En una demostración sin precedentes los trabajadores y sectores populares venezolanos, expresaron como nunca antes las reservas revolucionarias que anidan en ellos.
Con un resultado de 8.089.000-votantes que dijeron sí a la Asamblea Constituyente, la misma vuelve a darle un respiro a la revolución, ante el cerco que hace años sostienen los capitalistas venezolanos y el imperialismo yanqui y europeo.
Saboteo económico, inflación de 800%, carestía de la vida, góndolas vacías en los grandes centros comerciales, son la realidad de un pueblo que sostiene como puede las conquistas logradas con la revolución hace décadas.
Desde hace 100 días venimos presenciando el asedio sostenido por los escuálidos con las guarimbas, con una violencia callejera sostenida, mostrando al mundo un país sumergido en la barbarie cuando queman personas sean o no chavistas.
Distintos países ejercen mayor presión internacional al desconocer la Asamblea Constituyente, y señalar que “se ha roto la continuidad institucional”, tal es el caso de Argentina, Estados Unidos, España, Brasil, Colombia, Panamá, Perú y México y el Parlamento Europeo. Se suma, la decisión del Gobierno de EEUU de aplicar sanciones económicas para que el gobierno de Maduro establezca un retiro ordenado y entregue el poder a la Asamblea Nacional con mayoría opositora.
Por su parte, la Cancillería del Perú ha convocado para la semana próxima a países Americanos a una reunión y once han comprometido su presencia, con la intención de sacar en forma unánime una declaración de repudio y sanciones aún más severas.
Estos fariseos de todos los colores no pueden abrir la boca, desde Macri, que reprime las protestas de los trabajadores que se movilizan ante el cierre de fábricas, o Michel Temer de Brasil implicado en el Lava Jato y que se ha constituido en un gobierno que reprime a las enormes movilizaciones de los trabajadores y de la juventud brasilera. O un gobierno como el de Trump de EEUU que no tiene autoridad moral ya que blandiendo la bandera de la libertad ha cometido cientos de atrocidades dentro y fuera de sus fronteras.
La oposición cuenta con una gran cobertura mediática, además de un blindaje nacional e internacional, obturando todo tipo de información, distorsionando la realidad ya que le endilgan al gobierno de Maduro la casi totalidad de las muertes habidas. La mayor parte de los medios de comunicación, sean televisivos, escritos, radiales, etc. utilizaron la violencia durante la jornada electoral, contra “el gobierno represivo de Maduro”, mientras que se trataba de ataques de grupos encapuchados a sueldo, lúmpenes utilizados por los escuálidos.
La hipocresía de esta gente no tiene límites ya que señalan que tan solo el 12% del pueblo de Venezuela fue a votar, denunciando que Maduro ha consumado un autogolpe.
Por su lado, Borges declaró que “El Parlamento Venezolano fue electo por 14 millones de habitantes, es un Parlamento que va a seguir sesionando, es un Parlamento que encarnamos todos los que estamos acá. No vamos a hacer otra cosa que seguir adelante”. “Este es el sitio donde nos colocó el pueblo y nosotros vamos a seguir trabajando normalmente”.
Por su lado, el Presidente Maduro ha insistido en ofrecer la otra mejilla ante los golpes de la oposición, dando mayores garantías, sentándolos en la mesa de negociación, en la idea de que juntos con los capitalistas el país podría avanzar. Negoció con el MUD hasta el día anterior de la realización de la Asamblea Constituyente, haciendo un llamado a los capitalistas en la noche que finalizó el proceso electoral en Plaza Bolívar; mientras que éstos solo quieren recuperar el timón del Estado y vengarse por tantos años en que la clase obrera osó levantar la cabeza, así como avanzar contra las conquistas logradas.
Nuevamente el Presidente Maduro llama al dialogo a la oposición, haciendo gala de hombría, como si esto fuera lo esencial en el actual proceso de la revolución.
Mientras los trabajadores masivamente demostraron una voluntad inquebrantable de lucha e instintivamente se volcaron a las urnas para decirle no a los capitalistas venezolanos, entendiendo que, de manera imperiosa, se debe profundizar la revolución y así poder doblegar a la oposición capitalista.
