En su último libro, ¿Y los débiles sufren lo que deben?, Yanis Varoufakis («el hombre más interesante del mundo», según [la revista de internet de negocios norteamericana, NdT] Business Insider) ofrece un resumen de la historia económica mundial desde la posguerra, el auge del euro y su caída espectacular, junto con su pronóstico personal y la solución para la crisis interminable del capitalismo europeo.
Como se explica en el libro, el título más bien tosco está inspirado de La guerra del Peloponeso de Tucídides, del famoso pasaje en el que arrogantes [generales] atenienses explicaban a los indefensos melios “su derecho” a “hacer lo que les daba la gana con ellos”, porque «los fuertes, en realidad, hacen lo que pueden, y los débiles sufren lo que deben». Los melios responden argumentando que va en interés de los fuertes mostrar misericordia con los débiles, puesto que “vuestra propia caída sería visitada por la más terrible de las venganzas, contemplada por el mundo entero” – un argumento que Varoufakis reproduce en relación con el tratamiento que Grecia ha recibido de sus acreedores alemanes.
Para Varoufakis, la clave para corregir las contradicciones y desequilibrios implícitos en la zona euro (y en cualquier sistema basado en tipos de cambio fijos) es que «el fuerte», es decir, Alemania, actúe en favor de su «esclarecido interés», proporcionando un estímulo a la economía griega (y a todos los demás estados deficitarios), en lugar de infligir el actual programa de austeridad devastador.
El ejemplo dado por Varoufakis es el de la intervención del Banco Federal de los Estados Unidos para apuntalar el Estado de Nevada después de la crisis de 2008. Es la falta de este mecanismo «político de reciclaje de los superávits» lo que, según Varoufakis, ha condenado a la zona euro a su estado actual de crisis.
Coqueteando con Keynes
En muchos aspectos, el libro es una carta de amor a John Maynard Keynes, cuyas ideas sirven de base al análisis de Varoufakis sobre la crisis del euro y a sus propuestas para su resolución. Por esta razón, las preguntas que nos surgen con la visión de Varoufakis sobre la economía mundial son esencialmente las mismas que nos plantea la visión de Keynes.
Los modelos económicos keynesianos ven la economía de forma similar a como se entendía el funcionamiento del universo en la época de Newton, un “mecanismo de relojería”, en el que todo se mueve de manera inmutable y predecible, siguiendo una simple mecánica. Este simple “mecanismo de relojería” es perfectamente capaz de poner a punto el capitalismo y resolver eficazmente sus contradicciones. Parece tener sentido. Sin embargo, las realidades del capitalismo son bastante diferentes.
Cuando el sistema fracasa, como lo hizo cuando colapsó el sistema de Bretton Woods en los 70’, o bien hay que desechar el razonamiento formalista de Varoufakis (y de Keynes), o hay que añadir agentes externos a la supuesta causa del problema. Varoufakis opta por la segunda opción, la arrogancia juega el papel del villano. De hecho, la expresión «colapso bajo el peso de su propia arrogancia» se utiliza varias veces a lo largo del libro como una especie de deus ex machina [agente externo] con el que explicar las crisis inevitables que hacen inviable su modelo.
Al parecer, fue la arrogancia de los advenedizos países europeos, como Gran Bretaña y Francia, lo que deterioró «la administración global de finanzas de Washington», lo que llevó al gobierno de Nixon a tirar por la borda los acuerdos de Bretton Woods y dejó a los europeos vagando por el desierto – la leyenda del pecado original del euro.
Del mismo modo, fue la arrogancia del Bundesbank y un sinnúmero de funcionarios europeos alemanes lo que selló el destino desastroso del euro, a pesar de que esto ya lo predijo todo el tiempo el propio Yanis Varoufakis, quien sufre la misma suerte que Casandra en la Ilíada, la princesa de Troya a la que se le concedió el don de la profecía, pero fue condenada a no ser creída nunca.
Límites del Estado-nación
Está ausente del análisis de Varoufakis el hecho de que en el capitalismo, los intereses nacionales creados siempre salen a la luz y, en última instancia, ninguna institución política puede ser totalmente independiente de estos intereses. En general, prevalecen los intereses del Estado más fuerte (EE.UU. en 1944, Alemania en 2015). La incapacidad de las instituciones, como el Banco Central Europeo, para actuar a favor de su «esclarecido interés” tiene poco que ver con la arrogancia de sus funcionarios, y más que ver con la realidad de las relaciones capitalistas y la camisa de fuerza del Estado-nación.
