Manifiesto de la Corriente Marxista del PSUV – Lucha de Clases
El pasado lunes 28 de marzo, fue clausurada la llamada “Expo Venezuela Potencia”, en elpoliedro de Caracas. Tanto el discurso pronunciado por el presidente Maduro, como las medidas económicas anunciadas por éste, vienen a confirmar una tesis que la Corriente Marxista del PSUV Lucha de Clases ha venido sosteniendo de forma permanente durante los últimos dos años: El gobierno está virando progresivamente a la derecha al poner en marcha una política de conciliación de clases con la burguesía. En efecto, el día de ayer ratificó definitivamente su decisión de profundizar dicha política y abandonar el programa socialista.
Ahora bien, en realidad el viraje se viene produciendo paulatinamente desde los últimos tres años, y se ha profundizado sobre todo después de la derrota electoral en los comicios parlamentarios. De hecho, el viraje hacia una política de conciliación de clases, inició con las mesas económicas de paz en 2014, como respuesta a las recordadas guarimbas.
Pero en efecto, las medidas anunciadas ayer evidencian de forma clara la decisión del gobierno de abandonar de forma definitiva la senda de la lucha contra el capitalismo y por el socialismo.
El discurso del presidente Maduro, en la apertura y cierre de la actividad, y los discursos pronunciados por otros miembros de la dirigencia bolivariana, como el ministro Ramón Lobo, hacen pensar que han olvidado ya el ABC de la lucha de clases y la revolución. De denunciar insistentemente la guerra económica, promovida por Fedecamaras, Venamcham y Consecomercio, el gobierno ha pasado ahora a declararse “amigo” de los empresarios, y a “aclarar” que hay una campaña sucia en su contra que quiere hacer ver al gobierno como un gobierno “comunista”, cuando en realidad el gobierno bolivariano, a decir de las palabras pronunciadas en el discurso de apertura por el presidente Maduro (http://www.el-nacional.com/noticias/gobierno/maduro-acabo-modelo-rentista-los-tiempos-cadivi_86853), no es nada de eso, sino más bien un gobierno abierto a negociar y conciliar con el enemigo de clase. Por ello, es fundamental que recordemos y comprendamos algunos de los conceptos y bases fundamentales del socialismo científico.
Capitalismo e imperialismo, antiimperialismo y socialismo
El capitalismo es un régimen de producción basado en la explotación de la fuerza de trabajo, única productora de riqueza real en la sociedad capitalista. Los capitalistas o burgueses, que son los dueños de los medios de producción y de las demás palancas económicas de la sociedad (banca y comercio interior y exterior, entre otras), compran la fuerza de trabajo a bajo costo, y la clase trabajadora, que lo único de lo que único que es dueña es de su propia fuerza de trabajo, se ve en la necesidad de venderla para poder devengar a cambio un salario y así poder sobrevivir. En el proceso de producción, la clase trabajadora produce las mercancías que la sociedad requiere para poder existir y con ellas el valor de cambio correspondiente a dichas mercancías, pero también, produce un valor excedente, un plus valor, es decir, una plusvalía, que le es expropiada por los capitalistas a fin de poder acumular capital y amasar grandes riquezas.
Esta expropiación de la plusvalía en el proceso de producción, es lo que en última instancia genera diferencias abismales entre el nivel de vida y el poder adquisitivo del proletariado por un lado, que sólo devenga lo mínimo para vivir, y la burguesía por el otro, que acumula riquezas cada vez mayores. En última instancia, ésta es la causa de la diferencia grotesca que existe entre ricos y pobres en nuestra sociedad.
A su vez, la expropiación de la plusvalía, que acomete todos los días la burguesía contra la clase trabajadora, se sustenta en la propiedad de los medios de producción y de las palancas económicas por parte de la clase capitalista. En la medida en que esta clase es la que posee los medios de producción, tiene todo el derecho (porque así lo consagra la legalidad burguesa, con la cual la revolución no ha roto hasta ahora), de comprar la fuerza de trabajo del obrero y de ponerla a trabajar para su enriquecimiento propio, en detrimento a su vez del obrero.
