Publicamos una denuncia en la que la autora además de denunciar las condiciones de trabajo en el INCE, explica su caso particular y hace toda una serie de propuestas para que la revolución entre definitivamente en esta institución pública. MMi nombre es Jackeline Sánchez, colaboro en la CMR ya sea vendiendo o escribiendo en sus publicaciones, por que pienso que las luchas deber ser con los estudiantes, las mujeres, los obreros y el pueblo oprimido en general. Soy estudiante de la Universidad Bolivariana de Venezuela y lucho por el socialismo del siglo XXI, contra el capitalismo y al lado del presidente de la República Hugo Chávez Frías. También he sido obrera y empleada, así como docente.
Actualmente participo en muchas luchas sin cansancio contra el burocratismo y por la construcción del socialismo del siglo XXI, combatiendo la exclusión social en todas sus formas.
Desde el año 2003 me encuentro con un monstruo grande. En esa ocasión trabajaba en el INCE Nueva Granada, del cual fui botada injustificadamente. Trabajaba con un salario paupérrimo, te exigían hasta el vestuario. Eso sí, si en algo te alcanzaba era de vaina para el pasaje. Confiaba en que esta institución abogaba por los derechos de sus trabajadores, pero me di cuenta que es totalmente falso, porque en la realidad la que aún tengo como jefa –en conjunto con la anterior coordinadora de centro, en conjunto con algunos trabajadores y con un sindicato que no es afecto al proceso revolucionario, amparan y protegen todas estas actitudes. Dentro de esta institución del estado se evidencia un “peine” para amparar la corrupción.
Por reclamar mis derechos como trabajadora, mujer, venezolana, este grupo de participantes apadrinados por una coordinadora docente que enseña antivalores fui botada a punta de “cacerolas”, incluidos en este acto de fascismo un grupo reducido y destructivo de apátridas, que conspiraron el 11, 12 y 13 de abril de 2002. Estos “adecos, copeyanos, banderosos, primeros de justicia”, como se hacían llamar, alegaban que ellos están dispuestos a destruir toda iniciativa que se fomentara dentro del proceso revolucionario que lideriza Hugo Chávez Frías dentro del INCE.
Desde esta época para acá han pasado escasos cuatro años. Recientemente recibí un amparo laboral por parte del Ministerio del Trabajo, el cual estos entes públicos del INCE no aceptan con buen ver. El sindicato de empleados y obreros, que se reclama chavista no se ha personado, demostrando que debemos luchar también porque nuestras organizaciones se pongan a la altura de la lucha por completar la revolución hacia el socialismo y defender los intereses de los trabajadores y todos los demás explotados.
Dentro de esta institución ahora llamada MINEP, Ministerio de Economía Popular, hay cuestiones que han cambiado, pero hay otras que por el contrario siguen igual. Desde la fecha de mi reenganche -ocurrido el 28 de marzo de 2006- me han desmejorado en mi condición de instructora, colocándome en actividades que no tienen nada que ver con el área en el cual me desempañaba (artes gráficas), burlándose de la providencia administrativa del Ministerio del Trabajo, así como de la Constitución, en la cual nos amparamos todos los venezolanos y las venezolanas.
Me di cuenta que no era la única con este problema, porque siempre he estado activa y consecuente con los problemas de los trabajadores, y noté que otros instructores mantienen una situación similar, inclusive hasta peor: empleados e instructores a los cuales no se les da cargo fijo alguno creándoles falsas expectativas, y se mantienen a punta de contratos, por períodos inauditos como cinco años, hasta veinte, y tienen menos ventajas y beneficios laborales que hasta los mismos obreros, nuestros hermanos de luchas. Pero los instructores no están definidos dentro de alguna escala salarial y sumado a ello los manuales instructivos van en contra de lo que las autoridades del INCE – Eliécer Otaiza, Elías Jaua- han querido implementar dentro de la sociedad que estamos construyendo.
Se evidencia un gran descuido con nosotros el pueblo, ya que hay sectores que nos mienten con una política de flexibilización laboral, en donde no gozamos de seguro social y la institución posee pólizas de seguros que son financiadas por el estado a empresas de salud privadas, de uso exclusivo para altos funcionarios, mientras los trabajadores somos olvidados. Hace poco tuve que ser intervenida quirúrgicamente en una clínica particular privada, pero ¿cómo hacen otros compañeros que ni siquiera tienen recursos económicos, y que estos directivos del INCE no amparan y los dejan a la buena de Dios tras penurias y calamidades propias del trabajador?
A estos beneficios que no hay, debemos sumar que no es tomada en cuenta nuestra experiencia, y solo buscan aislarnos, desmoralizar a la gente con una alta dosis moral, con verdaderas necesidades de mantener su puesto. Esto recuerda los padrinazgos políticos de la cuarta república. Los directivos del INCE deberían evaluar el papel fundamental de los trabajadores, en conjunto con las comunidades organizadas y los estudiantes, en la discusión sobre como construir las bases del verdadero socialismo, acabar con el capitalismo salvaje y remediar estas situaciones.
Los cambios en el INCE deben empezar desde los pénsum, que por cierto aún hablan del libre comercio, de teorías conductistas, así como el pensamiento individualizado, y que -como cosa curiosa- se empeñan en enseñar a la nueva generación de aprendices los mismos antivalores con los cuales fuimos formados. Quiero hacer un llamado a los grupos sindicales del proceso (UNT) a fortalecer las instituciones al servicio de la formación del hombre y la mujer nueva, a luchar contra el imperialismo, el fascismo, contra la furia del poderoso, que nos sirva a futuro como lección de vida, por nuestras reivindicaciones como instructores del INCE y Misión Vuelvan Caras. ¡Muerte al capitalismo, vivan las misiones sociales y el socialismo!