El día sábado 20 de octubre, se dieron cita diversas organizaciones políticas y movimientos sociales en la sede del partido Patria Para Todos con el fin de, en base a un análisis crítico de la coyuntura nacional y una evaluación de las acciones tomadas por el gobierno, ir construyendo colectivamente una propuesta y un plan de acciones concretas que nos lleven hacia la construcción de una alternativa genuinamente revolucionaria para asumir las riendas de la revolución.
Aunque existen divergencias en la caracterización del gobierno, entre socialdemócrata, reformista, neoliberal o bonapartista, existe un acuerdo en que la dirigencia del PSUV ha desviado el rumbo de la revolución, apartándose de las masas y los trabajadores para negociar con la derecha, negociaciones que se evidencian en la liberación de los precios, la bonificación del ingreso y la ley de protección a la inversión extranjera, entre otras medidas que van en detrimento de la soberanía y de las masas populares. Por otro lado, los asistentes señalaban el giro clientelar que habían tomado las medidas del gobierno, que no buscan darle una solución a la crisis económica.
Entre los acuerdos alcanzados están la discusión por las bases del documento “Hacia la Construcción de una Alternativa Revolucionaria” que reproducimos más adelante, con el fin de enriquecerlo. Y se extrajeron 25 propuestas concretas de acciones las cuales serán evaluadas el próximo viernes.
Asistentes. Patria Para Todos (PPT), Partido Comunista de Venezuela (PCV), Corriente Marxista Lucha de Clases, Círculos de Estudio Revolucionarios (CER), Colectivo Voces Antiimperialistas, Bravo Sur, Izquierda Revolucionaria, Movimiento en defensa del Adulto Mayor “Mauro Vive”, Redes, entre otros.
Hacia la Construcción de una Alternativa Revolucionaria
Venezuela en los actuales momentos es escenario de un proceso de descomposición social sin parangón en la historia nacional. Problemáticas como la escasez de productos de primera necesidad, la hiperinflación y la insuficiencia de los salarios, combinadas a su vez con el colapso generalizado de los servicios públicos (agua, salud, electricidad, transporte, entre otros), han alcanzado niveles tormentosos e insoportables para las familias trabajadoras, cuya capacidad para seguir resistiendo los embates de la crisis económica comienza a agotarse. Tanto los días finales del 2017 como los primeros del año que recién comienza, han estado marcadas por innumerables protestas, tomas de carreteras y conatos de saqueos, en innumerables ciudades y poblados del país, que tienen como razón de ser el profundo descontento popular, principalmente ante las constantes alzas de los precios de los alimentos y el hambre imperante entre amplias capas de la población más vulnerable.
El descontento no se puede ocultar, la sensibilidad está a flor de piel, en las calles aumenta la violencia y la frustración de las masas al no conseguir sus alimentos o medicamentos. La desesperanza es común en aquellos que no poseen formación política y que no encuentran medios de transformar su realidad, las lágrimas son más comunes de lo que deberían en un país que llegó a tener a las personas más felices del mundo. Sin embargo, los sectores más avanzados de las masas entienden que este es el momento de luchar.
La crisis del reformismo
La crisis del capitalismo mundial también es la crisis del reformismo. En periodos de bonanza, el capitalismo puede aceptar reformas para tratar de conciliar las contradicciones de clase, sin embargo, cuando las crisis (por demás cíclicas) aparecen, ya no se puede contentar a las masas con migajas sin afectar la tasa de ganancia del capitalista.
En Venezuela, la caída de los precios del petróleo coincide también con un viraje a la derecha del gobierno nacional, que al no poder mantener “contenta” a la burguesía con los ingresos de la renta petrolera, cede ante ésta. Es por ello que ya siquiera se puede seguir hablando del gobierno de Nicolás como reformista. El tiempo de las reformas progresistas queda atrás y es sustituido por medidas que han hecho recaer la crisis sobre los hombros de los trabajadores. Los distintos diálogos con la oposición han sido fructíferos para la burguesía que ha sacado de ellos una liberación de precios que ya se hace descarada; si no se puede extraer la renta, se exprime a las masas.
