Los ataques políticos por parte del gobierno y sus personeros, hacia las organizaciones que conforman la Alternativa Popular Revolucionaria, han venido aumentando durante las últimas semanas, de forma alarmante.
La propuesta de acuerdo conmemorativo del 4 de febrero de 1992
En particular, el pasado jueves 4 de febrero, durante la sesión ordinaria de la Asamblea Nacional, se suscitó un evento que no debe pasar debajo de la mesa, y debe ser analizado políticamente.
En dicha sesión se votaron dos acuerdos relativos a la conmemoración de la insurrección cívico militar del 4 de febrero de 1992.
El primer acuerdo, tuvo por objeto reconocer la lucha de los compañeros que valientemente decidieron levantarse contra el régimen cuarto republicano.
El segundo acuerdo, tuvo por objeto expresar la voluntad del Estado venezolano de conducir al país asumiendo al máximo posible los valores y principios que sirvieron de base ideológica y política para el alzamiento de 1992, a fin de construir un futuro de “paz, prosperidad, unión nacional”, etc.
Aunque el acuerdo está revestido de un lenguaje claramente burgués, es claro que la política actual del gobierno Maduro, ha venido distanciándose cada vez más de la política progresiva y a favor de las masas trabajadoras, que caracterizaba al gobierno del camarada Chávez.
Si bien analizar las razones económicas y objetivas que dan pie a dicha diferenciación es fundamental en un análisis marxista, en este caso nos obligaría a extendernos más allá del propósito concreto del presente artículo, y ya hemos llevado a cabo dicho análisis en otros artículos anteriores. Por lo tanto nos limitamos a señalar que, evidentemente, las políticas de ambos gobiernos hacia las masas trabajadoras y hacia la burguesía, son cada vez más antagónicas.
En tal contexto, es que la Alternativa Popular Revolucionaria ha venido desarrollando su política de defensa de los intereses históricos de las masas trabajadoras.
La intervención del camarada Oscar Figuera y la respuesta de Jorge Rodríguez
En su derecho de palabra, el diputado por el Partido Comunista de Venezuela y la Alternativa Popular Revolucionaria, expresó su disposición de votar a favor del primer acuerdo, porque el 4 de febrero del 92 abrió las posibilidades para la lucha por enrumbar al país hacia derroteros distintos a la política neoliberal y proimperialista de CAP.
Sin embargo, en representación del PCV y la APR Figuera no apoyó el segundo acuerdo, porque la política actual del gobierno es evidentemente contradictoria con el espíritu y propósito de la insurrección de 1992. Más bien, es cada vez más cercana a la política que llevó adelante CAP en 1989. A decir del camarada Figuera, el segundo acuerdo debería consistir en un compromiso de rectificación por parte del gobierno y del aparato de Estado en su conjunto –hoy claramente dominado por el Psuv-.
El discurso de Rodríguez: palo, mentiras, descrédito y cayapa contra la APR
Al cierre de la intervención del compañero Figuera, que apenas duraría 1 minuto –casi exactamente-, tomaría la palabra Rodolfo Sanz, pero, el presidente de la AN, Jorge Rodríguez, decidió tomarse un extenso derecho de palabra para responder a Figuera.
Aunque no logra escucharse muy bien en el video sobre estos acontecimientos -que fue publicado por Luigino Bracci Roa en la red social Youtube-, Didalco Bolívar, quien ahora forma parte de la directiva de la AN, sugirió a Rodríguez en voz baja no darle respuesta a Figuera, porque significaría darle importancia a su intervención.
Cabe la pena recordar el prontuario político de Bolívar, un dirigente aragüeño de tradiciones claramente burocráticas y oportunistas, quien después de romper con el chavismo hace muchos años y pasarse a la oposición de derecha, volvió luego al chavismo, sobre la base de acuerdos sin principios. Hoy, vuelve a estar en un cargo de importancia.
