La Corriente Marxista Internacional y en particular su sección venezolana, Lucha de Clases, siempre ha apoyado de forma irrestricta a la Revolución Bolivariana. En cada momento decisivo de la revolución, hemos estado del lado del proletariado y las masas oprimidas, enfrentando la ofensiva de la contrarrevolución burguesa e imperialista. La creación de la campaña de solidaridad Manos Fuera de Venezuela, con presencia en más de 30 países en los 5 continentes, organizando mítines, manifestaciones, movilizaciones y campañas en apoyo a la revolución, lo constata de forma patente.
Ahora bien, nuestro apoyo ha sido siempre crítico, en tanto que cada medida del presidente Chávez y de la dirigencia bolivariana, que tuviese una orientación antiimperialista y anticapitalista, la defendimos de forma intransigente, a la vez que criticamos en lenguaje compañero los puntos débiles de tales medidas y explicamos al movimiento revolucionario la necesidad de no quedarse a medio camino, de avanzar de manera firme hasta las últimas consecuencias, y completar la revolución socialista expropiando a la burguesía bajo el control democrático de la clase obrera y desmantelando el Estado burgués. Por el contrario, aquellas medidas orientadas en la dirección contraria, encontraron también nuestra crítica firme y consecuente.
En efecto, ése ha sido uno de los puntos centrales de nuestra agitación política en la pasada década, la necesidad de construir una organización de la clase obrera y una dirección genuinamente revolucionaria, dotadas del programa, las ideas y los métodos del socialismo científico capaz de llevar el proceso hasta sus últimas consecuencias y completando la revolución socialista.
Sobre esa base, es que hemos defendido durante años la necesidad de construir una corriente marxista en el seno del movimiento bolivariano, y en particular a partir de 2007, dentro del PSUV, para dar la batalla contra los sectores reformistas que desde los mismos inicios de la revolución, han tratado de llegar a acuerdos con la burguesía, frenando cualquier iniciativa anticapitalista de la revolución, argumentando “teóricamente” la imposibilidad de dar el salto hacia el socialismo, señalando que no era viable expropiar a la burguesía, ni aplicar el control obrero, ni destruir el Estado burgués, y en consecuencia torpedeando las políticas del presidente Chávez orientadas a una ruptura radical con el régimen capitalista, como la organización de los Consejos de Trabajadores, el control obrero, las ocupaciones y expropiaciones de fábricas y latifundios, entre otras.
En la medida en que el reformismo implica mantener a medias la revolución, dejando las grandes palancas económicas en manos de la burguesía, al dejar intacto al aparato del Estado burgués, su política termina siendo peligrosamente nefasta para la revolución. Tarde o temprano, conduce a las revoluciones a la derrota, como lo demuestran las trágicas experiencias de Chile y Nicaragua, o como ya lo estamos evidenciando en nuestro propio país, con la crisis económica feroz, que ha surgido como consecuencia por un lado, del sabotaje económico de la burguesía, ante el cual el reformismo no ha planteado ningún tipo de política genuinamente revolucionaria que pueda hacerle frente, y por el otro, de las propias políticas reformistas de controles de cambio y precios que, por sí solas, y sin derivar en la nacionalización de las grandes palancas económicas del país, distorsionan la dinámica normal del mercado capitalista.
He allí, si se quiere, la gran tragedia del presidente Chávez, al no haber completado la revolución socialista, llevando adelante hasta sus últimas consecuencias las políticas de nacionalización de industrias, bancos, comercios y latifundios, que desarrolló sobre todo a partir del año 2005, así como el desmantelamiento del Estado burgués. No obstante, su gran mérito radica en haber iniciado este camino, levantando internacionalmente la bandera del socialismo y demostrando que existía una alternativa al neoliberalismo. La política del Presidente fue muchas veces el resultado de las presiones de las clases en pugna. Por un lado, la burguesía y sus representantes en el movimiento bolivariano, los reformistas, exigían freno a las nacionalizaciones, a los controles sobre el capitalismo y al empoderamiento de los trabajadores, por el otro, los trabajadores muchas veces lo presionaban a ir más hacia la izquierda contra la burguesía. En esa última línea programática entendemos que orientó su discurso,durante el consejo de ministros conocido como “Golpe de timón”, que apuntaba hacia la necesidad de dar pasos firmes en la socialización de sectores de la economía, y en el fortalecimiento de un poder obrero y popular, frente al Estado burgués aún en pie.
