Una y otra vez se escuchan las ventajas de la agricultura urbana y sus posibilidades casi ilimitadas para saciar el hambre de la población y  ayudarnos a curar la gripe, el asma, problemas estomacales, oxigenar el cerebro, e incluso ayudar a contrarrestar el cáncer, solo si cultivamos ciertas plantas con propiedades curativas.

Muchos presentan la agricultura urbana como una panacea que solucionara todos nuestros problemas. ¿Es así?, ¿Cuáles son sus limitaciones y alcances?

Por razones obvias el tema de la producción de alimentos ha alcanzado una gran importancia en el país, siendo la agricultura urbana una de las alternativas destacadas por la burocracia, la cual le ha dado tal publicidad, que se ha creado un ministerio para su impulso. Estas prácticas pareciera que intentaran competir con la agricultura tradicional y las grandes empresas procesadoras de alimentos. La burocracia entiende estas prácticas como una lucha en contra de los monopolios, terratenientes e incluso contra el imperialismo. En fin la agricultura urbana vendría siendo el camino correcto a seguir, pero si esto es así, entonces podríamos preguntarnos: ¿Para qué organizarse?, ¿Para qué luchar? ¿Para qué buscar ideas? si lo único que hace falta es un matero, tierra y algunas semillas. ¿Es ese el camino al socialismo?

Trataremos de aclarar algunos aspectos importantes en cuanto al tema de la producción de alimentos en general y la agricultura urbana en particular, los aspectos técnicos y lo que más nos interesa a los marxistas: las ideas que se esconden detrás de esta supuesta «salvación».

En principio es necesario e importante diferenciar entre las personas que realizan estas prácticas como complemento para la alimentación diaria o como hobby, y entre los sectores que defienden a la agricultura urbana como doctrina -filosofía de vida- y peor aún como medio para marchar al socialismo. Obviamente no tenemos nada en contra de una persona que siembra una mata de tomates en su casa, ¿Cómo podríamos estar en contra de esto? pero debemos posicionarnos con respecto a los sectores que defienden una práctica individualista como medio para alcanzar el socialismo. Lo que rechazamos es la visión idílica de muchos de sus defensores en cuanto hacernos creer que con solo sembrar en casa se resolverá el problema. Nuestros argumentos van en contra de estos doctrinarios.

División entre la ciudad y el campo

A medida que progresa la humanidad también se ha desarrollado la división del trabajo. Al principio teníamos cazadores y recolectores, ahora tenemos una infinidad de profesiones y especializaciones, solo en ingenierías se puede contar como mínimo unas 60 sin contar las especializaciones, te puedes perder en un mar de posibilidades. Todo esto solo en la rama de la ingeniería, y si le sumas las especializaciones de medicina tendrás un sinnúmero de alternativas. Esto es necesario aclararlo para tener presente que la división del trabajo es necesaria e inevitable si quieres progreso en la sociedad. Toda aquella persona que trate de unir todas esta divisiones del trabajo sin que las condiciones estén dadas, simplemente estará defendiendo ideas retrogradas, tratando lo imposible, darle marcha atrás al reloj. Por ejemplo, si tratas de unir profesiones sin que los trabajadores estén los suficientemente adiestrados –prepararlos bien requiere de tiempo- solo provocarás trabajos mediocres, es como aquellas personas que saben un poquito de todo pero que no se especializan en nada. Para unir diferentes ramas del saber en un mismo individuo, este debe tener tiempo para cultivarse y así volverse un “experto” en diferentes disciplinas, es decir, que son necesarias excelentes condiciones económicas para que estas personas puedan dedicar más tiempo al estudio, por la mañana ser trabajador agrícola, por la tarde ingeniero o científico y por la noche crítico literario o cosas así por el estilo.

