Wellred Books, la editorial de la Corriente Marxista Internacional, se enorgullece de presentar una obra que tardó ochenta años en ser creada. La biografía inacabada de Stalin, de León Trotsky; la más extensa y completa edición del libro jamás publicada, a partir del material original del archivo. He aquí la historia que está detrás de este libro.
Introducción por WellRed Libros
El 20 de agosto de 1940 la vida de Trotsky se terminó brutalmente cuando un agente estalinista hundió un piolet en su cabeza. Entre las obras que dejó sin terminar estaba la segunda parte de su biografía sobre Stalin.
Esta obra es probablemente única en la literatura marxista en el intento de explicar algunos de los acontecimientos más decisivos del siglo XX, no sólo en términos de las transformaciones económicas y sociales que forman una época, sino de la psicología individual de los que aparecen como protagonistas de un gran drama histórico. Es un estudio fascinante del modo en que el carácter peculiar de un individuo, sus características personales y su psicología, interactúa con los grandes acontecimientos.
¿De dónde resultó Stalin, que comenzó su vida política como un revolucionario y un bolchevique, y terminó como un tirano y un monstruo? ¿Estaba predeterminado, ya sea por factores genéticos o por las condiciones de su infancia? Sobre la base de una masa de material cuidadosamente ensamblado a partir de sus archivos personales y de muchas otras fuentes, Trotsky proporciona la respuesta a estas preguntas.
En la presente edición hemos reunido todo el material que estaba disponible a partir de los archivos de Trotsky en inglés y lo hemos complementado con material adicional traducido del ruso. Es la versión más completa del libro que se haya publicado. En vísperas del centenario de la Revolución de Octubre, creemos que el Stalin de Trotsky es relevante e inspirador como nunca antes.
La versión en inglés estará lista para su impresión el mes de julio, la edición en castellano esperamos tenerla lista para el final del año.
El libro «Stalin», de León Trotsky, fue encargado por la editorial Harper Brothers de Nueva York en febrero de 1938 y se publicó por primera vez en inglés en 1946. “Stalin” fue la última obra importante de Trotsky. Sin embargo, su vida se vio truncada por un asesino estalinista el 20 de agosto de 1940. El libro nunca fue terminado.
Mientras Trotsky trabajaba en el libro, el manuscrito estaba siendo traducido al inglés por Charles Malamuth. Tras su asesinato, los manuscritos inacabados fueron entregados a Malamuth, no sólo para la traducción, sino en realidad para editar el trabajo para su publicación.
Cualquiera que fuera el talento de Malamuth, esta era una tarea política para la cual era completamente inadecuado. Cuando el libro se publicó finalmente, la nueva versión «corregida» contenía grandes trozos de material insertados por el editor, que eran claramente una violación del pensamiento político de Trotsky. Pese a las protestas indignadas de la viuda de Trotsky, Natalia Sedova, el material ofensivo fue mantenido por los editores.
La razón principal para la reedición de esta edición recientemente ampliada del Stalin de Trotsky es poner fin a esta violación e insertar el material que fue excluido por el editor. Este proyecto de volver a publicar el Stalin original de Trotsky en esta forma actualizada ha llevado más de una década para su edición. El volumen elimina las inserciones políticas de Malamuth, que ascendieron a más de diez mil palabras, y restaura el manuscrito original a partir del material inédito de los archivos de Trotsky depositados en la Universidad de Harvard.
Esta nueva edición es la más completa que haya sido publicada nunca en ningún idioma, incluyendo el inglés o el ruso, y ha aumentado el tamaño en comparación con el original en más de un treinta por ciento. Representa el trabajo más extenso jamás realizado para «reconstruir» el libro, y comprende casi cien mil más palabras más que la edición original de 1946. Malamuth explicó que él había dejado tal cual estaban los primeros siete capítulos, «a excepción de unas pocas eliminaciones de material repetitivo».
Nos hemos tomado la libertad de restaurar este material lo mejor que hemos podido. En lugar de seguir la disposición de Malamuth, hemos elegido nuestro propio criterio, siguiendo la cronología de los acontecimientos. La edición de este material para asegurar su máxima continuidad fue llevada a cabo por Alan Woods, que también tradujo el grueso del material ruso.
