“Jala, que la soga se revienta (…)
Jala que el pueblo es cuero seco
si lo pisan por un lado por el otro se levanta
Por algo tiene la piel Florecida de esperanza”
Alí Primera – La soga
Sin contradicciones no hay evolución. Sin evolución no hay mañana. Hace siete meses atrás nadie podía deducir con exactitud, ni el más preclaro de los analistas, que el 11 de agosto se fundaría la Alternativa Popular Revolucionaria (APR). Este frente de partidos políticos y movimientos sociales es el resultado directo de múltiples acercamientos y de acciones conjuntas de una diversidad de organizaciones de izquierda. Como afirman los aristotélicos: La naturaleza aborrece el vacío. La APR es uno de los frutos más prometedores de un vivo proceso de acumulación de fuerzas que tiene varios años produciéndose por la gravísima crisis estructural que padecemos.
La expectativa creada por este hecho es bien recibida en amplios sectores de la izquierda y en especial en el chavismo de base que apuesta por una superación revolucionaria de la crisis bajo la consigna “golpe de timón a la izquierda” . Sin embargo persisten muchas interrogantes y peligros que gravitan sobre la coalición revolucionaria recién formada. ¿Qué es la APR? ¿Quiénes son sus actores? ¿Hacia dónde va?. Sortear los peligros con audacia y avanzar en la construcción de una referencia revolucionaria para el pueblo es una tarea exclusiva de su dirigencia. Por ahora, debemos admitirlo, la esperanza del movimiento popular se encuentra depositada en esa alternativa. Por ello es imperativo que sepamos trascender las elecciones del 06 de diciembre o su fracaso está garantizado.
Tengamos en cuenta el contexto: Con el salario mínimo ubicado a menos de un dólar americano el programa del gobierno avanza por la derecha. La recientemente aprobada ley antibloqueo, o mejor dicho Ley de la entrega y la opacidad, es el corolario definitivo de un viraje neoliberal que en otros artículos ya denunciamos (Leer ¿Avanzamos al Socialismo? Una crítica contra el viraje neoliberal) . ¡Sálvese quién pueda! es la divisa de la contrarrevolución burocrática. Con el colapso de los servicios públicos y la escasez de gasolina la situación social se ha vuelto insostenible. Protestas y represión es la política ciega y necesaria de ambas partes
La carestía de la vida, la desnutrición, y los salarios de hambre están acompañados en lo político por una dramática crisis de liderazgo. Esto se refleja en una casta burocrática impopular que requiere mantener el poder a toda costa, incluso a expensas de las conquistas revolucionarias del pasado. Por otro lado hay una oposición de derecha dividida y desacreditada entre sus propias bases social. El escepticismo y la falta de fe en un futuro mejor alimenta el reflujo del movimiento popular, lo que a su vez se refleja en las salidas individuales totalmente ilusorias de la pequeña burguesía arruinada. Así se sirve la mesa para fascistas, falsos profetas y populistas de toda calaña.
La incapacidad del gobierno para mejorar sustancialmente las condiciones del pueblo no se debe a meros errores de cálculo o inexperiencia. El viraje neoliberal del gobierno, su degeneración interna, tiene sus causas objetivas independientes a todo misticismo. Lo primero que hay que tener en cuenta es que todas las direcciones políticas surgidas del proletariado se exponen a la presiones de clase del capitalismo. Alzados por el pueblo hasta la cúspide del poder una capa importante de los dirigentes bolivarianos terminaron fuera de control popular; sin democracia interna en el PSUV, debates proscritos o de fachada, la cooptación sustituyó las aspiraciones de las bases, de la misma manera que la disciplina se confundía con la obediencia ciega . Una vez en el poder las presiones de clase hicieron efecto. Por eso, las revoluciones socialistas sin democracia obrera y campesina carecen de sistema inmunológico y pasan a convertirse, tarde o temprano, en pacientes oncológicos.
La bonanza petrolera trajo privilegios por diversas vías, tanto lícitas como ilícitas, muchas de ellas derivadas de la corrupción pública . Así las condiciones de vida de un burócrata rojo, su psicología e intereses, se hicieron completamente desiguales a la gran mayoría de la población. Hablamos de burócratas reformistas devenidos en nuevos ricos y con fraseología revolucionaria. la conciliación claudicadora con la derecha patronal era la lógica inevitable para preservar sus intereses adquiridos.