Mientras los trabajadores y sectores populares demuestran la necesidad de organizarse para llevar comida a sus mesas, salud a sus familias, educación a sus hijos; el gobierno de Maduro se apresta a negociar con el MUD utilizando la Asamblea Constituyente, mantener el gobierno con el apoyo del ejército y hacer más concesiones a los capitalistas.
Lo que queda claro es que el pueblo trabajador, obrero y campesino con un instinto claro de clase vieron a la Asamblea Constituyente como una herramienta para frenar la ofensiva de los capitalistas venezolanos y el imperialismo.
Más de 8 millones de votos han sacado a relucir nuevamente aquella máxima de que el látigo de la contrarrevolución agita a la revolución. Como en cada momento decisivo los trabajadores han salvado nuevamente a la Revolución.
El pueblo trabajador junto a la juventud debe tomar la AC en sus manos.
No hay otra salida, las alternativas se han diluido con el paso de los meses y años desde el fallecimiento del Presidente Hugo Chávez.
Lejos de profundizar la revolución mediante la expropiación de fábricas y empresas de distribución y comercialización de alimentos y del campo para poner a la economía al servicio de los trabajadores golpeados por la guerra económica de la burguesía, Maduro y su gobierno se ha encargado de hacer retroceder a la revolución al insistir en aplicar un programa reformista de conciliación de clases. Totalmente opuesto a lo señalado por el propio Chávez en más de una oportunidad.
Maduro, ha llamado de manera sistemática a la Mesa de Unidad Democrática a negociar en un intento de conciliar lo que no se puede.
La juventud y la clase obrera, la vanguardia bolivariana debe poner a la orden del día un programa de acción que vaya desde la conformación de comités de autodefensa ante la violencia de las guarimbas. Que convoque en cada fábrica a asambleas para avanzar en la toma de las mismas y poner en funcionamiento bajo control obrero como manera de neutralizar a la burguesía que con sus tácticas de guerra civil unilateral somete al país a un infierno de violencia y como manera de comenzar a poner en marcha el aparato productivo para de esta manera empezar a revertir los efectos del sabotaje en el marco de la guerra económica contra el pueblo.
Es necesario que la vanguardia revolucionaria del movimiento bolivariano se oriente a la construcción de una nueva dirección. Es claro que la actual dirección conformada por la burocracia del PSUV y una casta militar privilegiada no pueden ofrecer ninguna salida.
El objetivo de la dirección actual es maniobrar con la Asamblea Constituyente para seguir sosteniendo el sistema capitalista. Esto es la receta acabada para el desastre, y no justamente para la burocracia sino para los trabajadores, los campesinos y el pueblo pobre venezolano que son los que pagan el precio de la crisis.
Tenemos que ser claros y directos, la Constituyente no podrá solucionar la profunda crisis económica, política y social que atraviesa Venezuela sino se orienta a expropiar la propiedad privada de los medios de producción, con la fuerza de la clase obrera organizada.
Si no se da una ruptura con el capitalismo inexorablemente la parálisis de la economía va a seguir profundizándose junto con la guerra económica.
Se trata entonces de salvar a la Revolución, y para esto no hay medias tintas. Resulta utópico hacer una revolución a medias, lo que no avanza retrocede.
Retomar las palabras de Chávez cuando señalaba la necesidad de liquidar al Estado burgués, y superar al capitalismo por las vías del socialismo es una cuestión que ya no puede esperar más.
La historia enseña a través de múltiples ejemplos que en el reformismo esta implícita la traición. Y esto sucede independientemente de la voluntad de quien lleve adelante esta traición. Maduro y el sector de poder que representa dentro del gobierno está, no solo negando en la práctica el legado de Chávez, sino que llevando la revolución al abismo.
El punto de resolución histórico de la Revolución no está muy lejos, se viven momento dramáticos.
Las organizaciones de base tienen que orientar todos sus esfuerzos para transformar la Constituyente en un arma contra la burguesía, como única manera de salvar la revolución. Este proceso necesita construir una nueva dirección revolucionaria.
Desde la Corriente Socialista Militante de Argentina, enviamos todo nuestro apoyo y solidaridad a nuestros hermanos de clase, los trabajadores y jóvenes venezolanos. Desde aquí nos encontramos también luchando con el mismo enemigo, ya que la lucha es una sola en todo el mundo.