La noche de ayer, el presidente Maduro denunció los planes golpistas que la MUD pretende poner hoy en marcha, dirigidos y apoyados por el imperialismo norteamericano, como lo evidencia el comunicado emitido ayer por el departamento de estado de los EEUU. Asimismo, informó de la captura del Vicealmirante en situación de retiro Pedro Pérez Rodríguez, junto a otros oficiales cuyos nombres no fueron dados a conocer, y que han participado activamente en la conspiración golpista que se prepara para hoy y para los próximos días.
En los últimos días, los llamamientos al alzamiento militar contra el gobierno, por parte de dirigentes de la derecha como Julio Borges, Ramos Allup o Freddy Guevara han sido más que evidentes.
La MUD ha organizado una movilización que ha partido desde el este de Caracas y desde algunas zonas pequeño burguesas del oeste y centro, y que pretende llegar hasta la Defensoría del Pueblo, aunque el objetivo real de la derecha es poder romper el cerco policial y provocar un estallido de violencia en la ciudad capital, que genere numerosos heridos, detenidos y fallecidos, a fin de generar un estado de conmoción que sirva de argumento para el llamamiento que vienen haciendo a las FANB a desconocer el gobierno, y al imperialismo a intervenir en Venezuela.
En respuesta, la base revolucionaria se está movilizando una vez más en el centro de la ciudad hasta la avenida Bolívar, a fin de derrotar en las calles a las fuerzas de la contrarrevolución.
Ciertamente la burguesía está determinada a organizar una intentona golpista exitosa, para lo cual ha estado captando elementos de las fuerzas armadas y de los cuerpos policiales durante los últimos meses y semanas, tal y como lo han comprobado las investigaciones de los cuerpos de inteligencia del estado, y ello no es reciente. Los representantes políticos de la burguesía han tratado de organizar movimientos conspirativos dentro de las fuerzas armadas durante los últimos 4 años de manera continua, según lo han permitido corroborar los informes de los cuerpos de inteligencia.
Ahora bien, en realidad es poco probable que se produzca un alzamiento militar de envergadura que pudiera materializar un golpe de estado, o al menos un alzamiento que provenga del alto mando militar.
El alto mando militar tiene fuertes lazos con el gobierno, y más aún, un sector importante de éste hace vida activa dentro de los aparatos de gobierno y de estado. En la medida en que sectores importantes del alto mando participan en cargos de alto nivel en el estado, son dirigentes de empresas estatales y nacionalizadas y/o en general, participan de los privilegios y prebendas que otorga el estado burgués, en esa misma medida tales condiciones materiales dan base a una sólida alianza entre los mandos medios y altos de las FANB y el gobierno, aún y cuando esta alianza no se fundamenta en elementos ideológicos sino puramente materiales.
Evidentemente este sector considera a un posible gobierno burgués encarnado en la MUD, como una grave amenaza a sus intereses y privilegios económicos y políticos, y por lo tanto, sobre la base del programa político y propaganda actual de la MUD, es bastante poco probable que éstos se suman a la aventura golpista.
Por otro lado, existe un sector honesto de las FANB, pero que abarca sobre todo a los sectores de rangos medios y bajos, a la tropa, que sí apoya al gobierno sobre la base de elementos ideológicos, y no necesariamente sobre la base de privilegios y prebendas políticas y económicas. No obstante, entre este mismo sector, por la misma razón de que no participa de los privilegios que otorgan los cargos estatales y de gobierno, es donde se están captando la mayor cantidad de elementos conspiradores.
A partir de la argumentación previa, puede comprenderse que la posibilidad de que se produzca un alzamiento militar exitoso desde el alto mando militar no es inminente.
Sin embargo, aunque sea derrotado hoy en las calles el plan de golpe de la derecha, su asedio contra la Revolución Bolivariana no terminará allí. Por su naturaleza de clase, el imperialismo y la burguesía venezolana están absolutamente determinados a derrotar por la vía que sea a la revolución, como lo demuestran los últimos 18 años, en los que éstos no han descansado un segundo en sus intentos de aplastarla por medios violentos.
Ahora bien, cada vez que la burguesía ha intentado derrocar al gobierno, la movilización de las masas revolucionarias ha desbaratado una y otra vez todas las intentonas golpistas.
Pero ahora hay un variable en la ecuación que no estaba presente antes, y que constituye un grave peligro para la revolución: el desgaste y desmoralización de las masas trabajadoras.