Los archivos de Trotsky
En el año 2003, mientras estaba en un viaje político por los Estados Unidos, visité Boston y aproveché para visitar los archivos de Trotsky en la universidad cercana. Trotsky había acordado que el material fuera enviado a Harvard para su custodia. «Los archivos se van [a Estados Unidos] esta mañana en el tren», escribió Trotsky el 17 de julio de 1940, poco más de un mes antes de su asesinato. (Suplmento de los Escritos de 1934-1940, p.863)
Me sorprendió la gran cantidad de material contenido en el archivo. Me llamó la atención el material sobre el último libro de Trotsky –Stalin. Para mi sorpresa, descubrí que había nueve grandes cajas de manuscritos en el archivo, los manuscritos Harper (piezas H1 – H28), que contienen todos los materiales preparatorios para el libro de Stalin. Estos contenían todos los archivos originales, los borradores, las pruebas de galería, recortes de prensa y notas manuscritas y mecanografiadas, así como un número de cajas que contienen todas las traducciones al inglés de Charles Malamuth de los originales rusos de Trotsky.
Lo primero que llama la atención acerca de la colección de Stalin son las diferentes capas, acumuladas como capas geológicas, que finalmente se utilizaron para producir la primera mitad del libro, es decir, la que llega hasta 1.917. Estos primeros borradores contenían textos manuscritos y mecanografiados, y los segundos borradores que estaban completamente mecanografiados, traducidos y luego devueltos a Trotsky para su posterior corrección, edición y pulido. Trotsky sin duda tomaba a mucho orgullo «pulir» sus escritos, así como buscar la manera de mejorar las traducciones en inglés, para que el significado pudiera ser lo más preciso posible.
Mi primera visita a Harvard identificó simplemente lo que había allí. En visitas posteriores, pedí ver todo el archivo del Stalin, que me fue entregado en la sala de lectura en un gran carrito. Los archivos que contienen los materiales se encuentran en grandes cajas de archivo y numerados en carpetas separadas (bsmRuss 13.3) H1 – H28. Estos también contienen todos los recortes de periódicos y diversos materiales que fueron traducidos al inglés, pero no utilizados en la edición final del libro, incluyendo los borradores originales, conservados en las carpetas H14 – H19.
Charles Malamuth
La primera parte del Stalin se ocupa de manera magistral del papel del individuo en la historia, trazando la evolución de Stalin desde que era un muchacho joven en el Seminario hasta que se convirtió en un revolucionario profesional en los años previos a la Revolución de 1917. Sin embargo, la segunda parte incompleta, que, incluso en la edición mutilada publicada, contiene material extremadamente interesante, se vio empañada por las adiciones introducidas por Charles Malamuth. Esto no era simplemente un material de puente para salvar algunas lagunas en los escritos, como él lo justificó, sino que fue compuesto de trozos enteros de texto en ciertos capítulos, que contradicen claramente la línea política del libro.
Cuando la viuda de Trotsky, Natalia Sedova y el abogado de Trotsky, Albert Goldman, vieron el texto, se opusieron vehementemente a la publicación del libro en esta forma vulgarizada. Esteban Volkov, nieto de Trotsky, también intentó sin éxito impedir la re-publicación del libro a finales de 1960.
¿Cómo pudo un hombre como Malamuth terminar la edición del Stalin de Trotsky? El conocimiento de Charles Malamuth del ruso era ciertamente útil y su talento fue puesto a buen uso en la traducción de algunos de los artículos de Trotsky. Trotsky, como veremos, nunca estuvo muy impresionado por este joven «simpatizante» ni por sus habilidades. Sin embargo, Trotsky estaba muy necesitado de ayuda y tenía que trabajar con el material que estaba a su disposición.
