Acabamos de escribir este artículo justo una hora antes de que Carlos Mesa anunciara su dimisión como presidente de Bolivia. Su dimisión es el fruto de la presión de las masas que van abriendo una nueva fase en la crisis revolucionaria que se está pr Acabamos de escribir este artículo justo una hora antes de que Carlos Mesa anunciara su dimisión como presidente de Bolivia. Su dimisión es el fruto de la presión de las masas que van abriendo una nueva fase en la crisis revolucionaria que se está produciendo en Bolivia.
Avanza y se expande imparablemente la revolución boliviana: la toma del poder, la expropiación de la burguesía y de las transnacionales que perpetúan la vieja opresión desde hace 500 años, aparece muy próxima. El pulmón energético del cono sur latinoamericano está peleando por liberarse del imperialismo. Sobra, en estos momentos, dejarse arrastrar por las polémicas pero, no podemos dejar de denunciar el silencio con el cual la izquierda europea está asistiendo a este momento histórico de la lucha de clases internacional.
Las ambigüedades de la izquierda europea
No podemos dejar de denunciar la desinformación que desde el jueves se propaga, incluso desde el diario de izquierdas Il Manifesto. El autor metía en el mismo saco todas las reivindicaciones de los sectores explotados del pueblo boliviano y las de la burguesía de Santa Cruz, describiendo aquel artículo el conflicto como roces entre comunidades indígenas y sin explicar que la oligarquía cruceña es el instrumento del imperialismo.
El 80% del pueblo de Bolivia es indígena o mestizo, pero la dirección de la lucha está en manos de las organizaciones sindicales, vecinales y políticas de la clase obrera boliviana. Las mismas comunidades indígenas, aún cuando reclaman el derecho de autodeterminación como es el caso de la Asamblea del Pueblo Guaraní, subordinan esta consigna a las principales consignas revolucionarias: la expropiación de las transnacionales, la industrialización y nacionalización del gas y el cierre del parlamento burgués.
De hecho cada día parece más aislada, aunque no derrotada, la burguesía de Santa Cruz de La Sierra (la región más rica del país) y su proyecto separatista, sobre todo ahora que la lucha está entrando en el primer anillo, el corazón de la ciudad. Son los latifundistas y burgueses del oriente boliviano los que ponen la cuestión en términos de choque entre civilización occidental y las comunidades indígenas, y ‘nuestros periodistas’ los copian con mucha superficialidad.
Liberazione, el diario de Rifondazione Comunista, fue el primero en dar cuenta de los acontecimientos de Bolivia desde principios de mayo. Pero ahora, frente al dilema entre la toma revolucionaria del poder y la derrota de las esperanzas de cambio, el diario del partido (que debería de ser el organizador colectivo y no solamente un folio de información) ha decidido no tomar posición y limitarse a informar a sus lectores con pequeñas notas de actualización. Nosotros, los marxistas, somos militantes revolucionarios y nuestras esperanzas están ligadas al desarrollo de la revolución boliviana. Los que escribimos la estamos viviendo pensando en nuestras familias que allí viven, trabajan y luchan. Queremos expresar nuestra profunda rabia al tener que escuchar que la única voz oficial que se oye es la del Papa, justo mientras la Iglesia Católica es acusada por los dirigentes sindicales y la aplastante mayoría de las masas bolivianas de operar en defensa de la burguesía y de las transnacionales. De hecho, la jerarquía de la Iglesia se propuso como mediadora del conflicto, con la condición de suspender los cortes de caminos, las huelgas y las movilizaciones.
El ritmo vertiginoso de la revolución
En la noche del 2 al 3 de junio, el gobierno de Carlos Mesa intentó desesperadamente resolver las divisiones dentro del parlamento y recuperar el apoyo del MAS liderado por Evo Morales: firmó un Decreto Supremo que convocaba las elecciones para la Asamblea Constituyente y el referéndum autonomista (pedido por la burguesía cruceña) para el día 16 de octubre. Esta era en esencia la propuesta del MAS, alrededor de la cual Mesa buscaba el acuerdo entre las elites burguesas de Santa Cruz de La Sierra y el movimiento revolucionario.
Lo que pasa es que Bolivia está en una revolución, en la que el tiempo corre rápidamente y la conciencia obrera se desarrolla con ritmo acelerado. El MAS subrayaba que era necesario que el parlamento aprobara el decreto legislativo (que convocaba las elecciones), pero en realidad tan sólo conseguía aplazar el problema del poder. Las organizaciones sociales y el pueblo en lucha sencillamente están ignorando este baile de leyes y procedimientos constitucionales, lo que quieren es… ¡la nacionalización inmediata del gas! Entonces al presidente Carlos Mesa (secundado por Evo Morales) se le ocurrió lanzar un llamamiento a la Iglesia Católica para que interviniera como mediadora y la jerarquía aceptó convocar a todas las partes en lucha en Santa Cruz de La Sierra, pidiendo a cambio levantar los cortes de caminos y desconvocar las huelgas.