Este tipo de traiciones son comunes en la historia de las luchas obreras. Basta con estudiar la degeneración de la II internacional socialista para tener alguna referencia ignominiosa. Sin embargo, también debemos reconocer que el flujo del movimiento popular en Venezuela se mantuvo y arrancó importantes conquistas sociales, políticas y económicas.
Pasada la época de las vacas gordas debido a la caída de los precios internacionales del petróleo, el colapso de PDVSA y ante la negativa de completar la revolución por parte de sus dirigentes, los reformistas de ayer se pasaron al bando de las contrarreformas. O se preservaba la totalidad del status quo (EL capitalismo rentístico) o se rompía revolucionariamente con él. Liquidar lo que se dió en el período anterior gracias a las políticas del presidente Chávez, desmovilizar y desarrollar canales clientelares como el carnet de la patria fue parte de la estrategia.
Todo esto para fortalecer la tasa de beneficio a favor de los capitales privados, quienes, en teoría, deberían aumentar la producción y estimular la recuperación económica. Ellos ahora ocuparían el lugar del nuevo sujeto histórico de la revolución: eso que llaman vulgarmente “burguesía revolucionaria”. Lo que castro Soteldo ni las almas más filisteas del gobierno, entre ellos los justificadores de base, no nos dicen es que estamos frente a un sistema económico en decadencia y que por su propia naturaleza la burguesía venezolana, llamen como la llamen, no puede jugar ningún un papel progresista.
En última instancia, más allá de las envolturas ideológicas, lo que se busca es administrar la crisis a favor de la clase capitalista vinculada al gobierno (Lo que no excluye a la vieja burguesía), dado que los actuales dirigentes tienen muchos intereses comunes con ellos. Lo más importante de esta estrategia, condición esencial para su éxito, es la desmovilización de las luchas populares a través de la violencia estatal y distribución de la miseria. Los revolucionarios, los Marxistas consecuentes, la izquierda en su conjunto y el chavismo honesto, en especial estos últimos, deben admitirlo; El mayor peligro para la revolución bolivariana viene desde adentro; en forma de contrarrevolución burocrática.
APR: un salto cualitativo
Lo primero que hay que tener en cuenta es que el surgimiento de la APR no es un fruto químicamente puro e inmaculado, algo que se suscitó de forma repentina y sin desencuentros. Nada dentro de la naturaleza y la sociedad humana nace de la nada. Las cosas están sometidas a ciertos procesos y leyes que rigen su nacimiento, desarrollo y negación. Es un movimiento constante y contradictorio que garantiza los cambios en toda clase de cosas. Desde las partículas subatómicas hasta los grandes acontecimientos históricos tiene ese dinamismo interno. Sí, lo llamamos Materialismo dialéctico.
Como bien saben los sectores más avanzados del chavismo y de la izquierda en general al inicio del gobierno de Nicolás Maduro La revolución bolivariana no se había completado de forma definitiva. El mismo Chávez lo dejaría claro en la introducción del Plan de la patria, cuando lo expresado en los siguientes términos;
“Éste es un programa de transición al socialismo y de radicalización de la democracia participativa y protagónica. Partimos del principio de que acelerar la transición pasa necesariamente por, valga la redundancia, acelerar el proceso de restitución del poder al pueblo”
Más adelante remata:
“No nos llamemos a engaño: la formación socioeconómica que todavía prevalece en Venezuela es de carácter capitalista y rentista”
Esto quiere decir que las tareas democráticas y socialistas aún se encontraban pendientes a la muerte de Chávez . Todas las conquistas alcanzadas en materia laboral, campesina, educativa y sanitaria fueron posibles gracias a los altos ingresos petroleros y a una política reformistas de distribución. Una de las principales contradicciones de este proceso era el fortalecimiento del rentismo petrolero. Mientras tanto las palancas fundamentales de la economía seguían en manos de la burguesía, los terratenientes y la Banca, quienes a su vez parasitan de la renta junto a una burocracia corrupta.
