El 30 de abril de 1975 terminó la guerra del Vietnam, el conflicto bélico más sanguinario desde la Segunda Guerra Mundial hasta ese momento. Todavía los estrategas de la burguesía no aciertan a comprender ni asimilar el resultado de esta guerra, a saber: que un ejército campesino, mal armado y hambriento, pudiera derrotar a la potencia militar más grande que existe en la Tierra, el ejército estadounidense.
Los antecedentes
Vietnam está situado en la península de Indochina, que fue incorporada como colonia francesa a fines del siglo XIX. Formada por Laos. Camboya y Vietnam, esta última estaba dividida en tres zonas: Tonkín (al norte), Annam (en el centro) gobernada por un emperador títere de los franceses, y Cochinchina (en el extremo sur).
Desde los años 20 del siglo pasado venían actuando varios grupos anticolonialistas que luchaban contra la dominación francesa y por la independencia del país. El más importante era el Partido Comunista vietnamita, fundado en 1930, al frente del cual estaba el que iba a ser el máximo dirigente de la revolución vietnamita, Ho Chi Minh.
El joven Partido Comunista de Vietnam seguía fielmente la teoría estalinista de las dos etapas como estrategia revolucionaria. Así, el objetivo de los comunistas era aliarse con la burguesía “progresista”, que supuestamente existía en Vietnam, para expulsar al imperialismo francés y destruir el régimen de los “mandarines” (señores feudales), entregando la tierra a los campesinos y unificando Vietnam bajo la forma de una república democrática burguesa. La lucha por el socialismo no se plantearía hasta que la burguesía vietnamita hubiera desarrollado suficientemente las fuerzas productivas y la riqueza del país, supeditándose hasta entonces cualquier acción independiente de la clase obrera vietnamita a los intereses de la burguesía.
En la práctica, esto siempre ha supuesto derrotas terribles para los trabajadores y campesinos que, invariablemente, eran traicionados por sus aliados burgueses “democráticos”.
Esta estrategia era la opuesta a la aplicada por Lenin y Trotsky en 1917 en Rusia, que también tenía todas las características de un país colonial. Aquí fue la clase obrera la que, rompiendo cualquier compromiso con la burguesía, tomó el poder por medio de sus propios órganos de poder obrero, los soviets, con el apoyo del campesinado pobre. La revolución resolvió las tareas democrático-burguesas, enlazándolas con medidas socialistas, expropiando a los capitalistas y planificando el desarrollo de las fuerzas productivas, bajo control obrero. Finalmente, impulsaron la revolución internacional como única manera de evitar la caída o degeneración del Estado Obrero en un país atrasado. Pero el fracaso de la revolución europea, y el aislamiento de URSS, precipitó su degeneración estalinista.
En 1941, el PC vietnamita formó el Frente Nacional Unido (Vietminh), basado fundamentalmente en el apoyo del campesinado pobre. Poco antes, en 1940 a los pocos meses de iniciarse la Segunda Guerra Mundial y de ser ocupada Francia por las tropas alemanas, los japoneses ocuparon toda Indochina, aplastando la autoridad francesa en una sola noche.
Ya en 1945, los reveses sufridos por los japoneses a manos del ejército estadounidense en el Pacífico y de los soviéticos en Manchuria (China), alentaron al Vietminh en su guerra de liberación nacional. Así, en agosto de 1945, el Vietminh desencadenó una insurrección general contra los japoneses, adueñándose de Hanoi (capital de Tonkín) y, una semana más tarde, de todo el país hasta Saigón, al sur de Vietnam. El emperador fue depuesto y en septiembre se proclamó la República Democrática de Vietnam y su independencia de Francia.
En relación al proceso revolucionario vietnamita de 1945, los lectores pueden profundizar en el gran artículo: Vietnam 1945 – La revolución descarrilada
Primera fase de la guerra: 1945-1954
El avance de la guerra campesina en China, dirigida por el Partido Comunista de Mao Tse Tung, amenazando el latifundismo y capitalismo chinos, impulsó a Francia a frenar ese mismo proceso en Indochina y a mantener su dominio imperialista en la zona.
En octubre de 1945, Francia, que había abandonado Indochina de manera “poco honorable” durante la invasión japonesa, invadió el sur de Vietnam no pudiendo llegar hasta Hanoi gracias a la resistencia vietnamita.
