El día 30 de julio salieron a votar más de 8 millones de personas, cifra que sorprendió no sólo a la oposición, sino también a la misma dirigencia del gobierno y a los mismos revolucionarios de base, número que muchos, sobre todo en la oposición, no aceptaron y hasta han intentado minimizar, tratando así de seguir invisibilizando a ese pueblo que de alguna manera se manifestó no a favor de un gobierno, sino en contra de las acciones que han venido desgastándolo y en defensa de las reivindicaciones históricas que ha alcanzado durante la Revolución Bolivariana.

Sin embargo, si esta ANC no asume la realidad de que en Venezuela vivimos una lucha de clases, seguiremos en las mismas políticas erradas que ha venido aplicando este gobierno. La dirigencia bolivariana debe tomar de manera rápida y audaz decisiones que conlleven a acciones realmente revolucionarias, dirigidas a destruir el poder político y económico de la burguesía, y a consolidar el poder de la clase obrera. Sólo así podremos resolver la grave crisis actual, que amenaza peligrosamente el futuro de la Revolución Bolivariana.

Después de la muerte del Presidente Chávez, la oposición en Venezuela dio inicio a una arremetida sin precedentes con el fin de derrocar al gobierno del Presidente Maduro.

Para el año 2014, suceden en el país una serie de hechos violentos, a partir de la llamada “Salida” de Leopoldo López y María Corina Machado que desembocaron en las llamadas guarimbas de ese año. Estas acciones irresponsables dejaron el triste saldo de 43 personas fallecidas.

Luego para el 2015, la oposición continuó su política de desestabilización, con el fin de generar las condiciones que permitieran una salida de cualquier tipo (electoral, insurreccional, jurídica, etc.) del gobierno. Para lograr esto, el método usado por la oposición fue el recrudecimiento de la guerra económica a través del sabotaje económico, desabastecimiento y acaparamiento de productos básicos y medicinas, especulación de precios; acciones que además debemos reconocer vinieron acompañadas de una desastrosa pasividad por parte del gobierno, ante la urgente necesidad de controlar el caos generado por las acciones de la guerra económica a tiempo, habiendo podido evitar así llegar al punto crítico en el cual nos encontramos, es por eso que la falta de decisión del gobierno, la falta de autoridad, la permisividad, la impunidad ante crímenes horrendos producto de las guarimbas y acciones de calle, produjo un reflujo en las masas, inclusive en aquella parte de la población históricamente más desfavorecida por el régimen burgués, y a su vez más reivindicada durante la revolución. Todo esto se evidenció el día 06 de Diciembre del año 2015, al perder cerca de 3 millones de votos en las elecciones parlamentarias.

A partir de la terrible pero a su vez esperada lección dada por ese pueblo en proceso de desgaste y retroceso político el 06 de diciembre, se proyectaban para el año 2016 perspectivas sombrías, pues el gobierno había perdido uno de los poderes más importantes para el país como lo fue la Asamblea Nacional (AN), que desde el día de su instalación inició el ataque feroz contra el gobierno, haciendo uso de las facultades de este poder. Es así como durante el período 2016 al 2017, han ocurrido varios intentos para derrocar al gobierno desde la Asamblea Nacional, que podríamos enumerar de la siguiente manera:

Primer intento de golpe: Se inventa un juicio político contra el presidente legítimo de Venezuela.

Segundo intento de golpe: Se aprovecha un viaje diplomático efectuado por el presidente Maduro para que la AN acuerde un supuesto abandono del cargo por parte del presidente.

Tercer intento de golpe: Luego intentaron un derrocamiento con el apoyo internacional, a través de la exigencia de aplicación de la Carta Democrática Interamericana de la OEA contra Venezuela.

Cuarto intento de golpe: El nombramiento del nuevo TSJ.

