Después de 24 días de paro y 4 masivas marchas la presión potosina no afloja ni da signos evidentes de cansancio. Los avances en el tratamiento del pliego petitorio no han resuelto las cuestiones más espinosas, ni han salvado del fracaso el dialogo entre COMCIPO y gobierno. Como sea que acabe, esto es solo el principio.
¿Qué pasa con el dialogo?
Después de cuatro días de dialogo, la negociación se ha nuevamente estancado. A conclusión de las mesas de trabajo y al momento de instalar la plenaria, COMCIPO reunió a todos sus delegados para componer diferencias internas sobre cómo dar por concluido un dialogo, cuyos resultados dejan pendientes puntos neurálgicos y el problema de la garantía de Evo Morales al cumplimiento de eventuales acuerdos. Ante esta ausencia Quintana ha declarado que el gobierno no volverá al dialogo, denunciando la dirigencia de COMCIPO de haberlo roto y dejándoles actas firmadas sobre la mesa.
La irritación del gobierno es parte de una pulseada con miras al futuro. Durante todo el dialogo el gobierno ha danzado al baile de los cívicos. Los operadores del gobierno en la delegación cívica no han podido echar puentes, el respaldo que el ala más firme en sus posiciones recibe desde Potosí es algo que quema y atrae el oportunismo de dirigentes masistas de organizaciones entre las más activas del paro. El gobierno se ha sacado de los apuros, le ha dejado a COMCIPO algo para que se lo arreglen entre sus corrientes. Ha negociado por separado con algunos sectores, como los cooperativistas, está queriendo ahogar en la frustración lo que no pudo resolver con la razón, ha eludido las cuestiones más embarazosas como el papel de Evo Morales para tratar de aislar a los intransigentes en COMCIPO, exponerlos a críticas y meterlos en un callejón. En ciudad muchos preguntan (y nos preguntan) ¿qué pasará ahora? Un primer desenlace inevitable es que una lucha aún más encarnizada se traslade al ámbito local.
La propaganda del gobierno para deslegitimar la dirigencia cívica y desestimar la movilización no surtió efecto. Las cifras de inversión soltadas sin evidencia de su eficacia para demostrar lo que el gobierno hace para Potosí no pueden nada frente a lo que Potosí cree poder hacer por sí misma. La dirigencia cívica en la mesa de negociación en La Paz no retrocede empujada por este pueblo pobre y trabajador que está al borde de un desabastecimiento crítico, pero dispuesto a seguir adelante, porque se movilizó con el compromiso que esta vez no se retroceda. Como hemos dicho esto es uno de los motivos que hacen dificultosa una solución al conflicto.
El cerco campesino
La resolución de dirigentes campesinos y el MAS departamental que llamaba a cercar a la ciudad de Potosí ha caído en saco roto. Compañeros del magisterio nos informaron que en la noche del apagón, un número imprecisable de campesinos cercó el bloqueo en la zona detrás del Cerro, pero huyeron cuando decenas de miles de potosinos se volcaron a las calles. Pero los tiempos cuando una marea campesina marchaba por las calles de Potosí para defender el gobierno del motín policial parecen lejos. Centrales, ayllus y autoridades originarias de varias comunidades del departamento se han solidarizado con el paro.
Los operadores políticos del MAS dentro del movimiento campesino e indígena de Potosí tienen todavía un cierto apoyo entre dirigentes, pero muy poca autoridad entre las bases. Lo único que han logrado conseguir es reunir a unos 2.000 campesinos del norte de Potosí en vigilia en el cruce Ventilla, a unas dos horas de flota de la capital. Los métodos burocráticos que han estrangulado la vida al interior de la federación sindical campesina departamental y los escándalos del Fondo Indígena han dejado huellas profundas.