En 1946 se firma una tregua que es rota por Francia y declara la guerra total en Vietnam, bombardeando las principales ciudades y expulsando al gobierno del Vietminh, llegando a controlar las grandes ciudades de Annam y Tonkín, e impone un gobierno títere a cuya cabeza colocó al exemperador de Annam, Bao Dai. Aun así, el Vietminh mantenía el control de gran parte de Tonkín y amplias zonas de Annam y Cochinchina.
El nuevo gobierno vietnamita trasladó la capital al sur, a Saigón, concitando el apoyo de la burguesía nativa y de los antiguos mandarines y latifundistas. Todos ellos eran enemigos declarados de la revolución vietminh, pero sin una base social de apoyo significativa en el pueblo vietnamita.
Entretanto, en 1949 Mao se hacía con el poder en China y reconoce al gobierno del Vietminh. Lo mismo hicieron la URSS y el resto de los nuevos países estalinistas de Europa del Este.
Francia, que tenía 120.000 soldados en Vietnam, se veía impotente para aplastar la guerrilla. Se veía imposibilitada de enviar más tropas por la impopularidad de la guerra y su alto coste económico. Además, se iniciaba la guerra en Argelia, donde tenía que concentrar más tropas. Ello hizo que el gobierno de Bao Dai comenzara a plegarse al gobierno norteamericano, al que veía como un aliado más fuerte y seguro. EEUU también tenía interés en suplantar la hegemonía francesa en la zona y alzarse como el “gendarme” del mundo.
De esta manera, EEUU asumió en 1951 el equipamiento de un nuevo ejército nacional vietnamita contra el Vietminh.
El gobierno de Bao Dai naufragaba en la corrupción, en la división entre las diferentes familias y clanes, y en una férrea dictadura que lanzaba cada vez más partidarios al Vietminh.
La salida francesa de Vietnam se vio acelerada por la derrota del ejército francés en la batalla de Dien Bien Phu en 1954, a manos del ejército del Vietminh.
Finalmente, ese mismo año se celebró la Conferencia de Ginebra, cuyos acuerdos fueron: reconocimiento de la unidad e independencia de Vietnam, la salida de las tropas francesas y del Vietminh de Laos y Camboya, y la retirada provisional de las tropas del Vietminh de Saigón que se desplazarían al norte del paralelo 17. Se consagraba así la división de Vietnam en dos zonas. La del norte estaría bajo el control del Vietminh de Ho Chi Minh, y el sur bajo una administración afín al imperialismo. Por último, se celebrarían elecciones libres en 1956 para elegir un gobierno nacional unificado de todo Vietnam.
Esta primera fase de la guerra costó un millón de muertos. Francia, que hubo de dejar su hegemonía en manos de EEUU, invirtió el equivalente a la ayuda recibida por el Plan Marshall para su reconstrucción después de la Segunda Guerra Mundial.
Inicio de la segunda fase de la guerra: 1954-1975
Durante el tiempo que duró el armisticio, 800.000 habitantes del Norte se desplazaron al Sur. Había una gran proporción de campesinos ricos, los miembros de la burguesía urbana, intelectuales, funcionarios comprometidos con el régimen de Bao Dai, y sus sirvientes y empleados domésticos. De esta manera, se confirmaba la ausencia de cualquier sector “progresista” en la clase dominante. Los obreros y campesinos pobres de Vietnam sólo podían confiar en sus propias fuerzas para ganar la revolución.
Al mismo tiempo, EEUU y Francia firmaban un acuerdo secreto para actuar directamente y establecer una dictadura anticomunista en Vietnam del Sur, en preparación para una nueva carnicería.
En 1955, el general Dinh Diem desplazó del poder a Bao Dai con el apoyo norteamericano y denunció los acuerdos de Ginebra, reclamando para sí el único gobierno legítimo de todo Vietnam. Inmediatamente, fue reconocido por todos los gobiernos occidentales.
En el norte se consolidaba, mientras tanto, la revolución social. Las tierras de los terratenientes fueron repartidas a los campesinos. Pero la revolución dirigida por el PC de Ho Chi Minh fue realizada de una manera distorsionada. La economía fue nacionalizada, pero no se permitió a los obreros y campesinos establecer sus propios órganos de poder y de control. Eran los máximos dirigentes del ejército popular y del gobierno Vietminh quienes controlaban las palancas fundamentales del Estado y de la economía, estableciéndose una economía nacionalizada y planificada, pero burocráticamente, constituyéndose un Estado obrero deformado a imagen y semejanza de los que existían en China y la URSS. Esto era inevitable, al basarse la revolución en un ejército campesino y al no permitírsele a los obreros vietnamitas desempeñar un papel dirigente en la revolución.