Los pocos sectores nacionalizados, sí pocos, pasaron a manos de burócratas y militares, con pequeñas islas de control obrero. Como vemos el rentismo no solo se mantuvo durante estos años, sino que se profundizó, con todos sus actores y problemas, como la expresión más acabada de un capitalismo atrasado y dependiente.
Así las cosas, ninguna conquista obtenida por la movilización popular estaba garantizada de antemano, sobre todo cuando esas conquistas se apoyaban sobre la base frágil de una commodity. La amenaza de un proceso contrarrevolucionario estaba latente dentro del proceso bolivariano. Cuando colapsara todo el régimen asistencial y por la incapacidad de las bases del PSUV de construir una fuerza política interna con independencia de clase, dicha amenaza encontraría el camino libre para acelerar su marcha. Todo eso ha sido impulsado desde adentro por elementos de clase ajenos al proletariado urbano y rural.
La caída abrupta de los ingresos petroleros y la reducción considerable de la capacidad de maniobra del Estado impactaría negativamente en el gasto social y otras políticas redistributivas. Los alimentos y las medicinas comienzan a escasear, mientras se disparaba el monstruo de la inflación. La corrupción desenfrenada con el diferencial cambiario, las importaciones fraudulentas y otras prácticas delictivas redujeron las reservas internacionales, aumentaron la deuda, colapsaron los servicios públicos y destruyó la capacidad productiva de PDVSA. Los felices días de las misiones sociales, de los alimentos subsidiados, el cupo CADIVI, y barrio adentro, quedaron atrás.
Por su parte, el sabotaje económico de la burguesía y las sanciones imperialistas intensificaron una situación económica y social ya de por sí insostenible, asfixiante para el pueblo. Con todo este cúmulo de cosas tarde o temprano, al no resolverse radicalmente los problemas que fueron heredados por el chavismo, la crisis orgánica del rentismo que hundió al corrupto régimen puntofijista y el cual fue mitigada temporalmente por los precios internacionales del petróleo, saldría a la superficie nuevamente y tendría que resolverse para alguno de los sectores en pugna: La clase trabajadora (Por vías revolucionarias) o las clases patronales (El camino neoliberal). Esas presiones de clase jugarían un papel primordial en la conducta de la dirección Bolivariana.
La Derecha patronal y proyanki lanzaría varias ofensivas callejeras, llamadas vulgarmente como Guarimbas. Todas con diferentes actores y resultados. Desde 2014 hasta 2019 hemos visto en varias oportunidades estas caravanas de muerte y destrucción. El gobierno respondería a cada una de estos ataques combinando la represión y autoritarismo por un lado y los llamados de paz y diálogo por el otro. Diálogo que en última instancia sólo se hacía con la derecha y se traducía en negociaciones y concesiones para el capital nacional e internacional (Privatizaciones encubiertas, subvenciones y créditos para la burguesía, entrega de dólares preferenciales, apertura del Arco minero del Orinoco, etc)
Las políticas anti obreras del gobierno de Maduro vienen de allí. Por eso su consigna de 2018 fue de carácter frente populista “juntos somos más”. De esta manera la tarea de estos dirigentes ya no consiste en fortalecer la conciencia revolucionaria del pueblo. Hablar de comunas y socialismo ha pasado de moda en su vocabulario. Su papel histórico es ser un muro de contención del movimiento popular, desmovilizarlo, fragmentarlo y controlarlo con dádivas estatales. Mientras se administra la crisis a favor de los grandes capitales ofreciendo más y más concesiones.
El divorcio entre la dirección política del Gobierno-PSUV y el pueblo se comenzaba a palpar en el mismísimo lecho de muerte de Hugo Chávez. Una cosa tan aparentemente inocua daría una señal inequívoca de las tendencias que se desarrollaban dentro del PSUV. El pueblo chavista respondía a la muerte del comandante con un “Chávez vive, la lucha sigue” , es decir, la convicción popular de que es necesario empujar a la revolución hacia adelante y marchar camino al socialismo. Pero la burocracia lo objetaba sutilmente con un “Chávez vive, la Patria sigue”. Es decir las conquistas del proyecto bolivariano ya fueron alcanzadas de forma definitiva, ya no había más nada que buscar, la tarea ahora consiste en mantenerse en el poder como única garantía de “patria”. Así se cambió “El Estado y la Revolución” de Lenin por “El príncipe” de Maquiavelo.
