Escrito por Esquerda Marxista (CMI-Brasil)

El Poder Judicial sigue con sus abusos de poder. El Supremo Tribunal Federal (STF) negó el pedido de Hábeas Corpus (HC) de Lula y, ya al día siguiente, antes de que nuevos embargos fueran presentados en el Tribunal Regional de la 4ª Región (TRF-4), Sérgio Moro decretó la prisión de Lula.

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El rechazo del HC se suma a la jurisprudencia establecida por el STF en 2016, por la que se autoriza la ejecución de la condena en segunda instancia. La propia Constitución dice que «nadie podrá ser considerado culpable hasta que haya sentencia firme de los tribunales». El texto es claro, pero para los distinguidos ministros del STF, todo es relativo. Por supuesto, ya que en el fondo el asunto es de carácter político.

También fue parte del juicio la maniobra de la presidenta del STF, Carmem Lucía, al no someter previamente a votación la acción directa de constitucionalidad (ADC) que ponía en tela de juicio todos los casos de prisión en segunda instancia, sino solamente el HC del caso de Lula, lo que permitió a la ministra Rosa Weber justificar su voto contrario, basándose hipócritamente en la jurisprudencia establecida en 2016, a pesar de posicionarse contra la prisión después de la condena en segunda instancia.

Como hemos comentado, el poder judicial ha sido promovido a cumplir un papel Bonapartista y totalitario. Ya en el llamado juicio del «mensalão», un espectáculo de los medios de comunicación realizado con el fin de criminalizar al PT, hubo detenciones sin pruebas de dirigentes, tratando de desacreditar y criminalizar la lucha de los trabajadores.

El objetivo político central de la Operación Lava-Jato es realizar una limpieza de los poderes de la podrida República para salvarla de la desmoralización general y de la ira popular. El espectáculo mediático de cárcel para políticos y empresarios son un componente importante para tratar de transmitir la impresión de que «la ley es para todos», «Los poderosos también van a la cárcel”, etc.

La agilidad en los casos de Lula y del PT está motivado por el interés en desmoralizar al conjunto de la izquierda y del movimiento obrero. Después de todo, el ex presidente, que fue metalúrgico y sindicalista de un partido construido por los trabajadores, ahora va a la cárcel.

La burguesía ha decidido poner fin a la era de la colaboración de clases. Desde junio de 2013 se hizo evidente para la clase dominante que el PT no tenía ya capacidad de controlar a las masas, no tenía ya utilidad y fue descartado. La profunda crisis del capitalismo hace que sea necesario que un gobierno burgués asuma la dirección del aparato del Estado para profundizar los ataques contra la clase obrera.

La Esquerda Marxista está en contra de la condena sin pruebas y de la prisión de Lula y defiende su derecho a ser candidato presidencial. Sin embargo, no dejamos de señalar que los gobiernos petistas fueron gobiernos de ataque contra la clase obrera y de servilismo a la burguesía y al imperialismo. Un ejemplo de ello, es que de los seis ministros que negaron el HC de Lula, cinco fueron designados por el propio Lula o Dilma. Un nuevo gobierno del PT no aportaría nada nuevo. Es por ello, que apoyamos la candidatura del PSOL y estamos en contra de un «Frente por la Democracia» con una base electoral que una al PSOL, PT y partidos burgueses como PSB y PDT, y que se propone continuar con la política de colaboración de clases.

El Frente Único no es por la defensa del gobierno del PT, ni por la elección de un nuevo gobierno del PT. Pero sí contra el Lava Jato y el poder judicial, contra la detención de Lula y en defensa de las libertades democráticas.

La Esquerda Marxista combate las acciones de grupúsculos de extrema derecha, que utilizan métodos fascistas contra militantes de izquierda, como se ha visto en los episodios de la caravana de Lula en la región Sur. Repudiamos las amenazas de sectores del ejército, evidenciadas por la declaración del general Eduardo Villas Bôas, en la víspera del juicio del STF, posicionándose contra la «impunidad» y declarando que el Ejército Brasileño «se mantiene atento a sus misiones institucionales». Es decir, claramente amenazó con un golpe militar si el STF aceptaba el HC de Lula.

Al mismo tiempo, afirmamos que no existe hoy base social para sostener un régimen fascista, ni esa es la opción de la burguesía ni del imperialismo para enfrentarse a la situación actual. Incluso un régimen militar no tendría apoyo de amplios sectores de la población, que guarda fresca en la memoria la experiencia de la Dictadura en el país. Mayoritariamente la burguesía, a través de sus órganos de prensa, rechazó las declaraciones del general. La Folha de Sâo Paulo en su editorial concluye que tal declaración «Merece fuerte repudio, pues, flaco favor ha prestado alguien a quien cabe velar por la obediencia del Ejército al mando civil». Lo que prefieren es seguir buscando la renovación de sus cuadros políticos y del régimen democrático burgués, con crecientes ataques a la clase obrera, a las libertades democráticas, represión y criminalización.

En la base, la indignación contra la situación política y económica aumenta, y persiste la disposición a la lucha por parte de los jóvenes y de los trabajadores, como se ha visto en la victoriosa huelga de los trabajadores municipales de San Pablo y en la masiva reacción de repudio a la ejecución de Marielle. El desempleo sigue siendo elevado, el Congreso Nacional acaba de regalarle al «agronegocio» más de 10 mil millones de reales en amnistía en las contribuciones al Funrural (Pensiones) mientras los salarios son devaluados; todo ello provocará más revueltas, huelgas y manifestaciones.

En el momento en que escribimos esta nota, Lula está en la sede del Sindicato de los Metalúrgicos del ABC y manifestantes rodean el edificio sindical. Nosotros consideramos que Lula no debe obedecer una orden ilegal y no debe entregarse a la policía. Si no se entrega, la temperatura política sube, y el espacio para la lucha obrera aumenta.

Por eso, la Esquerda Marxista participa de los actos convocados contra la prisión de Lula con nuestras posiciones, incluyendo el acto que ahora rodea al Sindicato de los Metalúrgicos del ABC.

Es necesario continuar la lucha contra el capitalismo y sus instituciones: el poder judicial, la policía y el ejército, los gobiernos y el parlamento que sólo saben eliminar derechos de nuestra clase. El Estado está al servicio de los negocios de la burguesía. Es necesario construir una salida con independencia de clase y teniendo como norte la revolución socialista.

¡En defensa de las libertades democráticas!

¡Contra el Lava Jato!

¡Fuera Temer y el Congreso Nacional!

¡Por un gobierno de los trabajadores!