Una propuesta que ha estado en boca de “expertos” analistas y economistas, incluso autonombrados de “izquierda”, es la dolarización de la economía Venezolana – lo que puede manifestarse bajo la propuesta de la aplicación de una moneda «convertible» en paridad 1-1 – , como la panacea que solventaría todos nuestros problemas económicos y por lo tanto mejoraría la situación del país.
Sin embargo, como analizaremos a través de este artículo, esta medida de ser aplicada, no sólo es incapaz de resolver ninguno de los males que afectan a la clase trabajadora y demás masas desposeídas del país, sino que por el contrario, empeoraría enormemente las situación económica, agravando las condiciones de vida del pueblo trabajador.
Para comenzar debemos entender la razón por la cual surge el control cambiario. El cual no fue una medida del gobierno para frenar las compras por Internet o limitar los consumos en el extranjero de los viajeros, como los medios de derecha parecieran querer reflejar.
En las economías de capitalismo atrasado, como es el caso de Venezuela, toda la riqueza que se produce se va, a través de todas las multinacionales que están en el país, esto quiere decir que toda la ganancia (plusvalía) que se produce por la compra y venta de bienes y servicios de empresas multinacionales, es extraída, para ser llevadas a los países donde están las casas matrices de tales empresas.
Sin embargo, esto no termina acá, ya que el sector financiero juega un rol incluso mayor para la extracción de riquezas, no sólo porque la burguesía nacional no guarda sus capitales personales en los bancos de Venezuela (al igual que todas las burguesías, las guardan en los bancos de países desarrollados), sino porque todo el dinero que se guarda en los Bancos también es extraído de dos formas: directamente, a través de los bancos multinacionales que se llevan todo el dinero que es guardado en estos, e indirectamente, a través de los bancos nacionales, quienes a su vez, por ser bancos pequeños en comparación con los trasnacionales, se ven obligados a guardar también sus capitales en bancos en el extranjero, ya que estos tienen una mayor solidés.
Todo este proceso por medio del cual las burguesías de los países desarrollados extraen los capitales producidos en los países de la periferia, Valdimir Lenin, principal líder de la primera revolución socialista, lo denominó “Imperialismo, fase superior del capitalismo”, en el libro titulado con este mismo nombre, donde hace una explicación más detallada de cómo el proceso de la globalización del capitalismo, permite que las burguesías de los países imperialistas se sigan haciendo cada vez más ricos, a costa del saqueo de los países de la periferia. En resumen, las burguesías exportan capitales a los países menos desarrollados, creando una pequeñisima industrialización (a veces ni eso pueden), por medio de la cual extraen los capitales que produce la clase trabajadora en estos países.
Es por esto que León Trotsky, otro de los principales líderes de la revolución Rusa, completando los aportes de Lenin, explica que las burguesías de los países de la periferia, son incapaces de desarrollar las fuerzas productivas de tales países, debido a su dependencia hacia las burguesías imperialistas, sumado a la incapacidad de competir contra las gigantes corporaciones, por lo que no les queda más que ponerse a los pies de dichas corporaciones. Esto explica porque Industrias Polar, sólo produce ciertos rubros que no son exportados masivamente por los países desarrollados, como la Harina Pan y las Cervezas, mientras que a la vez funciona como franquicia de empresas como Pepsi, entre otras, ya que no puede competir en el mercado de los refrescos.
En otras palabras, una burguesía poco desarrollada como la que hay en Venezuela, acostumbrada a una economía de puerto, producto del rentismo, y que muchas veces funciona como franquiciante o simple importador, es incapaz de desarrollar las industrias y tierras, sin que esto implique una agresión a los intereses de las trasnacionales a las cuales les sirven. Por lo que no se puede contar con ningún sector progresista de la burguesía en ningún país poco industrializado como Venezuela, que haga avanzar el capitalismo a niveles cercanos a los de EE.UU y Europa.
El control de cambio por su parte, se trató de una medida desesperada del gobierno central, para romper con este comportamiento “normal” del capitalismo atrasado y rentista de Venezuela, y especialmente para frenar la fuga de capitales que hubo en los primeros años del gobierno bolivariano del presidente Hugo Chávez. Se trató de un freno, o al menos eso se intentó, para impedir que la burguesía nacional y trasnacional se llevara del país los pocos capitales que tenían (y tienen) acá. Especialmente luego del paro patronal, que siguió al golpe de estado del 2002.
Esta medida pretendía obligar a las empresas nacionales y trasnacionales en el país a mantener sus riquezas en Bolívares, y en los bancos que están en el país, obligando a los bancos a mantener también en el país el dinero de los ahorristas. De tal manera que este capital, al igual que ocurre en las economías del capitalismo desarrollado, se reinvirtiera en la economía del país, a través de los mecanismos propios del capitalismo como lo son los créditos, préstamos, etc.
