La noche del martes, durante su programa televisivo “En Contacto con Maduro”, el presidente ordenó la promulgación de un decreto mediante el cual el 50% de la producción agroindustrial en el país pasará a ser controlada y distribuida por el estado venezolano a través de los CLAP, ello abarca tanto el 50% de la producción del sector privado, como obviamente, del sector público.

Una medida de esta naturaleza evidencia cómo el control que la burguesía aún tiene sobre la producción y distribución de alimentos y bienes de primera necesidad en el país, permite que ésta desarticule y deje sin efecto cualquier medida de control que trate de imponer el gobierno bolivariano para contrarrestar las medidas de guerra económica, y por lo tanto, cómo se hace imprescindible que la producción y distribución de alimentos pase a ser controlada de una vez por todas por la clase trabajadora, las comunidades y el gobierno bolivariano, para así poder contrarrestar realmente el feroz sabotaje de la producción, que genera los flagelos de la escasez, contrabando, inflación y especulación.

Ello viene a confirmar una vez más la tesis que durante más de una década hemos sostenido firmemente los marxistas del PSUV, que nos agrupamos en la sección venezolana de la Corriente Marxista Internacional – Lucha de Clases. Mientras la burguesía siga teniendo la propiedad sobre los medios de producción y distribución, entonces tendrá en sus manos el control real de la economía, y utilizará ese control para sabotear la producción de los bienes de primera necesidad, a fin de golpear y desmoralizar a las masas trabajadoras, que son el sostén de la revolución, con el fin de poder derrotarla y aplastarla de forma definitiva.

Ahora bien, como hemos explicado en innumerables oportunidades, no puede planificarse lo que no se controla, y no puede controlarse lo que no se tiene, es decir, si el gobierno bolivariano pretende planificar la distribución de alimentos y otros bienes esenciales a través de los CLAP, como mecanismo para derrotar los graves niveles de escasez y especulación, requiere indefectiblemente controlar la producción y distribución de éstos, pero, mientras la propiedad de los medios de producción y ditribución siga en manos de la burguesía, cualquier intento de control será, como decimos en nuestro país, “un saludo a la bandera”, porque es quien posee los medios de producción y distribución, quien puede de hecho controlar la produción y la distribución.

He ahí uno de los dos problemas fundamentales de los CLAP. En la medida en que la guerra económica se ha venido arreciando brutalmente, y que la escasez de alimentos en los supermercados y cadenas de distribución se ha tornado cada vez mayor, a la vez que se ha desatado con mayor fuerza el contrabando y el “bachaqueo” de mercancías, los CLAP fueron creados como un mecanismo estatal-popular de distribución directa a las familias de clase trabajadora y de los sectores de menor ingreso en general, para precisamente paliar los altos niveles de escasez y especulación qu golpean sobre todo a estos sectores. Entonces, se planteó de forma ingenuamente entusiasta, que éstos serían los intrumentos que finalmente permitirían derrotar a la guerra económica, pero a pesar de toda la palabrería vacía de muchos dirigentes reformistas de nuestro gobierno y nuestro partido, como hemos explicado la raíz del problema económico en el país no está en la distribución, sino en la propiedad de los grandes medios de producción.

La causa del desabastecimiento

La situación actual de desabasteciento crónico que existe en el país, radica en última instancia en la pugna de intereses entre el gobierno y la burguesía en torno a la cuestión del control de precios y de cambio.

El control de precios permitió durante todo un período a las mayorías trabajadoras, acceder a bajo costo a los alimentos y bienes de primera necesidad que durante tres décadas antes les habían sido negados, permitiendo así superar los niveles de hambre y miseria que tenía el país a la llegada del presidente Chávez al gobierno. Muy al contrario de lo que ha dicho la burguesía a través de los medios de comunicación durante todos estos años, en el período 2004-2012 el poder adquisitivo de las masas trabajadoras mejoró considerablemente, frente a la pesadilla de hambre y miseria que vivió el país durante las dećadas de los 70,80 y 90.

Ahora bien, la combinación de los controles de precio con los aumentos semestrales de salario decretados por el presidente Chávez y la implementación de una verdadera política fiscal, entre otras medidas, comenzaron a afectar la tasa de plusvalía, es decir, el márgen de ganancia que la burguesía acostumbraba a obtener en el proceso de producción antes de la Revolución Bolivariana.

