Con la publicación de esta última parte, concluye la publicación del artículo Venezuela: balance de 2016 y perspectivas para 2017, que también ha sido publicado el número de enero-julio de 2017 de nuestra revista América Socialista.

2017: de la derrota ideológica a la derrota política

El Consejo Nacional Electoral ha confirmado ya que en 2017 se realizarán elecciones regionales y municipales, en los meses de junio y diciembre respectivamente.

Como hemos explicado las masas trabajadoras del país han venido experimentando un agudo proceso de reflujo durante los últimos tres años, como consecuencia de la rápida degradación de sus condiciones materiales de existencia, en el marco de la guerra económica.

Actualmente, dicho proceso se encuentra en el punto más alto de los últimos tres años, es decir, en el momento actual los niveles de cansancio, desmoralización y desmovilización de las masas trabajadoras, que históricamente han sido el sostén de la Revolución Bolivariana, son los más altos que han podido evidenciarse desde la radicalización de la guerra económica a finales de 2012.

Dicho proceso continuará agudizándose peligrosamente, en la medida en que las condiciones de vida de las masas se sigan deteriorando, lo cual, como ya hemos analizado previamente, es una perspectiva clara para el año que viene.

El resultado de las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre, fue una evidencia clara de cómo el cansancio y la desmoralización han crecido de manera peligrosa entre las bases del chavismo, como consecuencia de la crítica situación de escasez y de la brutal carestía de la vida. Ahora, a un año de dichas elecciones, el escenario económico es mucho peor, y ello implica inevitablemente que el malestar entre las masas se ha profundizado enormemente, en comparación al nivel existente hace un año.

No obstante, el gobierno y la dirección del PSUV tienen la ilusión de que pueden sortear esta situación aplazando las citas electorales. Consideran erróneamente que con la regularización de los CLAP, el Plan de Abastecimiento Complementario, la importación de productos brasileños y el aumento de los precios del petróleo, podrá paliarse la situación actual hasta el punto de recuperar la base de apoyo social que se ha perdido en el último período. Nada más erróneo y alejado del proceso real de desarrollo de la consciencia de las masas.

En la medida en que el gobierno no dé un viraje de 180 grados en la política económica, y mantenga las mismas políticas reformistas que ha estado implementando de manera empecinada durante el último período, entonces no habrá posibilidad alguna de resolver la situación de escasez crónica y de inflación desatada que reina actualmente en el país. Más bien, tales medidas contribuirán a la agudización de dicha situación, con lo cual es absolutamente inevitable que el proceso de reflujo continúe profundizándose a lo largo de 2017, permitiendo así prever de manera lamentable una contundente victoria de la MUD sobre el gobierno tanto en los comicios regionales de junio, como en los municipales de diciembre.

Si hacemos una sencilla proyección de los resultados del 2015 en las venideras elecciones regionales del 2017, el PSUV solo ganaría 5 de las 23 gobernaciones en disputa: Apure, Guárico, Portuguesa, Delta Amacuro y Cojedes (recordemos que el Gobernador del Distrito Capital lo designa directamente el Presidente de la República) sin contar el fuerte desgaste que incluso ya existe entre las masas trabajadoras de dichos estados.

Una nueva derrota electoral de proporciones similares a las del 6 de diciembre, tendrá evidentemente, enormes repercusiones sobre el panorama político del país, y sobre el desarrollo de los acontecimientos en el marco del proceso de lucha de clases.

Al igual que en los días posteriores al 6 de diciembre, un ambiente de severa crítica hacia los dirigentes surgirá en el seno de la militancia, sobre todo entre la vanguardia y los sectores más conscientes del movimiento. Asimismo, es posible que entre la vanguardia, pero también entre sectores más amplios del movimiento, ocurra un reavivamiento de la combatividad revolucionaria, ante la señal de alarma que significaría tal derrota, respecto a la posibilidad de que la contrarrevolución avance en el asalto al poder.

También cabe destacar la posibilidad del surgimiento de un ala izquierda en el partido, debido a posiciones encontradas entre sectores de la dirección y cuadros medios del partido, en torno a unas potenciales elecciones primarias para elegir candidatos a las gobernaciones, ya que la dirección nacional opina que en estos momentos de “fragilidad”, no son viables unas primarias por el riesgo a generar divisiones, mientras que cuadros medios y de base reivindican la necesidad de ir a un proceso interno para democratizar la toma de decisiones en el partido, refrescar los liderazgos y generar movilización previa al evento electoral. Este proceso podría desarrollarse en proporciones aún mucho mayores, incluso al punto de que ocurra una fractura en el partido, luego de una victoria aplastante de la MUD en las elecciones regionales.

Estas circunstancias, serán considerablemente propicias para la difusión de las ideas y programa del marxismo, pero también, para la construcción de una fuerte tendencia marxista en el seno del movimiento bolivariano.

En segundo lugar, la burguesía se envalentonará con su victoria, lo que empujará a los sectores más extremistas de la misma, a plantearse nuevamente la vía insurreccional para derrotar a la revolución, por lo que no es de descartar nuevas acciones violentas por parte de la derecha. No obstante, ante la proximidad de las elecciones municipales, que se realizarían tan sólo 6 meses después, no se descarta la posibilidad de que el sector de la burguesía que apuesta al desgaste progresivo del gobierno imponga su agenda, y la MUD espere hasta la realización de las elecciones municipales antes de plantearse una acción insurreccional de mayor envergadura con el objetivo de derrocar al gobierno. 

