La espiral de injerencia y golpismo contra Venezuela avanza a pasos agigantados. Recientemente Donald Trump, al ser interrogado sobre la posibilidad de una invasión militar a nuestro país, sentenció: “Ciertamente, es una opción” (1). En la misma declaración, la máxima autoridad de la Casa Blanca afirmó haber rechazado un pedido de reunión solicitada por Nicolás Maduro, para luego elogiar a Juan Guaidó (su principal marioneta venezolana) calificándolo como un “joven y energético caballero”.
El 4 de febrero, el Grupo de Lima sostuvo un encuentro ministerial de emergencia en Canadá con los objetivos de aumentar la presión sobre Nicolás Maduro para que abandone el poder y consolidar el apoyo a Juan Guaidó. En la apertura de la reunión, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, anunció que su gobierno donará 53 millones de dólares para, supuestamente, “tratar las necesidades más importantes de los venezolanos”, al tiempo que declaró que: «el momento para la transición democrática en Venezuela es ahora» (2). Al igual que la “donación” de 20 millones de dólares por parte de EEUU, tal monto, o parte de éste, constituirá una nueva fuente de financiamiento a la desestabilización interna de Venezuela.
Entretanto, alrededor de 20 países de Europa han reconocido a Juan Guaidó como Presidente Interino de Venezuela, mientras la Unión Europea (UE) como coalición junto a varios gobiernos latinoamericanos, han creado un Grupo de Contacto Internacional para apuntalar su política –y por tanto, sus intereses– en la crisis venezolana. Tras la primera reunión de dicha instancia el pasado 7 de febrero, se emitió una declaración donde se propuso trabajar para establecer las garantías necesarias para un proceso electoral creíble en el menor tiempo posible” y “permitir la entrada urgente de asistencia de acuerdo a los principios internacionales” (3). Solo México y Bolivia se abstuvieron de firmar la declaración final de la agrupación, que próximamente enviará una misión técnica para tratar de cumplir con los objetivos trazados, o en otras palabras, ejercer mayores presiones en función de sus planes desestabilizadores.
Salta a la vista entonces que las estrategias del imperialismo estadounidense y los de Europa parecen estar convergiendo en los últimos días. Sin embargo, debemos reconocer ciertas diferencias de énfasis entre las partes. Por ejemplo, los primeros han combinado toda una multiplicidad de factores de presión política, diplomática, económica y militar, con miras a producir, fundamentalmente, un quiebre en la cúpula de las fuerzas armadas y un posterior golpe de estado. Los repetitivos llamados a los cuerpos castrenses a que “restituyan la democracia en Venezuela” emitidos desde la Casa Blanca, y el impulso, por parte de la AN, de la Ley de Amnistía dirigida a militares y funcionarios que colaboren con un cambio de gobierno; giran en torno a esta salida. Por otro lado, desde el este del Atlántico se trata de presionar, en parte aprovechando el asedio norteamericano, para que se produzca una salida pactada de Maduro, preparada y disfrazada con la cobertura de “elecciones libres y democráticas”.
Situación de la lucha de clases
En Caracas el sábado 2 de febrero, se desarrollaron dos grandes movilizaciones: una del chavismo y otra de la oposición, que permitieron medir el alcance de la situación a nivel de fuerzas de calle. El bando chavista y de izquierda, celebrando los 20 años de la toma de posesión del Presidente Chávez y por la defensa de la soberanía, sorprendentemente demostró que, a pesar del descontento generado por la crisis, las vacilaciones y desaciertos de su dirección; aun cuenta con suficiente músculo para desempeñar un papel importante en el panorama político nacional. La agresión imperialista nuevamente ha despertado la combatividad del chavismo de base.
