder las conquistas, será la lucha de clases, la que a fin de cuentas resuelva la situación para bien o para mal. Y las principales consecuencias, serán producto de las medidas que tome el gobierno en los próximos meses y años, y la reacción de la burguesía y el imperialismo ante estas medidas.
Si no se resuelve la crisis económica del país ocasionada por la burguesía, difícilmente se podrá mantener el PSUV en el poder. Es decir, mientras una oligarquía siga teniendo el poder económico en sus manos, lo seguirá usando para sabotear la economía. Para nada nos sirve que el gobierno sea amable con estos sectores económicos. La única forma en que la burguesía apoye al gobierno, es que sea este mismo el que desmantele todas las conquistas de la revolución y aplique medidas capitalistas y neoliberales (con lo cual el PSUV entraría en contradicción con su propia base).
La principal y verdadera amenaza para la revolución, no son las opiniones críticas de uno u otros, sino su enemigo de clase, la misma burguesía a quien ingenuamente llamamos a mesas de diálogo.
Mesas de diálogo con la clase trabajadora o con la burguesía
Para el momento en que se redacta este artículo, el Ministerio para el Proceso Social del Trabajo ha paralizado las mesas de trabajo que se venían llevando con los trabajadores organizados y de diferentes sindicatos, consejos de trabajadores y colectivos, junto con dirigentes del PCV, donde se estaban tratando casos de despidos injustificados y demás irregularidades, que han sido avalados por el mismo ministerio, en contra de la Ley Orgánica del Trabajo (LOTT) y la Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo (LOPCYMAT) que han venido ocurriendo en empresas públicas y privadas. Según denuncian los trabajadores, esto fue producto de presión por parte de la burguesía en las mesas de paz económica que están llevandose acabo entre el gobierno bolivariano con estos sectores de la oligarquía y la derecha.
La burguesía, desde que se establecieron las mesas de negociación entre el gobierno y los empresarios, ha dejado claro y públicamente sus peticiones. ¿Cuáles son estas peticiones?:
- Flexibilización de las relaciones laborales: para que se pueda despedir más fácilmente a los trabajadores. Incluyendo el despido de más de 20 mil trabajadores con fuero sindical.
- Liberación de los controles de precios, para que la misma burguesía en base a sus intereses de clase, decida y establezca los precios de los diferentes rubros.
- Liberación de los controles cambiarios, para que se pueda realizar de forma más fácil la extracción de capitales fuera del país por la burguesía importadora y el imperialismo.
- Incentivos legales, correspondiente a la eliminación o reducción de impuestos y aranceles aduaneros (para facilitar la importación).
- Incentivos económicos, significando que el estado financie a la empresa privada a través de la entrega de créditos a bajo costo, y de subsidio de los salarios de algunos sectores (como la juventud), para que la burguesía “genere empleo”.
Como vemos lo que pide la burguesía en estas mesas de negociación, no sólo representa aplastar las conquistas laborales de la revolución, sino que exigen al gobierno Bolivariano que tome medidas abiertamente anti-obreras, iguales a las que se tomaron durante toda la IV República, especialmente durante la época neoliberal de los 80s y 90s. Esto no es nada nuevo, no podemos olvidar que cuando gobernaban los partidos de derecha, hoy agrupados en la MUD, estas políticas fueron demandadas por esta misma burguesía y fueron concedidas por el gobierno de turno, con fatales consecuencias para el país, y especialmente para el pueblo trabajador.
Lo que la experiencia histórica de Venezuela demuestra, es que incluso, si el gobierno llegara a tomar medidas contrarrevolucionarias y neoliberales para satisfacer las peticiones de la burguesía, y con esto mantenerla contenta, esto no puede implicar algo positivo para el país, ni para las masas trabajadoras.