Otro aspecto vital de la crisis, insinuado por Varoufakis pero nunca examinado en serio, es la cuestión de clase. Varoufakis explica con gran claridad cómo el llamado «rescate» de Grecia no era más que una cortina de humo para tapar los agujeros de las cuentas de los bancos franceses y alemanes con aún más dinero de los contribuyentes, pero este punto no se desarrolla. En un sistema en el que los intereses de una determinada clase, de un determinado país (o grupo de naciones), son diametralmente opuestos a los intereses de otra clase, inevitablemente entrarán en conflicto, lo cual sólo tiene un posible ganador. Esto es precisamente lo que ocurrió en Grecia bajo la dirección de Varoufakis.
Varoufakis mira con gran desdén a la burocracia europea, la cual «carece de valentía política y capacidad analítica para tomar una posición sobre cualquier controversia». Esto puede ser cierto, pero no explica en absoluto porqué una banda de ignorantes cobardes fue capaz de aplastar al gobierno europeo más izquierdista de la historia de la UE. La respuesta a este enigma, sin duda, radica en los vanos intentos de Varoufakis y sus colegas de convencer a la clase dominante europea de actuar en pos de su propio esclarecido interés.
Primero como tragedia, luego como farsa …
Después de establecer que el euro era una empresa condenada al fracaso desde el principio, que ahora está sometiendo a países como Grecia e Irlanda a un interminable «ahogamiento fiscal», Varoufakis desarrolla sus graves pronósticos sobre adónde nos conducirán estas políticas.
En referencia al auge del Frente Nacional, en Francia, el gobierno ultranacionalista de Victor Orban, en Hungría y el éxito de Amanecer Dorado, en Grecia (un partido nazi en un sentido muy real), Varoufakis advierte que a menos que el euro se salve a sí mismo, Europa se desintegrará, dando lugar a un retorno a los horrores del fascismo y a la guerra que asolaron Europa y el mundo en los años 1930.
Para evitar que esto suceda, Varoufakis señala que, en primer lugar, debe ponerse fin a la crisis del euro y a su ciclo interminable de austeridad; y, en segundo lugar, que Europa debe democratizarse con el fin de sobrevivir. En cuanto a cómo se puede lograr esto, Varoufakis añade una «Modesta Propuesta», redactada en 2013, que establezca efectivamente un Nuevo Acuerdo Europeo, que permitiría al BCE imprimir dinero para invertir en infraestructuras y compensar la falta de inversión privada en la economía europea.
Aparte del hecho de que esta propuesta está de alguna manera obsoleta a la luz del programa de Flexibilización Cuantitativa del BCE [oferta multimillonaria de crédito a muy bajo interés, NdT], también se plantea que una depresión comparable a la de 1930 sólo puede evitarse mediante la aplicación de las mismas políticas que, de entrada, no lograron terminar con la Gran Depresión.
Otros países, como EE.UU., Japón y China, han aplicado todo tipo de programas de flexibilización cuantitativa similares en los últimos tiempos, todo en vano. Sin embargo, Varoufakis tiene la intención de que Europa repita un experimento fracasado una y otra vez, a expensas de la clase obrera.
En cuanto a la democratización de Europa se refiere, es necesario un «gran estímulo democrático». Lo que esto signifique en la práctica se deja a la libre interpretación del lector. No se menciona si dicho estímulo tendría que descansar en un movimiento de los trabajadores europeos ni qué forma debería tomar, sólo hace un llamamiento en abstracto para construir la democracia con … ¡democracia!
En última instancia, este libro habla más sobre Yanis Varoufakis que cualquier otra cosa: después de haber sido expulsado por poderosos arrogantes, nuestro protagonista regresa como profeta de la destrucción, embarcado en este libro como fiel estudiante de Keynes, prediciendo un futuro apocalíptico para aquellos que no sigan sus pronósticos. ¿Serviría este libro de base para un nuevo movimiento de masas? Tal vez no. Pero como tragedia griega para nuestra época se ajusta bastante bien.