En contraste, la manifestación opositora, en respaldo a Guaidó y con la presencia de banderas de los países cuyos gobiernos han reconocido la falsa investidura de éste, se mostró menos nutrida que en ocasiones anteriores. Esto, que no necesariamente representa una pérdida de apoyo a Guaido por parte de las bases opositoras, puede explicarse por la razón de que éstas perciben que, en esta ocasión, su intervención no es decisiva o al menos necesaria. Después de todo, si desde el norte se están haciendo cargo del trabajo mejor quedarse en casa.
Lo que caracteriza al actual episodio golpista es la carencia de convocatorias a actividades de calle por parte de la reacción, a diferencia de ocasiones pasadas. Este hecho en parte demuestra que el imperialismo estadounidense ha emprendido una estrategia que consiste esencialmente en maniobras desde arriba y con el mayor control posible en sus manos, minimizando hasta ahora las operaciones políticas internas –entre las que se incluyen las movilizaciones y marchas– al mero papel de réplica o continuación a los ataques externos. Con este accionar es posible que desde el norte estén evitando que sus dirigentes títeres en el país nuevamente lo echen todo a perder. Pocas veces en la historia mundial hemos visto un rol tan lacayesco y arrastrado por parte de una dirigencia política como el que actualmente desempeña la derecha criolla. Toda su agenda se rige por las acciones que desde Whashington se van orquestando.
En la manifestación del chavismo de la avenida Bolívar, el Presidente Maduro propuso adelantar las elecciones de la Asamblea Nacional, mas como una amenaza que a modo de decisión en vías de materialización. Esto lo hizo sin mencionar en ningún momento la posibilidad de apresar a Guaidó y a todos los que participan del golpe de estado. Lo que arguyen varios dirigentes bolivarianos para justificar tamaña negligencia es que “no es el momento adecuado” y que si se detiene a Guaidó ahora “recrudecería la arremetida imperialista”. Ésto lo vienen diciendo desde el momento en que la marioneta pro-yankee se autonombró Presidente el 23 de enero, desde que declaró la supuesta usurpación de poder de Maduro 13 días antes, o incluso desde el mismo día 5 del mismo mes, cuando al ser elegido como máxima cabeza de la Asamblea Nacional (en desacato) reveló en líneas generales todo la agenda golpista llevada a cabo hasta hoy. Vale la pena preguntarse si el no aprehender a Guadó hasta ahora ¿ha servido de algo para amainar la actual ofensiva imperialista?. Pensamos que si se hubiese actuado desde el primer momento, sobretodo antes de que Guaidó se autoproclamara y de que recibiera reconocimiento internacional, el imperialismo estadounidense hubiese perdido a su principal operador a lo interno de Venezuela, lo que hubiese desequilibrado el plan golpista antes de ejecutarse.
Se afirma estar esperando el momento político idóneo para proceder, dejando que el expediente judicial de Guaidó siga creciendo, como si los propios resultados del conflicto no dependieran de su necesaria aprehensión. Debemos preguntarnos también: si el golpe triunfara ¿de qué servirá un expediente criminal que no será tomado en cuenta? Lo que vemos es que con cada día que transcurre, el golpe sigue su curso acrecentando las posibilidades de victoria de la reacción. Somos testigos de como la inacción ha permitido que Guaidó prosiga en su tarea de levantar un Estado paralelo, con vastos recursos –muchos robados por la Casa Blanca a las cuentas oficiales en EEUU- y con representantes diplomáticos, que amenaza con convertirse en un monstruo dispuesto a devorar todo a su paso. Esperar más tiempo para apresar a Guaidó y su combo significará comprometer aún más el futuro de la lucha.
También, el jefe de Estado reiteró su orden de fortalecer la Milicia Bolivariana, luego de que en días atrás había planteado la meta de alcanzar los 2 millones de milicianos antes del 13 de abril, con el establecimiento de más de 50 mil Unidades Populares de Defensa en todo el país. Esta última decisión, dado el talante de las amenazas imperialistas, apunta en la dirección correcta, en tanto presupone una mayor intervención de las masas en su propia defensa. Sin embargo, tras el anuncio presidencial no hemos visto acciones concretas lo suficientemente significativas como para pensar que tal medida se está acometiendo satisfactoriamente.
