Durante los últimos tres años, en cada una de los momentos decisivos que se le han presentado a la revolución, el gobierno bolivariano ha esquivado de manera constante la necesaria e urgente toma de las decisiones históricas y trascendentales, que permitirán sentar las bases para lograr la irreversibilidad de la revolución.

En cada una de estas situaciones de crisis, la salida del gobierno ha sido tenderle la mano a la burguesía. Después de cada derrota política que el pueblo le propinó en la calle a la derecha, el gobierno no ha radicalizado la revolución, sino que más bien ha retrocedido. En abril de 2013, después de la ajustada victoria de Maduro sobre Capriles, el chavismo puso 11 muertos y a ellos el CNE tuvo que contarles cada uno de los votos para garantizar “la paz”. En la guarimba de febrero de 2014, el pueblo trabajador puso 43 muertos y ante ello, el gobierno creó las mesas económicas, nuevamente para garantizar “la paz”.

Asimismo, desde el gobierno bolivariano se ha experimentado con diversas fórmulas discursivas, tales como “el revolcón” o “el sacudón”, para referirse a la necesaria revolución política que debe ser llevada a cabo dentro de la propia revolución, generando así grandes expectativas entre las bases revolucionarias, ante la posibilidad de un golpe de timón por parte del gobierno, que marcaría el inicio de una aguerrida lucha para destruir el aparato de estado burgués y a la burocracia que lo dirige, abriendo paso así a que sea realmente el pueblo trabajador organizado el que tome las riendas de la revolución, no obstante ello quedó sólo en meras fórmulas discursivas, generando así desánimo, apatía y malestar entre las bases.

Ahora, luego de la derrota electoral del 6 de diciembre, el gobierno ha reforzado su sólida marcha hacia atrás. Después de varios días de asambleas y movilizaciones de calle autónomas y muy críticas al gobierno y al partido, en las cuales también se planteó la necesidad de radicalizar la revolución hacia la izquierda, la conformación del gabinete y las medidas anunciadas dan luces del sendero que está tomando el gobierno y que mantendrá en el futuro, ante la dura crisis económica que se vive en la actualidad.

La primera señal de alerta, sobre una posible política de conciliación de clases por parte del Gobierno Nacional, es la designación de Miguel Pérez Abad como Ministro de Industria y Comercio, ya que es un empresario, ex presidente de Fedeindustria. La grata sorpresa y felicitación de parte de Fedecámaras ante su nombramiento, nos debe dar una idea clara de los intereses de clase que favorecerá en tan importante cargo.

El breve tránsito del compañero Luis Salas por la Vicepresidencia de Economía Productiva era previsible, debido a las tensiones y resistencia que presentarían Pérez Abad y Jesús Faría a sus planteamientos y posiciones “radicales” que, sin llegar a ser realmente revolucionarios, no eran tan desfavorables para la clase trabajadora.

 

 

 

Mención especial (que será más detallada en otro artículo) merece la designación de Jesús Faría, un ex militante y dirigente del PCV, formado en la 

Alemania Oriental, fiel creyente del etapismo estalinista.

Luego de instalado el nuevo Gabinete se crea el Consejo Nacional de Economía Productiva, allí se manifiesta o se concreta el pacto de clases entre el gobierno y un sector de la burguesía, ya que en la constitución de dicho Consejo ha habido una aplastante mayoría empresarial. Veamos algunos ejemplos: Alberto Vollmer, Presidente de Ron santa Teresa, Antonio Pestana, de Fedeagro, Oswaldo Cisneros, Luis Van Dam, Presidente de Vhicoa, Luis Xavier Crissanti Presidente de la Asociación Venezolana de Hidrocarburos, Alberto Held Presidente de la Cámara Venezolana de Hidrocarburos, Passan Yusef, presidente de la empresa Siragon, entre otros. Algunos apellidos, como VOLLMER, y CISNEROS, nos son muy familiares, se trata de los viejos amos del valle.

Esta composición de clase del Consejo Nacional de Economía Productiva, nos debe dar una idea de a favor de qué intereses, va a generar propuestas ese equipo de trabajo.

Las medidas

Para reducir en breves líneas lo que al compañero Maduro le tomo poco más de 4 horas anunciar:
1. Devaluación del bolívar: el dólar preferencial pasa de 6,30 a 10 Bs. por dólar, lo que representa una devaluación del 58,73%. Además el dólar Sicad desaparece y crean un dólar que va a “flotar”, dependiendo de las fluctuaciones del mercado a partir de 200 Bs., que fue la última tasa del dólar Simadi.
2. Aumento de la gasolina a 1Bs. el litro la de 91 octanos, y 6 Bs. el litro la de 95 octanos.
3. Seguir pagando la deuda externa.
4. Implementación de los 14 motores productivos para generar divisas.
5. Nueva “cultura tributaria”, para pasar de recaudar 300.000 millones de Bs. anuales a 400.000 Bs. anuales.
6. Aumento del salario en 20% y cambio de base de cálculo para el bono de alimentación de 1,5 a 2,5 unidades tributarias.
7. Crear una tarjeta de misiones para favorecer a los sectores más vulnerables.