La división entre el campo y la ciudad fue en realidad muy progresista, el campo suministra alimentos y la ciudad suministra al campo bienes industriales que le hacen la vida al campesino mucho más fácil. Para decirlo claramente, sin la división de la ciudad y el campo no se hubiera desarrollado la industria, no tuviéramos computadores, teléfonos móviles, Internet o laboratorios donde se han descubierto medicinas importantes para tratar enfermedades que en otras épocas eran una sentencia de muerte.

Un poco historia de la agricultura urbana

“La agricultura urbana tal cual la conocemos hoy en día surge frente a la necesidad de producir alimentos durante las 2 guerras mundiales que asolaron principalmente a Europa en la primer mitad del S. XX. Los llamados jardines de guerra, o jardines de la victoria, eran promovidos entre la ciudadanía, a los efectos no solo de producir alimentos para el esfuerzo de guerra sino también para el consumo en las ciudades» (www.permaciudad.com). Aquí podemos ver como el comienzo de la agricultura urbana se origina en un gran declive de la humanidad, el «éxito» de estas prácticas se producen por el fracaso del sistema socio-económico donde se apliquen. En Venezuela lamentablemente es igual. Estas prácticas se vuelven populares en retrocesos productivos.

“Luego de la Segunda Guerra Mundial, los huertos urbanos fueron olvidados hasta el surgimiento de los movimientos de contracultura durante los 60. La agricultura urbana ahora conformaba una alternativa a la forma de vida consumista de occidente, permitiendo autonomía alimentaria en las comunidades y representando una forma de retomar contacto con la naturaleza. Esta necesidad de reforzar los lazos con la naturaleza, condensada en los movimientos ecologistas de los 60, al combinarse con los discursos contra culturales, dio lugar a un potente desarrollo de las prácticas agrícolas sustentables tanto en el campo como en las ciudades” (www.permaciudad.com). Vemos en este párrafo nuevamente como se combina la agricultura urbana y las ideas de escapar de esta sociedad decadente, la búsqueda del Edén perdido. Este tipo de sentimiento no es nuevo y busca muchas formas de expresarse, entre ellas la agricultura urbana, pero también vemos el intento de escapar utilizando la religión, drogas, alcoholismo… Unas formas de «escape» son más nocivas que otras pero la «esencia» es la misma: no pensar en la realidad de todos los días.

¿Técnicamente es viable?

Si bien es cierto que muchos arquitectos futuristas nos presentan las ciudades del futuro muy verdes donde la naturaleza se apodera nuevamente de muchos espacios, donde los habitantes urbanos podrán cosechar sus propios alimentos. Una ciudad donde vale la pena vivir y tecnológicamente hablando no es para nada descartable alcanzar esta armonía con el entorno. Pero el único obstáculo entre estas ciudades y nosotros es el capitalismo.

Aunque podemos ver resultados realmente asombrosos, dicen que bien aplicadas las técnicas y los conocimientos se puede lograr por un metro cuadrado una cantidad de 20 kilogramos de alimentos al año ¡sorprendente!, esto daría que con 18 metros cuadrados se alimenta una persona por un año (persona promedio; consumiendo solo estos rubros). Es simplemente asombroso, pero la realidad es diferente. En Venezuela tenemos resultados desiguales y no muy optimistas, por mucha publicidad se les quiera dar.

No hay que ser un experto para suponer que la agricultura urbana por sí sola no podrá ser una alternativa a la agricultura tradicional y mucho menos con las técnicas tan rudimentarias que utilizamos. Si bien es cierto que en países tecnológicamente avanzados encontramos casos donde en pequeños espacios se pueden producir grandes cantidades de alimentos, pero para ello necesitan manejar con precisión cada uno de los factores que intervienen en las producción: luz, agua, nutrientes, humedad de suelo y del ambiente, temperatura, plagas, hongos… y con toda esta tecnología no logran desplazar a los cultivos tradicionales, mucho menos nosotros con técnicas bajas y pocos conocimientos al respecto.