He aquí la contradicción irreconciliable que existe entre las dos principales clases de la sociedad capitalista. A partir de ello, puede comprenderse claramente que no es posible de ninguna forma, conciliar los intereses de ambas clases. Si un gobierno de base obrera toma medidas en favor de esta clase, necesariamente afectará los intereses de la burguesía, y viceversa. Si dicho gobierno toma medidas en favor de la burguesía, ello repercutirá negativamente contra la clase trabajadora. No hay posibilidad de conciliar los fines de ambas clases. Toda “conciliación”, no es más que la subordinación de los intereses de la clase trabajadora ante la clase capitalista.
De lo anterior, se deduce necesariamente que una revolución socialista implica indefectiblemente, la expropiación de las palancas económicas de la sociedad bajo control de la clase obrera, a fin de establecer una economía democráticamente planificada, que permita superar progresivamente toda desigualdad creada por el régimen capitalista en la sociedad, así como acabar de manera definitiva con la explotación del hombre por el hombre, con la miseria y con los demás males de la sociedad burguesa.
Por el contrario, dejar las palancas económicas en manos de la burguesía, significa permitir que ésta las utilice como armas para hacer la guerra económica al pueblo trabajador y a la revolución. Toda la historia de la Revolución Bolivariana es una prueba fehaciente de ello, y en particular, los últimos cuatro años lo han demostrado con particular crudeza.
Por otro lado, el capitalismo imperialista, es, como lo señaló Lenin, la fase superior del capitalismo, la cual está instituida en las empresas monopólicas trasnacionales. El imperialismo moderno funciona sobe la base de la inversión de grandes capitales provenientes de países capitalistas avanzados en países semicoloniales, que mayoritariamente se encuentran en América Latina, África y Asia, los cuales, explotan la fuerza de trabajo barata que existe en los mismos, saquean los recursos naturales, y expropian enormes cantidades de capital no ya sólo a los trabajadores, sino a los países mismos. El capital que producen los trabajadores de estas empresas termina en manos de las burguesías de los países imperialistas, generando una terrible brecha social entre los países oprimidos y los países opresores.
Son pues por lo tanto, los monopolios trasnacionales y la burguesía imperialista, dos enemigos fundamentales de la clase obrera, sobre todo en los países semicoloniales o mal llamados del “tercer mundo”. Aquí en Venezuela particularmente, durante todo el siglo XX estas empresas han expoliado a nuestros trabajadores y trabajadoras, acumulando enormes capitales que se llevan del país y terminan en Europa y EEUU, y dejándonos tan sólo pobreza y devastación de nuestros recursos naturales.
Un gobierno que se proclame como antiimperialista consecuente, debe por tanto nacionalizar las propiedades del capital imperialista. Incluso, aún un gobierno que se propusiera únicamente tratar de impulsar un desarrollo capitalista nacional real, no un gobierno socialista, sino uno “capitalista nacionalista” (aunque tal cosa en la época actual no es realmente posible, todo proyecto nacional independentista y/o antiimperialista sólo puede triunfar deviniendo en socialista, como lo expresa la teoría de la revolución permanente y todo el desarrollo de la lucha de clases en el siglo XX lo constata), tendría que nacionalizar las propiedades de estos monopolios, para frenar el saqueo voraz de recursos y capital, y abrir las puertas al desarrollo industrial del propio país, asimilando la técnica de estas industrias.
La “expoferia” y las graves contradicciones del gobierno
¿Qué hace por lo tanto el gobierno bolivariano otorgando divisas, créditos en bolívares, exención de impuestos y demás concesiones a la burguesía imperialista? ¿Acaso la Procter & Gamble y la Colgate Palmolive, que son un ejemplo representativo del capital imperialista con inversiones en nuestro país, no fueron denunciadas durante los dos últimos años como participantes activos de la guerra económica? ¿Ahora son aliados de la Revolución Bolivariana? Semejante torpeza sólo puede conducirnos a un camino, al de la derrota de la revolución.
En los artículos: “Guerra económica: La estafa de P&G en Argentina y Venezuela” (https://www.aporrea.org/contraloria/n275478.html) y “Colgate pretende justificar irregularidades en su producción de rubros básicos” (https://www.aporrea.org/trabajadores/n288207.html), entre otros que pueden encontrarse fácilmente en la web, puede evidenciarse la participación de ambas empresas en el sabotaje económico. El primero de ellos fue publicado en 2015, y su contenido fue además expuesto en una transmisión del programa “Con el mazo dando”. El segundo fue publicado originalmente por la Agencia Venezolana de Noticias (AVN) a finales de marzo del año pasado, y contiene denuncias sobre la participación activa de esta transnacional en la guerra económica. Incluso, estas informaciones llegaron a ser expuestas por los propios dirigentes sindicales de Colgate Palmolive en el programa “La Hojilla”. ¿Pueden entonces ahora ser amigos los lobos y las ovejas, o los tigres y los venados? Ese tipo extraño de “amistad” sólo puede beneficiar a una de las partes y perjudicar fatalmente a la otra, y, dejando la metáfora anterior de lado, esa “amistad” sólo beneficia a la burguesía, al capitalismo y al imperialismo, y termina perjudicando fatalmente a la clase trabajadora y a la revolución.