Fuerzas como la alianza Potosí-MOP (Demócratas, Potosí Federal, MOP y Eje Pachacuti), a la que se referencia parte del directorio de COMCIPO, y otras como Ayllus Originarios de Potosí, han emergido con mucha pujanza en las últimas elecciones locales. El MAS sigue siendo la primera opción del movimiento campesino – que a su vez es la fuerza principal del partido – pero ya no la única. Pero, sea cual sea su relación con el llamado “proceso de cambio”, una parte creciente del movimiento campesino e indígena de Potosí ya considera al MAS como una herramienta inutilizable para la afirmación de sus derechos sociales y democráticos.
Los límites de la movilización
Sin embargo el paro ha quedado concentrado principalmente en la ciudad de Potosí y entre residentes potosinos en otros departamentos. Esto es consecuencia no solo de las maniobras ensayadas por el gobierno, sino también de la estrecha visión regionalista de los dirigentes de COMCIPO. Es indudable que la movilización potosina ha ganado un instintivo apoyo entre la clase trabajadora y los sectores populares del país. La única vez que COMCIPO se ha dirigido públicamente al pueblo boliviano, no lo ha hecho para dar a la clase obrera y al pueblo pobre y trabajador un lugar en la lucha potosina, sino para denunciar que la inversión que se hace por el litio “no es para Potosí, sino para el Gobierno Central”. Una postura que el periodista de Erbol Andrés Gómez Vela, al que no se le puede acusar de “masista”, ha definido “ahuyentadora”.
Borrar diferencias políticas y de clase, embanderando la ciudad de rojo y blanco o entonando el himno departamental a la instalación del dialogo, sirve a rayar la cancha entre los “verdaderos potosinos” y los que no aceptan la dirección de COMCIPO. Apelar al sentimiento regional da, particularmente a la clase media empobrecida, una posibilidad de sublevarse sin dudar, pero es por definición una convocatoria excluyente. Ningún llamado se ha hecho a la clase obrera del país a sumarse a la lucha por la nacionalización de la minería, redimensionando este reclamo popular.
Los trabajadores se han dejado instintivamente arrastrar por el movimiento, pero su papel determinante para dar cuerpo a las reivindicaciones más avanzadas del pueblo ha quedado ofuscado por el regionalismo de COMCIPO y el oportunismo de la burocracia sindical, acudida en socorro del gobierno para correr el velo sobre el reclamo de la nacionalización de la minería. Muchos piden ahora que de una vez se cumpla con la resolución que establece la ocupación de las principales empresas mineras del departamento, pero la distancia, las fuertes tradiciones sindicales etc. hacen imposible detener la producción en Porco o San Cristóbal prescindiendo de los trabajadores. La misma ocupación de Manquiri ha demostrado que la nacionalización es posible solo bajo la dirección consciente de la clase obrera.
El pliego de COMCIPO
El debate sobre el pliego petitorio ha dejado manifiesta la gran superficialidad, la demagogia y el incumplimiento del gobierno en atender las demandas cívicas potosinas hasta ahora. Incómoda al gobierno el cuestionamiento popular a la “política de tarimas”, de entrega de obras en parte útiles pero insuficientes o mal ejecutadas, en parte tardías o inutilizadas. A las cifras de inversión de la Ministra de Salud el representante del Colegio Médico Potosino oponía otras irrefutables: la mortalidad en Potosí no se ha reducido. Cuando el Ministro Romero aclara, de manera en lo fundamental acertada, que el subdesarrollo del departamento no depende del centralismo sino del saqueo de multinacionales asociadas con oligarquías locales, incomoda encontrarse a lado y en defensa de estas mismas multinacionales frente el reclamo popular de la nacionalización.
Sin embargo se ha demostrado también que el propio pliego es insuficiente, y no lo decimos nosotros sino el propio COMCIPO que en su carta al pueblo boliviano habla de las regalías y utilidades del litio, que no está en las peticiones oficiales. Este es solo un ejemplo: el pliego no contempla nada sobre vivienda (en un departamento con el más elevado déficit habitacional detrás de los del eje central), reivindica proyectos de escaso impacto sobre el desempleo, nada sobre las multinacionales mineras y la industrialización de todos nuestros recursos naturales etc. Es por esto que este pliego fue superado en las calles por quienes realmente no tuvieron participación alguna en su elaboración pero lo vieron como un medio para expresar sus necesidades urgentes por salud, empleo, educación, vivienda y servicios básicos.