Muchos compañeros tienen la ilusión de que la agricultura urbana se pueden generar buenos resultados con poco esfuerzo y es todo lo contrario. A veces las «pequeñas» cosas nos exigen más que las «grandes». Los grandes mono-cultivos se pueden industrializar más fácilmente, se necesita solo un tipo de abono, de herbicida, y se lidia con cierto número de plagas, y con el tiempo ya el agricultor se vuelve un experto, se necesitan menos conocimientos que con pluricultivos, donde es necesario entender cada uno de los cultivos y la relación entre ellos. Aquí lo «pequeño» exige más que lo «grande».

Pero el principal problema con la agricultura urbana es la falta de espacio, a veces no tenemos espacio para acomodarnos como familia, mucho menos para las plantas, que necesitan sitios adecuados donde reciban suficiente luz.

¿Cómo se ven los que defienden la agricultura urbana como doctrina?

Aclaramos que las criticas hacia la agricultura urbana como doctrina, vienen del deseo de buscar una solución verdadera al problema de la producción de alimentos, pero antes de conseguir una solución real y viable debemos descartar las irreales y no viables que solo nos distraen del camino correcto.

Al hablar con los defensores de la agricultura urbana como doctrina viene a la mente la frase «Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña» en este caso seria «Si no vamos al campo, el campo viene a nosotros», y no habría nada malo con esto si no fuera porque en la mayoría de los casos solo es utilizada como «cortina de humo» por la burocracia para hacer parecer que se están resolviendo las cosas, cuando en realidad no se resuelve nada.

La mayoría de personas que defienden esta «doctrina» son individuos que están alejadas de las fábricas y de la producción. Los obreros la mayoría de las veces ven estas prácticas con indiferencia, saben instintivamente que la solución para una mayor producción y más tiempo libre se encuentra en un mayor desarrollo tecnológico. Por lo tanto cualquier «solución» que pinta en métodos más rudimentarios simplemente no les atraerá.

Fichte decía: “tal como es el hombre, así es su filosofía” en este caso decimos «tal como es el hombre, así es su solución al problema de la producción de alimentos». Existen diferentes hombres en la sociedad con diferentes intereses, esto se pueden ver claramente cuando tocamos el problema agrícola. Algunos defienden la explotación de sol a sol del jornalero, otros la vuelta al conuco y la agricultura urbana como «doctrina» y los obreros con conciencia de clase que defienden la colectivización y el apoyo al pequeño campesino pobre, pero sobre todo defienden la industrialización del campo y creación de verdaderas fabricas con cientos o miles de obreros para la producción de alimentos. Si se aplica la solución obrera para el problema alimentario, creando grandes industrias en este ramo, se resolvería rápidamente el problema alimentario y por trabajadores no debemos preocuparnos, seguramente no nos faltaran voluntarios para comenzar esta tarea.

La agricultura urbana como solución definitiva es defendida por los sectores que tratan de esquivar las luchas y se conforman con soluciones a medias, una solución que no enfurezca a nadie que no requiera mucho sacrificio ni organización, una solución sin salir de casa; sin aguantar sol; calor; ni picadas de zancudos.

Algunos sectores que defienden la agricultura urbana y el “conuquismo” como solución y alternativa al capitalismo, hacen recordar una tendencia del anarquismo que defienden el completo alejamiento de la sociedad y sus «pecados» queriendo rechazarlo todo hasta el punto de fabricar su propia ropa. No se dan cuenta que el problema no es la tecnología y la industria sino el capitalismo que frena todo el potencial de la sociedad. Cuando nos libremos de este obstáculo se abrirá un sin fin de posibilidades, convertiremos este valle de lágrimas en un verdadero paraíso y nuestra principal herramienta será la tecnología y la industria.

