El sábado 16 de septiembre en el centro de Ciudad de México se celebró una masiva Convención Nacional Democrática (CND) que decidió elegir un “gobierno legítimo” con Andrés Manuel López Obrador (el candidato de izquierdas del PRD en las elecciones de El sábado 16 de septiembre en el centro de Ciudad de México se celebró una masiva Convención Nacional Democrática (CND) que decidió elegir un “gobierno legítimo” con Andrés Manuel López Obrador (el candidato de izquierdas del PRD en las elecciones del 2 de julio) como su presidente.
Esta fue la culminación de una lucha que dura ya más de 2 meses contra el fraude electoral y que ha puesto en cuestión todas las instituciones de la democracia burguesa mexicana. Durante 48 días, hasta la celebración de la CND, decenas de miles de seguidores de AMLO han organizado una ciudad de tiendas de campaña en el centro de Ciudad de México, paralizando sus calles principales y millones han participado en mítines masivos y asambleas diarias (la mayor el 31 de julio con 3 millones de personas).
A la CND asistieron 1.025.724 delegados de todo el país y otros decenas de miles que no habían sido registrados oficialmente. Es difícil calcular el tamaño de esta reunión de masas, pero si podía haber entre 1,5 y 2 millones de personas.
En la semana previa a la reunión, el gobierno mexicano intentó evitar que ésta se celebrara. El 15 de septiembre es el día tradicional del “Grito de Dolores”, que conmemora el primer llamamiento a la lucha por la independencia de México en la ciudad de Hidalgo en 1810. Tradicionalmente, este día se celebra con el presidente pronunciando un discurso desde el Palacio Nacional en la Plaza del Zócalo en la medianoche del 15 de septiembre. Después sigue un desfile militar el día 16, que es el Día de la Independencia de México. El gobierno amenazó con utilizar al ejército para echar a los manifestantes.
Finalmente, el movimiento decidió retirarse de la plaza y permitir el desfile militar, pero sólo después de que ellos se hicieran cargo del Grito de Dolores. El movimiento decidió reunirse la tarde del 16 para celebrar la CND.
Mostrando la debilidad del gobierno, el presidente Fox tuvo que abandonar (por primera vez en cien años) cualquier idea de pronunciar el Grito de Dolores desde el Zócalo y se fue a Guanajato. La excusa oficial que dieron fue que los servicios de inteligencia tenían información de que “grupos de radicales del PRD asistirían para asesinar a gente”. Ahora, incluso oficiales de alto rango del servicio de inteligencia están negando la versión oficial del gobierno. La verdad es que en México tenemos una situación sin precedentes donde el gobierno legítimo de Fox no puede imponer su voluntad sobre el movimiento de masas. Cientos de miles correctamente vieron esto como una victoria cuando la senadora de izquierdas, Dolores Ibarra, y otros representantes del movimiento celebraban el Grito de Dolores en el Zócalo.
La CND comenzó con una hora de retraso debido a la lluvia torrencial. Pero los más de un millón de delegados que llenaban el Zócalo y las calles aledañas de Pino Suárez, 20 de Noviembre, 16 de Septiembre, Madero y 5 de Mayo, no se movieron y esperaron. Habían llegado al Zócalo por una razón y la lluvia no les movería.
Cuando comenzó la reunión la primera oradora fue la escritora de izquierdas Elena Poniatowska. Comenzó mencionando una carta que había recibido de Cuahtémoc Cárdenas, un antiguo dirigente del PRD, donde aconseja al movimiento “no romper el marco de las instituciones” eligiendo a Obrador como “presidente legítimo”. La carta fue recibida por un bramido de desaprobación, con la multitud gritando: “¡Traidor! ¡traidor!” Cárdenas, y muchos otros en la dirección del PRD, se han alejado abiertamente del movimiento de resistencia contra el fraude electoral. Como resultado, han pasado de ser respetados líderes (a Cárdenas además se le relaciona con el presidente Cárdenas quien nacionalizó el petróleo en 1938), a ser despreciados ampliamente y considerados correctamente unos traidores.
Otra organización que ha sido puesto a prueba por este movimiento de masas es “La Otra Campaña”, creada por el subcomandante Marcos y los dirigentes del EZLN. Defendiendo abiertamente la abstención en una campaña electoral que las masas veían como una oportunidad de cambiar sus vidas, han desperdiciado el apoyo y el respeto que tenían entre los trabajadores y campesinos en todo México. Ahora se hace referencia al líder del EZLN como el “subcomediante Marcos”. Los acontecimientos revolucionarios ponen a prueba todas las organizaciones y tendencias, y los errores se pagan muy caros por aquellos que lo cometen.
LA CND aprobó varias resoluciones, declarando al candidato presidencial del PAN (que ha sido declarado presidente electo por el tribunal electoral) como un “usurpador” y negándose a “reconocerle como presidente legítimo de la República”. También se aprobó un “plan de resistencia” con apoyo masivo. Este incluye un día nacional de acción contra la privatización de los recursos energéticos (electricidad y petróleo), una semana nacional de acción en defensa de la educación pública gratuita en octubre y otras similares. Esto demuestra claramente que el carácter del movimiento ha ido más allá de la cuestión del fraude electoral y la defensa de la democracia. En realidad, esto está claramente vinculado con un rechazo a la política de derechas del PAN que incluye la privatización de la empresa petrolera mexicana PEMEX, de la empresa eléctrica, la creación de un sistema educativo superior de dos grados, la destrucción del sistema de seguridad social y la eliminación de los derechos básicos de los trabajadores incluidos en la constitución de 1917 durante la revolución mexicana.