Ahora bien, una vez que se realicen las elecciones municipales, las cuales, al igual que las regionales, en el marco de condiciones actualmente dadas, ganaría la MUD sin dificultad, se plantea un escenario muy difícil para el gobierno.

Actualmente el Poder Ejecutivo cuenta con el apoyo de 3 de los 5 poderes públicos, ya que a finales de 2016 el Tribunal supremo de Justicia designó a las rectoras del CNE para el siguiente periodo 2016-2023, cerrándole la posibilidad a la Asamblea Nacional a designarlas, como lo establece la Constitución, por encontrarse en desacato.

No obstante, la burguesía y sus representantes políticos han acusado a Maduro de ser un presidente ilegítimo desde que ganó las elecciones en 2013, y a partir de entonces no han dejado un segundo de conspirar en su contra para derrocarlo. Por lo tanto, una vez que hayan ganado las elecciones municipales, la MUD contará prácticamente con la mayoría aplastante de los cargos de elección popular en el país. La mayoría de las gobernaciones, alcaldías, concejos legislativos regionales, consejos municipales y por supuesto la Asamblea Nacional, estarán completamente bajo su control. En ése escenario, apoyados por un nivel de descontento social sin precedentes, basado en la grave situación económica del país, es lógico y previsible que retomarán la agenda violenta y de calle para derrocar al presidente Maduro, o en su defecto, para presionar a su renuncia y a la convocatoria a elecciones anticipadas.

Otra posibilidad es la de un pacto entre el gobierno o sectores del mismo y sectores de la oposición para pactar una “transición” controlada en la que se darían algunas garantías de no persecución a la burocracia y los reformistas.

Sin embargo, la situación de saqueos y violencia que vivimos en diciembre de 2016 en ciudades como Maracaibo y Ciudad Bolívar, con la retirada de los billetes de 100 bolívares apuntan también a otro escenario: un estallido de violencia, provocado por el agravamiento de las condiciones de vida de las masas y aprovechado de manera cínica por la oposición. Tal escenario está implícito en la situación. Aunado a ello, ante una ruptura de la ley y el orden y la continuación del bloqueo institucional, no podemos descartar una intervención de las fuerzas armadas o de un sector de las mismas. Hasta el momento el gobierno se ha cuidado de mantener a los altos mandos de la FANB a su lado, en parte con jugosas concesiones económicas, por ejemplo a través de la creación de la CAMIMPEG (Compañía Anónima Militar de Industrias Mineras, Petroleras y Gasíferas) que entrega directamente a los militares una importante tajada del negocio petrolero.

En los momentos más álgidos de la movilización de la oposición contrarrevolucionaria ésta ha lanzado llamados a las fuerzas armadas a intervenir, rompiendo con el gobierno. Hasta el momento no se ha dado ningún indicio de movimientos en esa dirección. Sin embargo eso no quiere decir que ante acontecimientos más graves (saqueos, violencia callejera, incapacidad de las instituciones de mantener el orden), altos mandos de las fuerzas armadas decidan intervenir directamente en la política, erigiéndose en árbitro de la situación. Incluso en una situación de ése tipo, sectores de las masas podrían apoyar en un primer momento esa intervención. Sin embargo, eso por sí mismo no resolvería ninguno de los problemas de fondo a los que se enfrenta la economía venezolana. Un gobierno militar, o un gobierno de unidad nacional con apoyo de los militares, se vería ante el mismo dilema de tener que decidir entre hacer pagar la crisis al pueblo trabajador o hacer pagar la crisis a la burguesía.

En tan grave situación las medias tintas, la corrupción, la burocracia y el reformismo nos están llevando a perder las conquistas y el legado del Comandante Chávez. La única salida posible para defender las conquistas de la revolución es completar la revolución, nacionalizando la banca y los medios de producción bajo control obrero y destruyendo el estado burgués para sustituirlo por un estado obrero. Ya amplios sectores de la vanguardia reconocen la necesidad impostergable de estas medidas. Tres partidos del Gran Polo Patriótico (GPP) han exigido recientemente la nacionalización de la banca, el Partido Comunista de Venezuela (PCV), el Movimiento Electoral del Pueblo (MEP) y el Movimiento Revolucionario Tupamaro (MRT) a los cuales saludamos y hacemos un llamado a planificar y organizar acciones conjuntas por esta reivindicación común, frente a la dirección conciliadora  del GPP y el PSUV.

El principal obstáculo para que se lleven a cabo estas urgentes medidas no es la conciencia de las masas, que es muy avanzada, sino la política incorrecta de nuestros dirigentes, es necesario por lo tanto forjar una nueva dirección, es necesario construir la Corriente Marxista del PSUV – Lucha de Clases con los sectores más conscientes y revolucionarios del movimiento bolivariano y con raíces profundas en el movimiento obrero.

¡Radicalización de la revolución!

¡Expropiación de la banca y los monopolios bajo control obrero!

¡Únete a Lucha de Clases!