El agravamiento de la crisis económica no ha hecho sino fortalecer al aparato burocrático, indispensable para mantener los privilegios de un sector de la población en detrimento de otros, para administrar los escasos productos, aplicando medidas clientelares que no resuelven nada por un lado y coerción a quienes reclaman su derecho a la alimentación por otro. Los mecanismos de control son diversos y se aplican en simultáneo: El monopolio de los medios de comunicación, en los cuales se falsea la realidad, se censura y se prohíbe cualquier expresión de crítica popular; los despidos en la administración pública a quienes expresen su descontento, combinados con medidas asistencialistas que buscan convertir a los más pobres en clientes del gobierno, a través de la dependencia de un bono o caja de alimentos. Si todo esto falla, entonces se recurre a la coerción abierta, al uso de los cuerpos de seguridad del Estado burgués.
Este fortalecimiento de la burocracia es en extremo dañino para la revolución. Basta observar los escándalos en PDVSA para darse cuenta que el principal amigo de la burguesía es el burócrata corrupto, aquel que por una comisión acepta sobreprecios y vende la soberanía del país para luego ir a refugiarse a las faldas del imperialismo tal como lo hiciera Rafael Isea, ex Gobernador de Aragua. Por ello, tenemos el deber de decir que está en curso una contrarrevolución liderada por la burocracia, quien, en complicidad con la burguesía nacional, pretende salvar el modelo de acumulación capitalista basado en la extracción de la renta petrolera.
El comandante Chávez, durante el concejo de ministros que se conoce como “golpe de timón”, plantearía una serie de críticas contra la burocracia a la vez que señalaba las medidas a adoptar para profundizar la revolución en un periodo que denominaría de “transición al socialismo”, sin embargo, la quinta columna burocrática ha vaciado de contenido las palabras del comandante; con la consigna “comuna o nada” han traicionado la comuna, han traicionado al proyecto socialista para pactar con la derecha, con los enemigos del pueblo a quienes Chávez se cansó de derrotar. Sin embargo, aunque esto esté muy claro para la vanguardia, aún hay sectores de las masas que identifican el actual gobierno con el del comandante Chávez, unos, producto de la intensa propaganda y otros por no poder romper aún con la dirección. Nuestra tarea es convertirnos en una alternativa para ese sector, explicar con paciencia y método las contradicciones y el rumbo conciliador adoptado e ir ganando a las masas a la lucha por la revolución socialista.
Unidad de la vanguardia
La unidad de la burguesía se impone a través del dinero, no son los argumentos o la democracia los que sirvan para llegar a acuerdos, sino qué grupo económico respalda qué idea. Por otro lado, la cohesión de la burocracia viene dada, entre otras cosas, por la defensa de sus privilegios, los cuales les son otorgados por el Estado burgués, y por la jerarquía, que se mantiene mediante el culto a la ciega obediencia que los funcionarios de la base deben profesarle a la élite dirigente so pena de perder su sustento. Por el contrario, nuestra unidad no se basa en mecanismos plutocráticos o burocráticos, sino que debe sustentarse en el debate más amplio y democrático de ideas.
Tanto el gobierno como la MUD han demostrado no poder dar una salida a la crisis, por un lado, la propuesta de la derecha es reeditar las medidas de Macri en Argentina o de Temer en Brasil, una vuelta al neoliberalismo fracasado en la década de los 90’, por otro, la dirección del PSUV solo responde con medidas clientelares que se quedan cortas ante la hiperinflación. Por ello, no podemos presentarnos ante las masas con las mismas ambigüedades de la que están cansadas, nuestra unidad debe consolidarse en base a unas ideas claras de como afrontar la crisis, a un programa revolucionario que permita superar las contradicciones que impiden el desarrollo del país y la superación del rentismo.
La nacionalización del comercio exterior y de la banca bajo un régimen de control popular y democrático, el control obrero de los medios de producción en empresas expropiadas y luego en el resto de la economía, el cese del pago de la deuda externa, cuyo religioso cumplimiento por parte del gobierno no ha logrado impedir el bloqueo financiero y que además impide comprar medicamentos y alimentos, deben ser algunos de los objetivos que se plantee esta plataforma revolucionaria hacia la construcción del socialismo en Venezuela. Las masas que apoyaron a Chávez, al votar por él y luego por Nicolás, aprobaron el socialismo, no el neoliberalismo que se nos intenta imponer a cuenta gotas.