Con estas mismas empresas, que han sido partícipes activas de la guerra económica, y ello no señalado por la Corriente Marxista del PSUV – Lucha de Clases, sino confirmado por Diosdado Cabello y Mario Silva a través de VTV, y también por el presidente Maduro cuando denunció a Venamcham, Consecomercio y Fedecámaras como responsables de la guerra económica, y junto a otras mega corporaciones imperialistas, tales como Heinz y Nestlé, esta última, vinculada al paramilitarismo para aterrorizar al movimiento sindical en Colombia (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=197574), es que ahora el gobierno bolivariano establece un acuerdo para la creación del Clap maternal y de productos de higiene y de limpieza del hogar.
¿No constituye ello una tamaña contradicción? ¿No significa esto en la práctica un abandono de los principios revolucionarios? El enemigo de clase imperialista nos hace la guerra a través de medios económicos, los trabajadores dan la batalla y salen al frente denunciando estas acciones de sabotaje económico, muchas veces “arriesgando su pellejo”, como se dice popularmente. Luego el gobierno asume parcialmente estas denuncias y las hace públicas, y finalmente, al cabo de un tiempo, el propio gobierno, aquel que es apoyado por la misma clase trabajadora, aquel que es visto por la mayoría de los trabajadores y trabajadoras del país como su dirección revolucionaria legítima, ¿termina negociando con esta gentuza? Enorme y terrible contradicción.
Si a ello añadimos el hecho de que fueron aprobados siete decretos para motivar la explotación por parte del capital transnacional de los minerales plata, cobre y diamante en el marco del proyecto Arco Minero del Orinoco, y para promover la inversión del capital imperialista en materia agroalimentaria, otorgándole a éste condiciones favorables, debemos comprender que el gobierno, con estas y otras medidas, como ya señalamos previamente, ha terminado por romper definitivamente con el programa socialista revolucionario.
Por último, debe añadirse también el anuncio de la creación de un nuevo sistema de otorgamiento de divisas, que evidentemente supone una mayor flexibilización del control de cambio, a favor de los empresarios. Nuevamente una enorme contradicción. ¿Acaso el epíteto de “parásita” que permanentemente la dirigencia bolivariana le pone a la burguesía no se refiere a su dependencia histórica de las divisas del estado venezolano para poder producir? Pues entonces flexibilizar aún más el control de cambio y otorgar más dólares a la burguesía (de hecho durante la actividad fueron entregados en total unos 44 millones de dólares a distintas empresas), significa que el propio gobierno está echando su discurso político a la basura. De la noche a la mañana la burguesía ya no es parásita ni enemiga y puede recibir más y más dólares
Un análisis profundo y exhaustivo de cada una de las medidas que fueron tomadas en el marco de la llamada expoferia, implicaría extender notablemente la presente declaración, por lo que será desarrollado en artículos posteriores, y por ello sólo hemos comentado algunas de las medidas más relevantes.
La profundización del viraje procapitalista del gobierno y las perspectivas para la Revolución Bolivariana
La Revolución Bolivariana se encuentra ante una grave amenaza. Como nunca antes la contrarrevolución acecha de forma tan peligrosa.
Es una ley sociológica de las revoluciones, el que éstas deben siempre ser llevadas hasta el final, hasta sus últimas consecuencias, de lo contrario, tarde o temprano serán derrotadas. Todo el desarrollo de la lucha de clases en el siglo XX está lleno de trágicos ejemplos que confirman la anterior tesis. Nicaragua y Chile son dos ejemplos históricamente muy cercanos a la Revolución Bolivariana, que nos han dejado lecciones muy importantes sobre ello.
