La crisis sistémica del capitalismo a nivel planetario está presentando retos extraordinarios para todos aquellos procesos de cambios y gobiernos que los llevan a cabo. En ese escenario las potencias imperialistas hegemónicas mueven las piezas del ajedrez para tratar de sacar el mejor partido de la situación y para ello no dudan en emplear todos los mecanismos de dominación y sometimiento con los que cuentan para lograr sus fines.

A nivel de nuestro subcontinente, América del Sur, en estos meses de Octubre, Noviembre y Diciembre han tenido lugar procesos electorales en países clave para esta región, como lo son Argentina y Venezuela. Dos países que forman parte del MERCOSUR, UNASUR, CELAC y que en 2003 junto a sus líderes Nestor Kirchner y Hugo Chávez dieron una batalla ejemplar para evitar la instalación del ALCA en estas tierras de libertadores. Pero ya no estando esos líderes, sus sucesores hoy, en medio de dicha crisis capitalista que agobia sus economías, que funcionan aún bajo la tutela del modo de apropiación y explotación capitalista, están siendo golpeadas por la baja en los precios de sus commodities (materias primas de exportación y fuente de divisas), y en consecuencia el reparto de sus respectivos PIB entre sus burguesías parasitarias y el pueblo ya no alcanzan. El resultado de esta ecuación es que quien paga los efectos perversos de esta crisis es el pueblo trabajador y estos pueblos desesperados por el deterioro en sus niveles de vida producto de los límites del reformismo gobernante, y de la insostenibilidad de las conquistas en el marco del capitalismo; aunado al ataque de grupos económicos interesados en recuperar el poder político perdido, la burguesía ha logrado que las masas voten en contra de los reformistas aún cuando ello signifique que quienes ahora los representarán en la presidencia de Argentina y en el parlamento de Venezuela, sean sus verdugos de clase.

Venezuela se ve hoy inmersa en el peor de los escenarios e interpela a la conciencia de los revolucionarios del mundo. Es decir ¿Qué ha ocurrido para que una oposición mediocre y sin programa político, más que el neoliberalismo ramplón, y con claras intenciones de borrar todo lo que huela a chavismo, haya podido obtener resultados tan holgados que incluso le permitan estar a un paso de obtener el poder político en el país?

Razones hay muchísimas y entre ellas está el ataque incesante del imperialismo a nivel global y en lo local a todas las marramuncias llevadas a cabo por sus operados con la denominada “guerra económica”. Más también, están las propias contradicciones y errores cometidos por la dirigencia de un proceso revolucionario que tanto ha dada a su pueblo a lo largo de ya casi 17 años.

Y era de esperarse que ese pueblo con el nivel de conciencia adquirido durante esos años de reformas y transformaciones sociales, aguantando estoicamente por más de dos las envestidas de la burguesía, le exigiera a su gobierno presidido por Nicolás Maduro que tomará las riendas en sus manos y que aplicara la dureza necesaria para que los que se enriquecen con el dolor de los más humildes, no siguieran humillándoles. Es así pues que si hay que nacionalizar, expropiar, confiscar y llenar las cárceles de todos estos hambreadores capitalistas no debe temblarle el pulso al gobierno, pues su deber es proteger a su pueblo.

Necesario es hoy más que nunca, que se dé un paso adelante y se nacionalice el comercio exterior, las grandes industrias, la banca y la tierra para ir reparando los daños causados por problemas estructurales arrastrados por el podrido estado burgués heredado de la Cuarta República.

El no haber comprendido estas tareas urgentes a tiempo, ya sea por temor, debilidad ideológica, o por la gran influencia que tienen elementos reformistas con mucha fuerza dentro del aparato del estado que manejan el poder desde el alto gobierno, generaron un gran pozo de desesperanza en el pueblo trabajador. Y pueblo desesperanzado no se desmoviliza física ni mentalmente, oportunidad que aprovechó la oposición recalcitrante para venderse como los que darían respuestas al cúmulo de necesidades insatisfechas.

Pero “aún tenemos patria” como lo expresara el gigante Chávez. Corremos contra reloj como para titubear o sumergirse en respuestas tibias, claudicantes y socialdemócratas inducidas por asesores “europeos”; se trata de defender las conquistas logradas: las misiones sociales, la educación, las viviendas, las tierras hasta ahora colectivizadas. Deben defenderse a toda costa, pues contra ellas y sin lugar a dudas, embestirán las fuerzas de la reacción fascista aglutinadas en el saco de gatos que es la MUD.

Hay que organizarse para parar el desprecio y prepotencia racista que descargarán contra el pueblo chavista, el pueblo pobre. Se precisa por parte de la dirigencia escuchar sin complejos lo que la gente grita en los barrios, caseríos, ciudades y de ser necesario ir por todo a pesar de las circunstancias, quizá no resulte exitoso, pero sí que vale la pena intentarlo.

Es la hora de hacer cumplir a cabalidad el Plan de la Patria original, ese que llama a acabar con la lógica del capital, implementar “El Golpe de Timón” exigido por Chávez antes de morir, hacer realidad en la práctica (más allá de la retórica burócrata) la construcción del estado comunal-obrero-campesino con ideología proletaria, revolucionaria, marxista-leninista que dé al traste con el estado burgués hoy más que nunca fortalecido.

Se hace especial invitación entonces a incorporarnos a las filas de Lucha de Clases, sección Venezolana de la Corriente Marxista Internacional para profundizar en el estudio y puesta en práctica de la única herramienta verdadera para la emancipación de la clase obrera:el Marxismo.

“No es tiempo de recular ni de vivir de leyendas…”

Hasta la victoria siempre.