El pasado viernes 19 de enero, comenzó el proceso de registro para la obtención del carnet de la patria. En la Plaza Bolívar de la ciudad capital, así como en todas las Plazas Bolívar de las capitales del país, se agolparon miles de venezolanos para censarse a fin de obtener sus respectivos carnets. Sobre el censo Jorge Rodríguez, dirigente nacional del PSUV y alcalde de Caracas, declaró que es “el proceso de organización más importante que ha tenido la Revolución en los últimos 10 años”. En el presente artículo ofrecemos un análisis crítico de la propuesta del carnet de la patria.
El pasado viernes 19 de enero, comenzó el proceso de registro para la obtención del carnet de la patria. En la Plaza Bolívar de la ciudad capital, así como en todas las Plazas Bolívar de las capitales del país, se agolparon miles de venezolanos para censarse a fin de obtener sus respectivos carnets.
Jorge Rodríguez, dirigente nacional del PSUV y alcalde de Caracas, declaró que dicho censo es “el proceso de organización más importante que ha tenido la Revolución en los últimos 10 años”
La declaración de Rodríguez, evidencia el desdén histórico y hasta el desprecio de la burocracia por la organización real del pueblo trabajador, ya que decir que el registro para la obtención del carnet de la patria es el proceso organizativo más importante en los últimos diez años, significa burlarse de la ardua lucha que durante años ha dado el pueblo trabajador para darse una organización revolucionaria que le permitan profundizar la revolución y dar al traste definitivamente con el capitalismo.
Una organización revolucionaria, es un instrumento para la unificación de los distintos sectores y tendencias del movimiento obrero y popular, que le permita a la vanguardia ganar a los sectores más amplios de las masas trabajadoras y movilizarlos para la lucha por el derrocamiento del régimen capitalista de producción, para así lograr la toma del poder. Los individuos, las pequeñas organizaciones o colectivos políticos, jamás podrán derrotar por sí solos al régimen capitalista. Sólo el más amplio movimiento de las masas trabajadoras puede llevar a cabo la tarea histórica del derrocamiento del régimen capitalista, es decir, del desmantelamiento del estado burgués, la expropiación de la burguesía, y la puesta en marcha de una economía planificada bajo control obrero y administrada por un estado obrero, similar en estructura a la Comuna de París de 1871, o a los Sóviets de la Revolución Rusa de 1917 a 1924.
Por lo tanto, el fin de una organización revolucionaria, es el de construir un poderoso aparato político, que sobre la base del programa y métodos del socialismo científico, pueda ganar a las capas más amplias de las trabajadoras a fin de movilizarlas para la batalla decisiva contra el capital. He allí el papel histórico de una organización revolucionaria.
En ése sentido, uno de los procesos organizativos de mayor importancia en la historia de la Revolución Bolivariana fue la fundación del PSUV. Por primera vez, se planteó la creación democrática, desde abajo, de una organización de masas que agrupase a la clase obrera, la juventud, los campesinos, las mujeres y demás sectores oprimidos de la sociedad, para plantear la profundización de la revolución hacia el socialismo. Ese sí fue prácticamente, el proceso organizativo de mayor envergadura en la última década, otra cosa muy distinta, fue el resultado de dicho proceso, en el cual jugaron un papel decisivo dos factores. Por un lado, el papel nefasto de los sectores reformistas y burócratas dentro del PSUV, que terminaron haciéndose con el control del aparato partidario y deformaron dicha organización, que terminó convirtiéndose tristemente en una maquinaria electoral burocrática prácticamente carente de vida orgánica. Por el otro, la ausencia de una dirección genuinamente revolucionaria, que basándose en la teoría y los métodos del marxismo podría haber conducido dicho proceso hacia la construcción de un partido de masas genuinamente revolucionario, que podría haber llevado a la revolución a la victoria definitiva.
Pero en resumen, dicho proceso fue en efecto uno de los más importantes en lo que respecta a la organización política del pueblo trabajador en Venezuela. Como hemos explicado, bajo ciertas condiciones el PSUV podría haber jugado dicho papel, aunque al final no lo jugó.
En consecuencia, decir que el censo para el carnet de la patria, es “el proceso de organización más importante que ha tenido la Revolución en los últimos 10 años”, es una evidencia más del desprecio de la burocracia por la organización genuinamente revolucionaria del pueblo trabajador, e incluso, del irrespeto de ésta hacia la memoria y el legado del presidente Chávez, ya que la construcción del PSUV y de otras organizaciones revolucionarias de base, como los Consejos Socialistas de Trabajadores, fueron una parte central de su política revolucionaria.
La burocracia teme a la organización de las masas trabajadoras y la formación de cuadros en su seno, porque ello las empoderaría para desplazarla del espacio de poder que actualmente detenta, con lo cual perdería todos sus privilegios económicos, políticos y sociales. Por el contrario, de manera honesta Chávez nunca temió a la organización del pueblo trabajador, porque entendía el papel central e imprescindible de ésta en el desmantelamiento del estado burgués, en la superación del capitalismo, y por lo tanto, en la construcción de una sociedad socialista.
La verdadera razón por la que ahora cuando arranca 2017 el gobierno ha decidido llamar a un censo nacional, no tiene nada que ver con una intención de organizar al pueblo trabajador que apoya a la revolución. De hecho, a principios del año pasado, luego de la contundente victoria de la burguesía en las elecciones parlamentarias, y en respuesta a la fuerte presión y crítica hacia el gobierno, que ésta desató entre importantes sectores de la vanguardia, el presidente Maduro llamó a la organización del Congreso de la Patria, una instancia que fue vendida a las bases como un instrumento organizativo para el real empoderamiento del pueblo trabajador. ¿Fue ése en efecto el resultado del Congreso de la Patria?, ¿o terminó convirtiéndose en una instancia más controlada por la burocracia? Si según el compañero Jorge Rodríguez el censo para el carnet de la patria es el proceso organizativo de mayor importancia en la última década, entonces ¿qué pasó con el congreso de la patria?, ¿para qué ha servido al final este instrumento?