El PSUV no ha hecho el despliegue necesario en los barrios, en las fábricas, en los campos y en las instalaciones estatales para organizar a las masas para una eventual confrontación violenta. Ni siquiera la apremiante coyuntura presente ha hecho mutar en lo más mínimo la dinámica de un instrumento político controlado por la burocracia, acondicionado solo para procesos electorales, hundido en un océano de corrupción, desprovisto de una vida interna democráticamente sana y sin participación popular decisiva. En su lugar, las empalagosas apelaciones a la paz desde su dirección ilustran las intenciones ocultas de ésta, más allá de las palabras: negociar hasta el último instante dejando la puerta abierta al pacto. Entendiendo la envergadura del peligro existente de que las clases dominantes provoquen una confrontación civil armada o una intervención militar extranjera, los revolucionarios tenemos el derecho a exigir que se pase de las palabras a los hechos.
¿Ayuda humanitaria?
El mismo día, en la concentración opositora, Guaidó reveló la agenda desestabilizadora de los días posteriores: la recepción de “ayuda humanitaria” por Colombia, Brasil y una isla del caribe (no especificada); nuevas jornadas de movilización para exigir a la FANB que permita el ingreso de asistencia internacional; y por último, la convocatoria para una gran marcha el 12 de febrero (día de la juventud en Venezuela). Los primeros cargamentos de “ayuda humanitaria” ya han sido trasladados a Cúcuta (ciudad colombiana que limita con el occidente venezolano). Más recientemente Guaidó ha anunciado la organización de una red de voluntarios para distribuir los envíos (4) que según éste comenzarán a ingresar al país en los próximos días (5). Los planes de entrada no autorizada de alimentos y medicamentos, acompañados de civiles usados como carne de cañón (y posiblemente de militares desertores venezolanos y paramilitares infiltrados), buscan generar enfrentamientos que precipiten desenlaces como un quiebre en la oficialidad militar, o una excusa para que el imperialismo intente intervenir de manera más directa. Sin embargo, los riesgos presentes pueden plantear también el comienzo de una guerra civil donde el país puede terminar empantanado en una vorágine de sangre y muerte interminable.
Esta locura no ofrece garantías de que el imperialismo pueda controlar las fuerzas que sus acciones tratan de desatar. La desestabilización provocada por el imperialismo estadounidense en el medio oriente, que lo dejó con una gran merma en su influencia en la región y con limitadas posibilidades de maniobra en comparación al pasado, por lo visto no ha sido objeto de aprendizaje para la administración Trump. La agresividad de las acciones de Washington estriban en la necesidad de ahuyentar a los imperialismos emergentes de China y Rusia de lo que consideran su “patio trasero”. Sin dudas, somos testigos de una disputa interimperialista por el control de uno de los epicentros energéticos y minerales de mayor importancia en el mundo.
La hipocresía del imperialismo estadounidense y occidental en su conjunto con su supuesta intención de enviar “ayuda humanitaria” es increíble. Mientras imponen sanciones sobre activos valorados en más de 7.000 millones de dólares, impiden el comercio de crudo venezolano – hecho que pudiera generar pérdidas por 11.000 millones de dólares este año, obstaculizan la provisión de materias primas y componentes básicos para la producción petrolera y derivados, bloquean la repatriación de más de 1.200 millones de dólares en oro desde el Reino Unido, y entendiendo las terribles consecuencias que todo lo anterior producirá sobre la destruida economía venezolana; intentan disfrazar sus acciones provocadoras con una falsa imagen de altruismo o caridad.
