La Corriente Marxista – Lucha de Clases, Izquierda Unida Venezuela, Revolución o Muerte – Cátedra Che Guevara, El Comité de Fábrica Heroínas de Aragua, El periódico Revolucionario Querella, la Organización Regional de Trabajadores Socialistas de la Salud del Estado Vargas (ORESTSEVA), El Frente Revolucionario 86 Contreras, el Secretario General de SUTRAFOGADE y los Delegados sindicales y de prevención de la empresa ocupada Smurfit Kappa, convocamos al pueblo revolucionario a una concentración en repudio al golpe de estado, la provocación belicista y la desestabilización imperialista.
Día: viernes 22 de febrero
Hora: 10:00 am
Lugar: Esquina de San Francisco, frente al Palacio Federal Legislativo (Sede de la Asamblea Nacional, Caracas).
Exijamos:
¡Cárcel para Guaidó y sus cómplices! ¡No más impunidad para los golpistas!
¡Disolución de Asamblea Nacional golpista!
¡Fortalecimiento de las milicias bolivarianas!
¡Confiscación de las multinacionales imperialistas y monopolios nacionales implicados en el Golpe!
¡Basta de concesiones a la burguesía parásita! ¡Que la crisis la paguen los capitalistas!
A las organizaciones sociales sindicatos y la juventud, los invitamos a discutir y a suscribir la declaración que se reproduce más abajo y que se encuentra disponible para su descarga en pdf: (Descarga).
Si deseas sumarte a la concentración, puedes contactarnos por los siguientes medios:
Correo comitecentralcmive@gmail.com
Grupo de Whatsapp: https://chat.whatsapp.com/JwM5hVhdqIi8labce6BNST
En Venezuela está en marcha un nuevo intento reaccionario de asalto golpista al poder por parte del imperialismo y la oligarquía criolla. Cumplidos 20 años desde que las clases dominantes perdieron el control directo del Estado venezolano, en la Casa Blanca han decidido retomarlo recurriendo a incontables presiones diplomáticas, económicas y militares contra el gobierno de Nicolás Maduro. Los fines que desde el norte se persiguen son conocidos por todos: controlar las innumerables riquezas de Venezuela, aplastar a la revolución bolivariana y aleccionar a los movimientos populares y obreros del continente y el mundo. Hemos arribado a un momento decisivo y definitorio en la lucha de clases nacional. La situación exige contundencia revolucionaria.
Con la auto-proclamación de Juan Guaidó como Presidente Encargado de Venezuela, se ha tratado de erigir un gobierno paralelo a control remoto desde la Casa Blanca. La marioneta imperialista que encabeza la Asamblea Nacional (AN) –de mayoría opositora, ha comenzado a nombrar sus representes diplomáticos en el exterior y también a gerentes de empresas estatales en el extranjero como CITGO. Esta iniciativa ilegal liderada por EEUU ha sido avalada y reconocida por numerosos gobiernos latinoamericanos serviles a Washington, el infame Grupo de Lima y la OEA. La Unión Europea (UE), que también se ha plegado a la caravana desestabilizadora, ha creado un Grupo de Contacto junto a varios Estados de la región con miras a que se produzca una salida negociada de Maduro bajo el disfraz de unas “elecciones libres”.
El imperialismo yankee secuestró enormes recursos financieros del Estado venezolano -más específicamente del BCV- con la promesa de trasferirlos a su títere criollo. En el Banco de Inglaterra han hecho lo propio impidiendo la repatriación de US$ 1.200 millones en oro perteneciente al Estado venezolano. Asimismo, el lunes 28 de enero desde la Casa Blanca se anunció un conjunto de sanciones contra PDVSA, que contemplan la retención de activos en EEUU por valor de US$ 7.000 millones y el bloqueo a las exportaciones de crudo de Venezuela. También, estas medidas suponen la restricción a empresas energéticas de suministrar materias primas, componentes y diluyentes necesarios para la actividad petrolera y la producción de derivados, lo que compromete seriamente las operaciones de PDVSA. La intención del imperialismo estadounidense es bastante clara: estrangular económicamente al gobierno bolivariano para ponerlo de rodillas y así precipitar una “transición política”.
