La crisis en el país
Aunque no existen todavía cifras oficiales, debido a que el Banco Central de Venezuela no ha dado a conocer el primer informe sobre la cifra de inflación anualizada en lo que va de año, los cálculos conocidos estiman una inflación acumulada superior al 100%, sin embargo, en los últimos meses la inflación aumenta de forma cada vez más acelerada, especialmente en los productos de primera necesidad, lo que significa que semana tras semana este porcentaje estimado se va quedando por debajo de la inflación real en las calles. Más aún, el gobierno le ha dado la potestad a algunos empresarios de que sean ellos quienes establezcan los “precios justos”, confiando en que con esta medida, a pesar de agudizar la inflación, lograría calmar el sabotaje de la economía, al ofrecerle a la burguesía cierta tasa de ganancia que le haga aumentar su interés en levantar los niveles de producción.
Sin embargo, como hemos explicado antes, la burguesía no está dispuesta a cesar su lucha contra el gobierno, en la medida en que represente los intereses revolucionarios de las masas. En ése sentido ninguna medida calmará el sabotaje de la burguesía, hasta tanto estas medidas signifiquen acabar con todas las conquistas que la revolución le ha entregado a los trabajadores, como la inamovilidad laboral, la nueva LOTT, los aumentos de salarios, etc. Tan sólo medidas que realmente perjudiquen a la clase trabajadora, contarían con el respaldo y apoyo de la burguesía.
Por esto, la perspectiva es que la misma burguesía continuará fortaleciendo el acaparamiento, el desabastecimiento y la escasez. Y no hay ninguna forma, sin tomar medidas realmente serias, que pueda solventarse la crisis económica del país en el corto o mediano plazo. Por lo que la perspectiva es que las condiciones económicas críticas que ya existen hoy, sigan en permanente empeoramiento sin una posibilidad real de mejorías en las próximas semanas y meses.
Los límites del reformismo
La revolución bolivariana se ha caracterizado por la toma de medidas revolucionarias a cuenta gotas, comenzando con la toma del control sobre la industria petrolera y la nacionalización de latifundios ociosos, luego la toma de las industrias básicas, seguido por la nacionalización de algunas empresas financieras (banca y seguros) entre otras, sin embargo, estas medidas no parecen ser producto de un plan estratégico de socialización de la economía, sino por el contrario, de la necesidad de responder a la coyuntura nacional del momento.
Todas estas medidas anticapitalistas fueron y son pasos necesarios para construir el socialismo en el país. Sin embargo, por sí solos no son suficientes y son incapaces de cambiar el modelo económico, del capitalismo atrasado y rentístico tradicional en Venezuela.
Un programa de reformas paulatinas (reformismo) siempre se ve frenado por el sabotaje de las clases dominantes, esto fue claro en Chile cuando el presidente Salvador Allende tomó medidas revolucionarias, y nacionalizó el cobre y otras empresas importantes, incluyendo la banca y el comercio exterior, sin nacionalizar el resto de las palancas de la economía, dejando por lo tanto, a una burguesía golpeada, rebelde y fuertemente radicalizada en contra del gobierno. El mismo caso ocurrió en Nicaragua, cuando el gobierno sandinista nacionalizó la banca y el comercio exterior, así como una parte importante de la tierra y algunas industrias, pero dejó intacto al resto de la economía. Y es eso lo que está ocurriendo en Venezuela.
Los reformistas, así como algunos intelectualoides pseudo-izquierdistas, quienes actúan como agentes de la burguesía, han sacado las conclusiones equivocadas. Han entendido que las medidas tomadas en Chile, Nicaragua y Venezuela, en vez de quedarse a medio camino, fueron muy lejos, al haber despertado el malestar en la burguesía y los terratenientes, así como en el imperialismo. Y que por lo tanto, la solución es avanzar aún más lento, no avanzar o incluso en casos extremos retroceder, para calmar a las clases dominantes.
Está idea ingenua es igual a pensar que si no aplicamos políticas de seguridad, como meter presos a los que sólo saben vivir del robo, estos dejarán de robar o en el mejor de los casos robarán menos. Como en este ejemplo, estos reformistas, han llegado a la conclusión de que nada puede ser cambiado y que lo mejor es no atacar al enemigo de clase, para evitar que los capitalistas se defiendan y saboteen a la economía. Está idea, tan sólo es una claudicación ante el capitalismo, y el abandono de la lucha por la trasformación socialista.
Sin embargo estás ideas derrotistas, nunca son contrastadas con la experiencia Cubana. En Cuba, por el contrario, se nacionalizaron todas las principales palancas de la economía, principalmente en manos del imperialismo yankee, y se desarrolló una economía planificada y al servicio de las mayorías. ¿Hubiera sido más benevolente el imperialismo con Cuba, si la revolución no hubiera completado la expropiación de la burguesía en tan sólo un par de años?, o ¿Era posible un acuerdo entre el gobierno de Cuba y EEUU, que les permitiera gobernar en calma a Cuba? Es fácil concluir que sin importar que tan suaves hubieran sido las medidas tomadas en Cuba, el imperialismo no hubiera cesado en su intervención. Por el contrario, el no acabar con los enemigos internos de Cuba, nacionalizando las tierras y las empresas en manos de los yankees durante los primeros años, hubiera permitido que la burguesía restante saboteara la economía, debilitando el apoyo popular a la revolución, teniendo suficiente tiempo en 50 años, para que las mismas masas, cansadas de la escasez y la crisis económica, derrocaran al gobierno.
