El 1 de mayo, día internacional del trabajador, nos plantea a quienes vivimos de nuestro trabajo, una serie de interrogantes a partir de la reflexión y del análisis, para con ello llegar a conclusiones que nos permitan avanzar en función de nuestros intereses de clase. En este sentido, el presente artículo busca ser un medio para generar el debate fraterno entre las amplias capas de la clase trabajadora y su vanguardia.
En primer lugar ¿A cuál programa de gobierno podríamos caracterizar de obrerista? Pues a un programa que beneficie primordialmente a la clase obrera y mejore sus condiciones de vida. La palabra «obrerista», al igual que la «socialista», ha sido muy desprestigiada por los diversos movimientos y partidos políticos a nivel nacional e internacional, por lo que no basta con autodenominarse «obrerista», sino que se hace necesario actuar como tal.
¿Podríamos llamar obrerista al actual gobierno en Venezuela sólo porque su presidente décadas atrás fue dirigente sindical? Nosotros creemos que no. Es por esta razón que invitamos a las amplias capas de la clase trabajadoras a debatir en tornos a los elementos que desarrollaremos a continuación en nuestro análisis.
La política salarial
A partir de la reconversión monetaria del mes de agosto del pasado año, la actual política salarial se ha destacado por ser la más regresiva del proceso bolivariano, y de los últimos 20 años de la historia económica de nuestro país. Para afirmar esto solo basta con destacar los siguientes aspectos:
– Se eliminaron un conjunto de conquistas contractuales, sobre todo en el sector público, al incluir primas y beneficios, dentro del salario base, vía un instructivo ministerial.
– Hubo un achatamiento de la escala salarial entre los grados y los niveles. La diferencia salarial es tan pírrica, que la antigüedad y la profesionalización del servidor público, son factores prácticamente insignificantes.
– El pago del salario de los trabajadores del sector privado, por parte del gobierno durante los primeros meses luego de la reconversión. Esto con la ingenua intención de evitar que subieran los precios acordados. Siendo ésta una medida que sólo benefició a los empresarios al eximírseles del pago de nómina, y afectando a los trabajadores/as que recibían su salario vía la página patria.org.ve, con muchos días de retraso. Todo esto en un angustiante contexto hiperinflacionario, que destruía y aún sigue destruyendo al salario del trabajador día a día.
– El anclaje del salario al Petro (criptomoneda anclada, teóricamente al valor del Petróleo) que, durante los primeros días de la reconversión, fijó el salario en 30 dólares aproximadamente. Pero que luego, se reemplazó con la creación de dos Petro distintos, uno con un valor fijo, establecido por el gobierno y otro fluctuante, a partir de la variación del precio del dólar DICOM (dólar oficial). Esta separación del valor del Petro, en nuestra opinión, ha sido una vía de pulverización del salario, cuando por ejemplo hoy, el Petro fijo (usando para calcular el salario de los trabajadores/as) está en 80.000 bolívares y el Petro variable esta alrededor de 312.180 bolívares, siendo este el utilizado por los empresarios, para fijar los precios de los bienes y servicios en general.
El salario mínimo actual (40.000 más 25.000 de cestaticket) equivale aproximadamente 12.5 dólares a la tasa oficial (DICOM) el más bajo del continente. Se necesitarían más de 20 salarios mínimos para cubrir la canasta básica, que según cifras del CENDAS estima en poco más de 1.500.000 de bolívares. Debemos usar cifras del CENDAS debido a que el gobierno tiene varios años sin publicar información sobre la variación del índice de precios al consumidor, entre otras estadísticas importantes para realizar un análisis científico.
Dicho salario, es el resultado de un pobre aumento que elevó de 18.000 bs a 40.000bs el salario base, y de 1.800 bs. a 25.000 bs. el cestaticket. Ha sido tan miserable este aumento, que nació huérfano, nadie quiso asumir la autoría de dicha medida que circuló en principio como rumor y luego fue confirmado en gaceta oficial, siendo finalmente reconocido por el constituyente Francisco Torrealba, Presidente de la comisión de trabajadores de la ANC, el mismo que en respuesta al diputado de la derecha José Guerra, miembro de la Asamblea Nacional en desacato, afirmó demagógicamente que un salario mínimo de 20 dólares era muy poco, generando con esto falsas expectativas.
Participación de los trabajadores
En cuanto a la participación de los trabajadores, hemos visto con preocupación como la burocracia ha intentado disminuir por diversos medios, la autonomía de la clase trabajadora en los diferentes espacios. Esto lo podemos observar no solo en sindicatos del sector público, sino incluso en su accionar político frente a las empresas bajo control obrero.
Esta política se ha caracterizado por retrasar la discusión de las contrataciones colectivas (que impide la negociación de la clase trabajadora sobre sus condiciones de trabajo y salario), la obstaculización a las elecciones sindicales (para evitar cualquier posibilidad de que pudieran perder los representantes del PSUV y la CBST) y cercenar la participación de los trabajadores en la gestión de las empresas ocupadas o nacionalizadas, ahora tuteladas por la burocracia. Y en lugar de impulsar a los consejos de trabajadores, han impuesto a los CPT, con funciones limitadas para mantener la producción bajo el control del ministerio del trabajo y la FANB.
Por otra parte, el ataque a las experiencias de control obrero a partir de la imposición de direcciones burocráticas corruptas, tanto civiles y militares, han jugado al fracaso de las empresas nacionalizadas. Esto con el objetivo de iniciar un proceso de reprivatización, ya sea por alianzas estratégicas, por ventas, por fusiones u otras formas sin importar que estas conlleven a despidos masivos.