El 15 de febrero de 1938 (el día anterior al asesinato de León Sedov, hijo de Trotsky, en París), Trotsky fue abordado por Harper Brothers, los editores norteamericanos, con una oferta de 5.000 dólares, que se pagarían a plazos, para escribir una biografía de Stalin. Trotsky, que estaba profundamente afectado por la trágica pérdida de su hijo, no estaba en absoluto interesado en la oferta de la editorial. La muerte de Sedov fue un golpe devastador para Trotsky y Natalia, otro acto de venganza de Stalin. Por otra parte, Trotsky ya había comenzado a trabajar en otro libro, a saber, una biografía de Lenin, la primera parte de la cual ya había terminado en noviembre de 1934.
Presionado por serias dificultades financieras, Trotsky eventualmente superó su renuencia y aceptó la propuesta de Harpers. Charles Malamuth, que había traducido algunos de los escritos menores de Trotsky, estaba disponible, y por lo tanto se le encargó la tarea de traducir la obra recién encargada. Claramente encantado ante la perspectiva de una oferta tan tentadora, Malamuth escribió en una carta: «Stalin promete ser un hito en mis esfuerzos de traducción.» Trotsky sin embargo, no estaba totalmente convencido, pero tenía pocas alternativas ante la falta de traductores rusos disponibles. Por otra parte, había recibido la seguridad de que él podría supervisar y refrendar personalmente todas las traducciones antes de su publicación.
El trabajo comienza – y los problemas
A principios de abril de 1938, el trabajo sobre el Stalin comenzó en serio. El 26 de abril Trotsky escribió a Sara Weber donde le informaba que estaba «trabajando ahora en el libro de Stalin». Sin embargo él había encontrado un problema que quería que ella resolviera. «En cada página me enfrento a la investigación de datos geográficos, históricos, cronológicos, biográficos, etc.», así que le pidió, «¿no sería posible encontrar una enciclopedia de la época pre-revolucionaria [rusa] en Nueva York? … La cuestión es muy importante para mí porque de lo contrario mi trabajo se entorpecería constantemente».
Al cabo de unos meses Malamuth recibió el manuscrito ruso del primer capítulo: «La familia y la escuela». Las cosas parecían proceder bastante rápidamente. El segundo capítulo fue enviado por correo a Malamuth el 16 de agosto y el tercer capítulo el 12 de septiembre. Pero el trabajo no pudo proseguir tan bien debido a varias interrupciones. Antes del final del año, Harpers le había negado a Trotsky anticipos financieros sobre la base de que era lento en la entrega de las porciones del manuscrito.
Había otros problemas con el libro. Sin pedir permiso a Trotsky, Malamuth había mostrado el manuscrito a terceras partes, a saber, Max Shachtman y James Burnham que estaban encabezando una minoría en el SWP norteamericano [el grupo trotskista de EEUU, NdT] que se oponía al análisis de Trotsky del carácter de la URSS. Cuando Trotsky tuvo conocimiento de esto se puso furioso, tomando el incidente como un abuso de confianza. Trotsky se quejó a Joseph Hansen:
«Entonces, en contra de todas mis advertencias, él [Malamuth] se permitió una indiscreción condenable con mi manuscrito. Protesté. Su deber elemental debería haber sido disculparse por su error y todo habría estado de nuevo en orden. También me parece que los camaradas Burnham y Shachtman cometieron un error al entrar en una discusión con él acerca de la calidad del manuscrito sin preguntarle a él si tenía o no mi autorización para darles el manuscrito. Lo mejor hubiera sido que los camaradas Burnham y Shachtman, por iniciativa propia, hubieran explicado que, junto con Malamuth, fueron algo indiscretos y que era lo mejor reconocerlo como tal y dejar las cosas así».
En esta carta, Trotsky concluyó sin rodeos: «Malamuth parece tener al menos tres cualidades: que no sabe ruso; que no sabe inglés; y que es tremendamente pretencioso. Dudo que él sea el mejor de los traductores… «(Suplemento de los Escritos 1934-1940, P.830, el subrayado es mío – RS) En estas pocas palabras Trotsky revela una apreciación perspicaz de la pretensión de Malamuth, que fue ampliamente demostrada por los acontecimientos posteriores. Sin embargo, no hubo más remedio que seguir utilizando sus servicios.