En respuesta a lo anterior, durante la conmemoración del 4 de febrero en Aragua, el Presidente Maduro anunció que a partir del miércoles 6 de febrero el gobierno impulsaría una jornada de recolección de firmas rechazando la intervención para entregarlas a la Casa Blanca. Iniciativas como estas ya han demostrado su nula eficacia para hacer cambiar la política internacional de Estados Unidos. Podemos recordar la pasada recolección de firmas del año 2015 en repudio del “Decreto Obama”, que en nada contribuyó en detener las arremetidas imperialistas de los años posteriores. Aunque reconocemos que dicho gesto intenta movilizar a las masas en función del repudio a la arremetida norteamericana, el mismo es insuficiente. La situación demanda derrotar el golpe con acciones contundentes, como la confiscación de las transnacionales imperialistas, encarcelamiento inmediato de Guaidó y sus colaboradores de la AN y el despliegue efectivo de las milicias bolivarianas. Sobrevalorar o crear ilusiones sobre una supuesta capacidad de persuasión de ciertos simbolismos inocuos, dista en exceso de una medida de defensa revolucionaria en cuanto a lo que la convulsa actualidad exige.
En días recientes, Juan Guaidó, en una entrevista concedida a la agencia AFP, no descartó aprobar una intervención militar extranjera para desalojar a Maduro de Miraflores. Ante la pregunta de que usaría sus facultades para autorizar el ingreso de tropas foráneas, respondió: “nosotros haremos todo lo posible. Esto es un tema obviamente muy polémico, pero haciendo uso de nuestra soberanía, el ejercicio de nuestras competencias, haremos lo necesario» (6). Así pues, la claridad de estas palabras demuestra que para quienes mueven los hilos del plan imperialista la situación es todo o nada. Mientras las clases dominantes se preparan para la guerra, Maduro insiste en atrincherarse en su conciliacionismo fútil, que condena a las masas a la pasividad, y en consecuencia, a una posible derrota. En reiteradas alocuciones, el jefe de Estado no ha dejado de asegurar que “el Presidente Trump está siendo engañado por los halcones de Washington” y que lo están “mal asesorando”. Estas lamentables afirmaciones muestran de modo muy claro las débiles costuras de la orientación gubernamental. Donald Trump no está siendo engañado, él es el director de la orquesta golpista contra Venezuela. No nos llamemos a engaño ni confundamos a las masas. El imperialismo entró en una fase agresiva, donde ni siquiera descarta una intervención militar directa. La falta de firmeza invita a la agresión.
La mejor manera de combatir al imperialismo es emprender una política que se apoye en la organización e intervención armada de las masas en el plano interno y llamados internacionalistas al apoyo de la revolución bolivariana en el plano externo. Pero esto a su vez debe estar vinculado a la lucha por mejorar las condiciones de vida para los trabajadores venezolanos, quitando la enorme carga de la crisis de sus espaldas y poniéndola sobre los hombros de las clases dominantes, mediante la expropiación de las palancas fundamentales de la economía (monopolios, latifundios y banca) para edificar una economía planificada, eso si, bajo control obrero y popular. La defensa de la revolución debe partir de la idea de construir un país y una sociedad que merezca la pena defenderse hasta con la vida. Sin embargo, debemos decir que la continuación de la nefasta política colaboracionista de Maduro va en sentido contrario a lo que decimos. La reciente apertura cambiaria, que ha resultado en una enorme devaluación del Bolívar –incluso por encima del marcaje paralelo de intercambio de divisas- es la reafirmación del camino gubernamental que nos trajo hasta aquí, y que, al destruir la moral revolucionaria de sus bases sociales, prepara el terreno para una derrota definitiva.
La trampa del referéndum consultivo y las “elecciones generales”
Voceros de la Plataforma en Defensa de la Constitución, instancia donde participan varios ex Ministros del gobierno de Chávez –disidentes del gobierno actual, como: Héctor Navarro, Ana Elisa Osorio, Rodrigo Cabezas, entre otros; anunciaron en rueda de prensa la constitución de un nuevo espacio denominado “Plataforma para Evitar la Guerra y por el Referéndum Consultivo”. En ella se han sumado personajes como Juan Barreto, ex Alcalde Metropolitano; Reinaldo Quijada, ex candidato presidencial y dirigente de UPP89; y algunos académicos como Javier Biardeau y Edgar Lander.
