Desde nuestro punto de vista, la entrada en vigencia del decreto coloca a nuestro gobierno en una encrucijada realmente decisiva para el futuro de la revolución. O radicalizar la revolución o prepararse para la derrota, son las únicas dos alternativas posibles para nuestro gobierno. No existen más salidas posibles a la situación actual.
La única salida posible al impasse generado por la situación de guerra económica es la radicalización de la revolución en el ámbito económico. Por el contrario, mantener la política de conciliación de clase con la burguesía, al final conducirá a nuestra revolución a una trágica y estrepitosa derrota.
Luego de casi un mes de forcejeo político entre el gobierno y la MUD a favor y en contra de la aprobación del decreto de emergencia económica, finalmente el Tribunal Supremo de Justicia ha dictado una sentencia en la que declara la constitucionalidad y vigencia del mismo a partir del pasado día 11 de Febrero y hasta por los siguientes 60 días.
La respuesta por parte de la MUD no se hizo esperar. Al día siguiente del anuncio público de la sentencia, la directiva de la Asamblea Nacional convocó a una rueda de prensa para manifestar su posición política.
El presidente de la Asamblea, Henry Ramos Allup, declaró que tal medida estaba viciada de legalidad, denunciando al mismo tiempo la falta de indpendencia del TSJ, y según la MUD, su total subordinación al poder ejecutivo del Estado.
Por otro lado, Ramos Allup expresó que a pesar de desaprobar totalmente la medida, ahora que el decreto de emergencia ha entrado en vigencia, el gobierno no tendrá excusas para no resolver la grave situación de desabastecimiento, colas e inflación que vive el país.
Desde nuestro punto de vista, la entrada en vigencia del decreto coloca a nuestro gobierno en una encrucijada realmente decisiva para el futuro de la revolución. O radicalizar la revolución o prepararse para la derrota, son las únicas dos alternativas posibles para nuestro gobierno. No existen más salidas posibles a la situación actual.
En la medida en que prácticamente a mes y medio de la juramentación de la nueva asamblea, las largas colas para adquirir los productos de la canasta básica no han desaparecido, y en la medida en que en lo que va de 2016 la situación económica no ha mejorado sino que por el contrario, se ha agravado, un sector de las masas trabajadoras que ha apoyado históricamente a la revolución, y que votó por la MUD engañado, buscando una salida a la situación de escasez e inflación, ahora ha comprendido que la oferta de la MUD fue una burda farsa demagógica, dirigida simplemente a retomar el control del poder político.
Sobre esa base, la no aprobación del decreto de emergencia económica por parte de Asamblea, ha sido utilizado durante el último mes por parte de nuestro gobierno, como un un elemento de propaganda política contra la mayoría asamblearia de la MUD, para tratar de desenmascarar sus verdaderos intereses políticos y económicos, en tanto ésta se ha opuesto rotundamente a “colaborar” con el gobierno en la resolución de la situación de escasez e inflación que vive el país.
Sin embargo es un error muy peligroso creer, que el chavismo recuperará a sectores importantes de su base desmoralizados y confundidos por la guerra económica, que votaron por la MUD en diciembre, sobre la base de las acciones contrarrevolucionarias de la asamblea.
En última instancia, la única posibilidad de recuperar a los sectores desmoralizados del chavismo, radica en la resolución real y efectiva de los problemas acuciantes de éstos, que hoy son fundamentalmente, la escasez de productos de la canasta básica y el alto costo de la vida.
Ahora bien, para nadie es un secreto de que la nueva Asamblea adecoburguesa obstaculizará y torpedeará la acción del gobierno bolivariano en todo cuanto le sea posible. No obstante, el problema de fondo en cuanto a la incapacidad mostrada por el el gobierno bolivariano durante los últimos 2 años para resolver la situación de guerra económica, no radica allí.