¿Qué contempla el viraje neoliberal del gobierno-psuv?; Salarios de hambre, desaparición de las contrataciones colectivas por medio del memorándum 2792, privatizaciones bajo el disfraz de alianzas estratégicas, pago de la deuda externa, desalojo policíaco de tierras otorgadas a campesinos pobres, liberación de precios y eliminación de toda clase de controles. El proyecto de ley de la entrega y la opacidad (antibloqueo) es el corolario definitivo de ese viraje autoritario y neoliberal. Así en el afán de mantener calmada a la burguesía nacional y generar confianza en los inversores extranjeros el golpe de timón exigido por Chávez terminó siendo a estribor, es decir por la derecha.
Como no podía ser de otra manera estas políticas impactaron negativamente en amplios sectores sociales, quienes han visto menguar dramáticamente sus condiciones de vida hasta niveles famélicos. Crece la pobreza, la desigualdad y la carestía. A la par se abren bodegones, se restituyen beneficios para los terratenientes y la burocracia engorda. Esta realidad repercute directamente en las bases de los partidos de izquierda y en las organizaciones sociales. El sectarismo del Psuv, el autoritarismo del gobierno, los planes económicos en marcha han presionado sendos debates en lo más profundo del movimiento popular.
Debido a estas presiones se fueron suscitando diversos encuentros en diferentes escenarios. El PCV, El PPT, la corriente marxista Internacional, Izquierda unida, somos Lina, con sus diferencias tácticas y visiones, comenzaron a converger empujados por las circunstancias históricas.
Una de las primeras experiencias comunes de estas organizaciones fue la campaña electoral por la alcaldía de Caracas en 2017, donde el PCV y el PPT impulsaron la candidatura de Eduardo Samán. Esta campaña representaba un deslinde contra el sectarismo y las imposiciones del PSUV, aunque no se trató de una ruptura con el gobierno de Maduro. Para los militantes de La Corriente Marxista Internacional se abría la oportunidad, tal y como consta en diferentes documentos, de iniciar la construcción de una alternativa revolucionaria que con un trabajo permanente pasará a ser una referencia para la izquierda Venezolana y en especial para las luchas obreras.
Otra experiencia de fuego para esta articulación inicial fue la elección presidencial del 2018. En esta oportunidad cada quien marchó por caminos diferentes. Para El PPT la consiga era apoyar a Maduro pero exigiendo un gobierno diferente; aun cuando no existía dentro del PSUV el más mínimo indicio para ello. Por su parte el PCV firmaría con el Psuv un acuerdo unitario que contemplaba la protección de derechos laborales y salariales para la clase obrera, un acuerdo que, a todas luces, no contemplaba las tendencias reaccionarias que ya se vislumbraban desde el alto gobierno . Compromisos, de hecho, que Maduro olvidó, con la rapidez de un pez asustadizo, al salir del teatro Cantaclaro.
Otras organizaciones plantearon un debate más profundo y audaz que permitiera avanzar hacia una dirección más orgánica e independiente. Una de esas organizaciones fue la corriente marxista internacional; quienes negamos total apoyo a las tendencias abstencionistas del G4 y al voto para la derecha representada por Falcon. Pero de la misma manera rechazamos la cobertura política que por la izquierda que se le daba a la candidatura de Nicolás Maduro. Lo mejor en ese momento consistía en apoyar a un candidato propio y continuar la construcción de una alternativa revolucionaria. Todo eso sin depender de alianzas con el gobierno. El tiempo demostró la corrección de esta línea política.
Desde entonces muchas cosas han sucedido en el país, todas estas experiencias, contradicciones y suma de cambios cuantitativos han dado, repentinamente, un salto cualitativo con el llamado a elecciones legislativas y la Formación de la APR. Los matices y las diferencias lejos de desaparecer se mantienen bajo la siguiente forma: golpeamos juntos, pero marchamos por separado. Esa lucha de fuerzas vivas en el interior de la APR será determinante para convertirla en un instrumento de lucha para el pueblo o en un aborto histórico. Esto último traería consecuencias nefastas para el movimiento popular.