La posterior desaparición física del Comandante, constituyó un punto de inflexión para la revolución, en tanto la burguesía arreció el sabotaje económico, y la burocracia reformista profundizó su política de conciliación de clases y obstrucción de las medidas de orientación socialista, que en vida había tomado el Presidente.
Un balance del gobierno de Maduro
De cara a los comicios presidenciales de abril de 2013, nuestra postura fue una vez más, consecuente con los/as trabajadores/as y las masas oprimidas frente a la burguesía y el imperialismo. Para entonces, apoyamos la candidatura de Nicolás Maduro como, a la vez que llamamos a completar la revolución socialista, criticando las posturas reformistas y conciliadoras, exhortando a los/as trabajadores/as a ponerse al frente de la lucha, para empujar hacia adelante la revolución. La tarea urgente del nuevo gobierno bolivariano, era rematar la obra inconclusa del Presidente Chávez y defender su legado hasta las últimas consecuencias.
No obstante, ante las presiones de la burguesía y el imperialismo, la agudización del sabotaje económico, la escasez cada vez más patente, el crecimiento de la inflación, y la presión también de las masas trabajadoras, el gobierno osciló permanentemente entre enfrentar a la burguesía y llegar a acuerdos con ella. En noviembre de 2013 se produjo un importante y sorpresivo viraje a la izquierda, conocido como la ofensiva económica bolivariana, denominado popularmente como “Dakazo”. Fiscalizaciones masivas, en las que participaron dirigentes obreros, comunitarios y miembros de las FANB, a numerosas fábricas, almacenes, comercios y mercados, lograron frenar momentáneamente la especulación, y las masas tomaron nuevamente confianza en sí mismas, barriendo además a la derecha en las elecciones municipales. Acto seguido, Maduro llamaría nuevamente a la burguesía al diálogo y a la conciliación.
Comenzando 2014, la burguesía respondió con una ofensiva violenta (guarimbas), lo que hizo retroceder al gobierno y favorecer aún más a la línea conciliadora. Los controles de precio comenzaron a ser nuevamente burlados y el sabotaje de la producción se llevó nuevamente a cabo sin mayor respuesta gubernamental. De ahí en adelante, la política del gobierno comenzaría a virar progresivamente hacia la derecha, si bien con pequeñas oscilaciones, dejando a un lado la insistencia en los controles de precio, en las fiscalizaciones, en las nacionalizaciones, en la confrontación con la burguesía en el terreno económico, y dando paso a una política de conciliación de clases que tomaría cuerpo de forma progresiva. Salvo un par de medidas, que realmente no tenían ningún carácter clasista o anticapitalista, como por ejemplo el cierre de la frontera con Colombia, el 2015 transcurrió de la misma forma, con un rápido deterioro del nivel de vida, que agudizó el reflujo entre las masas y provocó la derrota del chavismo en las parlamentarias de diciembre.
Ante la derrota electoral, Maduro combinó en algunos casos una agitación radical, llamando a los trabajadores a ponerse al frente, a ir a la huelga general si llegase a ser derrocado, con medidas como la creación del Congreso de la Patria, que en tanto fue planteada como una instancia para empoderar a los trabajadores y el pueblo en su conjunto para luchar contra la burocracia, tenían un carácter democrático-radical. Sin embargo, hacía nuevos llamados a la burguesía al diálogo otorgando nuevas concesiones a los empresarios, como créditos y excepciones fiscales.
Frente a la posibilidad del referéndum revocatorio, que hubiese implicado una victoria de la derecha, el gobierno aprovechó los errores de la MUD para bloquearlo, a la vez que pospuso las elecciones regionales que debían realizarse en diciembre de 2016. Mientras, se produjo una liberación de precios en la práctica, apareciendo en los anaqueles productos regulados según la ley, pero con precios muy elevados, en muchos casos equivalentes a su precio en dólar paralelo. El FMI estimó que la inflación acumulada en el año cerró cerca del 500%, otras estimaciones arrojan cifras superiores al 500%. A finales del año, la mendicidad, la deserción escolar, el desempleo y la subnutrición comenzaron a repuntar nuevamente en todo el país, si bien no existen cifras oficiales fidedignas, y el gobierno aún hoy sostiene que el desempleo continúa cayendo, la realidad no puede ocultarse. Al mismo tiempo, el gobierno fortalecía su retórica triunfalista, señalando la obtención de “victorias para la revolución”. Ignacio Ramonet, a principios del 2017, escribiría un artículo titulado las “10 victorias del Presidente Maduro en 2016”, mientras la realidad de los trabajadores era todo lo contrario, evidenciando una desconexión cada vez mayor entre el nivel de vida y de la consciencia de los burócratas y dirigentes del gobierno, por una parte, y los trabajadores y militantes de base por la otra.