El motor de la sociedad capitalista es la acumulación de capital, es decir, que el móvil principal que empuja a los capitalistas a invertir en la producción, es la acumulación de mayores y mayores tasas de ganancia, y por lo tanto, a la burguesía venezolana no le interesa en lo más mínimo invertir en la producción de bienes regulados, que en contrapartida no le permitirán reproducir su capital mediante la obtención de las tasas de ganancia que realmente desea.

Esta disminución de la tasa de ganancia constituyó el detonante para que la burguesía venezolana iniciase lentamente una política de sabotaje y desarticulación de los controles de precio, a través de la producción de bienes no regulados, como el famoso arroz saborizado, el contrabando de alimentos, la reducción de la producción que comenzó a provocar escasez de rubros como la carne, el arroz y la leche, así como la distribución estricta a restaurantes y cadenas de comida en desmedro del abastecimiento de supermercados y abastos, entre otras acciones destinadas a desarticular la política de control de precios del gobierno.

No obstante, este sabotaje de la producción no se agudizó realmente sino hasta el momento en que finalmente la salud del presidente Chávez empeora gravemente, es decir, en diciembre de 2012. Entonces la burguesía vió la oportunidad para arreciar su saboaje y poner contra las cuerdas al gobierno. Era el momento de dar la estocada de la muerte a la Revolución Bolivariana.

Desde ése momento hasta el sol de hoy, la burguesía no ha dejado un instante, de agudizar la política deliberada de sabotaje de la producción, contrabando y espculación.

Para decirlo en palabras sencillas, en la actualidad a Lorenzo Mendoza simplemente no le da la gana de surtir el mercado nacional, porque no le interesa producir grandes cantidades de Harina Pan a fin de venderla a precio regulado en supermercados y abastos, cuando ello no le prodicirá las tasas de ganancia que desea. Por el contrario prefiere surtir a restaurantes y areperas porque allí le pagarán por su mercancía un precio que sí le permite obtener ganancias jugosas.

Ese mismo fenómeno ocurre con la producción de pollo, de carne, de arroz y de todos los demás alimentos regulados. Preguntémonos dónde hemos visto el primer restaurant, pollera o arpera cerrada por falta de matria prima, y la respuesta será: ¡En ninguna parte!. Los restaurantes y cadenas de comida tienen full abastecimiento de forma permanente, mientras que los supermercados y abastos, donde compran las familias obreras y pobres sus alimentos, están cada vez más desabastecidos, y por ello miles de trabajadores deben realizar semanalmente horas interminables de cola. Por lo tanto, mientras la propiedad de los medios de producción continúe en manos de estos burgueses parásitos, el sabotaje económico no terminará, más bien se agudizará mes a mes.

Por ello, reiteramos que la posibilidad de que la burguesía pueda disponer arbitrariamente de la forma que hemos mencionado, de toda la mercancía que es producida en sus empresas, está sustentada en el derecho de propiedad privada burguesa. En la medida en que la burguesía es la propitaria de los medios de producción, por más decretos y regulaciones que promulgue el gobierno, el derecho de propiedad permite a la burguesía decidir aritrariamente el destino de dicha mercnacía.

Sobre la base del análisis anterior, puede comprenderse claramente lo erróneo del decreto promulgado recientemente por el presidente Maduro. Si durante los tres últimos años la burguesía ha burlado los controles de precio, abasteciendo de mercancía a restaurantes y cadenas de comida, pero no a supermercados y cadenas de distribución, provocando así una grave situación de desabastecimiento, entonces, si mediante decreto se pretende destinar el 50% de la producción de alimentos a los CLAP, para que este 50% de la producción sea vendida a las comunidades a precios regulados, sin antes quitarle de las manos a la burguesía la propiedad de los medios de producción, ello inevitablemente provocará mayores sabotajes y recortes de producción por parte de la burguesía, lo que provocará niveles aún más críticos de escasez en el país.

La naturaleza organizativa de los CLAP

Por otra parte, los CLAP no son organizaciones que funcionan bajo los principios del control obrero y de la democracia obrera, es decir, su actividad y gestión no están reguladas y controladas de forma pública, abierta y transpartente por parte de la clase trabajadora y las comunidades. Por el contrario, los CLAP son organismos burócraticos, es decir, organismos en los que una pequeña cúpula dirigente, por lo general los miembros de las UBCH y de los equipos parroquiales y municipales del partido, son los que controlan la actividad y gestión de los mismos, con lo que no se garantiza una justa designación y distribución de los productos entre todas las familias que realmente lo necesitan.

