“El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla ni participa en los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio del pan, del pescado, de la harina, del alquiler, de los zapatos o las medicinas dependen de las decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro, que se enorgullece e hincha el pecho diciendo que odia la política. No sabe, el imbécil, que, de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado, y el peor de todos los bandidos, que es el político trapacero, granuja, corrupto y servil de las empresas nacionales y multinacionales.” B. Brecht

En una nota periodística, el empresariado sacó un comunicado: “las principales entidades empresarias, reunidas en el Foro de Convergencia Empresarial, respaldaron ayer los aumentos tarifarios impulsados por el Gobierno y acusaron a la oposición de apelar a «recursos demagógicos» con motivos electorales, en referencia al proyecto que les fija un techo a los incrementos de los servicios y que podría convertirse en ley la semana próxima.” La Nación 02/05/2018

Fuente

¡Que radiografía más nítida para el conjunto de la clase trabajadora y sectores populares que aún mantienen cierta ilusión en la dirección kirchnerista!

Este aumento desproporcionado es una consecuencia particular del hecho de que la alta burguesía argentina es una lumpenburguesía*, es decir, una clase que busca apropiarse no sólo del trabajo obrero, sino de las ganancias del resto de la burguesía y pequeña burguesía, muy distinta de la descripta por Marx que, aún siendo despiadada y explotadora, era también productora y transformadora. Por el contrario, esta lumpenburguesía sólo busca maximizar sus ganancias con el mínimo de inversión y trabajo

Lo anterior hace que no vacilen en tomar las empresas que debieran ofrecer servicios públicos (en realidad, derechos universales) como electricidad, agua potable, gas, ferrocarriles y comunicaciones, y convertirlos en negocios de jugosas ganancias, las cuales se remiten al exterior, sin siquiera preocuparse del mantenimiento necesario ni, mucho menos, la extensión de los servicios a los sectores alejados, pobres o carenciados. En el caso de los ferrocarriles, ni siquiera han mantenido el tren rodante y, ni mucho menos, las vías, impidiendo de este modo un transporte de pasajeros eficiente y económico, y condenando a muchos pueblos-estaciones a una larga agonía.

No conformes con esto, y con la excusa de evitar la falta de servicios, sin molestarse a dar aguna justificación (de hecho, ni siquiera han publicado cómo se calcula el BTU), han lanzado un ajuste tarifario monstruoso, que impacta en toda la sociedad, esto es, no ´solo en los hogares, sino también en los sectores fabriles y en las pequeñas y medianas empresas, responsables de gran parte de los puestos laborales existentes, que son precarizados sin piedad (agregando a esto el proyecto de Reforma Laboral, que bien se puede llamar de Calamidad Laboral), y en el índice de precios de los bienes de la canasta familiar, gastronomía, construcción, hospitales, etc.

Si a esto agregamos las recientes devaluaciones, junto con el aumento de la tasa de interés de las LEBAC, tenemos un combo desvastador para las clases media y trabajadora. De hecho, el gobierno a dicho que recalculará los aumentos (fuente:https://www.cronista.com/economiapolitica/La-devaluacion-sumara-mas-aumentos-a-los-ajustes-de-tarifas-de-electricidad-y-gas-20180131-0041.html).

Lo anterior no extraña que en este gobierno de CEOs, comenzando por el mismísimo Aranguren, exponente lumpenburgés perfecto, se tomen estas decisiones. Sin duda, esto será apoyado pública o embozadamente, por muchos partidos políticos, incluyendo al Cristinismo, que piensa que esto le ayudará para el 2019 y de paso hará el trabajo sucio. También por muchos gobernadores, por convicción, extorsión, o una mezcla de ambas. Por supuesto, aparecen y aparecerán cortinas de humo, como pedidos de audiencias para debatirlo, presentación de recursos de amparo, etc., que sólo buscan evitar una verdadera respuesta del campo obrero y popular.

Todo esto, sumando las inaceptables opiniones de Vidal, sobre que para qué tantas universidades nacionales si los pobres no estudian, anticipando más recortes a la educación pública; falta que diga que los pobres y jubilados viven mucho para recortar también en salud.

Esto ha llevado a que gremios K, ante una situación que no admite vacilaciones, como es la sanción de una ley que frena los aumentos y el veto de Macri a ésta, organizaron la Marcha Federal y un posible paro nacional.

Nuestra opinión es que la lucha debe expandirse, además, a todos los sectores populares, con asambleas y discusiones en clubes barriales, centros comunitarios, comedores, etc.

Ahora bien, ¿cuál es la solución definitiva a esto? El comienzo de la solución es la renacionalización de las empresas prestadoras de servicios. Pero esto es una condición necesaria, no suficiente. La condición posterior es hacer que funcionen bajo el control de consejos o comisiones de usuarios y trabajadores, junto a sindicatos clasistas fuertes. Lo anterior permitirá, no sólo un abaratamiento de los precios junto a mejoras en la calidad, sino también que los excedentes se usen para beneficiar los sectores más desprotegidos y vulnerables, que actualmente tienen que colgarse, tener servicios muy precarios subsidiados por las provincias y municipalidades, o directamente, no tienen nada.

Por supuesto, sabemos que esto no se logrará sin un cambio diametral en el concepto de propiedad, de características revolucionarias. Así que las consignas que exigen la situación son: expropiación de las empresas prestadoras de servicios, ya sean nacionales, provinciales o municipales, y su gestión por consejos de usuarios y trabajadores YA. Desobediencia civil frente al saqueo. Por la unidad de los sectores obreros y populares, con plan de lucha y paros generales.


Notas

*El concepto de lumpenburguesía fue usado en Austria por parte de algunos ideólogos socialistas en los años 20, sin embargo fue el economista y sociólogo Alemán André Gunder Frank, conocido por su teoría de la dependencia, quien en 1972 acuñó el término de lumpenburguesía en referencia a las clases dominantes de América Latina que, en lugar de implementar un proyecto nacional basado en una conciencia de clase propia, devenían en sirvientes de los intereses imperialistas de las potencias dominantes.