Finalmente, en 2017, ante la arremetida fascista de las guarimbas, en la que más de 120 venezolanos perdieron la vida, Maduro convocó a una Asamblea Nacional Constituyente, que, vista por las masas como la oportunidad decisiva para tomar acciones contundentes ante el sabotaje y la crisis económica, y ante la arremetida violenta de la contrarrevolución, se tradujo en una movilización gigantesca de las masas trabajadoras el día de la elección, derrotando con ello la ofensiva contrarrevolucionaria. Una vez instalada la ANC, a pesar de la enorme expectativa de las masas, en torno a la urgente necesidad de tomar medidas contundentes contra los capitalistas y especuladores, la primera medida de importancia, anunciada a un mes de su juramentación, fue la convocatoria a elecciones regionales, en las que el PSUV arrasó, y luego ello dio paso a la convocatoria a municipales, en las que nuevamente ganó abrumadoramente. El argumento era la necesidad de ganar las gobernaciones (y luego las alcaldías), para poder avanzar en una nueva ofensiva para superar la crisis. No obstante, la escalada inflacionaria no se detuvo un instante, más bien, se incrementó de forma espectacular. A una semana de haber sido elegida la ANC, el dólar paralelo se incrementó en un 83%. La inflación anualizada cerraría en torno a un histórico 2000%, pulverizando el salario de la clase trabajadora.
A lo anterior debemos sumar la política de conciliación de clases cada vez más descarada, expresada en numerosas concesiones a la burguesía, como el otorgamiento del beneficio de casa por cárcel a Leopoldo López a mediados de año, el levantamiento de la inhabilitación política a Manuel Rosales en octubre, la extraña “huida” de Antonio Ledezma fuera del país y la liberación de otros guarimberos y contrarrevolucionarios detenidos, así como también, en el ámbito económico, la aprobación de la ley de inversiones extranjeras, con condiciones claramente favorables al capital imperialista, la reciente eliminación del dólar protegido (DIPRO), la creación de zonas económicas especiales, la apertura del Arco Minero para la explotación de las trasnacionales, y el otorgamiento de créditos, financiamiento y divisas a grandes monopolios, incluyendo la Polar, mientras se desmontan empresas nacionalizadas durante el periodo del Comandante Chávez, casos denunciados por los propios trabajadores.
Políticas clientelares y freno a las luchas del pueblo
La dirigencia bolivariana trata de mantener el apoyo que todavía posee entre sectores importantes de las masas a partir de políticas clientelares como el otorgamiento regular de bonificaciones (niño Jesús, Reyes, ahora de Carnavales), que al aumentar la liquidez monetaria, en el marco de una fuerte contracción de la oferta de bienes en el país, no hace sino inyectar combustible a la escalada inflacionaria, evidenciando además el carácter cada vez más demagógico y populista de su política.
Por último, el surgimiento de tendencias de izquierda revolucionaria, disidentes de la línea burocrática oficial, como las candidaturas de Eduardo Samán en Caracas y Ángel Prado por la Comuna El Maizal en Lara en las elecciones municipales, han sido acalladas, torpedeadas y bloqueadas mediáticamente. En el segundo caso, el camarada Prado venció al candidato oficial del gobierno, y, no obstante, el CNE operó de forma descarada, como un mero apéndice del gobierno, impidiendo su juramentación por orden de la ANC sobre la base de argumentos absurdos y que no aplicaron en el caso de otros constituyentes que fueron a elecciones municipales . Situación que se repite en el municipio Libertador del estado Monagas con el camarada Regulo Reina, candidato del PCV a quien no se le ha reconocido su victoria.
Todo esto se desarrolla en el marco de un nefasto proceso de diálogo entre el gobierno y la MUD, vendido a las masas como un acuerdo necesario para la “paz” del país, y que realmente significa la consolidación de un pacto entre la burguesía y la dirigencia bolivariana, puesto que ningún acuerdo con el enemigo histórico de clase, de tal naturaleza y en las actuales circunstancias del país, puede favorecer a los trabajadores y al pueblo oprimido.