Los reformistas tienden a premiar la fidelidad sin principios por encima de los principios revolucionarios. Dado el consejo de Didalco Bolívar, es lógico por lo tanto concluir que la respuesta de Rodríguez fue una expresión de molestia, y aún, por qué no, cierto desespero, ante las meridianas verdades expresadas por Figuera a nombre de la APR y el pueblo trabajador.
El discurso de Rodríguez trató de sembrar la idea absolutamente falsa, de que la APR y el Partido Comunista tienen algún tipo de relación o colaboración con Elliot Abrams; un agente del imperialismo norteamericano, que jugó un papel nefasto en nuestro continente durante la década de los 80.
Rodríguez comentó una entrevista a Elliot Abrams realizada tiempo atrás, en la que señaló, en primer lugar, las intenciones públicas de la administración Trump de derrocar por la vía violenta al gobierno Maduro. En seguro lugar, Abrams señalaría que había militantes de izquierda que debían atenderse, que estaban de acuerdo en que Maduro debe salir, en que se debe rectificar, que una cosa es Chávez y otra cosa es Maduro. De esa forma trató de establecer conexiones en realidad inexistentes entre la APR, el PCV y un asesino como Elliot Abrams. Una aseveración tal, no resiste el más elemental análisis.
Elliot Abrams fue secretario de Estado adjunto de “derechos humanos” de la administración Reagan en la década de 1980, y apoyó de forma consecuente con los gobiernos reaccionarios de Centroamérica durante aquellos años. En particular, Abrams jugó un papel importante en El Salvador, donde el gobierno militar organizó milicias paramilitares popularmente conocidas como “escuadrones de la muerte”, entrenadas y financiadas por el imperialismo norteamericano.
Estos escuadrones llevaron a cabo verdaderas carnicerías en territorio salvadoreño durante la guerra civil, con el fin de aplastar ala izquierda agrupada en el FMLN. Una de estas masacres fue la de El Mozote. El Mozote es un caserío en el que, junto a otros poblados del este del país, fueron asesinados alrededor de 1000 seres humanos, entre hombres, mujeres y niños. La gran mayoría de hecho, fueron niños. Algunos incluso, recién nacidos.
Durante la matanza, a la mayoría de las mujeres las violaron en grupo, y hasta asesinaron a los animales de trabajo de las familias del caserío. No quedó un atisbo de vida en El Mozote, ni tampoco en los otros poblados atacados. Los escuadrones de la muerte aplicaban la estrategia de tierra arrasada.
Las horrendas masacres fueron llevadas a cabo por el batallón Atlacátl, de las fuerzas armadas salvadoreñas, entrenado directamente por la CIA en la sede de la Escuela de las Américas, en Panamá, y también en los EEUU. Durante el gobierno Reagan se enviaron 1 millón de dólares diarios, para entrenamiento y armamento de las fuerzas militares salvadoreñas. Elliot Abrams fue precisamente responsable de la política de apoyo de los EEUU a esos carniceros. Sus manos estarán siempre manchadas de sangre inocente.
En tal sentido, la supuesta denuncia de Rodríguez, en la que trató de vincular a la APR con Abrams es simplemente un verdadero bochorno. Jamás las organizaciones, o los militantes de las organizaciones que hacemos vida en la APR, colaboraríamos con un engendro de tal cañala, con un autor intelectual de masacres.
Por el contrario, el mismo Maduro llegó a invitar al diálogo a Abrams en 2019 durante una alocución presidencial, un hecho público y notorio. Lo mismo hemos observado en días recientes, cuando desde el balcón del pueblo denunció a la APR de colaborar con el imperialismo, para luego invitar a Biden a dialogar. ¿Es que acaso este gobierno no conoce el histórico prontuario guerrerista y asesino del partido demócrata? Al final, el partido demócrata es la otra ala de la burguesía norteamericana. No es menos guerrerista, sanguinaria o violenta que su contraparte republicana.
