A continuación compartimos un reporte de nuestro corresponsal en el Edo. Táchira, sobre la violencia fascista que ha sufrido el pueblo trabajador del municipio Cárdenas (Táriba) durante los últimos meses, así como las hazañas que éste llevó a cabo para defender la revolución el pasado 30 de julio y lograr ejercer su derecho al voto, teniendo incluso que cruzar el río Torbes a pie.
Voy a empezar con una frase muy anecdótica: “quien no conoce su propia historia tiende a repetirla”. Digo esto para referirme a un escritor venezolano en tiempos de la dictadura gomecista, a principios del siglo pasado, quien escribió una famosa novela porque no podía decir públicamente lo que pensaba (“Doña Bárbara”). Ahí describe el miedo y el terror de un pueblo que no se podía expresar, y esa, que es nuestra historia, la rescató la oposición venezolana y la puso en práctica en la Venezuela de hoy, la del siglo XXI.
En el 2014 en el municipio Cárdenas del Estado Táchira, empezó nuestro drama. Somos una inmensa parroquia, que lleva por nombre oficial “Amenodoro Rangel Lamus”, pero es conocida popularmente como Palo Gordo, ciudad dormitorio del municipio capital San Cristóbal.
Allí entonces, se demostró que en la organización del pueblo se encuentran soluciones a nuestros propios problemas. Después de más de cuarenta días de asedio de la ultraderecha, cerrando la vía principal de acceso a la ciudad, el pueblo organizado salió a la calle conjuntamente con los cuerpos de seguridad, cansado de ver vulnerado su derecho al libre tránsito, a buscar algo muy preciado que se llama libertad, y vio allí la necesidad de la organización del pueblo en la toma de decisiones, sin vulnerar el derecho a nadie sacó de las calles a los guarimberos, ocupando los espacios que ellos utilizaban para delinquir y retornando a la normalidad, después de varios días de vigilancia por parte de la misma comunidad junto a la guardia nacional.
Llegamos al 2017, otro escenario de lucha diferente pero en el mismo sector y con los mismos protagonistas. El alcalde y sus concejales a través de los empleados del registro civil que funciona en la Parroquia y unos pocos empleados de la misma alcaldía que residen por el sector, como jefes de los violentos junto a algunos líderes de partidos de oposición, cierran la vía. De nuevo practican varios días antes como efectuar su plan maquiavélico en contra de un pueblo que los eligió para que gobernaran, y al contrario, se dedicaron a derribar árboles, obstruir la vía, quemar cauchos, etc, etc, etc. El plan consistía durante el día en que esos pseudolíderes cerraban la calle, y después en la noche, contrataban delincuentes de varios sectores del estado, a los cuales pagaban para vigilar su barricada. Les llevaban licor y todo los que ellos les exigían, pero estos delincuentes se dedicaban a cobrar peaje a los transeúntes que se desplazaban por el sector con el fin de llegar a sus casas. Su consigna era “la lucha de pocos por la libertad de muchos”. ¡Qué fuera de la realidad estaban!
Después de tantos días de zozobra llego el día 27 de julio, donde intensificaron su guerra contra el pueblo cerrando las dos vías de acceso a nuestra parroquia de casi 40.000 ciudadanos. Sólo unos 20 vándalos ya identificados contratando dos grúas para trasladar a la entrada chasis de vehículos y cuanto objeto sirviera como obstáculo, y enterrando cabillas en el asfalto, tomando las precauciones para evitar que el plan republica instalara los centros de votación. Debido a que en un centro ya estaba instalado el plan república, como es el centro electoral Liceo Libertador, el más grande del estado Táchira, procedieron a tomarlo. El líder de la toma era un concejal del municipio, quien lanzaba bombas incendiarias y arremetía contra los efectivos que se encontraban en las instalaciones, y, como tenían cerrados todos los accesos a la ciudad, nunca llego refuerzo.