En conclusión, hemos visto como el gobierno de Nicolás Maduro ha venido virando progresivamente a la derecha, y como el conjunto de la dirigencia bolivariana ha profundizado su degeneración, al punto de tornarse absolutamente en el contrario de lo que en cierta medida fue en los inicios de la revolución, y jugando actualmente un papel conciliador y vacilante. El desarrollo histórico de su gobierno, demuestran que no existe posibilidad alguna de que Maduro y el resto de la dirigencia viren hacia la izquierda en el futuro, su deseo de sostenerse en el poder, no obedece, bajo ningún concepto, a la necesidad de “profundizar la revolución”, ni tampoco siquiera, de defender de manera consecuente las conquistas del pueblo trabajador. La dirigencia bolivariana necesita ganar las próximas elecciones para mantener sus privilegios y poder económico y político, y forzar un acuerdo con sectores de la burguesía y el imperialismo, que les permita gobernar “en paz”, mientras continúan amasando riquezas y capitales acumulados desde el aparato de Estado burgués.
Sabemos que, no obstante, de cara a las venideras elecciones presidenciales, una victoria de la contrarrevolución significaría una derrota terrible para el movimiento obrero. Un gobierno abiertamente burgués, a fin de recuperar el poder económico y los privilegios perdidos, tendría que privatizar todo aquello que Chávez nacionalizó: tierras, industrias, bancos, y demás, despidiendo millones de trabajadores de tales empresas así como de la Administración Pública, a fin de “reducir el déficit fiscal”, elevando de forma abrupta el costo de los servicios públicos, liberando formalmente el control de precios y aplicando un paquete general de ajuste, incluyendo sin duda congelación de salarios y pensiones, y derogación de la LOTTT, lo cual terminaría de enterrar por varios lustros a las masas trabajadoras, en un infierno social de sufrimiento y miseria.
En segundo lugar, en el ámbito político tal gobierno necesitaría aplastar definitivamente al movimiento revolucionario, de manera que no vuelva a levantar cabeza por mucho tiempo. Para ello deberá destruir toda una serie de reivindicaciones democráticas construidas al calor de la revolución. Destrucción e ilegalización de sindicatos revolucionarios, ilegalización de organizaciones de izquierda y movimientos populares, de las radios y medios comunitarios, encarcelamiento y asesinato selectivo de dirigentes revolucionarios, entre otras medidas, serán tareas que deberá llevar a cabo un gobierno burgués para afianzar su dominio.
Ahora bien, ante la gravedad de la amenaza que se cierne sobre el movimiento obrero y popular, debemos señalar con firmeza, que el actual gobierno, así como el conjunto de la dirigencia bolivariana, no ofrecen ningún tipo de alternativa revolucionaria que permita derrotar de una vez por todas a la contrarrevolución. Por el contrario, su política prepara el terreno para la victoria, tarde o temprano, de la derecha. Más aún, como hemos visto, la política del gobierno implica el otorgamiento de importantes concesiones políticas y económicas a la burguesía, en detrimento total del pueblo trabajador y de los principios revolucionarios.
Podemos decir en consecuencia, que en cierta forma, el gobierno de Maduro está aplicando progresivamente la propia política de la burguesía, pero revestida de un disfraz ideológico y propagandístico “revolucionario” endosando al socialismo lo que en realidad es una demostración de la derrota del reformismo. A ello se suma el deterioro brutal del nivel de vida de las masas trabajadoras, que, mediante su política actual, el gobierno no puede ni busca si quiera paliar realmente, y menos aún revertir.
Por ello, y tomando en cuenta que el principal instrumento político forjado en la revolución, el PSUV, está secuestrado por la burocracia dirigente, que lo ha convertido en una simple maquinaria electorera, ausente totalmente de vida orgánica, se hace necesario reconstruir la unidad del chavismo y de su vanguardia revolucionaria, en torno a un nuevo instrumento revolucionario, dotado del programa, las ideas y los métodos del socialismo científico, defendiendo la expropiación de la burguesía bajo control obrero y el desmantelamiento del Estado burgués, como tareas urgentes para recuperar la senda revolucionaria hace ya tiempo perdida.