La burguesía en 14 años no ha dejado de hacer presión al gobierno, a través de la radicalización permanente de la guerra económica, pretendiendo someter a la revolución ante los intereses de esta la oligarquía. Por su parte la dirección nacional del gobierno y el PSUV, luego de los extremos a los que ha llegado la inflación inducida, el acaparamiento y la huelga de capitales, parece haber caído en la trampa de este chantaje, haciendo concesiones a los enemigos declarados del socialismo y del proyecto del presidente Hugo Chávez, quienes en 14 años no han cesado en demostrar que pretenden imponer sus intereses de clase, contrarrevolucionarios, incluso en contra de la misma legalidad burguesa que ellos pretenden defender.
Desde el inicio de las mesas de paz económica hemos explicado, que no hay una conciliación posible entre la revolución y sus enemigos de clase. Y que lo único que calmaría los ataques de la burguesía son medidas abiertamente neoliberales traicionando a la revolución. En definitiva no hay forma de que un gobierno pueda tomar medidas en defensa del pueblo como las que se han planteado en el gobierno durante estos 14 años, y a la vez mantener contenta a la clase dominante. Cada conquista de la revolución, sólo ha sido posible arrebatando privilegios de la burguesía nacional y del imperialismo.
Ante esta coyuntura hacemos un llamado al gobierno a cerrar de una vez por todas las mesas de negociación con la burguesía, y que por el contrario procedan a nacionalizar las palancas de la economía, y a la vez se abran inmediatamente las mesas de discusión con los trabajadores, haciéndolas extensivas a todos los sectores obreros del país. El único sector de la país, comprometido con la revolución Bolivariana y que está dispuesto a desarrollar la economía nacional, no es la burguesía parasitaria y rentista del país, sino la clase trabajadora y las masas desposeídas.
Dirección revolucionaria
Una crisis económica como la que está atravesando Venezuela actualmente, también se refleja en una crisis de dirección revolucionaria dentro del movimiento obrero, no sólo en las direcciones del gobierno y partidos aliados, sino en los liderazgos de las instancias de participación de la clase trabajadora, como sindicatos, consejos de trabajadores, etc. La Revolución Bolivariana sigue padeciendo una carencia crónica de cuadros formados y militantes que aporten a encaminar las luchas revolucionarias en las diferentes instancias de participación del pueblo trabajador. Lamentablemente el PSUV y otros partidos aliados han demostrado su incapacidad de llenar tal vacío, al ser partidos con enfoques netamente electorales y con muy poca vinculación orgánica y permanente con los movimientos sociales, sindicatos, campesinos organizados, consejos de trabajadores, etc.
Al final, el problema de la revolución bolivariana se reduce a un problema de su dirección revolucionaria. La clase obrera, el pueblo pobre y los campesinos han dado una y otra vez muestra de su capacidad, iniciativa e instinto revolucionarios y su movilización en las calles ha sido lo que salvado la revolución en todos los momentos críticos.
Para que el PSUV pudiera jugar el papel dirigente necesario para completar la revolución debería dotarse de un programa socialista revolucionario que tenga como punto central la expropiación de la clase capitalista y además eso debe de ir acompañado de unos métodos de democracia revolucionaria a lo interno. Hay que transformar el PSUV en un partido revolucionario con vinculación directa con la clase obrera y el pueblo trabajador.
Un partido sano, debe basarse en la máxima apertura al debate, la crítica y la discusión. Un verdadero liderazgo sólido, no es aquel que hace callar a sus críticos, sino el que es capaz de responder con palabras y acciones las críticas que recibe, y a la vez exponer sus posturas claramente ante las masas. El llamado a la unidad no debe tampoco entenderse como un llamado al cese de la crítica, la discusión y el debate.
La crítica interna y la oposición a la dirección surgen precisamente del descontento de la base que ve como la dirección hace concesiones a la clase dominante. Suprimir esa crítica significa matar al PSUV como organización revolucionaria. La única manera de mantener la necesaria unidad de la revolución es justamente con una política revolucionaria que enfrente los problemas acuciantes del país.
Nuestra tarea es la de agrupar a los sectores más avanzados de los activistas revolucionarios entre la clase obrera y la juventud para dar la batalla contra la burocracia y los reformistas sobre la base de un programa auténticamente socialista que es el único que puede resolver la encrucijada a la que se enfrenta el país.