El día 29 de julio junto a efectivos de la Guardia Nacional y la Policía Nacional Bolivariana se trató durante casi toda la noche de despejar la vía, sólo logrando despejar la vía secundaria que conduce al municipio Cárdenas (Táriba), por lo que se tomó la decisión de instalar un sólo centro electoral nucleado que sería el coliseo de Táriba. Empezamos a avisar a partir de las dos de la mañana a los jefes de UBCH, al Equipo Político Municipal, a los Clap y a toda la comunidad organizada. El único medio de transporte sería el carro de San Fernando, un ratito a pie y otro caminando. El sector de “Gallardín parte baja”, totalmente acorralado por las barricadas internas, donde además vive María Luisa Mora, Jefe de UBCH, tomó camino por los valles de rio Torbes, por lo que ahora paso a describir su relato:
Dando inicio entre dudas, preguntas sin respuestas y mucha zozobra, llegó el día que esperábamos: 30 de julio, elección de la Asamblea Nacional Constituyente. Con llamadas, mensajes y todas aquellas herramientas comunicacionales de las que nos provee la tecnología, empezamos a convocar a toda nuestra militancia, todo ello después de haber visto y vivido en carne propia tantas amenazas, robos noche tras noche, secuestros, disparos, bombas incendiarias y el olor a gas lacrimógeno que utilizaban los cuerpos de seguridad para dispersar a estos delincuentes, sin alimentos, sin transporte y sin poder ni siquiera salir de nuestras casas a trabajar.
A las dos de la mañana nos enteramos que el centro electoral sería el coliseo de Táriba. Ya mi cuñado el sábado en la tarde me decía que era más corto el camino por los valles del río y al ser un camino y no una carretera, en principio nadie nos atacaría. Esperamos instrucciones, siempre con el miedo de que si salíamos íbamos a ser agredidos, pero era nuestra única alternativa para poder trasladarnos y tomamos la iniciativa de esperar a que amaneciera, porque si lo hacíamos en la oscuridad podíamos ser un blanco más fácil para los vecinos agresores de nuestro sector.
La cita era a las siete de la mañana en la casa comunal del sector Valbuena, después de esperar un rato partimos todos en grupo y durante el trayecto se nos sumaban más camaradas, mientras que otras personas nos abucheaban.
Mis palabras de aliento para los camaradas consistían en que por el camino era menos peligroso, era más corto el trayecto, era preferible embarrarnos a que nos pegaran un tiro, y mi cuñado nos esperaba en el río con otros vecinos para ayudarnos a cruzar. Además era mejor bajar en grupo para protegernos los unos a los otros durante el traslado.
A lo largo de la travesía unos cantaban, otros se quejaban, otros tomaban fotos y otros grababan nuestra odisea. Es de hacer notar que lo hacíamos en familia, niños, adultos, ancianos, mujeres y hombres, con el único fin de ejercer nuestro derecho al voto en defensa de la Revolución Bolivariana y para elegir una constituyente revolucionaria que lleve adelante la revolución socialista hasta sus últimas consecuencias.
Se presentaron disputas y algunas personas nos decían “¿para dónde van esos locos?”. Siempre fui atrás de todo el grupo evitando que nadie se quedara rezagado. Éramos como cien los que nos acompañaban. Se caían y se volvían a levantar para continuar su marcha. Cuando llegamos al río que teníamos que atravesar, se hizo una cadena humana a fin de evitar que nos arrastraran las aguas turbulentas.
Buscamos el sitio más bajo en donde el río estaba dividido en dos, así que el cruce fue doble, siempre con la solidaridad de los camaradas ayudándonos los unos a los otros, y cuando llegamos al centro electoral estaba el pueblo en algarabía, cada quien comentando todas las peripecias que les había tocado pasar para poder llegar al sitio.
Hicimos la cola, ejercimos nuestro derecho al voto y nos pusimos de acuerdo para regresar a las dos de la tarde. Nosotros y todos los otros que habían llegado por otras vías. Ahí éramos más ya, con el apoyo además de la fuerza armada y los órganos de seguridad del estado, sin embargo, aún con todo esto fuimos atacados en la cuesta la molina y en el sector el trapiche, donde se lanzaron varias bombas lacrimógenas, resultando herido el Sgto retirado Willy de la Guardia Nacional Bolivariana, que era uno de los que se desplazaban en la vanguardia del grupo de aproximadamente 350 personas, y a últimas horas de la noche fueron atacadas tres casas de camaradas comprometidas como la señora Claudia, Marisela y Edgar Pérez mercando las casas para proceder a arremeter contra ellos.