Por otro lado, la unidad se garantiza con el trabajo conjunto, por lo que nuestras organizaciones deben lograr construir un plan de acciones y luchas concretas que sean un lugar de encuentro en las calles. Las masas esperan una referencia, por ello, la valentía de quienes asumieron su defensa ha sido premiada con votos que, en algunos casos, condujeron a la victoria. Es momento entonces de seguir trabajando, de seguir luchando sin desmayar.
Las medidas del gobierno, de carácter neoliberal y producto de un nuevo pacto con la derecha, están desmontando las conquistas de la clase trabajadora. Los despidos masivos de trabajadores de la administración pública y de las empresas privadas se hacen con la complicidad de las inspectorías del trabajo en detrimento del decreto de inamovilidad laboral vigente. La bonificación del salario es otra de las medidas que atenta contra el ingreso de los trabajadores, ya de por sí insuficiente, en diciembre, vimos como esta medida repercutió en el cálculo de utilidades, medida que afecta también el cálculo de vacaciones y de las prestaciones sociales, lo que induce a más despidos ya que la liquidación se calcula en base al salario y éste solo representa el 30% del ingreso. Otra medida pactada es la liberación de precios que no se puede ocultar, El presidente Maduro antes de las elecciones de la Asamblea Nacional Constituyente se dirigía al pueblo con las siguientes palabras “¿Quieren congelación de precios? Denme constituyente” y, sin embargo, a más de 6 meses hemos sido testigo de un aumento de precios que no responde sino a la lógica de acumulación de riqueza de los capitalistas.
Acompañar a los trabajadores en sus luchas se hace imperativo, a la par que se defienden los derechos civiles y democráticos que no son un regalo de la burguesía como quieren hacer ver los liberales, sino parte de las conquistas históricas del pueblo. El derecho a la identidad que fue violado a los candidatos de la izquierda no-oficial durante las elecciones a alcaldes y el no reconocer el triunfo de quienes ganaron, apelando a un permiso de la ANC que viola toda legalidad y cuyo único objetivo es imponer los designios de la casta burocrática. Por ello, es necesario defender las victorias de Regulo Reina en el municipio libertador de Monagas y de Ángel Prado del municipio Simón Planas de Lara, luchas que demuestran el carácter antidemocrático de la burocracia en el poder y que permiten a las masas entender las contradicciones entre el Estado y las necesidades del pueblo.
Las luchas que nos esperan
Se avecinan las elecciones presidenciales, elecciones a las que el gobierno llega debilitado por años de administración de la crisis del capitalismo, pero en las que la oposición tampoco se plantea como alternativa producto de una política de bandazos que los ha llevado a reeditar la salida para luego ir a elecciones. Si el gobierno negocia en República Dominicana con la MUD no es porque le reconozca dirección alguna, sino porque son los delegados de los intereses imperialistas, es el imperialismo con el que se pacta en Santo Domingo.
Ante este escenario cabe la duda entre apoyar una candidatura que se ha demostrado antipopular, antiobrera y en los hechos dócil ante los intereses de la burguesía, o por el contrario ir a las elecciones con una candidatura independiente. Los riesgos son muchos, con el apoyo abierto a Nicolás, se pierden las luchas y se traiciona al pueblo, sin embargo, con una candidatura alternativa, cabe la posibilidad de que la revolución sea derrotada por un candidato unitario de la derecha, abriéndose así un capitulo neoliberal de persecución abierta y por todos los medios de las organizaciones de izquierda y un programa de austeridad que superaría a los aplicados en Grecia, España, Brasil o Argentina.
La decisión no es fácil, y aunque sea un derecho de cada organización tomar una alternativa u otra, consideramos que debemos luchar para que dentro del Gran Polo Patriótico se organice un proceso de primarias libres y democráticas, sin medidas burocráticas contra los sectores disidentes, sólo así puede asegurarse el triunfo de la revolución. Si algo podemos asegurar, es que los socialistas no debemos dar otro cheque en blanco a la dirección burocrática. Quienes hoy detentan el poder han enviado claras señales de pactar con la derecha, nuestro apoyo a una eventual candidatura de Nicolás Maduro debe ir condicionada a la rectificación, a la adopción de un programa socialista para enfrentar la crisis y el fin del pacto de Santo Domingo, el cese de los despidos y que se realicen los respectivos reenganches, el cese de la bonificación del salario, el control obrero y la transparencia en la administración pública son a penas algunos elementos que debe tener en cuenta este programa, que además se debe implementar antes de las elecciones para que no quede como la promesa del control de los precios. Sin embargo, los hechos demuestran que el gobierno intentará imponer su candidatura con más bonos y medidas clientelares.