Por esa época comenzaron los conflictos entre las burocracias estalinistas de la URSS y China, quienes jamás se propusieron extender la revolución internacionalmente, ni fusionar sus fronteras entre ellas ni con las de Vietnam del Norte, para formar una federación socialista intercontinental que englobara desde la Europa del Este hasta la URSS, China y Vietnam. Esto habría posibilitado una completa integración de sus economías y pueblos, lo que hubiera permitido un desarrollo inimaginable de las fuerzas productivas, y habría dado un pulso irresistible a la revolución mundial. Pero el único interés de las burocracias soviética y china era mantener su dominación de casta y sus privilegios materiales, enfrentándose mutuamente por zonas de influencia en la arena internacional por consideraciones de prestigio y para hacerse respetar por las potencias capitalistas.
Aun así, la economía planificada, la posesión de la tierra por los campesinos pobres, el odio al invasor imperialista y a los latifundistas vietnamitas, generaban una tremenda energía en los millones de campesinos, trabajadores y resto de capas pobres del norte de Vietnam, hasta hacía poco oprimidos y despreciados por los terratenientes, burgueses y funcionarios extranjeros. Esta energía estaba canalizada hacia un único e irrenunciable objetivo que adquiría así un carácter tremendamente progresista y revolucionario: la unificación e independencia de Vietnam. Todo este ímpetu obraba maravillas de heroísmo y abnegación en las masas vietnamitas, para quienes su liberación social iba unida su liberación nacional.
Mientras tanto, la represión en el sur se acentuaba. Las detenciones de “sospechosos” se contaban por miles, al igual que los encarcelamientos y los desaparecidos.
En 1958 se inicia la guerra campesina en el sur bajo la dirección del Frente Nacional de Liberación (FNL) o Vietcong. A comienzos de 1960, el Vietcong controlaba amplias zonas del sur. Los progresos de la guerrilla continuaron durante 1961 y 1962, gracias a los suministros que recibían del Norte a través de una ruta que se extendía por la frontera de Laos y que recibió el nombre de Ruta Ho Chi Minh.
Intervención de EEUU
Ya en 1962, EEUU había enviado los primeros consejeros militares. El gobierno norteamericano, descontento con Diem, provocó un golpe de Estado dirigido por el general Van Minh. El presidente de EEUU, Kennedy, que tenía dudas sobre una intervención directa norteamericana, fue asesinado poco después. Le sucedió Johnson. También Minh fue apartado por Nguyen Janh.
Para los norteamericanos parecía claro que sólo desactivando la ayuda del Norte podían hacer frente a la guerra campesina en el sur, de manera que procedieron a realizar los primeros bombardeos sobre el Norte, fundamentalmente sobre la Ruta Ho Chi Minh.
En agosto de 1964 se produce el llamado “Incidente de Tonkín”, en el golfo del mismo nombre.
Buques norteamericanos fueron bombardeados, supuestamente, por los norvietnamitas. Era la excusa que necesitaba el presidente norteamericano Johnson para implicarse de lleno en la guerra de Vietnam. La falsedad del ataque fue reconocida décadas más tarde por Robert McNamara, Secretario de Defensa de EEUU entre 1961 y 1968.
De esta manera, todos los resortes del Estado, los medios de comunicación, la escuela, etc. fueron utilizados para moldear a la opinión pública norteamericana y conseguir su apoyo al envío de soldados estadounidenses a Vietnam. Esta campaña, inicialmente, se vio coronada por el éxito.
En febrero de 1965 se inician los bombardeos masivos sobre el Norte, atacando fundamentalmente las vías de comunicación y los depósitos. Los primeros “marines” llegaron el mes de marzo.
EEUU estableció el reclutamiento obligatorio. Cientos de miles de jóvenes norteamericanos fueron obligados a luchar en Vietnam. En 1965, cae Nguyen Janh, y toma el poder el general Van Thieu. A mediados de 1965 llegan a Vietnam cientos de miles de “marines” con material ultramoderno, acompañados de considerables medios financieros.
