Recientemente ha sido creada la Misión Vivienda, que supuestamente se encargará de dinamizar los procedimientos burocráticos con el fin de dar mayor rapidez a la construcción de viviendas. Pero los problemas burocráticos no son el único problema al q Recientemente ha sido creada la Misión Vivienda, que supuestamente se encargará de dinamizar los procedimientos burocráticos con el fin de dar mayor rapidez a la construcción de viviendas. Pero los problemas burocráticos no son el único problema al que nos enfrentamos los pobres. La necesidad de recursos es unas de las cuestiones más acuciantes a resolver por la revolución. La situación de la vivienda en Venezuela es alarmante.
No debemos olvidar que la vivienda debe ser un derecho básico, igual que la sanidad o la educación y, por lo tanto, es necesario ver qué medidas urgentes y de choque se llevan a cabo para satisfacer las necesidades populares. Según los últimos datos del Consejo Nacional de Vivienda, que es el organismo del gobierno que se ocupa de este asunto, en los últimos 5 años tan solo han sido acabadas 100’000 viviendas, o sea la miseria de 3 viviendas por cada 1000 familias al año. La diferencia con respeto a períodos anteriores es muy grande.
Es evidente que los grandes empresarios de la construcción igual que otros sectores empresariales han boicoteado la economía para hacer el máximo daño a la revolución. Por lo mismo la revolución debe rápidamente poner solución a este tema. En la revista económica ‘Quantum’ del 3 de septiembre, una publicación económica muy cercana al gobierno, dan algunos datos muy preocupantes.
Construcción de viviendas según informes de Minfra, Cvc y CONAVI
1990-1993= 284’089 viviendas acabadas en 4 años
1994-1997= 218’076 viviendas acabadas en 4 años
1998-2003= 162’353 viviendas acabadas en 6 años
Según la Cámara (Patronal) Venezolana de la Construcción, la mitad de los ciudadanos no tienen una vivienda adecuada: más de 12 millones de personas tienen problemas de vivienda o viven en condiciones infrahumanas. Estos datos parecen bastante fiables. Después del referéndum del 15-A un sector de empresarios ha visto que por la vía del boicot no están consiguiendo derrocar a Chávez, así que la Cámara (Patronal) Venezolana de la Construcción ha decidido hacerle una propuesta al gobierno. Ahora quieren aprovecharse del ‘diálogo’ y robar el máximo de dinero público para engordar sus riquezas. Álvaro Sucre, presidente de los constructores privados, le presentó al gobierno el siguiente plan: el gobierno tiene que pagar las 56’000 viviendas que se dejaron a mitad de la obra y acondicionar algunas zonas donde viven los pobres, además de regalarle a las empresas (directamente o indirectamente) unos Bs. 2 billones para construir unas 130’000 viviendas nuevas. Total: Bs. 4,15 billones. Un plan genial!! Este es el diálogo con los empresarios. El presidente de los constructores Álvaro Sucre llegó a la sinvergüenza de solicitar “un Ministro de Estado para la Vivienda y el Hábitat con amplios poderes, que le permita actuar con suficiente autonomía, poder de decisión y dedicación exclusiva”. En palabras sencillas: un Ministro que obedezca a la patronal.
Poco después el Presidente Chávez creó el Ministerio de Vivienda.
El problema como todos sabemos es que la única forma de dialogar con los empresarios es darle mucha plata, el único diálogo que aceptan estos señores. La única manera que tiene la revolución de solucionar de una vez el problema de la vivienda es a través de un programa que rompa con los grandes empresarios y los bancos privados. Sólo con la inversión de un 10-15% de la deuda externa, podríamos construir 500’000 viviendas en 1 año, creando millones de puestos de trabajo en condiciones dignas y no la miseria que ofrecen los empresarios.
Ahora es absolutamente necesario construir 1’700’000 viviendas. En 4 o 5 años, o incluso menos, todos los pobres y los trabajadores del país tendrían una vivienda digna y un trabajo. Pero, ¿cómo se debería organizar ese plan que los marxista proponemos? Muy sencillo: el Ministro de Vivienda tiene que ser elegible y revocable por un Consejo Nacional Revolucionario de la Vivienda que sea expresión directa de las bases en lucha:
– los Comités de Tierra Urbana,
– los representantes vecinales elegidos en los barrios y parroquias,
– las organizaciones de la gente sin techo y que viven en condiciones precarias,
– los Trabajadores de la construcción.
Este Consejo nacional Revolucionario de la Vivienda debería estar conformado por representantes elegibles y revocables por las asambleas revolucionarias de cada uno de los sectores antes citados y debería encargarse de elaborar los planes de la Misión vivienda y controlar que realmente se ejecuten.
Para que esto pudiera funcionar, es necesario nacionalizar (bajo control obrero y popular) y utilizar todos los recursos que actualmente están administrando los capitalistas: bancos y las grandes empresas constructoras, especialmente las de los golpistas. En lugar de profundizar la revolución, la alternativa que se nos ofrece son los créditos bancarios al 15%, el diálogo con los empresarios y con los acreedores internacionales que nos chupan la sangre. Esa alternativa es un camino hacia la nada, significa que tendríamos que esperar décadas y décadas, es decir morirnos antes de ver la cuestión resuelta. La riqueza del país ha sido saqueada durante siglos por el imperialismo y sus títeres escuálidos. Los trabajadores tenemos que recuperarla y ponerla bajo nuestro control a través de la Revolución.