Este mes de mayo ha permitido evidenciar, aún más, lo que hemos venido denunciando desde hace cuatro años: el progresivo viraje del gobierno a favor de los intereses de comerciantes, empresarios y terratenientes, destruyendo los derechos y conquistas de la clase trabajadora, de los campesinos y del pueblo pobre.
Hablamos de un viraje ejecutado con un cinismo repugnante, donde se pretende presentar aumentos salariales pírricos como gestas épicas. Asimismo, aunque se ha “ratificado” formalmente el decreto de inamovilidad laboral, se trata de hecho de una mentira que se devela diariamente, cuando se autorizan despidos de trabajadores en la administración pública y el sector privado, así como de dirigentes sindicales y delegados de prevención. A todo esto se suma la persecución y encarcelamiento de cualquiera que se atreva a luchar por mejores salarios o a denunciar actos de corrupción, como es el caso de Aryenis Torrealba y Alfredo Chirinos, los 3 trabajadores del la gobernación del Edo. Sucre, los 2 obreros de El Palito y los 9 comuneros de Barinas.
Mientras se aplica un ajuste económico brutal, nos dicen que se realiza “en nombre de Chávez” y rumbo al “socialismo bolivariano”, enlodando tanto al chavismo como al socialismo, y buscando asociarlo con la catastrófica situación económica, política, social y cultural que vivimos. Un gobierno que tiene entre sus principales logros la destrucción del salario, no tiene absolutamente nada que ver con el socialismo. El socialismo nunca fue instaurado en Venezuela. El desastre económico-social actual es fruto de la instauración de una economía mixta, donde no se avanzó lo necesario ni en la nacionalización de todas las palancas económicas, ni menos aún en la planificación democrática de la economía, pero tampoco se permitió el funcionamiento normal del mercado capitalista.
Mientras los capitalistas se sientan con el gobierno para acordar precios en el mercado, como por ejemplo 1.405.050,30 Bs. para un kilogramo de leche en polvo; se establece el salario mínimo en unos paupérrimos 400.000 Bs. (2 US$ mensuales), más el bono de alimentación de 400.000 Bs. ¿Puede una familia obrera satisfacer sus necesidades más básicas ante esta disparidad? Resulta llamativo cómo empresarios y gobierno acuerdan precios de bienes y servicios en dólares, en tanto los salarios se mantienen en bolívares que se devalúan diariamente. Así pues, los precios de los productos de la canasta básica en bolívares suben a diario, mientras que la mercancía llamada fuerza de trabajo se mantiene fija. En efecto, el gobierno avanza en dirección a legalizar el proceso de dolarización que de modo informal se ha establecido en la economía nacional.
No conforme con todo lo anterior, el domingo 17 de mayo el Presidente señaló: “En las próximas 48 horas, los gobernadores y ministros de economía tenemos que hacer una renovación profunda de los apoyos económicos y sociales a comerciantes y empresarios del todo el país. ¡Cuenten con mi ayuda y todo el poder del Estado!”, “apoyo efectivo, financiero, institucional y político”. ¿Puede existir alguna duda al respecto de qué lado está el gobierno? Cada trabajador que observa la velocidad con la que aprueban una calificación de despido, una suspensión de salario, un cierre patronal o la desmejora de una convención colectiva, conoce la respuesta a dicha pregunta. También lo comprueban cuando tardan meses o años en aprobarse reenganches, los cuales prácticamente nunca se logran ejecutar, o cuando al dirigirse a cualquier Inspectoría del trabajo, algún servidor público les dice: “si eres de la administración pública mejor ni te molestes”; esto mientras te susurra temeroso, que él mismo esta comiéndose un cable con el salario del Ministerio del Trabajo.
Entonces, ¿podría definirse como socialista un gobierno que acuerda con los empresarios que un kilo de leche en polvo corresponda a poco más de 3 salarios mínimos mensuales? Y ¿podríamos calificar de contrarrevolucionarios a todos los que nos oponemos y enfrentamos, con independencia de clase, a esta gestión contraria a nuestros intereses de clase?
Desde Lucha de Clases apelamos a un conjunto de reivindicaciones como el salario igual a la canasta básica, trabajo estable, servicios públicos gratuitos y de calidad y respeto a la vida y las libertades democráticas, que se corresponden al momento defensivo que vivimos, sin perder de vista el puente entre dichas reivindicaciones y el programa de la revolución socialista: expropiación de los empresarios, terratenientes y banqueros, bajo control obrero, campesino y popular (no burocrático). Estas luchas deben promover que la vanguardia de la clase trabajadora asuma la impostergable necesidad de organizarse y construir una alternativa revolucionaria, capaz de disputar el liderazgo de las masas a la dirección actual, para así llevar hasta las últimas consecuencias dicho programa.