Una revolución significa el despertar de las masas trabajadoras del letargo en el que durante años y décadas estuvieron adormiladas por el yugo capitalista. Su despertar, que siempre se expresa en una enorme movilización y participación de las masas trabajadoras, es en primera instancia su mayor fuerza. Ahora bien, una vez que éstas despiertan, la revolución, como conjunto de cambios estructurales que implican la muerte de un viejo régimen social, y el nacimiento de uno nuevo, debe ser llevada a cabo hasta al final cuanto antes, de lo contrario, tarde o temprano las masas caerán en agotamiento, apatía, desmoralización y desmovilización.
La Revolución Bolivariana no es ajena a esta ley del desarrollo histórico de la lucha de clases. En Venezuela, las masas evidenciaron muy poco agotamiento hasta finales de 2012, como consecuencia de las enormes conquistas sociales que fueron logradas por la revolución en materia de salud, educación, vivienda, alimentación y otros desde el año 2004. Pero, con la vertiginosa agudización de la guerra económica a partir de la muerte del presidente Chávez, las masas trabajadoras comenzaron a desmoralizarse rápidamente, lo que devino en la derrota electoral de las elecciones parlamentarias de 2015.
La guerra se gana batallando y derrotando al enemigo, no “convenciéndolo” de que se una a nosotros, sobre todo en la “guerra” de clases, donde ambas partes son irreconciliablemente contradictorias. O vence el proletariado o vence la burguesía, pero no hay posibilidad alguna que triunfen los dos. La burguesía debe ser liquidada económica y políticamente (expropiada por el proletariado), para que el proletariado pueda triunfar definitivamente.
Como ya señalamos, sobre la base del programa económico actual del gobierno, de otorgamiento de mayores y mayores concesiones a la burguesía nacional e imperialista, no hay posibilidad alguna de construir el socialismo en Venezuela hoy.
Más aún, ello a su vez termina de cerrar las puertas a la posibilidad de derrotar realmente la guerra económica, y por lo tanto, no ofrece ni en el corto ni en el mediano plazo, ninguna perspectiva de mejoría notable de la situación económica en el país. Mientras la burguesía tenga el control de los medios de producción, seguirá habiendo desabastecimiento crónico y la inflación continuará creciendo de manera vertiginosa. Por lo tanto, no se avizora en el horizonte próximo ninguna mejoría real en las condiciones de vida de las masas trabajadoras, lo que implica que el fenómeno del reflujo, es decir, de la desmoralización y desmovilización de las masas trabajadoras, que son el sostén de la revolución, continuará agudizándose de manera inevitable.
Ya sea que las elecciones regionales y municipales se realicen en diciembre de este año, o que todos los comicios sean efectuados de manera conjunta en diciembre de 2018 en unas “mega elecciones”, debemos decir con toda la seriedad y responsabilidad histórica que el momento amerita, que sobre la base de la actual política económica que la dirigencia bolivariana está llevando adelante, la revolución será trágicamente derrotada, y la responsabilidad histórica de un hecho tan nefasto recaerá esencialmente en la dirigencia bolivariana, no en las masas trabajadoras, que en cada momento crítico se han movilizado en defensa de la revolución.
Sólo un viraje radical hacia el socialismo puede derrotar la guerra económica y abrir camino para superar la crisis de abastecimiento e inflación que padece el pueblo trabajador. La derrota del mercado paralelo de dólares pasa necesariamente por la nacionalización de la banca, nacional y transnacional. El robo y malversación de las divisas otorgadas por el gobierno para la importación de bienes terminados y materias primas obliga a nacionalizar todo el conjunto del comercio exterior bajo control obrero. La derrota de la especulación, el remarcaje de precios, el acaparamiento y la inflación desatada pasa por la movilización masiva y organizada de las masas para la conformación de comités populares de abastecimiento y producción y por ejercer través de ellos el control necesario sobre todo el comercio al por menor y sobre panaderías, luncherías, restaurantes, abastos, supermercados y demás establecimientos comerciales. La única salida para derrotar el sabotaje bestial a la producción de alimentos en el país, pasa necesariamente por la nacionalización bajo control obrero de los monopolios industriales.
La lucha por llevar adelante un programa revolucionario de esta naturaleza, pasa por la conformación de una organización política revolucionaria, basada en las ideas, métodos y programa del socialismo científico, es decir, del marxismo. Compañero, compañera, ayúdanos en esta tarea fundamental de la revolución socialista. ¡Únete a la Corriente Marxista – lucha de Clases!