A la par de las arremetidas diplomáticas y económicas, se inscriben incontables declaraciones de amenazas de intervención militar por parte de Trump, Pence, Pompeo y Bolton. A las reuniones entre el general Mark Stammer, comandante del comando sur, con representantes del gobierno colombiano en días recientes; se suma una mayor actividad de transporte de aviones militares estadounidenses por varias islas del Caribe, y también el desplazamiento de la Marina Real Británica hacia Curazao (a 80 km de las costas venezolanas). Adicionalmente, Trump ha comisionado a Elliot Abrams como Enviado Especial para Venezuela, el mismo personaje que organizó la logística y el financiamiento a los Contras en Nicaragua, y sustentó las operaciones de los escuadrones de la muerte en El Salvador y Guatemala hace tres décadas.
Bajo el alegato de suministrar “ayuda humanitaria”, el imperialismo yankee aspira desatar una situación de extrema tensión en las fronteras venezolanas -especialmente en la colombo-venezolana- con el ingreso de supuestos cargamentos de medicinas y alimentos, sin autorización del gobierno oficial y utilizando a civiles -organizados en brigadas de asistencia- como carne de cañón. Juan Guaidó ha anunciado que el día 23 de febrero entrará la “ayuda humanitaria” al país, por lo que ha intensificado su invitación a las FANB a que ejecuten un golpe militar cuanto antes. En la fecha prevista, un posible enfrentamiento violento y hasta una eventual masacre –generada por mercenarios, puede ser la excusa perfecta para iniciar una intervención directa de tropas estadounidenses en nuestro país, o bien el comienzo de una guerra civil donde el imperialismo intentará armar a los grupos reaccionarios a su servicio seguramente con los supuestos “cargamentos asistenciales”.
Quienes suscribimos la presente declaración repudiamos enérgicamente las maniobras intervencionistas, desestabilizadoras y golpistas del imperialismo estadounidense contra Venezuela. Para los revolucionarios consecuentes es imperativo impedir el retorno de la derecha al poder independientemente de la forma en como este escenario pueda darse. Entre las líneas del Plan País de Guaidó se contempla recurrir a más endeudamiento externo –esta vez con el FMI, mayor celeridad en cuanto a las privatizaciones de empresas y servicios públicos, y también brutales contrarreformas laborales y sociales; que profundizarán la gran austeridad que sufre el pueblo trabajador en la actualidad. Para emprender una agresiva política de ajuste macroeconómico con la menor resistencia posible, las clases dominantes demandan el aplastamiento de las organizaciones populares y obreras que no dejarán de plantar cara. Los asesinatos selectivos a líderes comunitarios, sindicalistas clasistas y campesinos; la persecución despiadada a toda la izquierda y el cercenamiento de las garantías democráticas más elementales; no se harán esperar. Además, el revanchismo con el que grupos violentos de derecha tratarán hacer pagar al chavismo tantos años de derrota y marginación política, puede tornarse incontrolable.
La política de conciliación de clases y de medias tintas ejecutada por el gobierno se ha mostrado perjudicial para batallar contra la reacción. En la actual coyuntura, la misma se ha caracterizado por constantes apelaciones a la paz y a la concertación dirigida a los mismos sectores que se preparan para hundir en sangre a la revolución.. Por otra parte, con el recrudecimiento de las presiones imperialistas el gobierno ha otorgado nuevas concesiones a la clase capitalista, como las recientes medidas de liberalización cambiaria y la devaluación del Bolívar a un nivel superior al mercado paralelo de dólares, que van en detrimento de los intereses de los trabajadores. Esta política conduce hacia la desmoralización de la clase obrera y el pueblo, que son la fuerza motriz de la revolución y las únicas que pueden salvarla de las amenazas presentes. El revolucionario francés Saint-Just, uno de los principales dirigentes políticos y militares de la gran revolución francesa señaló que “los que hacen una revolución a medias no hacen más que cavarse una tumba”.