La indignación de Trotsky con esta indiscreción reflejaba su profunda preocupación por la seguridad y el temor de que el manuscrito del Stalin pudiera caer en las manos equivocadas. Este era un peligro muy real en ese momento. Trotsky estaba comprometido en una lucha a vida o muerte contra los crímenes del estalinismo. Stalin estaba obsesionado con Trotsky y estaba determinado a silenciarlo. Por lo tanto, ordenó a sus agentes de la policía secreta – la GPU – que penetraran en el movimiento trotskista y llevaran a cabo el máximo de sabotaje.
Los agentes estalinistas ya habían logrado prender fuego a su casa en Prinkipo (durante su exilio en Turquía) donde algunos de sus papeles y documentos fueron destruidos. «La GPU va a hacer todo lo posible para poner sus manos en mis archivos», escribió Trotsky el 10 de octubre de 1936. (Escritos, 1935-6, p. 440). Un mes más tarde, sus archivos encomendados al Instituto Holandés de Historia Social fueron saqueados en París y ciertos documentos robados. «Con el fin de dejarme impotente frente a la difamación, la GPU está tratando de poner sus manos en mis archivos, ya sea con el robo, el allanamiento de morada, o el asesinato», declaró Trotsky. (Ibid, p.462)
Mark Zborowski, un agente estalinista, se había infiltrado en el movimiento en Francia y se había colado en el círculo de confianza de León Sedov. Los rusoparlantes eran escasos y el movimiento tenía una necesidad desesperante de ayuda. Con el tiempo, llegó a ayudar en la edición del Boletín de la Oposición en París. Zborowski, cuyo nombre de partido era «Etienne», pronto tuvo acceso a la caja de seguridad que contenía la correspondencia entre Sedov y Trotsky. Haciendo uso de su posición, pasaba regularmente información sobre Trotsky a la inteligencia soviética, que después se la pasaba a Stalin personalmente. Fue Zborowski quien se aseguraba de que las copias de los escritos de Trotsky fueran colocados sobre el escritorio de Stalin antes incluso de que se publicaran. Stalin leía cada número del Boletín de la Oposición, prestando especial atención a los artículos sobre él mismo.
Trotsky temía que a través del robo u otros medios, los agentes de Stalin trataran de robar o destruir los borradores. Por lo tanto, se tomaron todas las precauciones para mantenerlos a salvo. Estos temores estaban bien fundados. Cuando Stalin fue informado sobre el nuevo trabajo de Trotsky, se puso furioso y estuvo dispuesto a llegar a cualquier extremo para evitar su publicación.
A lo largo de 1939, Trotsky siguió adelante con el Stalin, pero se encontró con más interrupciones, sin olvidar la necesidad de salir de la casa de Diego Rivera en mayo, tras la ruptura de Rivera con el trotskismo, y luego la batalla legal por la custodia de su nieto, Sieva (Esteban Volkov). Sieva iba a dejar Europa y tomar posesión de su nuevo hogar con Trotsky y Natalia en la Ciudad de México el 6 de agosto de 1939.
El asesinato de Trotsky
En abril de 1940, en el momento del primer intento de asesinato de su vida, la mitad del libro ya había sido terminado (hasta 1917) y el resto del libro estaba en diversas fases de ejecución. El libro estaba ahora en espera, con casi todo el trabajo dedicado a atender las disposiciones legales necesarias para la investigación del ataque, así como a los tribunales mexicanos. Trotsky también tuvo que responder a una descarga continua de mentiras y calumnias de los periódicos estalinistas de México y del extranjero, ya que intensificaron sus ataques verbales.
En el momento del asesinato de Trotsky el 20 de agosto, el libro sólo había sido completado a la mitad, con una gran cantidad de material restante en forma de borrador en diferentes estados de preparación. Se las arregló para comprobar la traducción en inglés de los primeros seis capítulos, pero no había tenido la oportunidad de comprobar el séptimo.