Compañeros, compañeras; No neguemos esos matices. Son esenciales para la oxigenación de cualquier partido o movimiento. El llamado a la unidad debe mantenerse a toda costa. Es el principal bien que debemos defender. Cualquier actitud divisionista debe ser denunciada radicalmente y excluida de nuestras filas. Pero los matices, las diferencias tácticas, las discusiones internas, son sanas desde el punto de vista revolucionario. La unidad revolucionaria se construye con irreverencia, a punta de victorias concretas y sin fetiches, ni sectarismo. Parafraseando a Lenin No podemos construir una alternativa revolucionaria usando las mismas armas melladas del PSUV,
Lo más importante de este proceso, en pleno desarrollo todavía, es que en su interior se constituya una corriente capaz de homogeneizar al movimiento ganando autoridad moral y política. Esa corriente con suprema inteligencia y métodos democráticos debe impulsar a la APR más allá del escenario electoral del 06 de diciembre. Eso pasa necesariamente por conquistar la mentalidad y el corazón del pueblo, apostando por una transformación radical de la sociedad.
La necesidad de un Programa más allá de lo electoral
La premura electoral y la falta de coordinación entre las partes integrantes de la APR han retrasado la aparición de un programa político. Esta dilación debe resolverse cuanto antes. Su aparición logrará movilizar a sectores que hasta la fecha pueda tener, con todo derecho, reservas con la Alternativa. Por otro lado, frente al viraje neoliberal del gobierno representará otro camino a seguir, una vía que pueda minar al capitalismo por dentro cumpliendo con las demandas populares que este no puede cumplir (Salario igual a la canasta Básica, Escala móvil de salarios, Tierras para los campesinos) y que avance en dirección al socialismo.
La base discursiva de un revolucionario es la verdad. A fin de cuentas un verdadero marxista no impone ideas preconcebidas al movimiento obrero y popular como afirman algunos opinólogos de la derecha o como suponen los sectarios de la izquierda. No somos diferentes a los intereses de la clase obrera. Nuestro deber es acompañar las luchas del pueblo como el factor más consciente de sus intereses y preparados en la lucha. Esto pasa necesariamente por crear un puente entre las necesidades materiales inmediatas de la población y la necesidad superior de transformar radicalmente a la sociedad Venezolana..
No se trata de prometer el cielo sobre la tierra dentro del marco de la sociedad burguesa como se establece en los programas mínimos de la socialdemocracia. Eso representaría un retroceso etapista que la historia de los últimos años ha refutado despiadadamente. El sistema capitalista a nivel mundial se encuentra en una crisis orgánica y terminal. La Pandemia de la COVID 19 solo fue el catalizador de la recesión económica que ya se advertía desde hace un par de años. Lo que puede representarse como fuertes resfriados en las economías más desarrolladas del mundo capitalista en los países dependientes y atrasados como Venezuela son todo un terremoto mortal. Hoy en su estado de mayor decadencia no es posible quitarle concesiones sustanciales al capitalismo. Todo lo que entreguen con la mano izquierda lo quitarán con la mano derecha. La Venezuela Bolivariana es un claro ejemplo de eso.
Por eso nuestro programa tiene que representar una ruptura con todo el orden establecido. La lucha contra la degeneración burocrática del gobierno también es una lucha contra toda clase de oportunismo, incluso con aquellos que pululan dentro de las propias filas de la APR. Es necesario el programa que interpele a nuestros dirigentes y devele a los ojos de las masas el camino a seguir .
Ante esa necesidad para ganarnos la confianza del pueblo la Corriente Marxista Internacional propone:
1) Por la lucha obrera:
•Salarios igual a la canasta básica. Los sueldos deben aumentar de manera correlativa y equiparada al incremento de los precios.
•Derogación del Memorando 2792 y de toda legislación que afecte los intereses de la clase trabajadora.
•Restitución de las prestaciones sociales, primas, beneficios de remuneración y cajas de ahorro, suprimidos a partir de la imposición del Memorando 2792.