Ante todos los escenarios previstos, se hace necesario acometer una serie de decisiones firmes y contundentes, que no solo planteen el derrotar la actual ofensiva imperialista, sino también el poner en marcha soluciones estructurales a todas las calamidades que padecen las masas trabajadoras en la actualidad. En cuanto a la necesidad de abatir las amenazas de la reacción: es necesario apresar a Guaidó y disolver la AN pro-imperialista, que fungen como los principales agentes de desestabilización interna al servicio de Washington. La inacción en este terreno ha permitido que la marioneta norteamericana y sus cómplices procedan con su agenda golpista sin la menor restricción. Recientemente Guaidó declaró no descartar autorizar una invasión militar extranjera. Esperar más tiempo para proceder a hacer justicia significará comprometer aún más el futuro del país.
Por otro lado, es imperativo implementar una política que se apoye en la organización e intervención armada de las masas en el plano interno y llamados internacionalistas al apoyo de la revolución bolivariana en el plano externo. Sobre lo primero, Maduro instruyó hace semanas el fortalecimiento de las milicias bolivarianas, con el establecimiento de más de 50 mil Unidades Populares de Defensa en todo el país. Sin embargo, tras el anuncio presidencial no hemos visto acciones concretas lo suficientemente significativas destinadas a organizar la defensa popular en los barrios y de los trabajadores en las fábricas y en las instituciones del Estado. Entendiendo los peligros presentes en la situación, donde las clases dominantes pueden provocar una confrontación civil armada o una intervención militar foránea, los revolucionarios tenemos el derecho a exigir que se pase de las palabras a los hechos. Aunque repudiamos la posibilidad de una guerra, la violencia que la reacción burguesa está dispuesta a desatar nos obliga a estar preparados para ella.
Lo anterior, a su vez debe estar vinculado a la lucha por mejorar las condiciones de vida para los trabajadores venezolanos, quitando la enorme carga de la crisis de sus espaldas y poniéndola sobre los hombros de las clases dominantes. Ante la apremiante necesidad de impedir el retorno de la derecha al poder, los revolucionarios debemos combatir la nueva arremetida reaccionaria pero no para mantener el actual estado de cosas -caótico y degradante, sino para construir una nueva sociedad donde valga la pena vivir y defender hasta con la vida. En este sentido, y considerando las fuertes sanciones estadounidenses sobre la economía venezolana, se hace necesaria la confiscación de todos los monopolios imperialistas en el país, pero también de los nacionales implicados en el golpe, bajo control obrero y popular. Esto debe ir acompañado del cese definitivo de los pagos a la deuda externa, la nacionalización sin compensación de la banca y el establecimiento de un monopolio estatal sobre el comercio exterior, buscando disponer de recursos para financiar un plan económico de emergencia revolucionario y facilitar el establecimiento de una economía planificada bajo control democrático de la clase obrera y el pueblo. La nacionalización sin compensación de los latifundios bajo control de los consejos campesinos y comunas rurales, también entra como actor clave en este programa.
¡Cárcel para Guaidó y sus cómplices!
¡No más impunidad para los golpistas!
¡Disolución de Asamblea Nacional pro-imperialista!
¡Armamento y despliegue de las milicias bolivarianas!
¡Confiscación de las multinacionales imperialistas y monopolios nacionales implicados en el Golpe!
¡No más concesiones a la burguesía parásita!
¡Que la crisis la paguen los capitalistas!
Firmantes:
Corriente Marxista – Lucha de Clases
Izquierda Unida Venezuela
Organización Regional de Trabajadores Socialistas de la Salud del Estado Vargas (ORESTVA)
Periódico Revolucionario Querella
Revolución o Muerte – Cátedra Che Guevara
Comité de Fábrica Heroínas de Aragua (Antigua Gotcha)
Frente Revolucionario 86 Contreras
Wiliam Prieto, Secretario General de SUTRAFOGADE
Delegados Sindicales y de Prevención de la empresa ocupada Smurfit Kappa (División Molino y Corrugado Planta Petare)