La tarea de los revolucionarios ante este escenario es organizar una plataforma que agrupe a todos los sectores de la vanguardia; a las organizaciones sociales, pero también a las individualidades, que deberían conformarse en círculos de lucha. Una organización de este tipo es indispensable si se quiere disputar la hegemonía al PSUV, conformando lo que Gramsci denominaría un gran Bloque Histórico, para la lucha por el socialismo. Nuestro deber ante la historia y ante las futuras generaciones es luchar en dos frentes, contra las desviaciones bonapartistas del gobierno y contra la derecha imperialista. Nuestra obligación es conquistar la victoria, torcer el rumbo de la revolución, dar ese golpe de timón que exigiera el comandante Chávez hacia el socialismo.
Hacia la Construcción de una Alternativa Revolucionaria
Venezuela en los actuales momentos es escenario de un proceso de descomposición social sin parangón en la historia nacional. Problemáticas como la escasez de productos de primera necesidad, la hiperinflación y la insuficiencia de los salarios, combinadas a su vez con el colapso generalizado de los servicios públicos (agua, salud, electricidad, transporte, entre otros), han alcanzado niveles tormentosos e insoportables para las familias trabajadoras, cuya capacidad para seguir resistiendo los embates de la crisis económica comienza a agotarse. Tanto los días finales del 2017 como los primeros del año que recién comienza, han estado marcadas por innumerables protestas, tomas de carreteras y conatos de saqueos, en innumerables ciudades y poblados del país, que tienen como razón de ser el profundo descontento popular, principalmente ante las constantes alzas de los precios de los alimentos y el hambre imperante entre amplias capas de la población más vulnerable.
El descontento no se puede ocultar, la sensibilidad está a flor de piel, en las calles aumenta la violencia y la frustración de las masas al no conseguir sus alimentos o medicamentos. La desesperanza es común en aquellos que no poseen formación política y que no encuentran medios de transformar su realidad, las lágrimas son más comunes de lo que deberían en un país que llegó a tener a las personas más felices del mundo. Sin embargo, los sectores más avanzados de las masas entienden que este es el momento de luchar.
La crisis del reformismo
La crisis del capitalismo mundial también es la crisis del reformismo. En periodos de bonanza, el capitalismo puede aceptar reformas para tratar de conciliar las contradicciones de clase, sin embargo, cuando las crisis (por demás cíclicas) aparecen, ya no se puede contentar a las masas con migajas sin afectar la tasa de ganancia del capitalista.
En Venezuela, la caída de los precios del petróleo coincide también con un viraje a la derecha del gobierno nacional, que al no poder mantener “contenta” a la burguesía con los ingresos de la renta petrolera, cede ante ésta. Es por ello que ya siquiera se puede seguir hablando del gobierno de Nicolás como reformista. El tiempo de las reformas progresistas queda atrás y es sustituido por medidas que han hecho recaer la crisis sobre los hombros de los trabajadores. Los distintos diálogos con la oposición han sido fructíferos para la burguesía que ha sacado de ellos una liberación de precios que ya se hace descarada; si no se puede extraer la renta, se exprime a las masas.
El agravamiento de la crisis económica no ha hecho sino fortalecer al aparato burocrático, indispensable para mantener los privilegios de un sector de la población en detrimento de otros, para administrar los escasos productos, aplicando medidas clientelares que no resuelven nada por un lado y coerción a quienes reclaman su derecho a la alimentación por otro. Los mecanismos de control son diversos y se aplican en simultáneo: El monopolio de los medios de comunicación, en los cuales se falsea la realidad, se censura y se prohíbe cualquier expresión de crítica popular; los despidos en la administración pública a quienes expresen su descontento, combinados con medidas asistencialistas que buscan convertir a los más pobres en clientes del gobierno, a través de la dependencia de un bono o caja de alimentos. Si todo esto falla, entonces se recurre a la coerción abierta, al uso de los cuerpos de seguridad del Estado burgués.