•Agilización y celeridad en la firma de Convenciones Colectivas de Trabajo.
•Salud y seguridad laboral.
•Contra la judicialización y criminalización de las luchas obreras: ¡Respeto a los derechos sindicales, de protesta y organización de la clase trabajadora!
•Control obrero de la producción y de los libros de cuenta
2) Por la lucha campesina:
•Nacionalización sin compensación de todos los latifundios.
•Control campesino de la producción.
•Desarrollo de un plan agrícola, a base de unidades de producción colectivas en todas las zonas rurales del país.
•Acceso y justa distribución de semillas e insumos para la producción.
•¡No más desalojos arbitrarios de familias campesinas!
•Restitución de las tierras otorgadas a los campesinos durante los mandatos del presidente Chávez.
•Justicia a todas las víctimas de sicariato, intimidación, persecución y desalojo arbitrario a familias campesinas. ¡Cárcel a los responsables!
3) Por condiciones de vida dignas:
•Creación de un plan nacional de recuperación de infraestructuras de distribución de agua, bajo control de los Consejos Comunales y Comunas.
•Rehabilitación de las plantas de distribución de gas doméstico y su justa distribución, bajo control obrero y popular.
•Diseño de un plan de financiamiento para la recuperación efectiva del Sistema Eléctrico Nacional, bajo control obrero y popular.
•Nacionalización de las líneas de transporte colectivo bajo control obrero y popular.
•Nacionalización de la red de producción, distribución y venta de alimentos, medicamentos y otros productos básicos, bajo control obrero y de las comunidades organizadas, para impedir la corrupción y el despilfarro.
•Educación pública, gratuita y de calidad.
•Salud pública, gratuita y de calidad.
•Creación de un plan de financiamiento para el mejoramiento y optimización de toda la red hospitalaria y ambulatoria del país.
4) Por la democracia revolucionaria:
•Liberación inmediata de todos los trabajadores, campesinos y comuneros presos por luchar.
•Cese a la persecución, la judicialización y la criminalización de las distintas luchas obreras, campesinas y populares.
•Auditoría obrera y popular a los recursos y todas las gestiones públicas municipales, estadales y nacionales. ¡Cárcel a los corruptos!
•Creación de consejos de trabajadores socialistas en todas las instituciones y empresas del Estado, para ejercer control obrero.
•Creación de consejos campesinos en todas las zonas rurales del país.
•Elección y legitimación de los Consejos Comunales y Comunas, bajo plena autonomía de las comunidades.
•Asignación de competencias del poder público municipal y estatal a las Comunas como entidades territoriales de autogobierno.
•Elegibilidad y revocación de todos los cargos públicos.
•Que ningún funcionario del Estado gane un salario superior al de un obrero cualificado. ¡Servir a la revolución es un deber no un privilegio!
•Organización de unidades de la milicia bolivariana en cada fábrica, lugar de trabajo, barrio y comunidad, bajo control de la clase obrera y el pueblo organizado.
5) Por un antiimperialismo consecuente:
•Cárcel a Guaidó y a todos los implicados en el plan imperialista contra Venezuela. ¡Basta de impunidad!
•Ante el secuestro de CITGO y activos de la nación por parte del imperialismo:
¡Confiscación de las propiedades de las multinacionales imperialistas en Venezuela!
•Renacionalización de todos los recursos y empresas estratégicas de Venezuela.
•Hacer un llamado internacionalista a los pueblos y a los trabajadores del mundo para que defiendan la Revolución venezolana en sus respectivas latitudes.
6) Por el socialismo:
•Creación de una central estatal única de importaciones ¡Basta de entregar las divisas a la burguesía!
•Auditoría obrera y popular sobre todas las divisas entregadas. ¡Cárcel y confiscación de bienes a los empresarios y burócratas que las hayan usado de manera impropia!
•Nacionalización sin compensación de todos los monopolios y empresas implicadas en el sabotaje, el acaparamiento y el bachaqueo. ¡Con el hambre del pueblo no se juega!
•Nacionalización y centralización de la banca y las aseguradoras bajo control obrero, para poner todos los recursos a disposición de un plan de producción nacional, en empresas estatales y bajo control de los trabajadores, los campesinos, los comuneros y el pueblo organizado.
