El martes 11 de enero el parlamento europeo dio oficialmente el pistoletazo de salida para que los 25 países de la Unión Europea (UE) ratifiquen la Constitución Europea (CE). El texto, que ya ha sido aprobado por vía parlamentaria en Lituania y Hungr El martes 11 de enero el parlamento europeo dio oficialmente el pistoletazo de salida para que los 25 países de la Unión Europea (UE) ratifiquen la Constitución Europea (CE). El texto, que ya ha sido aprobado por vía parlamentaria en Lituania y Hungría, deberá ser ratificado en los próximos dos años por todos los países miembros de la Unión.
El método que el Gobierno español ha elegido para hacerlo, es el de convocar un referéndum para el próximo día 20 de febrero. El Gobierno del PSOE presenta este proyecto de Constitución como la base jurídica que ratifica y fortalece lo que según Zapatero es “el espacio de paz, libertad y solidaridad más avanzado que ha conocido nunca la historia de la humanidad” que es hoy Europa (El País, 12-1-05).
El PP y la mayoría de los grupos parlamentarios coinciden en esta valoración y se han comprometido a hacer campaña activa por el Sí. En este ambiente de profundo entusiasmo europeísta en la política oficial, la propia campaña institucional lanzada con el teórico objetivo de conseguir la afluencia masiva de los ciudadanos a las urnas, es en realidad un descarado e insistente llamamiento a votar Sí en el referéndum. Estos señores que tanto se llenan la boca sobre el respeto a las reglas del “juego democrático”, no tienen el más mínimo recato en violarlas cuando lo creen conveniente.
¿Qué significa realmente esta constitución?
El proceso de ratificación de la Constitución Europea está siendo utilizado con mayor o menor intensidad con fines propagandísticos. Con la coartada de la construcción de una Europa unida se trata de dar cobertura a los nuevos ataques que los capitalistas tienen preparados en todos los países afectados contra los intereses de los trabajadores.
De todas formas el articulado de la CE apunta hacia unos fines mucho más concretos y tangibles que los meramente propagandísticos.
Detrás de las referencias, generales y abstractas, a los derechos de los ciudadanos (referencias en las que basan los dirigentes de CCOO y UGT su apoyo a esta Constitución), la paz, la solidaridad y la necesidad de escuchar las demandas de los niños, se encuentra toda una batería de artículos cuyo objetivo es darle rango constitucional a la política de privatizaciones, de recortes sociales y desregulación de las relaciones laborales.
Así podemos leer: “La Unión obrará en pro del desarrollo basado… en una economía de mercado altamente competitiva” (Artículo 1.3.3), o también: “Los Estados miembros se declaran dispuestos a proceder a una liberalización de los servicios más amplia que la exigida en virtud de las leyes marco europeas”.
En lo referente al empleo tampoco hay lugar a dudas de los intereses que esta Constitución defiende. El artículo III.97, afirma que hay que “desarrollar una estrategia coordinada para el empleo, en particular una mano de obra cualificada formada y adaptable y mercados laborales con capacidad de respuesta al cambio económico”. El empleo precario seguirá teniendo un marco ideal para seguir desarrollándose.
Por su parte la CE refuerza la autonomía del Banco Central Europeo (BCE). Este organismo, que escapa a cualquier control democrático, es el que decidirá de común acuerdo con los capitalistas de los principales países europeos, la política económica que afectará a cientos de millones de personas.
En el terreno de los derechos democráticos la CE no queda mejor parada. Cabe destacar que a pesar de consagrar un mercado interior común, no reconoce ninguno de los derechos laborales y sociales de los trabajadores en el ámbito europeo remitiéndose a la legislación de cada Estado nacional. No hace falta decir que con la CE aprobada no sería posible convocar una huelga europea.
Tampoco reconoce el derecho a la autodeterminación de los pueblos que no tienen Estado, así podemos leer: “Respetará [la CE] las funciones esenciales del Estado, en particular las que tienen por objeto garantizar su integridad territorial” (Artículo I.5.1).
En materia de inmigración Europa se blinda ante la entrada de trabajadores provenientes de otras partes del mundo, de manera que al tener los trabajadores inmigrantes más dificultades para obtener papeles, serán presa fácil para que los empresarios los utilicen como mano de obra barata. A los “legales” no se les reconocen los plenos derechos de ciudadanía, sino únicamente “el trato equitativo” (Artículo III.168).
En lo que se refiere a la política exterior y de “defensa”, la CE deja bastante claras sus intenciones. “La política de la Unión… respetará las obligaciones derivadas del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para determinados Estados miembros…y será compatible con la política de seguridad y defensa establecida en dicho marco” ( Artículo I.40.2).
Pero no solo esto, “la civilizada” y democrática Europa, en su futura Constitución, recoge que “los Estados miembros se comprometen a mejorar progresivamente sus capacidades militares” (Artículo I.40.3) y además contempla en su artículo III.210.1, la posibilidad de luchar contra lo que se denomina terrorismo externo e interno “incluso mediante el apoyo prestado a terceros Estados para combatirlo en su territorio”. Traducido al lenguaje común, están hablando de legalizar también la guerra preventiva.
Hay más cuestiones como las referidas a la Política Agraria Común, la política pesquera, las cuotas de producción, etc. Todas van en la misma dirección de preservar los intereses de los capitalistas.
Una constitución a medida de los empresarios
La crisis del capitalismo europeo, en el contexto de la crisis mundial del sistema, marca la estrategia de la burguesía y, como siempre, ésta se basa en intentar cargar el peso de dicha crisis sobre las espaldas de los trabajadores.