Y

a en el año 2017, se observaba una fase muy avanzada de desgaste impuesto por la burguesía a la población en general. El recrudecimiento de las acciones desestabilizadoras era sin precedentes, el dólar paralelo ya comenzaba a rondar los Bs 11.000 para el mes de febrero del 2017. A principios de abril, el TSJ emite dos sentencias, la  sentencia 155, en la que se declara nulo el acuerdo de la AN de solicitar la aplicación de la Carta Democrática y la sentencia 156, en la que se permite al ejecutivo construir empresas mixtas y se establece que el TSJ asumirá las funciones de la AN para la construcción de estas empresas mientras esté en desacato.

Para la MUD estas sentencias fueron la excusa perfecta a fin de encender una nueva ola de violencia en el país, que se desató desde el mismo día en que fueron dictadas por el TSJ. Los grupos de choque de la extrema oligarquía retomaron las acciones guarimberas, pero esta vez con mayor intensidad, hasta el punto de promover la intolerancia, racial y socio política, en contra de aquellas personas que son o que simplemente basta con pensarse que pueden ser chavistas. Estas acciones han sometido al país por más de 6 meses, dejando un terrible saldo de más de 100 personas fallecidas, sin contar el terrible miedo infundido en la sociedad gracias a los ataques psico terroristas que sus grupos de choque violentos produjeron en las distintas instituciones, bienes de servicios y edificaciones del estado.

También el terror y pánico que sintió y que aún siente hoy la población al revivir épocas que aunque terribles, se consideraban ya superadas en la historia de la humanidad, como por ejemplo el sentir que volvíamos a la época de la inquisición, donde en el caso actual, alguien se tomaba el atributo de juzgar a una persona de chavista y de inmediato se procedía a golpearle en el mejor de los casos (como ocurrió en el CCCT) o apuñalearles y quemarles vivos (como paso en Altamira y los Teques en varias ocasiones), y por supuesto la molestia que se iba acumulando en los sectores tanto chavistas como antichavistas debido al auto-secuestro producto de las barricadas impuestas por la dirigencia opositora.

Todas estas acciones totalmente irresponsables fueron generando contradicciones en las bases chavistas y opositoras, pues ya no se trataba sólo de que no se conseguía comida ni medicinas, sino que además, se tenía el estrés constante de estar secuestrado en su propia urbanización o sector, o si no el pánico de que en cualquier momento cualquier persona podía ser acusado de chavista por aquellos que jugaban a la santa inquisición ideológica montada por la oposición, que luego procedían a linchar y a quemar a esta persona acusada.

En Julio del 2017 ocurren dos situaciones de movilización de masas, por un lado el 16 de Julio la oposición decide convocar a un Plebiscito, donde sabemos que este acto no era para contar personas, que de por sí, ellos ya sabían que no tenían, pero si era para generar la matriz mediática internacional que desencadenaría en un posible golpe de estado con el apoyo internacional, bien fuera nombrando algún gobierno paralelo o cualquier otra forma que les permitiera tumbar a Maduro.

No obstante, el evento no tuvo ningún éxito y no dejó de ser una simple consulta interna por la manera en que se realizó. Se debe resaltar que dicho evento evidenció el desgaste y cansancio de sus bases, pues la misma cantidad de personas que votaron para la asamblea en el 2015 no se observó acudiendo a las mesas o puntos designados para el plebiscito, quizás la poca formalidad de ese evento terminó por desilusionar a muchos.

Por otro lado, el 30 de Julio se realizó la elección de los diputados a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) convocada por el gobierno nacional. Una convocatoria que por supuesto fue y aún lo es, atacada por toda la burguesía nacional e internacional, que tiene claridad de lo que esto podría representar. Es la primera vez que se convoca a una Asamblea Nacional Constituyente con estas características, donde se incluían a los sectores populares del país. Por ejemplo, los estudiantes públicos, de las misiones y hasta de las privadas tenían algunos curules seguros en esta ANC, los campesinos, los pescadores y la clase obrera tienen participación con voz y voto en este evento.

Ahora bien, la conciencia de las masas, y por ende, la correlación de fuerzas existente en la sociedad en un momento dado, es un fenómeno que se comporta dialécticamente, es decir que no es estática sino que está en continuo movimiento.