A principios de 1966 se intensifican los bombardeos sobre el Norte. “Vamos a reducir Vietnam a la Edad de Piedra”, declaraba a la prensa el general de aviación estadounidense Curtis LeMay.
La brutalidad de la guerra y la llegada de los primeros centenares de cadáveres norteamericanos generaron las primeras protestas en la prensa y, sobre todo, en las universidades.
Se arrasaron ciudades, pueblos y aldeas en un intento de doblegar a los obreros y campesinos vietnamitas en una guerra de desgaste. El gobierno de Hanoi, en el norte, camuflaba fábricas y talleres, y evacuaba a la población al campo, y con ayuda soviética y china instaló una poderosa red antiaérea.
Los continuos bombardeos norteamericanos buscaban devastar los campos que alimentaban a la población y al Vietcong, destruyendo con armas químicas, bacteriológicas y napalm el manto vegetal que ocultaba a los rebeldes en las selvas.
Durante la guerra se arrojaron 18.000 millones de litros de productos químicos sobre cosechas y bosques, incluyendo 72 millones de litros de herbicidas conocidos como agentes naranja, blanco y azul, que afectaron a 180 millones de hectáreas de terreno. Se destruyeron 20.000 millones de metros cúbicos de madera comercial y quedaron inutilizadas 150.000 hectáreas de plantaciones de caucho.[1]
Los mayores ingenios de destrucción hasta entonces conocidos, los más avanzados adelantos científicos al servicio del genocidio, la muerte, la desolación y la barbarie, fueron puestos a disposición de la máquina infernal de la mayor potencia imperialista de Occidente. Había que dar una lección inolvidable a los millones de campesinos, trabajadores, mujeres y niños que osaban levantarse contra el dominio de los capitalistas y terratenientes.
Primero, un murmullo; posteriormente, una tremenda ola de protestas y denuncias inundó todo Occidente. Desde lo más profundo de la sociedad norteamericana hasta Europa, millones de jóvenes y trabajadores mostraban su indignación y horror contra la barbarie imperialista. Fue el movimiento de protesta antimilitarista más grande desde principios del siglo XX, antes de la Primera Guerra Mundial, y conmovió los propios cimientos de la sociedad estadounidense. Fue éste uno de los motivos más importantes que obligaron finalmente al imperialismo norteamericano a abandonar Vietnam.
A fines de la década de 1960, el Vietcong contaba ya con 250.000 guerrilleros frente a los 550.000 soldados norteamericanos desplazados a Vietnam. El ejército estadounidense comenzó a perder confianza en sí mismo. Los bombardeos no resultaban decisivos. Mientras que los campesinos vietnamitas luchaban por la tierra y la independencia de su nación, los soldados norteamericanos no sabían qué hacían allí.
El 31 de enero de 1968, el FNL lanzó una ofensiva general sobre un centenar de ciudades, llegando incluso hasta el centro de la capital survietnamita, Saigón. Esta fue la famosa “Ofensiva del Tet”. Aunque hubieron de replegarse posteriormente con graves pérdidas, el heroísmo de los vietnamitas demostraba a los norteamericanos que no tenían posibilidad de ganar la guerra.
El gobierno de EEUU legó a reconocer su impotencia. En enero de 1969, siendo ya presidente Richard Nixon, se convocó en París la conferencia que habría de acordar una “retirada honrosa” de los norteamericanos de Vietnam.
El FNL se constituyó en Gobierno Revolucionario Provisional de Vietnam del Sur. El 3 de septiembre moría Ho Chi Minh. Nixon anunció una retirada de tropas por etapas “según el comportamiento del enemigo”, al tiempo que la CIA preparaba secretamente la “Operación Fénix”, que pretendía liquidar físicamente a 40.000 jefes del Vietcong, y que fracasó completamente.
Una nueva ofensiva norvietnamita tuvo lugar, deteniéndose sólo a 100 kilómetros de Saigón. Habían muerto ya más de 50.000 soldados norteamericanos, y mientras se iniciaba la retirada estadounidense la opinión pública del país arreciaba aún más contra la guerra. En las universidades estallaban movilizaciones de masas y fuertes choques con la policía y la Guardia Nacional, con el resultado de miles de detenidos y varios estudiantes asesinados. El malestar crecía entre la tropa estacionada en Vietnam. Se dieron casos de asesinato de oficiales por los propios soldados. La propia CIA manejó una base de datos interna entre la población de Estados Unidos (la llamada Operación Mhchaos) que incluía el seguimiento a más de 300.000 personas y a 1.000 organizaciones consideradas “ilegales y subversivas”.