Una serie de mitos se han circulado sobre el libro del Stalin, principalmente por el propio Charles Malamuth. Malamuth inventó la historia de que en el ataque de agosto algunos de los manuscritos del Stalin estaban salpicados de sangre y otros totalmente destruidos. Se repite esto en su prólogo al libro del Stalin: «Algunos de los manuscritos de la parte inacabada estaban en el estudio de Trotsky, ensartados en enormes y largas tiras con muchas hojas pegadas de extremo a extremo. En el momento del ataque asesino, y en la lucha con el asesino, partes del manuscrito no quedaron sólo salpicadas de sangre, sino totalmente destruidas».
No hay evidencia alguna en los archivos de Trotsky en Harvard que apoyen esta afirmación. Habiendo examinado todas las páginas del material original del Stalin, incluyendo las largas tiras pegadas de extremo a extremo, puedo decir con seguridad que no hay evidencia de manchas de sangre ni de ninguna otra cosa que apoye este cuento de hadas. Ningún daño en absoluto puede ser visto. La fotografía de la policía del estudio de Trotsky tras el asesinato revela algunos periódicos esparcidos por el suelo después de la lucha, pero no hay ninguna señal de «largas tiras de pruebas de galeras salpicadas de sangre». Es evidente que Charles Malamuth inventó esta historia para dramatizar todo el asunto e impulsar así su propio papel en «rescatar» el manuscrito de Trotsky. Este no es el único ejemplo de comportamiento inescrupuloso de su parte.
Tras la muerte de Trotsky, los editores norteamericanos, que eran dueños de los derechos del libro, colocaron a Malamuth de responsable, no sólo de la traducción, sino de la «edición» final del libro. Para ellos, esto era simplemente un cálculo comercial para salvar el libro después de la muerte del autor. Los puntos de vista de Trotsky no entraban en sus cálculos.
Las distorsiones de Malamuth
Tan pronto como Malamuth hubo tenido acceso a los manuscritos inacabados de Trotsky, continuó con su traducción. Parece que el método utilizado por Malamuth fue traducir verbalmente páginas de texto en ruso a una mecanógrafa en idioma inglés. Esto se puede ver a partir de las numerosas faltas de ortografía de los nombres rusos en los borradores escritos a máquina. Malamuth se acercó entonces a estas primeras versiones para pulir la traducción.
A partir de este punto, Malamuth, ahora traductor y editor del Stalin de Trotsky, decidiría lo que entraría y lo que se quedaría fuera del libro. También era libre de añadir sus propios comentarios como material de relleno. «La política editorial en lo que se refiere a la parte sin terminar del manuscrito fue publicar el texto de Trotsky en su totalidad, excepto el material repetitivo y totalmente ajeno al tema», afirma Malamuth en su nota de editor. «Bajo estas circunstancias, eran inevitables extensas interpolaciones del editor». Además, ocho páginas del texto se componen de «partes de las notas del autor [pero] resumidas por el editor».
Malamuth utilizó esta posición como editor para introducir sus propios comentarios políticos en partes del libro, utilizando extensas interpolaciones entre paréntesis. Estas adiciones no autorizadas sirven para distorsionar y tergiversar el punto de vista político de Trotsky e iban contra todo el espíritu político del libro. Consideraban el estalinismo como inevitable y consecuencia del bolchevismo –una visión que estaba en contradicción directa con la posición mantenida por Trotsky, que está claramente expresada en su biografía de Stalin.
Para ilustrar la magnitud de estas «interpolaciones», es suficiente con mirar el Capítulo Once original: «De la Oscuridad al Triunvirato». De las aproximadamente 1.200 líneas de este capítulo, el sesenta y dos por ciento son de Malamuth, y el treinta y ocho por ciento son de Trotsky. No hay ni una sola palabra de Trotsky hasta después de siete páginas y media de Malamuth. Todo esto se hizo pasar en la nota del editor simplemente como «comentario» esencial ¡por motivos de «fluidez y claridad»!