Esta nueva plataforma propone: “convocar un referendo consultivo (de carácter vinculante, garantizado por el Art 71 CRBV), para que los venezolanos decidan si se deben convocar a elecciones generales para relegitimar los Poderes del Estado, explicar que primero debe generarse un acuerdo para renovar el Consejo Nacional Electoral (CNE) y contar con mediación internacional: Papa Francisco, gobiernos de Uruguay y de México, Secretario de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Parlamento Latinoamericano, entre otros (7). A su vez, afirmaron que para tales fines impulsarán una campaña para la recolección del 10% de firmas del padrón electoral, exigida por el artículo 71 de la constitución.
A nuestro juicio, esta propuesta evidencia el deseo de un sector de la izquierda de impedir desenlaces violentos, mediante una salida institucional y a cualquier costo incluido el ascenso al poder de la derecha. Tal iniciativa refleja las ilusiones democrático-formalistas de la pequeña burguesía, al margen de la realidad concreta de la lucha de clases, que ante su extrema agudización presente no puede ser contenida en los márgenes constitucionales. Partiendo de los hechos, debemos concluir que la oligarquía y el imperialismo están preparando un escenario bélico, ante el cual no vale ninguna apelación al Papa, a las Naciones Unidas y mucho menos a la legalidad. Lo que la tensa coyuntura demanda es armar política y militarmente a las masas para desactivar la agresión que ya existe y no hacer como si ésta no existiera, o peor aún, condenar a los trabajadores a la pasividad electorera burguesa sin contar con una representación clara de sus intereses.
La reunión que sostuvieron miembros de esta nueva plataforma con Guaidó en días recientes es un escándalo. Independientemente de las intenciones que los movieron a asistir a este polémico encuentro, el mismo sirvió para que la marioneta del imperialismo creara la impresión de que hasta sectores del chavismo lo están apoyando. Infinidad de medios de difusión nacionales e internacionales sacaron bastante provecho de esta ocasión. La situación que tenemos es una en la que Guaidó ha llamado a un golpe militar, ha aplaudido el secuestro de bienes venezolanos por los EEUU y ahora amenaza con solicitar una intervención militar; mientras las principales caras de esta plataforma, sobretodo los ex Ministros de Chávez, han ido a solicitarle amablemente que «consulte al pueblo» en nombre de «rebajar la polarización». Lo peor del caso se constata cuando en sus declaraciones no son capaces de pronunciarse de manera clara en contra del golpe y de la intervención del imperialismo. Más vergonzoso aún resultó la presencia de Gonzálo Gómez, dirigente de Marea Socialista – organización que se reivindica como trotskysta, en dicha reunión. La línea política que se maneja desde esta agrupación deja colar la idea de que entregar el poder a la derecha sería el mal menor.
Aunque reconocemos el razonable temor que existe entre amplios sectores de la población ante los funestos escenarios bélicos a la vista, la clase trabajadora no puede permitir el retorno al poder de la derecha bajo ninguna circunstancia. Una salida constitucional con nuevas elecciones presidenciales, referéndum, o cualquier otro mecanismo institucional burgués, capaz de ser capitalizado por la burguesía; no es ninguna garantía de paz. Para las clases dominantes es una necesidad el aplastamiento de las organizaciones populares nacidas al calor de la revolución, para emprender una agresiva política de ajuste macroeconómico con menor resistencia. Los asesinatos selectivos a líderes comunitarios, sindicalistas clasistas y campesinos; la persecución despiadada a todo lo que huela a izquierda y el cercenamiento de las garantías democráticas para tratar de acallar las múltiples expresiones de descontento popular; no se harán esperar. Además, el revanchismo con el que grupos violentos de derecha tratarán hacer pagar al chavismo tantos años de derrota y marginación política, puede tornarse incontrolable.