En definitiva nos encontramos ante una CE con la que los capitalistas europeos pretenden dotarse de un marco jurídico más fuerte para defender mejor sus intereses, tanto en la vertiente de atacar las condiciones laborales y sociales de los trabajadores en cada país como en el sentido de consolidar la UE como fortaleza comercial frente a sus competidores estadounidenses, chinos y japoneses, también dejando claro que quieren reforzar su peso militar para ponerlo encima de la mesa cuando los argumentos comerciales no sean suficientes.
Contradicciones internas
Por mucho que la propaganda oficial insista, la UE no ha superado una de sus contradicciones fundamentales, la existencia de intereses distintos, y a veces enfrentados, de las distintas burguesías nacionales, agravado por el nivel de desarrollo muy diferente de la economía de los distintos países, algo que se ha acentuado con la conformación de la UE de 25 miembros.
Uno de los puntos de mayor fricción ha sido el de concretar los mecanismos para la toma de decisiones. Cada Estado nacional ha tratado de sacar ventaja sobre los otros. Al final han “consensuado” un complejo y frágil sistema, que amenaza con paralizar el funcionamiento de la UE fundamentalmente cuando haya que tomar decisiones transcendentes, y que puede saltar por los aires en cualquier momento, sobre todo en la perspectiva de continuar ampliando la UE. En ese sentido la posible entrada de Turquía será una prueba de fuego.
De todas formas, en las relaciones de los distintos países que conforman la Unión sigue imperando el criterio de que fuera de la UE no hay ninguna posibilidad de poder desenvolverse en el mercado mundial frente al resto de los competidores. Este es el pegamento que todavía los une y los empuja a llegar a acuerdos más o menos estables, aunque rehaciendo, reinterpretando y haciendo todo tipo de trucos con sus propias normas -por ejemplo cada vez son más los países que no cumplen los criterios de convergencia-.
Perspectivas para el referéndum
Muy probablemente lo que primará, en el marco de una asfixiante campaña propagandística a favor del Sí, será la indiferencia en amplias capas de trabajadores y de la población en general y el voto afirmativo.
En la defensa del Sí, el PSOE ha hecho frente común con el PP y con los partidos de la burguesía vasca y catalana (PNV y CIU respectivamente), aunque tanto PSOE como PP están ligando cada vez más su campaña por el Sí a la “unidad e indivisibilidad de España”, como una forma de contraponerla al plan Ibarretxe. Sin poner en duda la más que probable victoria del Sí, puede provocarse que sectores sensibles con la cuestión nacional, sobre todo en Cataluña y Euskadi, que en un primer momento no tengan intención de ir a votar, lo hagan finalmente por el No, aumentando el porcentaje de voto negativo más de lo inicialmente previsto, sobre todo en un contexto de alta abstención.
Intensifiquemos la campaña por el NO
IU es uno de las pocas formaciones (también Esquerra Republicana de Catalunya) que se ha manifestado públicamente por el no. Esta es la única opción compatible con la defensa de los intereses de los trabajadores. Independientemente de la presión mediática, institucional y oficial, que quiere presentarnos como sectarios a los que defendemos el No, incluso mezclando nuestra posición con el No reaccionario y patriotero de los grupos de la derecha más recalcitrante, hay que hacer una campaña intensa y decidida denunciando el carácter claramente reaccionario y burgués de la CE. Una campaña en estas líneas podría aumentar significativamente el porcentaje de votos negativos dañando gravemente el objetivo propagandístico del referéndum pro-CE.
Pero el número de votos negativos no debe ser el único objetivo. La actividad derivada de esta campaña puede servir para fortalecer ideológica y organizativamente al movimiento obrero y eso sólo se puede hacer presentando una alternativa clara, además de defender el No.
Por los Estados Unidos Socialistas de Europa
Nosotros los marxistas de El Militante, luchamos por una Europa unida, pero explicamos que la Europa que nos ofrecen los capitalistas no sólo es reaccionaria y atenta continuamente contra nuestros intereses como trabajadores, sino que es imposible, es un engaño. Sobre bases capitalistas la burguesía de los distintos países siempre estará atada a sus estrechos intereses nacionales, que en las cuestiones importantes siempre se pondrá por delante del supuesto “bien común”; esto es algo que estamos viendo continuamente y que a medida que la crisis capitalista siga profundizándose (y esa es la perspectiva que reconocen incluso los estrategas más serios del capital), condicionará cada vez más la vida interna de la UE.
Sólo hay una forma de unir realmente Europa y es librándola del yugo del capital. Con los recursos económicos en manos de los trabajadores y la población en su conjunto, el único interés será el de la satisfacción de las necesidades sociales, sentando las bases para la desaparición real de las fronteras y la constitución de los Estados Unidos de Europa.
La clase obrera europea ha respondido, y lo sigue haciendo, a los continuos ataques del capital, pero siempre se topa con que sus organizaciones, tanto políticas como sindicales, en la medida que han abandonado la perspectiva de la transformación socialista de la sociedad y aceptan la lógica del capitalismo, se muestran incapaces de organizar una lucha lo suficientemente seria y contundente como para conseguir frenar esa ofensiva.
En la medida que la necesidad de seguir luchando va a seguir estando presente, esta carencia se hará más evidente y la idea de que estas organizaciones recuperen un programa marxista, revolucionario y genuinamente internacionalista ganará cada vez más fuerza.