Alberto Rowinsky demostrará esta noche en el Teatro Baralt su reflexión particular sobre el oficio del actor. Con su Teatro del Silencio tiene más de un cuarto de siglo en eso y en torno a ello giró la entrevista en PANORAMA. Alberto Rowinsky demostrará esta noche en el Teatro Baralt su reflexión particular sobre el oficio del actor. Con su Teatro del Silencio tiene más de un cuarto de siglo en eso y en torno a ello giró la entrevista en PANORAMA.

– Cómo evalúa el momento teatral en Venezuela?

– Muy difícil y complejo, como todo lo que está pasando en el país. Creo que Venezuela, donde vivo desde hace 28 años, gesta su propio destino. Me preocupa (sólo hablo del teatro que se hace en Caracas, porque desconozco el que se hace en el resto del país) que, pese a que en el país están sucediendo un poco de cosas, el teatro busca su éxito, a veces con inteligencia, pero de una forma muy "light". Cuando en las sociedades se movilizan los pisos, nosotros los hombres de teatro, que somos sus antenas sensibles, deberíamos estar indagándola y volcarla sobre el escenario.

– ¿Cuál es la alternativa ante un teatro "light"?

– Uno de ideas. Hoy por hoy es lo que se discute en el país. Un proyecto de nación, con toda la complejidad que eso conlleva. Necesitamos un teatro para que la gente piense y sienta. Que haya un circuito entre sus sentimientos y su razón.

– ¿Cuáles son sus últimos aportes en ese sentido?

– Cuatro montajes: "Galileo Galilei", de Bértolt Brecht; "Las Troyanas", de Eurípides; "Historia del Zoológico", de Edward Albee y "Sacco y Vanzetti", una pieza mía. Un trabajo perfilado hacia la conciencia, el humanismo, el pensamiento y la capacidad crítica del espectador.

– ¿Por qué decidió quedarse en Venezuela?

– Vine cuando salí de Uruguay hacia el exilio, en 1976. Tuve mucha suerte porque era dirigente estudiantil y hubo una represión muy fuerte, dondecayeron más de doscientos compañeros. Estando en Bogotá me invitaron al tercer festival internacional de teatro. Traje una un espectáculo llamado "Amor y desventuras en un atardecer de invierno". Luego me invitaron a quedarme para ayudar en la formación de actores.

– ¿Ya era el Teatro del Silencio?

– Sí. Lo llamé así porque tuve que hacer la obra en Uruguay sin palabras, porque la censura impedía decir muchas cosasnecesarias. La palabra estaba censurada.

– ¿Quiere decir que la censura le obligó a trabajar con el cuerpo?

– Diría que la inteligencia para entender la situación me llevó a el. Te jugabas muchas cosas haciendo teatro, incluso tu libertad. Por eso admiro tanto la pasión de la gente que desempeña este oficio. A lo largo de la historia de la humanidad, los actores, inventando y reinventando sus textos, muchas veces se han jugado la vida.

– ¿Qué diferencia hay entre aquella Venezuela y la que ahora habita?

– Hay un abismo muy grande. Entonces era un país muy inconsciente por la cantidad de plata que circulaban por la calle. Ahora hay mucha conciencia. Es momento de búsqueda de soluciones a los graves problemas que venía arrastrando la democracia. Ha ingresado a la palestra de la sociedad una cantidad impresionante de seres humanos que habían sido excluídos de la sociedad.

– ¿Qué papel juega el teatro en ese contexto?

– No sólo el teatro, la cultura tiene que desempeñar un papel. de lo contrario es un instrumento vacío que no sirve para nada. Todo lo que el hombre inventa para reflejar la sociedad que lo rodea es fundamental. Y uno delos procesos más hermosos es el teatro, espejo que refleja muchas situaciones, tanto políticas como lo que significa el cosmos interior que aporta cada persona. Ese es nuestro oficio y tú lo conoces muy bien.

– ¿Retornaría a Uruguay,una vez que allá también comienzan a suscitarse una serie decambios?

– Creo que no. Ya no soy, ni uruguayo ni del todo venezolano. Pero tomé un cariño muy grande a esta nación. Aquí vivo, pienso y creo.

– ¿Qué ha quedado de ese tránsito por la televisión?

– Fue para mí una necesidad económica fundamentalmente. Lo confieso con toda franqueza. Me ha tocado hacer novelas muy malas, otras interesantes, pero el mecanismo de esa industria es absolutamente endeble, codificador. Sólo los actores que tenemos una buena formación podemos sobrevivir en esa estructura. No te da mucho para crear. Se maneja sobre los rictus más que sobre la profundización en la construcción de personajes. La mayoría de los textos son muy livianos, no tienen muchos aspectos inteligentes. Hay unas que sï. "Por estas calles", por ejemplo, donde hacía el asesor de "Chepe", un argentino de una pedantería impresionante. Algunas de Julio César Mármol. Pero nunca dejé de hacer teatro.

– ¿Por qué?

– Es el gran útero, la gran matriz que nos nutre y nos nutrirá toda la vida. Investigas, te encuentras, te descubres. En la TV no pasa nada de eso. Pero siempre digo que cuando actúo en una novela, lo hago como si se tratara de Shakespeare o Henrik Ibsen.

– ¿Cuán importantes resultan los clásicos para usted?

– No lo son por casualidad. Algo pasó en un momento determinado que alguien trasciende toda una época histórica y se proyecta hacia adelante. Por una serie de factores, entre los cuales está el talento. También lo son porque están afincados profundamente en su realidad y la convierten en un hecho universal.

– Por qué eligió a Albee?

– Quería hacerla con una visión muy particular. Sabes que la historia es muy sencilla: Dos hombres se consiguen en Central Park, uno cerrado y hermético, un editor que siempre va allí a leer libros, sin vida privada. El otro es extrovertido, alegre, despreocupado. Edward Albee hizo la obra para recordar el fracaso del gran sueño americano: cuánto tienes cuánto vales. Una carrera donde se olvida la interioridad.

-¿El optimismo es una necesidad?

– Creo que, más que el optimismo, lo es la capacidad de uno reírse de sí mismo. Vivimos un principio de siglo muy mediocre. Faltan ideas, pasiones, muchas cosas. Una generación mediocre, a pesar de la gran tecnología. Hay una especie como de marasmo intelectual. No hay confrontación. Eso nunca es bueno.

– ¿Qué tal la experiencia con el actor zuliano José Luis Montero?

– Ha madurado una enormidad como intérprete. Esta noche vayan a verlo, en el Teatro Baralt. Es un excelente actor.

INTÉRPRETE

Nació en Montevideo, el 12 denoviembre de1946.

Estudió en la Escuela de Arte Dramático.

Tiene más de 50 montajes teatrales.

actuóen telenovelas como "Caríssima", "María de los Ángeles", "El desprecio", "De oro puro", entre otras.