La motivación real del gobierno bolivariano para llevar a cabo este censo, radica en la necesidad por un lado, de poder contar con una base de datos actual de sus simpatizantes, a fin de poder preparar la maquinaria electoral para movilizarles de cara a las contiendas electorales que se avecinan, y por el otro, debido a la necesidad de movilizar y agitar a su base de apoyo, dado el grave marco de desmoralización y desmovilización que reina actualmente entre las masas, como consecuencia de la crítica situación económica del país.
En ése sentido, resulta evidente que los considerables contingentes de simpatizantes bolivarianos que se han agolpado en las Plazas Bolívar del país durante los últimos días, obedecen fundamentalmente a la cruda y angustiante situación de necesidades materiales insatisfechas, por la que actualmente atraviesa la mayoría de nuestro pueblo, y no tanto a una motivación de orden político.
En el marco de la crítica situación social y económica que vive el país, es lógico que muchos trabajadores de base cuya situación económica familiar es en la actualidad en extremo apremiante, incluso entre ellos muchos opositores al gobierno, acudan al proceso de censo simplemente en búsqueda de una solución a su difícil situación material, lo que además desdice evidentemente los argumentos del gobierno de que la movilización de personas hacia los puntos de censo es una muestra contundente de apoyo a la revolución.
No obstante, la burocracia siempre ha gustado de construir su base de apoyo con métodos clientelares. Como hemos explicado la burocracia teme a la formación política del pueblo trabajador y a su organización revolucionaria, porque al final ello constituirá una amenaza contra el poder y los privilegios que detenta. Por ello prefiere ganar el apoyo de la base a partir únicamente de reivindicaciones materiales.
Ahora bien, en la construcción de una organización revolucionaria, las reivindicaciones materiales son por supuesto un factor de gran importancia, no obstante, no son ellas suficientes para la construcción de la organización. La lucha reivindicativa debe ir acompañada de formación de cuadros y discusión política permanentes, de lo contrario, lo que se construye no es una organización revolucionaria, sino un aparato burocrático, una maquinaria electoral, un cascarón vacío, o peor aún, una secta, una iglesia.
La apremiante situación económica y política actual urge inevitablemente de un proceso organizativo genuinamente revolucionario para poder enfrentar la guerra económica y la desmoralización del movimiento popular. No de una organización clientelar, de una maquinaria electoral o de simples comités para la distribución de los alimentos que subsidia el gobierno, que ha sido la función principal de los CLAP, sino de comités populares y obreros locales, para intervenir decisivamente en la actual coyuntura de la lucha de clases.
Estos comités deben impulsar la fiscalización popular a los revendedores, bachaqueros, comerciantes que vendan con sobreprecio y demás especuladores, para enfrentar en la acción cotidiana la carestía de la vida. Asimismo, estos comités deben impulsar la discusión política, el debate de ideas y la formación de cuadros revolucionarios, para poder encarar con éxito sus tareas de lucha. Deben ser espacios para el análisis de la coyuntura, el estudio del socialismo científico y la discusión sobre el programa revolucionario, para planificar la acción práctica y estudiar y comprender sus resultados. Teoría y praxis deben ir unidas de la mano, una alimenta a la otra.
Por otro lado, estos comités deben movilizar a los trabajadores de fábricas abandonadas, cerradas, infrautilizadas o que estén participando en actos de sabotaje económico, a fin de impulsar ocupaciones de fábricas generalizas, para reactivar los procesos productivos en las mismas bajo control obrero, como mecanismo para enfrentar la escasez, el contrabando y el acaparamiento, y preparar el terreno para dar al traste con el régimen burgués de producción.
Dichos comités deben integrarse local, regional y nacionalmente, a través de la celebración de congresos y asambleas de delegados elegidos de su seno, que sean revocables inmediatamente si no cumplen con el mandato de la base. De esta forma, estas organizaciones pueden convertirse en el germen un estado obrero, que permita al pueblo trabajador enfrentar la guerra económica y más aún, dar un zarpazo al podrido y corrompido aparato de estado burgués heredado de la 4ta república, que desde siempre ha jugado el papel de freno contra la revolución.
Al respecto del censo el presidente Maduro declaró que el objetivo de éste es «hacer más eficiente todos los programas de protección social para la resolución de problemas y necesidades del pueblo, para tener una sociedad socialista (..) Construyamos el nuevo poder popular (..) Es un instrumento nuevo para un nuevo y poderoso movimiento popular. Para articular y coordinar el sistema de misiones. Más que un censo es una encuesta para revisarnos y abordar a las comunidades donde no han llegado los programas».
Pues entonces, si ése es el fin que se busca, la dirigencia revolucionaria debe dar paso a la verdadera organización revolucionaria del pueblo trabajador.
En estos momentos de desesperación y angustia, ante el rápido encarecimiento de los productos de la canasta básica, y la escasez crónica que vive el país, urge una organización del pueblo trabajador para la lucha revolucionaria, y no un registro amorfo que sólo arrojará nombres, datos y listados interminables de compañeros y compañeras con los que la burocracia quiere establecer y/o fortalecer una autoridad basada en el clientelismo, y no en la convicción consciente de la necesidad histórica de la participación del pueblo trabajador en la lucha cotidiana por la radicalización de la revolución hacia el socialismo.