Debido a todo esto que se ha mencionado, se generó una gran expectativa en la población alrededor de la Asamblea Nacional Constituyente, que fue presentada y así lo entendió la mayoría de la población, como el instrumento para acabar con toda la violencia, con toda la intolerancia y por supuesto también como el instrumento para poner fin a la guerra económica que tanto daño ha venido haciendo en nuestra sociedad.

Por esa razón es que el día 30 de julio salieron a votar más de 8 millones de personas, cifra que sorprendió no sólo a la oposición, sino también a la misma dirigencia del gobierno y a los mismos revolucionarios de base, número que muchos, sobre todo en la oposición, no aceptaron y hasta han intentado minimizar, tratando así de seguir invisibilizando a ese pueblo que de alguna manera se manifestó no a favor de un gobierno, sino en contra de las acciones que han venido desgastándolo y en defensa de las reivindicaciones históricas que ha alcanzado durante la Revolución Bolivariana.

Son 8 millones de personas que aún cuando tuvieron grandes dificultades para ejercer su derecho al voto, no se dejaron amedrentar, cruzaron ríos, atravesaron montañas, los grupos paramilitares de choque fascistas les cayeron a plomo y aun así continuaron buscando por los caminos verdes la manera de llegar a sus centros de votación. En muchos casos les cerraron a la fuerza varios centros de votación, incendiaron las máquinas electorales, pero a pesar de todo eso, esa población salió a decir “YA BASTA DE FACISMO E INTOLERANCIA”.

Sin embargo, pensar que estos 8 millones de venezolanos que votaron son todos chavistas pues tampoco es entender las contradicciones que aun hoy siguen marcadas. Es verdad que la movilización de la maquinaria electoral del PSUV a través de los CLAP y otros instrumentos fue impresionante, pero también se debe reconocer que hubo elementos de oposición que salieron a votar por considerar que su dirigencia tampoco tiene la capacidad para salir del punto grave y crítico en donde estamos ahora; votaron personas de la oposición o personas que no tienen alguna tendencia política definida y lo hicieron producto del mismo desgaste que le hizo vivir la MUD con las guarimbas. Muchos que no simpatizan con las políticas del gobierno y que gozan de estas políticas de beneficios sociales como por ejemplo los CLAP, las pensiones, Misión Vivienda entre otras, salieron a votar sólo por temor a no perder sus beneficios adquiridos; también las instituciones y organismos del estado hicieron su parte, en el seguimiento realizado a sus trabajadores para verificar que habían asistido a votar, el cual fue preciso y asfixiante.

Por otro lado, muchos chavistas que no votaron en las elecciones de la asamblea nacional, molestos por la situación actual que padecemos, esta vez sí lo hicieron, pero debemos mencionar que estos chavistas lo hicieron no porque consideraron importante mantener al gobierno, lo hicieron porque realmente entendían lo que esta elección significaba, era una elección para reafirmar las conquistas obtenidas, una elección donde estaban en juego los beneficios sociales que tanto sufrimiento y vidas le han costado al pueblo venezolano poderlas obtener, pero en otro tipo de elecciones quizás se puedan volver a abstener de hacerlo producto del desgaste en que están sumergidos.

En fin, es imposible garantizar que estos 8 millones de personas que votaron el 30 de Julio, constituyan la relación de fuerzas real a favor del Chavismo. Si analizamos un poco más a fondo la realidad, donde además consideremos los procesos electorales anteriores, el número real que determinaría la relación de fuerza del chavismo seria entre 5 o hasta 6 millones de personas, que se podría considerar como el voto duro del Chavismo.

Ahora, luego de la instalación de la ANC electa, se observó cómo lamentablemente el gobierno movió sus fichas para tratar de mantener el control de la misma. El pueblo tuvo la oportunidad de meter un gran contingente de diputados de las bases, castigando a aquellos macoyeros que de alguna manera son culpables de la situación que estamos viviendo, pues su indecisión hacia el proyecto socialista nos ha llevado a un atolladero.