Sin embargo, una década después de su aplicación, como ha sido comprobado ya, las burguesías nacionales y trasnacionales, a pesar del control cambiario han extraído enormes sumas de dólares del país, engrosando sus cuentas bancarias en el extranjero, en algunos casos incluso a niveles superiores a los que ocurrían en el pasado, antes del control cambiario. Esto comprueba algo que hemos explicado antes, el capitalismo no puede ser regulado, porque no hay forma legal de obligar a alguna persona, a invertir su dinero en beneficio de otros. Cada control que se ha aplicado a la burguesía, esta ha encontrado la forma de burlarlos.
El control de precios fue burlado inicialmente por medio de un déficit de producción de bienes regulados, y a la vez una producción masiva de bienes de consumo con algún agregado, los cuales se salen de los controles. Ya que por ejemplo, cuando se regula el arroz, Industrias Polar produce arroz saborizado, el cual por la simple aplicación de algún químico saborizante, lo vende a dos o tres veces de lo que cuesta el arroz sin aditivos.
La siguiente etapa a la que nos condujo la burguesía fue a la creación de un mercado de extracción de alimentos y gasolina principalmente (aunque ahora se encuentran electrodomésticos, celulares, etc.) hacia países vecinos. La burguesía, importa materias primas para alimentos a 6,3 Bs. por cada $, sin embargo al venderlos en otros países, trae dólares al país, los cuales los cambian actualmente a valores por encima de los 100 Bs. Cada $. Incluso, vendiendo por debajo de los precios normales en Colombia, Brasil, etc. Al traer estos dólares y cambiarlos en el mercado negro, recibe ganancias más de 10 veces por encima de las que obtendría en Venezuela. Por lo que es ingenuo pensar, que la burguesía, pudiendo ganar tanto con el mercado de extracción, va a destinar su producción o sus importaciones al mercado nacional.
Hemos visto como el control de cambios ha fracasado en su función de evitar la fuga de capitales del país, y por el contrario ha sido aprovechado por la burguesía para aumentar sus riquezas de forma exponencial y en un muy corto plazo. Sin embargo, levantar el control de cambios tampoco implica una solución real para la economía del país.
El imperialismo capitalista, significa que los países desarrollados extraen las riquezas de los países de la periferia, ya que no sólo se llevan recursos y materias primas baratas, sino que también se llevan los capitales producidos en estos países. Levantar el control cambiario, significa permitir la fuga inmediata de miles de millones de dólares que se irían del país en tan sólo días, dejando la economía en la total bancarrota. Sería incluso muchas veces más grave para la economía nacional, que el paro petrolero y el cierre de cientos de empresas que esto trajo consigo.
Levantar el control, no sólo facilitaría al Imperialismo extraer capitales fuera de Venezuela, como ocurre de forma normal en el capitalismo globalizado, sino que habría una fuga de capitales, dirigida por la burguesía, que llevarían la guerra económica a niveles inimaginables. Además de todo esto, los bancos que están en el país facilitarían mecanismos para que incluso miembros de la clase trabajadora creen cuentas bancarias en el extranjero, para que toda persona que tenga algún tipo de ahorro en Bs. los cambie a dólares.
Esto dejaría al país sin ningún tipo de capitales para invertir en el sector privado y público. Lo cual destruiría la poca producción que hoy en día hay en Venezuela, incluso en las empresas nacionalizadas y en manos del estado. A mediano plazo, traería consecuencias fatales para la clase trabajadora, incluso peores a las de las décadas de los 80s y 90s, destruyendo miles de puestos de trabajo, y empobreciendo a las masas desposeídas.
Todo esto para lograr la aparente “ventaja”, de acabar con el mercado negro de extracción de bienes hacia países vecinos, el desabastecimiento y acaparamiento. Al igual que en los 80s y 90s, veríamos en los supermercados, estantes llenos de mercancías, especialmente las importadas, y de mucha variedad, pero a precios que la clase trabajadora no podrá pagar.
El control de cambios fue una medida para regular y/o controlar el capitalismo del país, y es cierto que es una política burlada y saboteada por la burguesía, y que ha facilitado las herramientas para realizar la guerra económica a la burguesía. Sin embargo, la dolarización, al igual que cualquier otra medida de carácter capitalista, no puede sino solucionar los problemas de la burguesía, a la par de que empeoraría las condiciones de vida del pueblo trabajador, destruyendo a la larga las conquistas revolucionarias que aún se mantienen en el país.
Sólo completar la revolución socialista puede resolver la crisis que vive actualmente el país, en beneficio de las masas trabajadoras. Una economía planificada, centralizada y bajo Control Obrero puede controlar los precios, acabar con el desabastecimiento y acaparamiento, aumentar el precio de la gasolina, etc., sin que esto implique un golpe al salario de los trabajadores.