Política económica general del gobierno
Sin duda alguna, la política económica que ha aplicado el gobierno ha sido ineficiente, por lo cual, en vez de haber beneficiado al pueblo trabajador, han generado grandes ganancias a la burguesía a costa de las miserias y penurias de los trabajadores, y aun así se hacen llamar un gobierno «obrerista».
Es por esta razón que nos parece importante destacar entre el conjunto de medidas tomadas, las más relevantes a continuación:
– La devaluación permanente del bolívar frente al dólar, aumentando aceleradamente el costo de la vida.
– Los beneficios fiscales. En Venezuela los empresarios prácticamente no pagan impuestos, o los calculan como quieren y tiene muchas fórmulas para burlar el pago de tributos.
– Los créditos blandos. La banca pública y privada ha continuado su histórica tarea de financiar a los más ricos.
– El acceso a dólares preferenciales. Durante todo el período que hubo control de cambio, se fugaron miles de millones de dólares a empresas de maletín, y también para grandes empresarios de la burguesía tradicional y la nueva «burguesía revolucionaria».
– ¡La Fuerza de trabajo regalada o pagada por el gobierno! La fuerza de trabajo en Venezuela es la más barata del mundo, y a sabiendas de esto, el gobierno sin pudor alguno, llegó a asumir las nóminas del sector privado en su totalidad.
– La hipoteca el futuro del país. Las alianzas estratégicas con las diferentes multinacionales e incluso empresas nacionales, tanto en sectores como el petrolero y minero, han sido bajo concesiones vergonzosas para la nación. Las cuales lesionan nuestro patrimonio y ponen en riesgo a las palancas de desarrollo de nuestro país, siendo estas imprescindibles para hacerle frente a la grave crisis económica que atravesamos.
Balance
A partir de las constataciones previamente enumeradas ¿Podríamos seguir caracterizando a este gobierno como «obrerista»? Evidentemente no. Esto sin tomar en consideración la cada vez más timorata actitud del gobierno frente a las agresiones del imperialismo y sus lacayos en el país. Una actitud que nada tiene que ver con el carácter combativo de la clase trabajadora. Única clase que genera riqueza.
Mientras al gobierno no le tiembla el pulso para despedir a 6000 trabajadores/as de abastos bicentenarios, o para encarcelar a trabajadores/as por defender el Legado de Chávez, como lo es la propiedad social (como el caso reciente de arroz del alba) Si posee una actitud pasiva e inclusive cómplice frente al asesinato de campesinos (por sicarios de latifundistas) y cobarde ante la nefasta dirigencia opositora, que ha venido conspirando en sus narices y llevado a cabo el intento de golpe Estado del 30 de abril, donde hasta los momentos no hay una orden de captura contra Guaidó.
Este 1 de mayo fue lamentable el repentino cambio de ruta de la marcha de los trabajadores, imponiendo a la clase obrera una caminata de 14 kilómetros, a un grueso de camaradas, que apenas un día antes llegaron a Miraflores (como pudieron) para resguardar el palacio ante la arremetida de la derecha. Todo para escuchar un discurso, donde no se anunció la orden de captura para los golpistas y donde ni siquiera se aclaró el alcance el aumento salarial, decretado el 16 de abril, es decir, un 1 de mayo sin aumento salarial y sin ofensiva frente al golpismo.
La clase obrera está dando pruebas heroicas de resistencia, pero el carácter conciliador de la dirección con la burguesía y cobarde con los golpistas, está agotando la paciencia de cada vez más capas de la clase trabajadora, que ha comprendido que la debilidad invita a la agresión.
Si para el 22 de febrero algunos sectores veían nuestra consigna de «cárcel a Guaidó» como prematura, justificando al gobierno al decir que «no era el momento oportuno», este 1 de mayo en nuestra intervención en la marcha, en más de una ocasión a nuestra misma consigna, respondían con un «Guaidó pal paredón», o «fusilen al traidor». Pero también, mucha gente veía con ensueño nuestros carteles de salario mínimo = canasta básica y es que la clase trabajadora sabe o intuye, que el gobierno no iba a anunciar un aumento de esa magnitud.
¿Qué hacer? El papel del pueblo trabajador
Frente a un gobierno que demagógicamente se hace llamar «obrerista» y «socialista», pero que en la práctica y en los hechos concretos, aplica una política que, sin duda, han afectado a los intereses de las grandes mayorías de la clase trabajadora y de la juventud.
Es por esto que advertimos sobre la necesidad de construir una alternativa revolucionaria para el pueblo trabajador, trazándonos la disputa del poder para defender las conquistas y avanzar hacia la construcción y lucha por una sociedad más justa.
El llamado es la clase trabajadora y a la juventud a que nos organicemos para la construcción colectiva de un programa de lucha, que nos permita alcanzar un salario mínimo digno (igual a la canasta básica), una escala móvil de salarios-precios, para combatir la inflación, mejoras en las condiciones de salud y seguridad laboral y por la participación de los trabajadores/as en la toma de decisiones en los centros de trabajo.
Estas luchas demandarán una organización de base capaz de disputar de manera autónoma e independiente sus reivindicaciones frente al gobierno y los empresarios. Esta organización debe estar integrada por las capas más honestas, combativas y conscientes del pueblo trabajador. La cual nacerá bajo al calor de la lucha por defender nuestros intereses de clase y en donde haya trabajadores dispuestos a luchar.
Este proceso de construcción programática, organizativa y de lucha, nos debería permitir identificar y ratificar la impostergable necesidad de una alternativa revolucionaria para disputar el poder político y llevar hasta las últimas consecuencias la Revolución.
¡CONSTRUYAMOS JUNTOS ESA ALTERNATIVA DEL PUEBLO TRABAJADOR PARA LUCHAR POR UN GOBIERNO DE, POR Y PARA LOS TRABAJADORES/AS!
¡ÚNETE A LUCHA DE CLASES!