Lamentablemente, en esta elección pudimos ver nuevamente lo que significa la ausencia de un verdadero partido revolucionario, pues terminó imponiéndose la voluntad de la burocracia. Con un verdadero partido revolucionario integrado por la capa más avanzada del movimiento obrero y popular, se pudo haber escogido una gran mayoría de elementos de la base militante, elementos verdaderamente revolucionarios que no tenían favores pendientes con personeros o sectores particulares y que por lo tanto podría haber abierto la puerta a una profundización radical de la revolución.

La ausencia de una organización revolucionaria que aglutine a los mejores elementos de la vanguardia, la falta de una capa numerosa de cuadros revolucionarios educados en las ideas y programa del marxismo, y la ausencia de tradiciones militantes entre la vanguardia, permitió que la burocracia volviese a controlar la dirección política de un evento de movilización de masas sin precedentes en Venezuela. La burocracia volvió a secuestrar a Rondón, y ello, como ya hemos señalado, debido a la ausencia de una organización revolucionaria basada en las ideas y programa del marxismo. Es necesario y urgente construir una organización de tal naturaleza.

Sin embargo, si esta ANC no asume la realidad de que en Venezuela vivimos una lucha de clases, seguiremos en las mismas políticas erradas que ha venido aplicando este gobierno. La dirigencia bolivariana debe tomar de manera rápida y audaz decisiones que conlleven a acciones realmente revolucionarias, dirigidas a destruir el poder político y económico de la burguesía, y a consolidar el poder de la clase obrera. Sólo así podremos resolver la grave crisis actual, que amenaza peligrosamente el futuro de la Revolución Bolivariana.

El secuestro que la macoya le ha impuesto a Rondón, es decir, el hecho de que las bases no dominaron la ANC, sino que lo hicieron los mismos de siempre, donde se incluyen personas que han sido autores directos de la situación crítica que vivimos, muestra cierta tendencia por parte del gobierno, no a ratificar su política errada de conciliación con la burguesía, sino incluso, evidencia quizás una tendencia hacia un posible fenómeno de bonapartismo, que podría provenir desde las propias filas del gobierno, específicamente del sector militar.

Estamos de acuerdo en que pareciera que el pueblo le está dando una nueva oportunidad a su dirigencia para que rectifique, pero el caso es que para futuros eventos o futuras elecciones como por ejemplo las regionales en diciembre, no podemos decir que votarán más de 8 millones de venezolanos por los candidatos del gobierno.

Sería incorrecto engañar a las masas diciendo que por lo menos 18 gobernaciones serán del chavismo, debemos recordar que ya hemos señalado, las sociedades, como fenómeno, son dialécticas, es decir que la conciencia de las masas es cambiante y depende de las condiciones objetivas que rodean a las masas, es por esto que no podemos considerar la victoria obtenida este 30 de Julio como una victoria permanente del chavismo y por lo tanto, decir que el chavismo se ha consolidado sería totalmente falso. Estamos muy lejos de haber obtenido esa victoria “irreversible”.

Además existen otros factores que determinarán esas elecciones, por ejemplo, el hecho de que los candidatos se nombren a dedo será crucial, pues seguramente serán seleccionadas como candidatos personas que no gozan del agrado del pueblo. Quizás el factor más importante para determinar algún resultado posible en las elecciones regionales va a depender de los resultados que logre de aquí a diciembre la ANC.

Si ocurre de la misma forma como sucedió con la Asamblea Nacional del 2015, donde ésta prometió “la última cola”, y se terminó convirtiendo en toda una mentira, provocando un enorme desencanto en las masas opositoras; si pasa lo mismo con esta ANC, tan llena de ilusiones para el pueblo, pues seguramente volveremos a ver un reflujo mucho más marcado en la población en los próximos años, definiendo así posibles resultados adversos en otros próximos eventos electorales a llevarse a cabo, sentando las bases sin duda alguna, para la derrota electoral de la revolución.