Esta intromisión política condujo a intercambios amargos entre Malamuth y Natalia Sedova. Después de mostrar las pruebas finales del libro, Natalia y el abogado de Trotsky, Albert Goldman, se opusieron enérgicamente a los contenidos. Hay una sección entera de cartas en el archivo de Trotsky que contiene las objeciones planteadas por Natalia y Albert Goldman. Su indignación se revela en sus comentarios condenatorios, escritos en las páginas de prueba: «Falso, totalmente falso … lo escrito y terminado exclusivamente por Trotsky es lo que se debe utilizar. No es real la copia ‘editada'». «¡Inaceptable Revisión de la historia!» «Inaceptable», «Falsa revisión de los acontecimientos históricos.» Etc.
La viuda de Trotsky se opuso a la «inaudita violencia cometida por el traductor sobre los derechos de autor». Ella continuó insistiendo en que «todo lo escrito por la pluma del señor Malamuth debe ser borrado del libro.» «Como concesión”, escribieron: «podríamos estar de acuerdo en añadirlos al propio texto de LD –siempre y cuando los originales sean revisados en primer lugar por nosotros.» A continuación, pasaron a tachar páginas de comentarios de Malamuth. Pero todo fue en vano, los comentarios no autorizados fueron mantenidos en la versión publicada. [Harvard, carpetas BM3 Russ 13.3 – H12 (1de2)].
Natalia recurrió a acciones legales para impedir la publicación, pero el caso se perdió. Cuando el libro finalmente vio la luz del día, Malamuth cínicamente anunció que la publicación se llevaba a cabo ¡»sin censura, ya sea de trotskistas o de estalinistas»! La publicación del Stalin fue planeada originalmente para 1941. Pero mientras que el libro estaba en proceso de ser impreso y distribuido a los mayoristas, el gobierno de Estados Unidos intervino para detener la publicación. Después de la invasión de la Unión Soviética por Hitler, Roosevelt no quería molestar a su nuevo aliado –Iosif Stalin.
«Este [el Stalin de Trotsky] fue impreso por su editor, Harper and Brothers, pero retirado por ellos antes de la venta al público a finales de 1941″, escribe Frank C. Hanighen, escritor de artículos para el Progressive de La Follette en el número del 1º de mayo de 1944. «Los editores dieron como razón para la retirada ‘una preocupación por los efectos adversos en el trabajo de las relaciones internacionales’, dice la señora Lombard …»
La señora Helen Lombard, una periodista del Washington Evening Star, expuso la forma en que se decidió la supresión del libro.
«A uno de los miembros del Congreso se le pidió que no dejara que el libro saliera de sus manos, ni permitiera que fuera examinado por ninguna otra persona … funcionarios del Departamento de Estado han hecho sugerencias informales de que cualquier cita del libro sería perjudicial para las relaciones soviético-estadounidenses … » explicó Frank Hanighen. (Tomado del Socialist Appeal británico, agosto de 1944).
Sólo en 1946, después de que Gran Bretaña y Estados Unidos hubieran caído en desgracia con Stalin, pudo finalmente aparecer el libro. Como era de esperar, la publicación del Stalin provocó la indignación de los estalinistas. Habían celebrado la supresión del libro, y esperaban que esto fuera permanente. Pero los tiempos habían cambiado y la indignación de los estalinistas no conocía límites.
Cinco años después de que hubiera sido retirado para evitar el bochorno de Stalin, fue visto ahora como un palo útil con el que golpearle. Y las inserciones de Malamuth proporcionaron los «ajustes» necesarios para convertir la obra de Trotsky en un arma en la lucha no sólo contra el estalinismo, sino también contra el bolchevismo. Por su parte, Harpers estaba dispuesto a hacer dinero con su publicación tardía. Todo el episodio está caracterizado por el cinismo más descarado de todas las partes: los editores, Malamuth y el gobierno de Estados Unidos conspiraron para el uso y abuso de este libro para sus propios fines. La única voz que fue silenciada fue la del autor, León Trotsky.
Las omisiones de Malamuth
Cuando el Stalin se publicó finalmente, una gran cantidad del material había sido dejado fuera del libro, a pesar de estar traducido por Malamuth, que juzgó que este material era «superfluo».