¿A dónde nos llevan estas ideas?; ¿A dónde nos llevan las ideas de combatir el capitalismo individualmente? En el fondo de muchas de estas prácticas- agricultura urbana y el conuquismo-  se esconde un deseo de lucha contra la burguesía con métodos individuales, pero como el pequeño-burgués piensa que la riqueza y la explotación se produce solo en el terreno de compra-venta, su razonamiento lo lleva a la conclusión de que la lucha en contra de la burguesía se debe realizar en el mismo terreno, así su deducción es que si todos nos ponemos de acuerdo y no compramos, el sistema capitalista se derrumbara por si solo y al otro día amaneceremos en el paraíso terrenal. Por lo tanto intentan luchar simplemente no interviniendo económicamente, tratando de no comprarle a los monopolios. Pero en el marco de la lógica formal: de premisas ciertas, deduces conclusiones ciertas, aquí de ideas absurdas, deduces conclusiones aún más absurdas. Al defender la idea de combatir el capitalismo con métodos individuales, no comprándole a los monopolios -como si tuviéramos otra alternativa-, se deduce rápidamente que tu ejemplo a seguir son personas desaliñadas y lumpen, se deduce que una persona que no se baña, es un luchador en contra de los monopolios que producen artículos de aseo personal. De repente un lumpen-proletario se ha convertido en un luchador incansable contra el capitalismo. Cuida tus ideas, de premisas falsas se llega a conclusiones falsas, como aquí se ha demostrado, de métodos individuales de combate a la burguesía se puede llegar a conclusiones absurdas como glorificación a los desclasados y lumpen, grupo de personas que están siendo marginadas en la sociedad.

Pero lo que más debemos combatir los marxistas son las ideas que están detrás de estas «soluciones» -agricultura urbana, conuquismo, etc.- ideas que desean inocularnos de contrabando, haciéndonos sembrar ilusiones que con el individualismo construiremos el socialismo -inevitablemente generas individualismo con estas formas de producción-. El problema se presenta cuando quieren engañarnos haciéndonos creer que ese es el camino para llegar al socialismo.

¿Porque la burocracia defiende tanto la agricultura urbana?

Después de algunos años escuchando una y otra vez las ventajas de la agricultura urbana -hasta la formación de un ministerio-  por parte de la burocracia, comienzas a pensar en que algo malo ha de tener esta «doctrina». ¿Es una verdadera solución o solo son «pañitos de agua tibia»? ¡Pero sí parece una práctica muy sana!

Como lo dijimos más arriba, esta «solución» tiene la ventaja que no molesta a nadie, no toca ningún interés económico ni en el campo ni en la ciudad, parece la solución ideal para todos, una solución sin lucha, sin sobresaltos, sin disgustos, en fin; una solución que conecta muy bien con la psicología de los burócratas y reformistas.

El problema más grande con esta «solución» es que se responsabiliza al individuo por los problemas de la sociedad, se intenta hacer responsable a él de todos sus sufrimientos. Se da a entender que si la población está aguantando hambre es por su culpa, porque no siembra en los materos y en botellas vacías de refrescos. Nos quieren distraer, desviando la mirada del obstáculo central en el tema de la producción de los alimentos: burguesía; terratenientes; imperialismo. Lo mismo se aplica al tema de las medicinas, se responsabiliza al individuo, no se responsabiliza a los monopolios farmacéuticos, sino que se reprime a la persona por no sembrar una supuesta matica que cura todas las enfermedades imaginables o porque no escucharon a cierto gurú de la medicina naturista.

Algunos funcionarios del Estado que se encuentran en este ministerio se quejan de que los obreros en la mayoría de los casos ven estos intentos de solucionar la crisis alimentaria con indiferencia. Estas quejas nos confirman una vez más lo que ya sabemos: la burocracia y reformistas no conocen ni mínimamente lo que es el socialismo ni a la clase obrera. Un obrero sabe instintivamente que la solución a los problemas de la humanidad no vendrá de métodos amateur y rudimentarios sino todo lo contrario, de métodos altamente sofisticados, donde la industria -entre ellas la alimentaria- se desarrolle tecnológicamente hasta alcanzar su máxima expresión. El problema alimentario se solucionará definitivamente con grandes industrias agrícolas, no con métodos rudimentarios y poco profesionales.