Este fortalecimiento de la burocracia es en extremo dañino para la revolución. Basta observar los escándalos en PDVSA para darse cuenta que el principal amigo de la burguesía es el burócrata corrupto, aquel que por una comisión acepta sobreprecios y vende la soberanía del país para luego ir a refugiarse a las faldas del imperialismo tal como lo hiciera Rafael Isea, ex Gobernador de Aragua. Por ello, tenemos el deber de decir que está en curso una contrarrevolución liderada por la burocracia, quien, en complicidad con la burguesía nacional, pretende salvar el modelo de acumulación capitalista basado en la extracción de la renta petrolera.
El comandante Chávez, durante el concejo de ministros que se conoce como “golpe de timón”, plantearía una serie de críticas contra la burocracia a la vez que señalaba las medidas a adoptar para profundizar la revolución en un periodo que denominaría de “transición al socialismo”, sin embargo, la quinta columna burocrática ha vaciado de contenido las palabras del comandante; con la consigna “comuna o nada” han traicionado la comuna, han traicionado al proyecto socialista para pactar con la derecha, con los enemigos del pueblo a quienes Chávez se cansó de derrotar. Sin embargo, aunque esto esté muy claro para la vanguardia, aún hay sectores de las masas que identifican el actual gobierno con el del comandante Chávez, unos, producto de la intensa propaganda y otros por no poder romper aún con la dirección. Nuestra tarea es convertirnos en una alternativa para ese sector, explicar con paciencia y método las contradicciones y el rumbo conciliador adoptado e ir ganando a las masas a la lucha por la revolución socialista.
Unidad de la vanguardia
La unidad de la burguesía se impone a través del dinero, no son los argumentos o la democracia los que sirvan para llegar a acuerdos, sino qué grupo económico respalda qué idea. Por otro lado, la cohesión de la burocracia viene dada, entre otras cosas, por la defensa de sus privilegios, los cuales les son otorgados por el Estado burgués, y por la jerarquía, que se mantiene mediante el culto a la ciega obediencia que los funcionarios de la base deben profesarle a la élite dirigente so pena de perder su sustento. Por el contrario, nuestra unidad no se basa en mecanismos plutocráticos o burocráticos, sino que debe sustentarse en el debate más amplio y democrático de ideas.
Tanto el gobierno como la MUD han demostrado no poder dar una salida a la crisis, por un lado, la propuesta de la derecha es reeditar las medidas de Macri en Argentina o de Temer en Brasil, una vuelta al neoliberalismo fracasado en la década de los 90’, por otro, la dirección del PSUV solo responde con medidas clientelares que se quedan cortas ante la hiperinflación. Por ello, no podemos presentarnos ante las masas con las mismas ambigüedades de la que están cansadas, nuestra unidad debe consolidarse en base a unas ideas claras de como afrontar la crisis, a un programa revolucionario que permita superar las contradicciones que impiden el desarrollo del país y la superación del rentismo.
La nacionalización del comercio exterior y de la banca bajo un régimen de control popular y democrático, el control obrero de los medios de producción en empresas expropiadas y luego en el resto de la economía, el cese del pago de la deuda externa, cuyo religioso cumplimiento por parte del gobierno no ha logrado impedir el bloqueo financiero y que además impide comprar medicamentos y alimentos, deben ser algunos de los objetivos que se plantee esta plataforma revolucionaria hacia la construcción del socialismo en Venezuela. Las masas que apoyaron a Chávez, al votar por él y luego por Nicolás, aprobaron el socialismo, no el neoliberalismo que se nos intenta imponer a cuenta gotas.
Por otro lado, la unidad se garantiza con el trabajo conjunto, por lo que nuestras organizaciones deben lograr construir un plan de acciones y luchas concretas que sean un lugar de encuentro en las calles. Las masas esperan una referencia, por ello, la valentía de quienes asumieron su defensa ha sido premiada con votos que, en algunos casos, condujeron a la victoria. Es momento entonces de seguir trabajando, de seguir luchando sin desmayar.
Las medidas del gobierno, de carácter neoliberal y producto de un nuevo pacto con la derecha, están desmontando las conquistas de la clase trabajadora. Los despidos masivos de trabajadores de la administración pública y de las empresas privadas se hacen con la complicidad de las inspectorías del trabajo en detrimento del decreto de inamovilidad laboral vigente. La bonificación del salario es otra de las medidas que atenta contra el ingreso de los trabajadores, ya de por sí insuficiente, en diciembre, vimos como esta medida repercutió en el cálculo de utilidades, medida que afecta también el cálculo de vacaciones y de las prestaciones sociales, lo que induce a más despidos ya que la liquidación se calcula en base al salario y éste solo representa el 30% del ingreso. Otra medida pactada es la liberación de precios que no se puede ocultar, El presidente Maduro antes de las elecciones de la Asamblea Nacional Constituyente se dirigía al pueblo con las siguientes palabras “¿Quieren congelación de precios? Denme constituyente” y, sin embargo, a más de 6 meses hemos sido testigo de un aumento de precios que no responde sino a la lógica de acumulación de riqueza de los capitalistas.
