En 1989 las masas venezolanas irrumpieron contra el Estado burgués (su aparato político: el gobierno) por la aplicación del ‘paquete de ajuste’ del FMI con la forma que conocían en ese momento, sublevación popular. Huérfanas las masas –trabajadores, amas de casas, jóvenes, niños- salieron a las calles porque los partidos y/o los sindicatos hacía tiempo representaban los intereses de la clase opresora, la burguesía.
“En los momentos decisivos, cuando el orden establecido se hace insoportable para las masas, éstas rompen las barreras que las separan de la palestra política, derriban a sus representantes tradicionales y, con su intervención, crean un punto de partida para el nuevo régimen…” (León Trotsky, Historia de la Revolución Rusa, 1932).
En 1992 asonó en la sociedad venezolana la sublevación cívico-militar, liderada por el Comandante Hugo Chávez Frías, quien llegó a ser Presidente de Venezuela en 1999, por vía electoral e inició una serie de cambios sociales, políticos y económicos, dando inicio a la revolución bolivariana.
¿Qué está pasando en Venezuela en el 2015?
Las masas no van –dice Trotsky- a la revolución con un plan ya concebido de la sociedad nueva, sino con un sentimiento claro de no seguir soportando la sociedad vieja. Sólo el sector dirigente de cada clase tiene un programa político, que necesita ser sometido a la prueba de los acontecimientos y a la aprobación de las masas.
La revolución venezolana, apoyada por la mayoría de la población, en su primera fase correspondió, en líneas generales, al proceso de una Asamblea Constituyente; a la promulgación de leyes progresistas, a decretos de nacionalizaciones de las empresas de telecomunicaciones y de algunas instituciones financieras y de seguros; a la expropiación de latifundios que fue un ataque a la burguesía. Pero el triunfo más grande para la revolución fue arrebatar Pdvsa a la meritocracia, y significó un golpe fuerte al imperialismo. Otros triunfos han sido la construcción de la organización popular en diversos movimientos sociales, en consejos comunales hasta llegar a las comunas.
No obstante -económica, política e ideológicamente- la revolución venezolana permanece aún en la estrechez del capitalismo, matizada con el mito pequeñoburgués del reformismo, con el establecimiento de la burocracia, sustituta de la meritocracia de los adecos y de los copeyanos, con la clase capitalista intacta, con la bandera ideológica burguesa ondeando. Por consiguiente, el proceso revolucionario venezolano como revolución bonita, después de 15 años, aún conserva carácter burgués.
Como vemos, la revolución bolivariana desde su comienzo corresponde exactamente, en líneas generales, al proceso típico de todo primer ensayo general que realizan las fuerzas revolucionarias que alberga la sociedad en sus profundidades, pero con una base ideológica y programática pequeñoburguesa.
En su desarrollo inicial la revolución bolivariana, como lo demuestran otras revoluciones, avanzó siempre en forma ascendente -desde un comienzo moderado a una creciente radicalización de los objetivos- de acuerdo a los latigazos de la contrarrevolución y, paralelamente, desde la coalición de clases y partidos hasta un partido ideológicamente reformista como único bastión de lucha en los procesos eleccionarios.
En el año 2015, la situación real de la revolución bolivariana se reduce a la victoria de la contrarrevolución o de la revolución. La situación concreta de la agudización de la lucha de clases en Venezuela, se encuentra en el punto de obligatoriamente resolver la contradicción entre capital y trabajo que sólo ocurrirá superando el capitalismo.
La fase actual de la revolución bolivariana no hace más que confirmar lo que constituye la lección básica de toda gran revolución, la ley de su existencia: o la revolución avanza a un ritmo más rápido y decidido, derribando todos los obstáculos con fuerza y se da objetivos cada vez más avanzados, o retrocederá de su débil punto actual, resultando liquidada por la contrarrevolución. Una revolución por su propia naturaleza no admite por mucho tiempo las oscilaciones ni los términos medios como lo advierte Rosa Luxemburgo.
En ese sentido, surge la necesidad de una reforma socialista de la tierra, de la industria, de los bancos. Terminar con la separación de la economía rural e industrial -tan característica de la economía burguesa-, preparando la ruta de la planificación de la producción agrícola e industrial con criterio unificado. El gobierno bolivariano no ha podido llevar a cabo tan gigantesca tarea porque se ha visto atrapado por las batallas internas y externas, atacado por muchos enemigos y adversarios.
Pero debemos tener consciencia que el avance o retroceso de la revolución bolivariana más que todo depende de sus raíces hundidas en su propio desarrollo histórico, y en su maduración, por consiguiente, es un asunto interno. Depende también de la maduración política de la clase trabajadora para cumplir sus tareas históricas que entre otras es la de arrear la revolución socialista. Depende igualmente de los acontecimientos internacionales, del grado de la lucha de clases a nivel mundial, que desde 2007 se manifestó con las movilizaciones de las masas en Europa y en Estados Unidos (los indignados) contra la aplicación de las políticas neoliberales, implementadas por el stasblihment económico cuando emergió a la superficie la crisis capitalista, crisis que pulverizó mercados, fuerzas productivas y países enteros.
Es decir, el costo que paga la humanidad es muy alto, también el sistema capitalista. La crisis económica capitalista del siglo XXI, ha tenido su centro en EE.UU, luego repercutió en Europa, particularmente en un país de producción relativa como Grecia. Pero la crisis económica se extendió a todos los países del mundo. Este fenómeno enseña que las relaciones económicas mundiales del capital hacen de todos los países un organismo único e integrado. Asimismo, la lucha de clases a nivel mundial será un organismo único e internacional con un sólo objetivo: enterrar el capitalismo.
La fase actual de la revolución venezolana sufre el ataque frontal y criminal de la contrarrevolución nacional e internacional. Contraataque que se manifiesta en la desestabilización de la economía, actos terroristas, asesinatos, conspiraciones, guerra mediática, guerra psicológica, etc., que tiene como objetivo desgastar la revolución y por tanto sembrar la desesperanza y concretar la desmovilización de las masas chavistas.
La respuesta sigue siendo, por tanto la siguiente:
¡Unidad, Batalla, Lucha y Victoria en las próximas elecciones de 2015!
Asegurar la Victoria Chavista es por ahora la tarea fundamental de las masas porque la táctica es por ahora:
¡Mayoría chavista en la Asamblea Nacional!
Dado que puede asegurar momentáneamente salvar la democracia e impulsar la revolución socialista.