En la medida en que cada uno de los intentos de la burguesía de derrocar al gobierno ha sido derrotado por la movilización obrera y popular, el imperialismo y su lacaya nacional han optado desde los últimos 4 años por utilizar como táctica el sabotaje económico, para desgastar y desmoralizar a las masas revolucionarias, socavando así la base de apoyo del gobierno bolivariano y preparando el terreno para su derrocamiento.
Esta táctica, que ha sido respondida por el gobierno con peligrosa pasividad, ha tenido éxito en la búsqueda de su objetivo. Las masas revolucionarias, que siempre han sido el sostén y motor de la revolución, vienen evidenciando progresivamente durante los últimos 3 años, graves signos de desgaste, cansancio, apatía y desmoralización, lo que terminó por reflejarse de forma aguda en las elecciones parlamentarias de 2015 con la victoria de la MUD. La causa de la derrota del chavismo en dichos comicios, no fue otra pues que el agudo desgaste y cansancio que ha generado entre las masas la crítica y prolongada situación de inflación y escasez que se vive en el país.
En ése sentido, se necesita de un viraje radical hacia la izquierda en la política económica del gobierno, a fin de poder reavivar el ánimo de lucha y la combatividad de las masas. Mientras se prolongue y agudice la situación de escasez crónica y rápido aumento de la inflación, las masas continuarán desmoralizándose peligrosamente cada vez más y más.
Lamentablemente, la política del gobierno va en la dirección contraria. Cada vez que la burguesía ha lanzado una ofensiva contra la revolución, o en la medida en que el sabotaje económico se ha profundizado, la respuesta del gobierno ha sido el otorgamiento de mayores y mayores concesiones a la burguesía, y de frenar parcial o totalmente las políticas que implican radicalizar la revolución en el ámbito económico.
Ello es lo que ha podido observarse de hecho en la ExpoVenezuela. Los grandes enemigos históricos de la clase obrera venezolana, los monopolios industriales imperialistas que tienen inversiones en el país fueron los invitados estelares del evento. Colgate-Palmolive y Nestlé, entre varios otros, ambos sujetos activos y flagrantes en la guerra económica, fueron agasajados con créditos y otras concesiones, sin mencionar a burgueses nacionales que también recibieron prebendas.
En lugar de apostar al fortalecimiento y movilización de la clase obrera para luchar contra la guerra económica, en lugar de apoyarse en la lucha de clases para avanzar hacia el socialismo, el gobierno tiende la mano al enemigo de clase y se llama así mismo “amigo de los empresarios”, a la vez que procura que se disipe cualquier campaña rabiosa en su contra, que le señala erróneamente de “comunista”. Abiertamente, el gobierno plantea una política de conciliación de clases. Según esta posición política, quizás el presidente Chávez también se equivocó cuando se reivindicó asimismo y públicamente como marxista.
Una política de tal naturaleza, prepara inevitablemente el terreno para la victoria de la contrarrevolución, que aunque no logre su objetivo por la vía violenta o mediante un alzamiento militar, puede alcanzarlo a través de los mecanismos electorales, tal y como ya ocurrió en 2015. Tan sólo queda alrededor de un año y medio para las próximas elecciones presidenciales, y en la medida en que el gobierno no dé un viraje radical a la izquierda, no podrá derrotarse la guerra económica, ante lo cual no podrá revertirse el proceso de desmoralización y desmovilización de las masas trabajadoras, que actualmente está en desarrollo.
La vanguardia del movimiento obrero y popular, que es el sector históricamente más combativo de las masas trabajadoras y oprimidas, podría jugar hoy un rol extraordinario en la derrota de la guerra económica si el gobierno le llamase a la lucha, abriendo así las puertas para la transición al socialismo, mediante la expropiación de la banca, la tierra, el comercio exterior y la industria bajo control obrero, y la posterior planificación democrática de la economía. Pero, cuando por el contrario el gobierno mantiene una política de pasividad, a la vez que tiende la mano a la burguesía, y plantea que la actual crisis económica sólo se puede superar en alianza con el empresariado parásito, que ahora se nos pinta como productivo, patriota y honesto, ello genera una terrible confusión entre las filas del chavismo, y aún entre los sectores avanzados y combativos del movimiento, paralizando así su capacidad de lucha y preparando el camino para el avance de la contrarrevolución.
Sólo la radicalización a la izquierda de la revolución nos permitirá derrotar definitivamente a la contrarrevolución y hacer irreversible la Revolución Bolivariana.
¡Ni pacto ni conciliación, radicalización de la revolución!
¡Basta ya de conciliar, es la hora de luchar!
¡Expropiación de la burguesía bajo control obrero!
¡Socialismo o barbarie!