Potosí repica la campana
Es un error grosero explicar estas demandas a partir de peculiaridades de Potosí. La lucha potosina estalló en una ciudad más expuesta a la dependencia de las materias primas y el extractivismo con una tradición reciente de movilización (los 19 días de 2010) en la cual se han formado cuadros políticos que hoy defienden el federalismo. Pero la perspectiva para el país no es diferente. En lo que va del año el declive del valor de las exportaciones tradicionales (minería e hidrocarburos) fue más fuerte de lo que el gobierno esperaba: un 43 por ciento o 2.342 millones de dólares menos que el mismo periodo de 2014, mientras que las exportaciones no tradicionales (manufactura e industria, agricultura etc.) se redujeron del 38%, es decir 430 millones de dólares.
Esto significa no solo menos recursos para los gobiernos locales, sino también un escenario menos favorable a las inversiones. La llegada del vicepresidente a San Cristóbal para “darle garantías” – sus palabras – a la empresa, las concesiones a los agroindustriales del país, la apertura de áreas protegidas a la exploración y explotación de multinacionales de hidrocarburos etc. Todo esto busca prolongar el crecimiento económico, provocando luchas que ahondarán la separación entre el MAS y su base social más activa. García Linera ha reivindicado la autonomía del poder político limitando la participación de los inversores nacionales e internacionales al ámbito de la asociación económica con el Estado. Pero un gobierno con tantas “San Cristóbal” como socias, gobierna bajo la presión de estas, como demuestra la búsqueda de las petroleras para obtener mayores subsidios a la producción (costos recuperables, notas de crédito fiscal etc.).
La drástica reducción de la base empresarial en el país (-48%), particularmente en sectores como la pequeña empresa de comercio y servicios, es índice que la crisis en la cual Bolivia es paulatinamente absorbida empieza a golpear con mayor fuerza a la clase media, radicalizándola. Lo que hoy ha ocurrido en Potosí se prepara mañana para Sucre, Tarija – que comparten ya algunas de las condiciones de la lucha regional potosina – entre la clase media empobrecida de todo el país y los sectores de la clase obrera más expuestos.
¿Qué defendemos?
En el transcurso de esta lucha hemos reiteradamente defendido sus razones, las razones del pueblo, sin dejarnos arrastrar por el sentimiento regionalista que ha impedido al paro potosino de trascender sus límites, debilitándolo en fin. Hemos también manifestado nuestra distancia tanto de la actual dirigencia de COMCIPO como de este MAS. Con un gobierno que ha abandonado hace años las nacionalizaciones para abrazar una política de colaboración de clases inclinada a siempre más profundas concesiones a los poderíos económicos de siempre, hablar de “profundización del proceso” es tan sinsentido como tratar de darle tintes de izquierda a una movilización tan heterogénea donde las genuinas reivindicaciones sociales del pueblo pobre han sido sofocadas dentro del regionalismo y por la ausencia de una dirección política que las refleje sin distorsiones.
Solo la dirección consciente del movimiento obrero podía reforzar y realizar las aspiraciones populares, liberándolas de su envolvimiento regional. Este es el balance más importante que extraemos de esta lucha y la razón por la cual apelamos no a los potosinos, no al gobierno, sino a los sindicatos y los trabajadores mineros de nuestro departamento y de Bolivia. Para que la clase obrera pueda ejercer este papel debe ser independiente, debe defenderse de las influencias ajenas que la alejan de su camino, haciendo carne de un programa de transformaciones sociales en que el pueblo pobre y trabajador reconozca sus posibilidades de emancipación. Es este el terreno de las batallas que se vienen.