El propósito del discurso de Rodríguez
Las palabras de Jorge Rodríguez tienen una intencionalidad muy clara. Al inicio de su discurso, dijo claramente que hay dos formas de atender a las provocaciones. Una forma, es no dándoles importancia, y la segunda, es asumiendo dichas provocaciones, y según él, esta vez había que caer en provocaciones. De estas palabras puede inferirse una conclusión obvia.
Por un lado, se busca manchar la imagen de la APR ante las masas trabajadoras, y ante los sectores honestos que aún votan a favor de Maduro o hacen vida en el Psuv. Por el otro, el tono agitado y desesperado de su discurso, sumado a la mentira de supuestos vínculos entre el carnicero Abrams y la APR, podría tener como propósito generar malestar entre las fuerzas de choque del gobierno y sectores ligados a estos, como algunos colectivos o las Cupaz, a fin de preparar las condiciones para una arremetida violenta contra la APR.
Nuestra posición ante lo ocurrido
Desde la Corriente Marxista Lucha de Clases, denunciamos los intentos de la dirigencia del Psuv, del gobierno y del presidente Maduro, de haber iniciado una campaña de descalificaciones y mentiras contra la APR y las organizaciones que la conforman, en particular el Partido Comunista de Venezuela. Esta campaña podría ser el preámbulo de una arremetida represiva contra la izquierda revolucionaria de Venezuela, y en tal sentido, la denunciamos ante el movimiento obrero y popular del país, y ante el movimiento obrero internacional.
Las organizaciones de izquierda que hacemos vida en la APR, debemos prepararnos para enfrentar cualquier acción violenta que puede ser ejercida en nuestra contra.
La misma ley contra el odio, que aplican de forma muy deportiva contra sus disidentes, bien podría aplicarse a las más recientes declaraciones del presidente Maduro y sobre todo, al discurso de Jorge Rodríguez el pasado 4 de febrero.
Las organizaciones que conformamos la APR no somos enemigas de las bases del Psuv, porque incluso muchos de nosotros y nosotras llegamos a hacer vida política en esos espacios en algún momento de nuestra historia militante, ora como organizaciones, ora como militantes individuales.
Nuestra lucha es por la dignificación de las condiciones de vida de todos los trabajadores y trabajadoras, y sabemos que en las bases del chavismo hay aún importantes sectores honestos y combativos, que apuestan a la construcción de una sociedad socialista. A estos sectores queremos hacer llegar nuestros más sinceros saludos revolucionarios, y les invitamos a luchar en la calle, hombro a hombro, por la defensa de nuestros derechos históricos, más allá de quién se encuentre en el gobierno.
No somos, ni seremos, jamás, colaboradores del imperialismo, ni de la burguesía. Quienes nos señalan de colaboradores de los yanquis, precisamente han llamado al diálogo al imperialismo norteamericano, a la derecha criminal y a la burguesía tradicional, una y otra vez. Prueba de ello fue la reciente reunión de sectores del gobierno con Fedecámaras, o su trabajo mancomunado “contra la corrupción”, de la mano de contrarrevolucionarios como los diputados Brito y Parra, que ahora parecieran haberse disfrazado de inocentes corderos, pero hace algunos años eran acólitos férreos de Guaidó.
Quienes nos acusan de traidores y divisionistas, detienen a dirigentes de izquierda o les condenan a prisión-caso Aryenis y Alfredo, aunque ahora tenga casa por cárcel-, mientras por años han dejado en libertad a golpistas como Guaidó, o conmutan las penas legítimas y justas contra guarimberos y terroristas.
Lo reiteramos una vez más. No somos enemigos de las masas trabajadoras que han apoyado históricamente a la Revolución Bolivariana. Nuestra lucha está basada en las mismas ideas y principios que defendió el camarada Chávez, sobretodo en su discurso Golpe de Timón. La única solución para la profunda crisis que vive el país sigue siendo una solución en líneas genuinamente socialistas. Pero, en ése mismo orden de ideas, debe entenderse que la política del gobierno Maduro es diametralmente opuesta al legado revolucionario del camarada Chávez.