Tal y como lo ha dicho el presidente Maduro, la guerra económica ha sido la causa fundamental del reflujo que ha sufrido un sector importante de las masas trabajadoras que apoyan a la revoclución, y que por lo tanto, ha provocado la terrible derrota del PSUV el pasado 06 de diciembre.
Sin embargo, la causa esencial por la cual el gobierno no ha podido resolver la situación de guerra económica, es la carencia de un programa revolucionario genuino, que plantee claramente la expropiación de las grandes palancas económicas del país, el control obrero sobre los medios de producción, la planificación democrática de la economía y la construcción de un estado obrero, basado en los consejos de trabajadores y comunas, como instrumento para llevar adelante estas medidas, que constituyen la única salida posible al impasse de la guerra conómica.
Muy al contrario, nuestra dirigencia se ha empecinado de forma obstinada en plantear como salida programática a la crisis económica, una política de alianza con sectores de la burguesía nacional, a fin de tratar de elevar la productividad de bienes de consumo, basándose en la erróna teoría estalinista de las etapas, que plantea en los países de captalismo atrasado como el nuestro, en el que coexiste un incipiente desarrollo capitalista con un modo de producción feudal o semi feudal en el campo, sólo podrá darse el salto hacia una sociedad socialista, una vez que las fuerzas productivas del país sean desarrolladas previamente en un marco capitalista, y ello implica necesariamente, establecer una alianza “temporal” con la burguesía, a fin de estimularle a desarrollar las fuerzas productivas del país.
Esta tesis ha sido refutada mil y una veces durante los últimos 17 años, pero sobre todo, en los últimos tres años de agudización de la guerra económica, durante los cuales cada llamado del gobierno bolivariano a la burguesía a invertir no ha generado, ni generará jamás, cambio significativo alguno en la situación de escasez crónica e inflación desatada que vive el país.
Por lo tanto, la línea programática reformista de nuestro gobierno, ha sido la causa fundamental de la continuidad y agudización de la guerra económica, llevando así a un callejón sin salida a la Revolución Bolivariana.
La única salida posible al impasse generado por la situación de guerra económica es la radicalización de la revolución en el ámbito económico. Por el contrario, mantener la política de conciliación de clase con la burguesía, al final conducirá a nuestra revolución a una trágica y estrepitosa derrota.
Una vez que el decreto ha sido declarado constitucional y vigente por parte del TSJ, las miradas de un sector mayoritario de las masas trabajadoras, expectantes de una salida real a la situación actual, vuelven a colocarse sobre el gobierno, por lo que no le cabe ya posibilidad alguna a éste, de argumentar que la asamblea nacional obstaculiza su política económica, o torpedea la posibilidad de éste de tomar las medidas necesarias y correctas a fin de poder derrotar la guerra económica.
Si el decreto de emergencia no es utilizado para tomar medidas radicales dirigidas hacia la nacionalización de las palancas económicas del país y el control obrero sobre la producción, distribución, abasteciminto y comercio, sino que en cambio, es utilizado para profundizar la política de alianza con sectores de la burguesía nacional, y de ofrecer y otorgar conseciones a ésta, entonces no sólo no será derrotada la guerra económica, sino que continuará agudizandose semana tras semana, golpeando así cada vez con mayor fuerza a las masas trabajadoras que apoyan a la revolución, y desmoralizando a sectores cada vez más numerosos de simpatizantes de la revolución, lo que prepararía las condiciones para una derrota política del gobierno y de la Revolución Bolivariana aún más dura y contundente que la sufrida el pasado 6 de diciembre, sobre todo, conforme el tiempo avanza y nos acercamos a la culminación del tercer año de mandato del presidente, fecha en la que constitucionalmente puede activarse el mecanismo para la convocatoria a un referendum con el objetivo de revocar su mandato.
¡Con la burguesía ni pacto ni conciliación!
¡Radicalización de la revolución!
¡Expropiación de la burguesía y control obrero para derrotar la guerra económica!