Lo mismo aplica a Venezuela, cuando el presidente Chávez promulgó la reforma agraria y la ley de hidrocarburos, tan sólo nacionalizando apenas un 30% de los latifundios ociosos, sin hablar de socialismo, y sin plantearse una economía anticapitalista, la burguesía, a través de todo su poder económico inició el sabotaje a la economía y propició un golpe de estado derrocando a Chávez, siendo restaurado por las masas de obreros y campesinos en menos de 3 días. Los reformistas han concluido que fue un error atacar los intereses de la oligarquía, sin embargo, el error real fue y ha sido siempre, permitir que esa oligarquía siga manejando el poder económico del país. Mientras esto sea así, lo usarán en contra del pueblo, hasta ver aplastada la revolución.
Las medidas necesarias
La economía Venezolana es todavía hoy predominantemente capitalista, los monopolios controlan la mayor parte de las industrias y especialmente de la distribución, y tan sólo en las industrias básicas el estado tiene el monopolio. Sin embargo en el resto de los sectores estratégicos los capitalistas tienen la totalidad o la gran mayoría del poder económico. Por su parte las empresas de carácter socialista, tan sólo existen en pequeños y aislados experimentos que son ignorados, saboteados u ocultados por la burocracia estatal, lo que impide que jueguen un papel decisivo en beneficio del pueblo trabajador, frente a la crisis que vive el país.
La revolución bolivariana se encuentra desde hace varios años en una encrucijada. O se construye el socialismo en el país o se termina por liberar los controles y regulaciones sobre el capitalismo. En años pasados, el alza en los precios del petróleo, permitió que el estado pudiera intervenir directamente en favor de las masas, y hacerle frente a los capitalistas a través de los subsidios, misiones y la inversión social. Esto permitió que no fuera necesario en primer momento, nacionalizar los monopolios y latifundios de la oligarquía, para ponerlos al servicio del desarrollo nacional y en beneficio de las masas trabajadoras. Sin embargo en la crisis capitalista mundial, los precios del petroleo no pueden subir, y por el contrario la tendencia es hacia la caída, lo que pone de manifiesto explícitamente la necesidad de definir la situación nacional. O se toman medidas socialistas, nacionalizando las palancas de la economía, o el mismo gobierno bolivariano se verá forzado a tomar medidas capitalistas para palear la crisis. Y esto parece estar en discusión en la dirección del gobierno, cuando algunos voceros del gobierno han dicho reiteradamente que es necesario “amarrarse el pantalón”, “sincerar la economía” o incluso “hacer algunos sacrificios”, lo que al parecer significa, que estos voceros creen que el gobierno bolivariano debe realizar recortes como “única” medida posible para salir de la crisis.
Compartimos la idea de que hay que tomar medidas serias y radicales, sin embargo, los recortes deben hacerse sobre los que más tienen, la burguesía, los latifundistas, e incluso la burocracia estatal, y no contra la clase trabajadora y el campesinado. Para esto proponemos las siguientes medidas urgentes, que deben ser seguidas inmediatamente por otras medidas de socialistas:
- Todo funcionario del estado debe ganar el sueldo de un obrero cualificado: Sólo cuando toda la burocracia sufra los males de la crisis económica, que vive día a día el pueblo trabajador, será posible que estos entiendan la necesidad de resolver los problemas ahora, y no prolongar las medidas revolucionarias a través de reformas a cuenta gotas.
- Nacionalización de toda la banca privada: La banca tan sólo utiliza los recursos de los trabajadores y del estado para generar su propia riqueza, prestando dinero que no les pertenece para luego ganar con los intereses obtenidos. Por lo tanto estos recursos que pertenecen a todos los venezolanos, no pueden estar al servicio de los banqueros. Deben emplearse para ser reinvertidos en el desarrollo de la industria, las tierras y especialmente de las empresas estatales, empresas de producción social, empresas comunales, y empresas bajo control obrero.
- Nacionalización del comercio exterior: De tal manera que sea el estado bajo la supervisión y control del poder popular y el pueblo organizado, el único encargado de realizar todas las importaciones para decidir en que se invierten los dólares que llegan al país, priorizando en la importación de capital productivo (maquinarías, tecnología y materias primas que no puedan producirse nacionalmente), y restringiendo paulatinamente las importaciones de bienes terminados, en la medida en que se desarrolla la producción nacional.
- Ni un dólar más para la burguesía. Si los empresarios quieren dólares que los traigan de sus cuentas en el exterior, sin el chantaje de solicitar el subsidio estatal. Es menester dirigir todos los dólares que entran por PDVSA para ser reinvertidos en las empresas estatales, EPS, empresas bajo control obrero, así como en las tierras nacionalizadas y en manos de pequeños y medianos campesinos.
- Creación de Comités Populares de Abastecimiento: conformados por los Consejos Comunales y Comunas, Consejos Obreros y Campesinos, Milicias, Movimientos Sociales, y demás instancias del Poder Popular Organizado. Para inspeccionar de forma colectiva, ordenada y planificada, los sectores de la cadenas productivas y distribución especialmente de alimentos, para evitar el acaparamiento, el desvío en la distribución y la inflación artificial ocasionada por los empresarios.