Devaluación

 

Devaluar la moneda en un país dependiente de las importaciones incidirá directamente en la inflación, que es el principal problema que sufre la clase trabajadora cada día, ya que el año pasado la inflación acumulada fue de un 180,7% y en los dos años anteriores fue de 68,5% en 2014 y 56,2% en 2013, lo que representa una fuerte desvalorización de la moneda nacional. En palabras llanas, la plata se vuelve sal y agua, el dinero no alcanza para cubrir las necesidades mínimas, eso no es difícil de explicar, lo vivimos cotidianamente los que vivimos de nuestro salario. 

Además, mantener dos tasas de cambio distintas y con tan marcada diferencia, sin ningún mecanismo de control obrero y popular, va a seguir generando los vicios que en parte, son también responsables de la grave crisis económica actual, como lo son la corrupción y la fuga de capitales.

La corrupción, ya que, para que se haya llevado a cabo una fuga de capitales por medio de empresas de maletín e incluso de grandes trasnacionales, ello no pudo haber ocurrido sin la complicidad interna de los responsables de los organismos de asignación de las divisas, llámense Cadivi o Cencoex, y, la inmensa fuga de capitales efectuada durante la última década, que ronda los 150.000 millones de dólares, según diversos estudios de economistas como Manuel Sutherland, o incluso ex miembros del gobierno como la Ex presidenta del BCV Edmeé Betancourt, que denunció un desfalco por el SITME en 2012 de entre 15.000 a 20.000 millones de dólares y fue removida del cargo de inmediato.

A pesar de esta grave situación, consideramos que el Presidente Maduro ha expresado una equivocada ingenuidad, al anunciar en cadena nacional, que espera que parte de los 150.000 millones de dólares que han salido del país regresen a la nación con este nuevo esquema cambiario, “la inocencia no mata al pueblo pero tampoco lo salva”, diría Alí Primera.

Sin crear y poner en práctica mecanismos de control popular en la asignación de los dólares, de compras planificadas y centralizadas de los bienes que requiere nuestro país del extranjero, el control cambiario fracasará, como viene fracasando desde hace ya varios años, ya que sólo ha servido para financiar a la burguesía parásita, aumentar el rentismo, profundizar la corrupción y contribuir a la agudización de la crisis de abastecimiento que vive el país en la actualidad.

Aumento de la gasolina

En un país, con una burguesía parásita, especuladora y golpista, aumentar la gasolina sin controlar el sistema de transporte público y de carga pesada, es abrirle las puertas a una ola inflacionaria, injustificada por demás, a diversos sectores económicos con interés de retomar el poder político. Sus consecuencias ya se empiezan a observar, cuando los transportistas (muchos de ellos, que no obstante utilizan diesel o gasoil), comienzan a solicitar aumento de tarifas.

En el municipio Baruta del área metropolitana de Caracas subieron la tarifa de 20 a 40 Bs. a los trancazos y en varias rutas de Petare, los carros por puesto aumentan los pasajes de golpe, por ejemplo, en rutas desde Petare a diversos barrios de ése sector, han pasado de 100 bs a 150 bs, y los taxi han subido las tarifas de 200 a 300, 400, y hasta 700 Bs. en rutas cortas.

Si las palancas fundamentales de la economía del país, es decir, la industria y los monopolios, la banca, la tierra y el comercio exterior, estuvieran nacionalizadas y bajo el control democrático de la clase obrera, y si junto a ello, estuviese nacionalizado el transporte público y el transporte de carga pesada, el aumento de la gasolina sería perfectamente viable, y representaría una fuente de ingresos fiscales importante, ya que los precios del combustible en Venezuela no representaban, ni remotamente, el costo real de producción. Sin embargo, con la espiral inflacionaria actual y el envalentonamiento de la burguesía por la victoria de la oposición en las elecciones parlamentarias, esta medida no beneficiará a las masas trabajadoras, sino que contribuirá a agudizar el alza incesante y acelerado de los precios en el país.

Pago de la deuda externa

Ante la gravedad de la situación económica del país, el gobierno ha optado por continuar pagando una deuda externa que tendrá una fuerte repercusión en su capacidad de respuesta para la importación de alimentos, medicinas y materias primas, a fin de llevar adelante el impulso de los 14 motores, porque lamentablemente aún no producimos lo que comemos, ni las máquinas y herramientas que usamos, y el proceso de sustitución de importaciones e industrialización que no logramos en 17 años, no lo vamos a lograr en 6 meses. Por ello continuará siendo vital importar alimentos, medicinas, materias primas, maquinarias y herramientas y eso implicará un desembolso de divisas que, como expuso el Presidente Maduro, se han reducido dramáticamente.

Este año 2016 la proyección de pago de deuda externa ronda, entre capital e intereses, los 10.000 millones de dólares. Hace pocos días, se efectuó un pago de 1500 millones de dólares que salieron de nuestras reservas internacionales, llevándolas a 13.500 millones.

En esta coyuntura el gobierno debería planificar una reestructuración de la deuda externa, pagar sólo las deudas que pongan en riesgo activos de PDVSA en el exterior. Pero el gobierno insiste en pagar puntualmente las deudas con la vana esperanza de poder mejorar la calificación de riesgo país, cosa que no ocurrirá mientras el gobierno esté en manos del chavismo.