En efecto, han habido innumerables denuncias por parte de militantes de base en las redes sociales, al respecto de manejos irregulares de los productos expendidos por los CLAP, así como reportajes en medios digitales de izquierda, donde se ha denunciado a bachaqueros revendiendo los productos que distribuyen los CLAP.

Todo ello, aunado a los largos períodos de tiempo que deben esperar las comunidades para recibir la bolsa del CLAP, y al hecho de que muchas comunidades rurales y urbanas del país no han recibido todavía su primera bolsa, han generado un enorme malestar en torno a la gestión de estas organizaciones, lo que ha permitido que los dirigentes de la MUD construyan una matriz mediática contra éstos, que ya ha sido ampliamente difundida y asumida por los militantes de oposición, pero también por sectores que históricamente han apoyado al chavismo.

En ése orden de ideas, debemos decir responsablmente que el anuncio del presidente Maduro el pasado martes, lo que hará es fortalecer esta negativa matriz de opinión, según la cual la agudización de la situación de desabastecimiento es responsabilidad del gobierno y los CLAP están robándose y negociando con la comida del pueblo, sobre todo en la medida en que al promulgar el referido decreto sin antes nacionalizar los principales monopolios productores de alimentos, el sabotaje de la producción continuará, y por ende la escasez seguirá agudizándose en el país.

Radicalizar la revolución es la única salida ante la crisis actual

La única alternativa a la grave situación económica que hoy vive el país, es la que hemos explicado los marxistas del PSUV de forma permanente en nuestras declaraciones y documentos. En primer lugar es necesario nacionalizar de una vez por todas las grandes palancas económicas del país. Como hemos dicho, mientras los medios de producción continuen en manos de la burguesía, estos los utilizarán como armas contra la revolución. En segundo lugar, todo el proceso de producción y distribución debe ser puesto bajo el control democrático de la clase obrera y las comunidades, a fin de que las empresas nacionalizadas no sean dirigeidas por burócratas que terminen utilizándolas como medios de enriquecimiento particular y llevándolas al final a la quiebra, como ha ocurrido con numerosos casos de empresas nacionalizadas durante la revolución.

Para que los CLAP funcionen exitosamente, es necesario que toda su gestión, el stock de mercancías a distribuir, la lista de familias beneficiarias, el propio proceso de venta y demás ámbitos de la distibución de productos, esté controlada democráticamente por las asambleas de comunidades y trabajadores. Asimismo, la estructura del CLAP debe dejar de ser escogida burocráticamente a dedo y desde arriba, y las propias asambleas deben ser las que elijan de su seno a los miembros de la estructura responsable del CLAP, los cuales deben ser revocables en todo momento si no cumplen adecuadamente con sus funciones, y rotativos, para que todos los miembros de la asamblea asuman progrsivamente un rol protagónico en la dirección del CLAP, de manera que los miembros de su estructura no se burocraticen en sus cargos, lo que siempre derivará en el privilegio a amigos, familiares y allegados, en contra del beneficio justo e igualitario para toda la comunidad, dando por supuesto prioridad a los casos de mayor necesidad, que debe ser el principio que rija en la construcción de relaciones sociales socialistas.

Si nuestro gobierno no da un giro radical a la izquierda en las próximas semanas y meses, movilizando a los trabajadores y al pueblo para tomar los principales centros de produccion y distribución del país, la guerra económica continuará agudizándose, golpeando cada vez con más fuerza al pueblo y provocando una desmoralización y desmovilización cada vez mayor entre la base militante de la revolución, como de hecho ha venido ocurriendo durante el último año.

Ello, inevitablemente preparará el terreno para que la burguesía pueda derrotar a la revolución en el próximo período. La responsabilidad histórica del devenir de la revolución está hoy en manos de nuestra dirigencia. Será un terrible crimen contra la causa del socialismo no sólo en Venezuela, sino en todo el continente americano, el no corregir el rumbo a tiempo, cuyas consecuencias deberá pagar en los proximos años la clase obrera y el pueblo pobre de nuestro país. Basta de conciliación y reformismo, es la hora de la revolución proletaria.