Anti-agroquímicos

Una concepción muy difundida también es una supuesta lucha contra los agroquímicos y las multinacionales que los impulsan. Aquí una vez más se culpa a los individuos, sin buscar una solución en la lucha colectiva. Se culpa al campesino en particular por utilizar estos productos químicos que tanto daño hacen, no quieren entender que es imposible para estos pequeños agricultores no usar estos productos, si intentan dejar de usarlos simplemente se verían empujados a la bancarrota en poco tiempo, sus cosechas serian menos numerosas y con necesidad de una mayor fuerza de trabajo, lo cual dejaría al pequeño agricultor más exhausto y sin dinero. Podría objetar alguno ¿Si su producto es agroecológico podría subirle el precio? bueno, si esto fuera cierto si la mayoría de personas pudiéramos darnos el «lujo» de comer alimentos sanos -aunque cuesten más caros- simplemente en la crisis alimentaria actual es «absurdo» siquiera pensarlo. Nuestro razonamiento en este caso es: «prefiero comerme estas verduras que tal vez me hagan daño a largo plazo que morirme de hambre a corto plazo».

Uno de los problemas a los que nos enfrentamos es el tema de los agroquímicos, pero la solución no está en hacer «sermones» a los pequeños productores ni a los consumidores. La solución es la industrialización y desarrollo de los biofertilizantes, bioherbicidas y biopesticidas. La solución real está en impulsar toda una rama industrial que le pueda brindar a los agricultores productos ecológicos eficientes y a un precio razonable, de esta manera el agricultor ya no se vería en la necesidad de acudir a los agroquímicos.

Solución

Como ya hemos comentado con anterioridad, el tema de la producción de alimentos en Venezuela hoy en día es de suma importancia, sin duda es un tema del cual todos estamos atentos. Así como hay diferentes clases y sectores dentro de la sociedad, así también hay diferentes soluciones al problema de la producción de alimentos, es decir, al problema de la agricultura.

Antes de conseguir una verdadera solución, veamos cuales no son las posibles alternativas que tenemos al alcance:

* La agricultura urbana como ya hemos expuesto no es una solución verdadera a los problemas, aunque puede servir en el mejor de los casos a una ayuda importante en la economía familiar.

* El conuco como lo plantean muchos camaradas pareciera que fuera una solución mucho más atractiva y productiva. Pero lamentablemente los compañeros que defienden estas posturas quieren dar marcha atrás al reloj. Es como desear mantener a un niño enclaustrado en una cierta edad por toda la eternidad. Simplemente plantearlo es suficiente para darse cuenta de lo absurdo de esta solución utópica y al mismo tiempo reaccionaria, se intenta dar marcha atrás al progreso.

* Explotación desalmada de los trabajadores agrícolas y pequeños campesinos, esta «solución» está siendo aplicada todos los días en nuestros campos y ha sido comprobada en la práctica durante décadas. El parasitismo de los terratenientes, su mediocridad,  avaricia y estupidez, los convierte en personajes completamente ajenos al progreso. Estos parásitos con excelentes tierras, fuerza de trabajo barata y suficientes mercados para sus productos han sido incapaces de desarrollar el campo en el tiempo que han dirigido la agricultura.

Ahora veamos cual es la solución real del problema de la producción de alimentos: ¡Regresar al campo! por supuesto que sí, pero no como lo plantean los defensores del «conuquismo» sino con métodos obreros, mentalidad colectiva, prácticas industriales, planificación de la producción y con las comodidades de la ciudad. Ésto podrá lograrse a través de la expropiación de todos los latifundios bajo control democrático de los trabajadores del campo debidamente organizados. Debemos organizar verdaderos ejercicios para explotar todos nuestros recursos agrícolas y así solucionar el problema de la producción de alimentos. Estamos seguros que contaremos con gran cantidad de voluntarios para trabajar el campo, personas que desean salir de muchas ciudades y respirar un poco de aire puro.

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