Por una alternativa revolucionaria para estas elecciones
A tal respecto, y teniendo conocimiento de que tanto el PCV como el PPT han convocado a sus órganos de base para decidir sobre la candidatura presidencial en los próximos días, proponemos a las y los camaradas del PCV, el PPT, quienes integran el Frente Popular Antifascista y Antiimperialista, y a las demás organizaciones que hacen vida dentro de la Plataforma Patria Rebelde y la Plataforma Popular Constituyente a que sometan a debate nuestra propuesta de construir una candidatura alternativa a la de Nicolás Maduro, que defienda un programa marxista revolucionario, a fin de nuclear a los sectores más combativos y avanzados del movimiento popular y obrero del país, que con un marcado carácter antiimperialista, enfrente la injerencia norteamericana y tome un rumbo anticapitalista.
Si bien puede argumentarse que tal acción debilitaría la candidatura de Maduro y pudiese preparar el terreno para una victoria de la contrarrevolución, debemos responder que, en las actuales circunstancias, en las que el gobierno está tratando de controlar todas las variables del escenario electoral a su favor, es poco probable que la MUD pueda en tan poco tiempo, construir una candidatura unitaria fuerte, que represente un peligro real para el PSUV, como lo demuestra el retiro de la postulación de Andrés Velásquez, el desmarcaje de la salida electoral de la Causa R y del Partido PUENTE y el saboteo que plantean diversos sectores de la derecha a las elecciones presidenciales. En consecuencia, es posible que existan condiciones electorales idóneas para la postulación de un candidato revolucionario alternativo, como paso para la construcción de una plataforma revolucionaria que sea una opción frente a la burocracia reformista que dirige al chavismo.
Consideramos, que el análisis precedente da algunas respuestas a las interrogantes que se han planteado los camaradas del Partido Comunista en su documento base para la XIV conferencia, el cual establece en su párrafo 54:
“Si en el análisis sobre el carácter antiimperialista del gobierno, llegamos a la conclusión de que el mismo no expresa una línea de consecuente resistencia antiimperialista, ¿por qué y bajo qué condiciones el PCV debe mantenerle su apoyo? ¿Por qué tenemos que apoyar su candidato? ¿Existe alguna razón de interés nacional, más allá del compromiso antiimperialista y/o con los derechos del pueblo trabajador, que determine la pertinencia de apoyarlo? ¿Qué opción o qué opciones frente a las elecciones presidenciales asumirá la XIV Conferencia Nacional del PCV?”
Sabemos, que los sectores burocráticos y conciliadores dentro del movimiento bolivariano arreciarán una campaña de descrédito contra cualquier alternativa revolucionaria, que, con un programa socialista, ponga en juego sus intereses y alianzas, sin embargo, hacemos un llamado a todo el movimiento popular y anticapitalista a no caer en confrontaciones, nuestros enemigos no son quienes aún conservan esperanzas en el gobierno de Maduro sino la derecha oligárquica y proimperialista. A estos camaradas, debemos convencerlos con la explicación paciente de las contradicciones del gobierno, ganarlos para un programa revolucionario que de verdaderas salidas a la crisis.
Nuestro deber en este periodo histórico es construir una alternativa, plantear al pueblo oprimido una solución revolucionaria a la crisis. Este sigue siendo el mismo pueblo que en abril 2002 derrotó al imperialismo y trajo de vuelta a Chávez, que en Diciembre 2002- enero 2003 derrotó a FEDECAMARAS y el paro petrolero, que en 2006 escogió la vía del socialismo y que ha derrotado cuanta violencia guarimbera le ha colocado la derecha en el camino. Si en 2017 el pueblo salió a votar por la Asamblea Nacional Constituyente, fue porque requería la profundización de la revolución para enfrentar a la contrarrevolución y a la quinta columna reformista. El presidente Chávez, al salir de la cárcel en el año 94, estando en la universidad de la Habana dijo “Hay que ser fiel a los principios aún a riesgo de quedarse solo” y nunca se quedó solo. Enfrentemos con dignidad a los reformistas y a la derecha, no nos dejemos chantajear y el pueblo nos acompañará.
¡Volver a Chávez! ¡Renovar la Esperanza!,
¡Por una Alternativa Revolucionaria!
Si estás de acuerdo con esta propuesta escribenos al correo cmi.venezuela@gmail.com, siguenos en twiter @luchadeclasesve y ¡Únete a Lucha de Clases!