Editorial: Lucha de Clases nro. 20
La derrota del pasado 06 de diciembre ha marcado un punto de inflexión para la Revolución Bolivariana. Durante los últimos 17 años, ha habido innumerables oportunidades de completar la revolución mediante la expropiación de la burguesía y el desmantelamiento del estado burgués, pero, lamentablemente, esta tarea no ha sido llevada a cabo.
Durante mucho tiempo, la mejora considerable del nivel de vida de las masas, a partir de las importantes conquistas sociales logradas por la revolución, tales como el aumento de los salarios y del poder adquisitivo de la clase trabajadora, la misión Barrio Adentro y la democratización del acceso a la educación básica y universitaria, fueron utilizadas por los reformistas dentro del movimiento bolivariano, como excusa para aplazar la necesaria tarea histórica de abolir el capitalismo.
Ahora, cuando la crisis mundial del capitalismo nos impacta duramente mediante la caída de los precios del petróleo, a la vez que la burguesía parásita nacional arrecia su sabotaje a la producción y distribución de alimentos y bienes de primera necesidad, no existe posibilidad alguna de continuar aplazando la tarea histórica de la expropiación de la burguesía. Hoy, las únicas opciones posibles son la victoria o la derrota, vencer o morir. No hay más tiempo para seguir aplazando la expropiación de los capitalistas. Si la revolución no es completada en el corto plazo, la Revolución Bolivariana sufrirá una derrota decisiva y defintiva.
Lo ocurrido el 6 de Diciembre es una evidencia irrefutable de esto. No se trata de una victoria “circunstancial” de la oposición, como los principales dirigentes del chavismo le han catalogado con desdén en sus alocuciones. Se trata de un proceso de profundo desgaste, desmoralización y desmovilización entre las bases del movimiento bolivariano, debido a la grave situación económica que, durante tres años ya, viene golpeando todos los días a las masas trabajadoras, y cada vez con mayor fuerza.
Como hemos explicado en otros documentos y artículos, lo que está ocurriendo en Venezuela es, desde un punto de vista de marxista, un proceso de reflujo. Al recrudecerse la difícil situación material de las masas trabajadoras, como consecuencia de la guerra económica, éstas lentamente han venido sufriendo un proceso de agotamiento, que las ha venido llevando a la apatía y finalmente a la desmovilización, o en el peor de los casos, a buscar una salida en las falsas promesas de la derecha, ante la dura situación económica actual.
Durante varios años los marxistas del PSUV hemos advertido que, al no completarse la revolución, al dejar en manos de la burguesía las palancas económicas del país, estas harían uso de ellas para sabotear la economía, golpear a las masas trabajadoras, y así socavar la base de apoyo social y político de la revolución. Ahora este proceso está ocurriendo aceleradamente y está alcanzando su punto culminante.
El primer paso fue la victoria del 6 de diciembre, y ahora la derecha va por el revocatorio. Si la burguesía logra recaudar los 4.000.000 millones de firmas para la convocatoria al referendo revocatorio, en el marco de la grave situación de inflación desatada, especulación sin controles y escasez crónica de los productos de la canasta básica, puede decirse con casi total certeza, que la Revolución Bolivariana será derrotada en el referendo, y el mandato del presidente Maduro será revocado, abriendo así las puertas al inicio de un proceso contrarrevolucionario en el país.
A pesar de ello, los reformistas dentro del partido y del gobierno han sido y son absolutamente incapaces de comprender la gravedad de la situación y de actuar en consecuencia.
A pesar de la crisis histórica que vive hoy la revolución, una vez más los reformistas han vuelto la espalda a la posiblidad de radicalizar la revolución hacia la izquierda, y en cambio, mantienen de forma empecinada y obstinada su posición de establecer alianzas con la burguesía, lo que ha sido plenamente confirmado con las medidas económicas anunciadas por el presidente Maduro hace 3 meses, entre las cuales se encuentran la creación del Consejo Nacional de Economía Productiva, con una abrumadora mayoría burguesa, la creación de los 14 motores en alianza con capitalistas nacionales y transnacionales, el aumento del ISRL, la devaluación de la moneda y el aumento de la gasolina, entre otras.
Estas medidas, que no plantean ningún tipo de ruptura con el marco capitalista de la propiedad privada sobre los medios de producción, ni tampoco implican la implementación del control obrero para luchar contra la guerra económica en el ámbito de la producción, están por lo tanto, destinadas al fracaso.
No obstante, como hemos dicho ya, los reformistas han mantenido total firmeza en defensa de la política de conciliación de clases con la burguesía. Algunos de ellos, como el camarada Jesús Farías, en una mezcla de cierta ignorancia histórica y repetición de viejas fórmulas equivocadas, han usado como argumento a la vieja NEP soviética, la Nueva Política Económica aplicada en la Revolución Rusa luego de la guerra civil, para defender el craso error, de proporciones históricas, de volver a tender la mano a los empresarios parásitos de este país, como supuesto medio para salir de la situación de escasez e inflación que existe hoy, cuando la aplastante mayoría de este empresariado, es el que precisamente, ha utilizado el sabotaje a la producción y distribución de los bienes de primera necesidad, como instrumento político para lograr derrotar a la Revolución Bolivariana de una vez por todas.
Las cartas están echadas. Si nuestra dirigencia no da un gran viraje hacia la izquierda, un golpe de timón económico, nacionalizando la banca y el sector financiero, estableciendo el monopolio del comercio exterior, expropiando los principales monopolios industriales y comerciales del país y decretando el control obrero sobre la producción, distribución y comercialización de todos los bienes elaborados en el país, a fin de poder derrotar el sabotaje a la producción, el acaparamiento, el bachaqueo y el contrabando de extracción, entonces no habrá manera alguna de poder derrotar la ola de inflación, especulación y desabastecimiento que hoy azota al pueblo trabajador.
A su vez, si la situación de escasez crónica e inflación desatada no es derrotada y se mantiene en el tiempo, entonces el proceso de reflujo, es decir, de desmoralización y desmovilización de las masas, continuará agudizándose hasta alcanzar niveles críticos. En esas condiciones, como ya hemos explicado, la realización del referendo revocatorio tendría inevitablemente un trágico desenlace para la Revolución Bolivariana.
No podemos perder más tiempo. Si la dirigencia bolivariana no toma hoy las medidas adecuadas para luchar contra la guerra económica hasta lograr derrotarla, la clase obrera, los campesinos, los pobres y los jóvenes de Venezuela, sufrirán durante los años por venir los golpes terribles del martillo de la contrarrevolución burguesa, por culpa de la nefasta política conciliadora del reformismo.
¡Basta de pacto y conciliación con la burguesía!
¡Radicalizar la revolución para derrotar a la contrarrevolución!
¡Expropiación de la burguesía y control obrero sobre la producción!
¡Únete a la Corriente Marxista del PSUV!