La Central Obrera Boliviana (COB) no quiso ir a la mesa de diálogo sin un mandato de las bases y convocó [ayer- ndt.] el lunes día 6 de junio un nuevo cabildo abierto – asamblea popular – en la Plaza San Francisco de la capital La Paz, para decidir democráticamente si acudir a Santa Cruz y confirmar el mantenimiento de la lucha. El pueblo responde masivamente [cientos de miles], quiere la nacionalización del gas cueste lo que cueste: “¡Nacionalización ahora o morir!” A medida que se extiende y profundiza la revolución boliviana esta reivindicación se define en todos sus aspectos: que sea sin indemnización, es decir, que sea la expropiación del Capital. Que sea bajo control obrero y que la lleve adelante un gobierno obrero y campesino, eso es lo que pide la vanguardia, es decir la mayoría, porque la mayoría se está convirtiendo en vanguardia dispuesta a jugarse la vida por la revolución. Esta vanguardia está formada por la ejecutiva de la Central Obrera Boliviana, los mineros, la Central Obrera Regional y la Federación de Juntas Vecinales de El Alto (FEJUVE), la capital de la revolución, los maestros, los trabajadores de la salud, los pequeños comerciantes arruinados, el sindicato campesino, las federaciones regionales de la COB (con excepción de la COB de Santa Cruz), algunos sectores del ejército, la asamblea de los limpiabotas (!!!) que tan numerosos son en las ciudades bolivianas y ahora se han organizado, inspirados por las marchas obreras y campesinas.
Las divisiones en el MAS
Lo que está ocurriendo en estas horas está abriendo una profundísima crisis dentro del mismo MAS. La Asamblea Constituyente -eje de su propuesta política- tiene partidarios cada día menos convencidos porque el pueblo en lucha la interpreta, correctamente, como un instrumento en manos de la burguesía para cansar la lucha y evitar el tema de los recursos naturales. Por esa razón, sólo se escucha hablar de la constituyente cuando uno se aleja de la capital y viaja hacia el oriente, es decir, Chapare, Potosí, Chuquisaca, Tarija y Santa Cruz de la Sierra. A medida que evolucionan y se definen las consignas revolucionarias se van transmitiendo desde el epicentro revolucionario de El Alto y La Paz, hacia el resto del país.
La consigna de la Asamblea Constituyente es el cable con el cual el MAS queda agarrado a la cola del movimiento. La verdad es que la dirección del MAS es arrastrada por su base, a pesar de las declaraciones públicas de Evo Morales. El MAS tiene su apoyo más firme entre los cocaleros de Chapare, la región de Cochabamba, sin embargo, el mismo Morales admite ser incapaz de controlar los movimientos de su base, ya que allí también la consigna de la Asamblea Constituyente pasa evidentemente en un segundo plano con respeto al tema del gas. Una diputada del MAS de Chapare, Isabel Ortega, se encuentra en este instante secuestrada por la base del partido que está perdiendo la paciencia ante la inconsistencia e indecisión de la dirección. Hay que decir que las posibilidades de éxito de la estrategia criminal del compromiso (entre la burguesía y revolución obrera) por parte de los dirigentes del MAS son casi nulas. Evo Morales se está viendo obligado a camuflar sus anteriores posiciones moderadas (aumento de impuestos a las transnacionales y recuperación de los pozos explotados fraudulentamente -nacionalización parcial-) empujado por las bases, otros diputados y senadores del MAS en sus declaraciones ya están hablando de nacionalización sin adjetivos, como Roman Loayza, senador del MAS y secretario de la CSUCTB, el sindicato campesino.
La trampa de la Asamblea Constituyente
Mientras escribimos este artículo, Evo Morales está dando una rueda de prensa al mismo tiempo que un grupo de manifestantes está intentando entrar en la Plaza Murillo (la sede del gobierno y del parlamento). Morales ha cambiado de nuevo su postura. Ahora propone la dimisión de Mesa y de todos los presidentes del Parlamento y el Senado (Hormando Vaca Díez y Mario Cossío), tal y como exige la FEJUVE, y que se haga cargo de la presidencia de la república el actual presidente de la Corte Suprema de Justicia, Eduardo Rodríguez. Ahora Morales dice que el nuevo presidente que está proponiendo debe convocar elecciones generales anticipadas y firmar dos decretos: uno para nacionalizar los hidrocarburos con la ocupación física de los pozos y otro para conformar un consejo nacional que se ocupe de la Asamblea Constituyente y el Referéndum autonomista exigido por la burguesía de Santa Cruz. Las elecciones anticipadas son la única posibilidad de trabajo de la Conferencia Episcopal de Bolivia. Mientras Morales habla, acaba de salir el dirigente de la COB, el minero Jaime Solares, afirmando que sin nacionalización inmediata del gas no hay solución posible, independientemente de cualquier Asamblea Constituyente. La intromisión de la Iglesia es una trampa.