•¡Todo el poder a la clase trabajadora y el pueblo organizado! ¡Abajo la burocracia!
Estas propuestas programáticas pueden servir como base preliminar para el debate público y popular. Puede ser aprobado en un gran congreso de militantes de las fuerzas que constituyen la APR. Que sea discutido y fortalecido con el pueblo, en cada calles, en cada fábrica, consejo campesino y centros de estudios. Que el programa acuda a todos lados ,agitando y elevando la conciencia de clase. De igual manera para que la construcción de la alternativa supere lo electoral debe discutir las ideas generales y los estatutos que definen su organización.
Contra el sectarismo
Lenin decía que el ultraizquierdismo es el precio que paga el movimiento obrero por el oportunismo de sus dirigentes. La traición neoliberal del gobierno-PSUV ha alimentado toda clase de tendencias ultraizquierdistas y sectarias. Estos elementos estériles acusan a la APR de, según sus propias palabras, legitimar el fraude electoral del 06 de diciembre. Para estos caballeros los ataques, persecuciones, detenciones y censuras que sufren los candidatos y militantes de la APR no significan nada, ni el menor síntoma de que algo pueda estar inquietando a la élite del poder. Así, al igual que los justificadores gobierneros, el sectario no contribuye en los hechos con el avance de una salida revolucionaria a la crisis.
En la cómoda y frustrada mentalidad del sectario solo existen los manifiestos y las abstracciones. Cada acontecimiento es respondido con peroratas mecánicas sin acciones. Para ellos solo basta con exponer una salida comunal para que el pueblo acuda a ellos de forma ordenada, como si el sectario fuera un maestro y el pueblo sus alumnos. La historia no se hace a puñetazos sino a gritos desesperados. Ajenos de todo contexto y formas,no existe un punto de partida en cuanto a la psicología de las masas y sus necesidades concretas, no hay puentes sino flechazos. No hay condiciones dialécticas sino opiniones mecánicas.
Como materialistas dialécticos debemos partir de la realidad y volver a ella constantemente. Nosotros debemos facilitar el camino para que el pueblo tome el poder. Eso es posible sólo cuando un partido revolucionario ha ganado la mayoría decisiva de las clases oprimidas. Para lograrlo es vital crear un puente entre las masas y el partido, esto incluye todas las formas de lucha, entre ellas la parlamentaria y la construcción del programa.
Solo después de la toma del poder puede romperse con esa estructura, con esa maquinaria estatal y sustituirla por los órganos de poder de las clases trabajadoras; comunas, consejos de fábrica, consejos de campesinos etc. Antes de eso solo hay declaraciones de buenas intenciones. Para ganar el corazón y la mente de las masas oprimidas debemos partir de la psicología concreta del pueblo en cada escenario. Contra la impaciencia e inexperiencia de los sectarios nosotros debemos apostar por el frente único con las demás organizaciones de izquierda. El trabajo paciente y explicativo dentro de ese frente es nuestra divisa. No somos cretinos parlamentarios, luchamos por los intereses de la clase trabajadora.
Nos adherimos a las palabras de un viejo bolchevique, el último en vida, escritas por allá en 1939;
“Quien no sepa buscar y hallar el camino hacia las masas no es un luchador, es un peso muerto que gravita sobre el partido. No se formula un programa para los redactores de un periódico o para los animadores de clubes de debate, sino para llevar a la acción revolucionaria a millones de luchadores”
Nosotros nos fundiremos con el pueblo, acompañaremos sus luchas, seremos cuadros a la altura de las circunstancias. No aspiramos al papel de niños malcriados, sino al de revolucionarios dispuestos a enlodarse en la lucha cotidiana, esos que como Chávez y Lenin supieron vencer. Venezuela necesita una transformación radical, profunda y humana. A ello hemos consagramos nuestras vidas. Invitamos a lo mejor del chavismo honesto y de base y a la izquierda consecuente a construir la Alternativa Popular Revolucionaria; una nueva referencia para la izquierda.
¡Si el presente es de lucha; el futuro nos pertenece!