Acompañar a los trabajadores en sus luchas se hace imperativo, a la par que se defienden los derechos civiles y democráticos que no son un regalo de la burguesía como quieren hacer ver los liberales, sino parte de las conquistas históricas del pueblo. El derecho a la identidad que fue violado a los candidatos de la izquierda no-oficial durante las elecciones a alcaldes y el no reconocer el triunfo de quienes ganaron, apelando a un permiso de la ANC que viola toda legalidad y cuyo único objetivo es imponer los designios de la casta burocrática. Por ello, es necesario defender las victorias de Regulo Reina en el municipio libertador de Monagas y de Ángel Prado del municipio Simón Planas de Lara, luchas que demuestran el carácter antidemocrático de la burocracia en el poder y que permiten a las masas entender las contradicciones entre el Estado y las necesidades del pueblo.
Las luchas que nos esperan
Se avecinan las elecciones presidenciales, elecciones a las que el gobierno llega debilitado por años de administración de la crisis del capitalismo, pero en las que la oposición tampoco se plantea como alternativa producto de una política de bandazos que los ha llevado a reeditar la salida para luego ir a elecciones. Si el gobierno negocia en República Dominicana con la MUD no es porque le reconozca dirección alguna, sino porque son los delegados de los intereses imperialistas, es el imperialismo con el que se pacta en Santo Domingo.
Ante este escenario cabe la duda entre apoyar una candidatura que se ha demostrado antipopular, antiobrera y en los hechos dócil ante los intereses de la burguesía, o por el contrario ir a las elecciones con una candidatura independiente. Los riesgos son muchos, con el apoyo abierto a Nicolás, se pierden las luchas y se traiciona al pueblo, sin embargo, con una candidatura alternativa, cabe la posibilidad de que la revolución sea derrotada por un candidato unitario de la derecha, abriéndose así un capitulo neoliberal de persecución abierta y por todos los medios de las organizaciones de izquierda y un programa de austeridad que superaría a los aplicados en Grecia, España, Brasil o Argentina.
La decisión no es fácil, y aunque sea un derecho de cada organización tomar una alternativa u otra, consideramos que debemos luchar para que dentro del Gran Polo Patriótico se organice un proceso de primarias libres y democráticas, sin medidas burocráticas contra los sectores disidentes, sólo así puede asegurarse el triunfo de la revolución. Si algo podemos asegurar, es que los socialistas no debemos dar otro cheque en blanco a la dirección burocrática. Quienes hoy detentan el poder han enviado claras señales de pactar con la derecha, nuestro apoyo a una eventual candidatura de Nicolás Maduro debe ir condicionada a la rectificación, a la adopción de un programa socialista para enfrentar la crisis y el fin del pacto de Santo Domingo, el cese de los despidos y que se realicen los respectivos reenganches, el cese de la bonificación del salario, el control obrero y la transparencia en la administración pública son a penas algunos elementos que debe tener en cuenta este programa, que además se debe implementar antes de las elecciones para que no quede como la promesa del control de los precios. Sin embargo, los hechos demuestran que el gobierno intentará imponer su candidatura con más bonos y medidas clientelares.
La tarea de los revolucionarios ante este escenario es organizar una plataforma que agrupe a todos los sectores de la vanguardia; a las organizaciones sociales, pero también a las individualidades, que deberían conformarse en círculos de lucha. Una organización de este tipo es indispensable si se quiere disputar la hegemonía al PSUV, conformando lo que Gramsci denominaría un gran Bloque Histórico, para la lucha por el socialismo. Nuestro deber ante la historia y ante las futuras generaciones es luchar en dos frentes, contra las desviaciones bonapartistas del gobierno y contra la derecha imperialista.
Nuestra obligación es conquistar la victoria, torcer el rumbo de la revolución, dar ese golpe de timón que exigiera el comandante Chávez hacia el socialismo.