Así las cosas, en julio de 1972 se firma un acuerdo que es rechazado por el presidente survietnamita, Van Thieu. De esta manera, EEUU reanudó los bombardeos sobre Hanoi y Haiphong a finales de 1972. Sólo quedaban 40.000 soldados norteamericanos en Vietnam. Finalmente, se alcanzó un acuerdo definitivo en enero de 1973. El acuerdo contemplaba: retirada de todas las tropas estadounidenses, negociación entre el Gobierno Revolucionario Provisional y el gobierno títere de Saigón, y elecciones para elegir un gobierno nacional de todo Vietnam.
En pleno escándalo “Watergate”, Nixon dimite, y el gobierno de Saigón se niega a aplicar los acuerdos, reanudándose la ofensiva norvietnamita que, en enero de 1975, estaba ya a las puertas de Saigón. El 21 de abril, Van Minh desplaza poder a Van Thieu, y el 30 de abril firma la rendición incondicional de Saigón ante Vietnam del Norte.
Conclusiones
La guerra de Vietnam marcó a toda una generación de jóvenes norteamericanos y de todo el mundo, jugando un papel importante en su radicalización. La revolución de mayo del 68 en Francia, por ejemplo, tuvo como detonante la represión de movilizaciones estudiantiles en protesta por la guerra de Vietnam.
También tuvo consecuencias de largo alcance para el imperialismo norteamericano. Murieron 58.000 soldados estadounidenses en Vietnam, y el descrédito internacional y en casa impidió a EEUU intervenir militarmente de manera directa, a gran escala, hasta comienzos de los años 90 con la primera guerra de Irak, y coincidiendo con la caída del estalinismo.
Las consecuencias para Vietnam, que se unificó en un solo país bajo la forma de un Estado Obrero deformado, fueron terribles: más de 2 millones de muertos, millones de heridos y huérfanos, 7 millones de mutilados … el 10% de la población.
El suelo de Vietnam fue devastado por 25 millones de cráteres producidos por 14 millones de toneladas de proyectiles de todo tipo, cuatro veces más de bombas que en toda la Segunda Guerra Mundial. Eso, junto al empleo a gran escala de la guerra química, y en particular de herbicidas como antes mencionamos, provocaron que un tercio de la superficie del país se convirtiera en tierra yerma, improductiva.[2]
La industria fue reducida a polvo. Se destruyeron diques y otros sistemas de infraestructura agrícola. Las dioxinas producidas por las armas químicas continúan hoy provocando todo tipo de malformaciones en los recién nacidos y mutaciones cromosomáticas hereditarias.
En los primeros 20 años, Vietnam apenas pudo reponerse del desastre, salvo establecer una base productiva mínima y los inicios de un sistema de educación y salud. Esto se vio agravado por los continuos conflictos con China, que nunca perdonaron a los dirigentes vietnamitas haberse inclinado hacia la burocracia estalinista de Moscú, con la que estaba históricamente enfrentada. A eso se unió luego la desaparición de la URSS y la pérdida por tanto de su principal aliado y fuente de apoyo material. Finalmente, el régimen vietnamita siguió un curso similar a China en su reconversión hacia el capitalismo, con la atracción de inversiones multinacionales, y el abandono progresivo de la planificación estatal y el avance de la economía capitalista.
Independientemente del destino final de Vietnam, el ejemplo heroico de sacrificio y abnegación del pueblo vietnamita sigue siendo hoy una fuente de inspiración para millones de oprimidos en todo el mundo, en la lucha común contra la explotación y la barbarie capitalista.
El resultado de la guerra de Vietnam demostró que al imperialismo se le puede vencer, que todo su potencial militar no puede doblegar la voluntad de lucha de millones de trabajadores y del resto de capas oprimidas contra la opresión capitalista, una vez que ésta se pone en movimiento; y que, por tanto, nuestra victoria final no sólo es posible sino también inevitable, una vez conducida hacia el objetivo consciente del socialismo.
[1] https://elpais.com/diario/1985/06/07/sociedad/486943206_850215.html
[2] Íbidem