Independientemente de cual sea el modo en que la reacción pudiera tomar las riendas del país, no podemos descartar que ésta trate de desatar una guerra civil unilateral contra las organizaciones populares, para erradicar, al memos por un buen tiempo, la posibilidad de que las masas vuelvan a levantar la cabeza y pongan en jaque al sistema. En este sentido, la táctica de pasividad pacifista, tan propugnada por la Plataforma para Evitar la Guerra y por el Referéndum Consultivo, parte de un análisis errado detrás del cual se esconden intereses ajenos a las aspiraciones de las masas trabajadoras. Los revolucionarios consecuentes y realistas debemos repudiar enérgicamente esta propuesta. La misma representa otra variante reformista de claudicación vergonzosa ante la burguesía.
¡No hay solución posible bajo el capitalismo!
Entre las líneas del Plan País de Guaidó se dibuja el típico programa derechista, que contempla más endeudamiento externo, mayor celeridad en cuanto a las privatizaciones de empresas y servicios públicos, y también brutales contrarreformas laborales y sociales; que profundizarán la gran austeridad que sufre el pueblo pobre en la actualidad. Para aquellos que insisten en que lo anterior será un costo a pagar necesario para levantar la economía, les decimos que bajo la actual crisis mundial del capitalismo y la perspectiva de una nueva recesión global en puerta, esta posibilidad no es más que una absurda quimera. Hay que ser enfáticos en lo siguiente: para la clase trabajadora ¡no hay salida dentro del capitalismo!
La única salida favorable para la organización revolucionaria en la presente coyuntura es derrotar la ofensiva imperialista y construir una nueva alternativa de masas, capaz de llevar hasta las últimas consecuencias un programa en favor de los intereses de los trabajadores y pobres. Para la clase obrera y el pueblo no hay otra opción más que organizarse para derrotar a la reacción, para luego, aprovechando la fuerza acumulada, apartar del camino a quienes desde el poder han hundido a la revolución en nombre de la misma revolución.
En este sentido, debemos reiterar la exigencia de aprehensión inmediata para Guaidó y sus colaboradores en la AN, la constitución efectiva del mayor número de unidades de milicias bolivarianas en todo el país, así como la necesaria expropiación de todos los monopolios imperialistas y nacionales bajo control obrero y popular. Asimismo, lo anterior debe ir acompañado del cese definitivo de los pagos a la deuda externa, la nacionalización sin compensación de la banca y el establecimiento de un monopolio estatal sobre el comercio exterior, buscando disponer de recursos para financiar un plan económico de emergencia revolucionario y facilitar el establecimiento de una economía planificada bajo control democrático de la clase obrera y el pueblo.
La viabilidad de tal programa solo puede garantizarse mediante la demolición del corrupto Estado burgués y edificación de un semi-Estado obrero, basado en la elegibilidad y revocabilidad de todos los cargos públicos de dirección, que los altos funcionarios no reciban un salario superior al de un obrero cualificado, desmontaje del ejercito permanente para sustituirlo por un sistema popular de milicias revolucionarias, y por ultimo, la apertura y rotación constante de las responsabilidades en el nuevo Estado por y para todos. Nuestro éxito o fracaso dependerá en buena medida de la solidaridad y los esfuerzos revolucionarios de la clase obrera a nivel mundial.
¡Prisión para Guaidó y todos los golpistas!
¡Combatir el golpe con organización popular desde abajo!
¡Armamento para las milicias bolivarianas y su despliegue!
¡Todo el poder a la clase obrera!
¡El único camino es completar la revolución!
¡Por la revolución mundial!
¡No pasarán!
Enlaces:
(1) http://www.aimdigital.com.ar/trump-no-descarta-una-invasion-militar-a-venezuela/
(2) https://www.voanoticias.com/a/grupo-de-lima-ottawa-canada-crisis-venezuela–cancilleres-/4771438.html
(4) https://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/america-latina/venezuela-es/article226049180.html
(5) https://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/america-latina/venezuela-es/article226063780.html