Por consiguiente, había claramente una gran cantidad de trabajo por hacer para restaurar en la medida de lo posible el original, aunque sin terminar, del texto de Trotsky. La primera tarea era eliminar las interpolaciones políticas de Malamuth. En el archivo, nos fuimos de nuevo al texto con el fin de identificar las deficiencias y omisiones. Afortunadamente, la mayor parte del material que falta estaba numerado y podía ser agrupado, con un considerable trabajo de investigación, con el texto original en un grado u otro.
En una visita al archivo en 2005, compramos copias del material que faltaba en forma de microfilms. Con la ayuda de Philip Wallace de la Colección de Trotsky de la Universidad de Glasgow Caledonian, hicimos fotocopias de las películas. A continuación, estas copias se tipearon meticulosamente, incluyendo todos los cambios, comentarios y supresiones.
Este esmerado trabajo llevó una cantidad considerable de tiempo. Una vez logrado, pudimos luego reconstruir minuciosamente el trabajo original, pese a ser todavía una obra inacabada, y encajarlas en las partes que faltaban en el libro. Los pequeños huecos que echamos en falta inicialmente fueron restaurados gracias a la ayuda de Steve Iverson de Boston, quien hizo visitas a los archivos en nuestro nombre.
Desde el momento en que empezamos a conseguir el material necesario hasta el momento en que estábamos listos para publicar la nueva edición han transcurrido más de diez años. Nos hemos beneficiado de un equipo de personas dedicadas que han sacrificado una gran parte de su tiempo
y esfuerzo para asegurar el éxito de este importante proyecto, aunque ninguno de los cuales pudo trabajar en esta tarea a tiempo completo. La primera tarea consistió en copiar el material faltante de una manera que se pudiera transferir a un ordenador, ya que el original estaba en un estado demasiado pobre como para ser escaneado. Esta tarea onerosa tomó cerca de dos años, y fue llevada a cabo por Hazel Brookshaw, quien hizo un enorme esfuerzo sin ayuda para descifrar y tipear todas las fotocopias en archivos de texto utilizables.
La tarea más complicada y que requirió mucho tiempo fue encontrar los lugares más apropiados para insertar el nuevo material. En realidad, esto implicó reelaborar completamente el texto, trabajo que procedió de forma dolorosamente lenta. Esta fue la tarea de Alan Woods, quien, utilizando su criterio político y conocimiento del ruso, logró completar este trabajo importante, pero muy complicado y difícil, en un período de unos tres años. La tarea se complicó aún más por el descubrimiento de nuevos materiales, tanto en inglés como en ruso. Otro material, que no encajaba, tuvo que ser colocado en el lugar y el contexto político más apropiado.
También nos gustaría dar las gracias a Philip Wallace del Archivo de la Tradición Trotskista de Glasgow Caledonian por su ayuda en la copia del microfilm. Hay que agradecer a Hazel Brookshaw por el tipeo de las fotocopias y más tarde la corrección del texto completo. También agradecemos a Ana Muñoz sus esfuerzos en tipear las correcciones y pruebas de lectura. Además, deseamos agradecer a Julian Sharpe, Sion Reynolds, Phil Sharpe y Guy Howie por la corrección de las pruebas. Debemos mencionar especialmente a John Roberts, por su valiosa contribución en la corrección de pruebas adicionales, las notas al pie, sugerencias y supervisión. También nos gustaría dar las gracias a Thomas Ford y a los otros bibliotecarios de la Biblioteca Houghton, de la Universidad de Harvard, por su ayuda y asistencia. Gracias finalmente a Timur Dautov por su ayuda en las traducciones del ruso.
Con la publicación de este libro, hemos cumplido finalmente con los deseos de la viuda de Trotsky, Natalia Sedova, de borrar todo rastro de Malamuth del texto. La crítica de Trotsky sobre Stalin y el estalinismo permanece con todo derecho como una obra clásica del marxismo. Esperamos fervientemente que nuestra decisión de publicar esta importante obra de Trotsky, purgada de las distorsiones anteriores, servirá para restaurar la última obra de Trotsky en el lugar de honor que se merece en la literatura política del siglo XX.