También las elecciones son una trampa. El sistema vigente uninominal y mayoritario permite a la derecha la mayoría absoluta con tan solo el 30% de los votos gracias a un reparto científicamente antidemocrático de los distritos (colegios) electorales. Por ejemplo, 1.000 votos bastan para elegir a un diputado en el distrito burgués de Pando, mientras que hacen falta 30.000 para elegir un diputado revolucionario en El Alto. Las elecciones reflejan la necesidad de la burguesía de lograr una tregua… para desatar la represión del movimiento. El error de conceder esta ventaja a la burguesía sería gravísimo.
Se prepara la lucha en Santa Cruz
El intento del MAS de oscilar entre el reformismo y la dirección del movimiento revolucionario, conteniendo el impulso de las bases sin perder su confianza, no acaba de producir todos sus frutos. El MAS es la única sigla política entre los indígenas y campesinos que posee los recursos humanos y el arraigo necesario para ganar la lucha en la fortaleza de la burguesía, es decir en Santa Cruz de La Sierra. Los acontecimientos están poniendo a la dirección del MAS entre la espada y la pared. La cobarde emboscada en la cual 50 miembros de la Union Juvenil Cruceñista (organización fascista de choque) han apaleado a 500 campesinos del MAS que marchaban desarmados en una columna de jubilados, niños y mujeres, ha desatado una reacción que sobrepasa otra vez a la dirección política del MAS. En las ciudades que rodean Santa Cruz administradas por el MAS (San Julian y Santisteban) se organizaron inmediatamente cortes de caminos en los que participan millares de campesinos, decididos a enfrentarse con las fuerzas de choque fascistas. La dirigente cruceña del MAS, Adriana Gil, afirmó que marcharán hacia Santa Cruz… en contra de los fascistas. La arteria más importante de la región que conecta Cochabamba con Santa Cruz está bloqueada en al menos 6 puntos, la mayoría en territorio cruceño.
La frontera con Argentina está bloqueada a la altura de Yapacaní. La Asamblea del Pueblo Guaraní ha lanzado su ofensiva contra la burguesía y ha declarado que se pliega completamente a las reivindicaciones de El Alto, rechazando el referéndum autonomista de la burguesía, en su lugar reclaman la formación de un décimo departamento, el cual coincide con su territorio histórico y es el más rico en concentración de gas. Además, cientos de campesinos de las comunidades locales, junto con los militantes del MST-B (Movimiento Sin Tierra de Bolivia) han ocupado los pozos de petróleo de Patujusal. ¡Nadie puede entrar ni salir de Santa Cruz de La Sierra sin el permiso de las masas revolucionarias! El alcalde de Santa Cruz ha prohibido las manifestaciones dentro del primer anillo, el centro histórico y administrativo de la ciudad, en el intento de evitar que los enfrentamientos con los revolucionarios puedan desmoralizar a su base radicalizada. La COR de El Alto, que siempre está un paso por delante de todos, ha llamado a formar milicias voluntarias de obreros para prepararse al enfrentamiento en Santa Cruz de la Sierra si eso fuera necesario a la hora de defender las marchas campesinas.
La cuestión de la organización
En el resto del país, tres semanas después del comienzo de la huelga general indefinida en El Alto, se puede decir que la lucha es general. La lucha continúa imparable y sin síntomas de cansancio. La organización instintiva de las masas, aún sin una dirección unificada del movimiento, ha alcanzado resultados ejemplares. Los campesinos que desde todos rincones del país llegaron a La Paz están alojados en casas de obreros y en la universidad. Ya se habla de más de 50.000 campesinos presentes de forma permanente en la ciudad. Los batallones de estudiantes y trabajadores se ocupan diariamente de las colectas de víveres para abastecer a toda esta multitud. El país entero lleva días completamente bloqueado y las columnas de camiones están paralizadas delante de las fronteras con Chile, Perú y Argentina. No hay ni un solo rincón pacífico en toda Bolivia. En muchos lugares los trabajadores han ocupado los pozos de petróleo y gas. La clase obrera toma posesión, es decir se esfuerza por controlar el acceso a los recursos naturales aún sin las consignas y directrices del MAS. Los poderes del estado burgués están suspendidos en el aire y el sistema estatal no colapsa tan sólo gracias a la policía y la represión.
En el bando revolucionario, las antiguas divisiones entre trabajadores de distintas organizaciones van desapareciendo: la lucha y las barricadas unen a cientos de miles y tal vez millones de explotados. No hay sector de la clase obrera que se haya quedado al margen de la ola revolucionaria. Los llamamientos a la formación de un gobierno obrero y campesino se multiplican con el paso de los días. En el extraordinario cabildo abierto de la Plaza San Francisco cientos de miles han gritado su voto por la nacionalización inmediata y por un gobierno revolucionario de los oprimidos. Lo único que parece faltar todavía es una dirección a la altura de las tareas revolucionarias, es decir, que tenga un plan de acción para organizar la toma del poder a muy corto plazo.