Pero la culminación de la CND fue cuando se planteó ante la reunión de masas la cuestión de reconocer a AMLO como presidente legítimo. Hubo una propuesta de declararse “jefe de la resistencia”, pero eso era hacer una concesión a las instituciones establecidas, pero esto fue rechazado y la mayoría le declaró “presidente de la República”. Aplastado contra las barreras que creaban un espacio para los medios de comunicación en el Zócalo, Rafael Pérez Vázquez de 84 años gritaba tan alto como podía: “¡Presidente, él es el presidente! ¡Hemos estado luchando desde el fraude! ¡Fue elegido y debería ser presidente!”
Entonces se decidió que AMLO formara un gobierno legítimo y que éste se instalaría en Ciudad de México el 20 de noviembre, el día de la Revolución Mexicana. Después, se acordó que el punto más álgido del movimiento sería una movilización de masas el 1 de diciembre, para “evitar la investidura de Calderón como presidente”.
López Obrador, en su discurso aceptando el puesto presidencial, dejó claro el desafío a las instituciones de la clase dominante a las que describió como un “bloque de élite formado por los dirigentes del PAN y del PRI, el brazo político de una pequeña minoría rapaz que ha provocado tanto daño a nuestro país”. Añadió que estaba orgulloso de ser el jefe de un “gobierno del pueblo”.
Otra cuestión que ha alimentado el furia de las masas es el bloqueo impuesto por los medios de comunicación de masas de México (y deberíamos añadir internacionalmente) sobre el movimiento de resistencia. Se creó una comisión de “periodistas en resistencia” que exigió inmediatamente la “expropiación de los canales de televisión”, para restaurar una “información veraz, libre de los intereses de la oligarquía”.
Al abandonar la reunión de la CND, las masas estaban jubilosas y el ambiente era de victoria. Miles abandonaban en columnas con los puños apretados levantados gritando: “Se siente, se siente, tenemos presidente”. Sin duda, este movimiento ha fortalecido la confianza de las masas en su propia fuerza, particularmente después de un período en el que una serie de movimientos de masas contra el gobierno Fox habían terminado en victoria o al menos en empate. La idea que ha conquistado la imaginación de las masas es que con la acción directa en las calles pueden cambiar fundamentalmente el rumbo de los acontecimientos. Incluso más que eso, la manera en que AMLO ha conducido las “asambleas informativas”, ha dado al movimiento de masas la idea de que con los que deciden y votan democráticamente las propuestas para la acción.
Sin embargo, con lo imperfecta que podría ser la democracia de una reunión con un millón de delegados (y en realidad fue más un mitin de masas que una convención auténtica con delegados y resoluciones), el movimiento siente que tiene el poder de decidir. Observarán estrechamente lo que hacen sus dirigentes, y si no hacen lo que esperan de ellos, serán considerador traidores y las masas los sustituirán por otros que reflejen más fielmente sus aspiraciones.
Se ha hecho un desafío claro a la clase dominante y sus instituciones y está claramente asustada. Incluso si fuera capaz de diluir el movimiento (y esto no está descartado), la clase dominante mexicana (y sus mentores en Washington) están en una situación muy difícil. El gobierno de derechas de Fox, que fue elegido con una mayoría considerable, fue incapaz de llevar a cabo las contrarreformas que la clase dominante y el imperialismo estadounidense están pidiendo. En cada una de las ocasiones fue detenido por el movimiento de los trabajadores y los campesinos. La última fue cuando intentó evitar que AMLO se presentara a las lecciones. Dos millones tomaron las calles y Fox tuvo que retirar públicamente la medida.Si el gobierno Fox era débil frente al movimiento de las masas, se puede imaginar que el eventual gobierno de Calderón sería mucho más débil, suponiendo que finalmente llegue al cargo.
La clase dominante ya ha empezado una campaña cuidadosamente organizada para establecer la legitimidad de sus instituciones y marcar a AMLO y al movimiento como forajidos y radicales peligrosos. Los primeros en salir como no podía ser de otra manera fueron los cardenales Sandoval y Rivera, que en una misa el domingo apelaron a López Obrador a que reconociera a Calderón y le pidieron que “aceptara las reglas del juego democrático”. Ellos saben muy bien que el movimiento que se ha desatado como resultado del fraude electoral contra AMLO, independientemente de sus intenciones, está desafiando no sólo a Calderón, sino a las instituciones de la “democracia” (democracia capitalista) en su conjunto.
Antiguos intelectuales de izquierda, gobiernos internacionales, organizaciones empresariales, medios de comunicación (en México y en el extranjero), todos se han unido al coro en defensa de la democracia y las instituciones del gobierno.
Mientras, el presidente venezolano Hugo Chávez se ha expresado en los términos más enérgicos posibles y ha dicho que “no reconocerá el gobierno electo”, Evo Morales en Bolivia adoptó la posición contraria diciendo que: “incluso si hubiera habido trucos, dentro del marco de las normas, el ganador debe ser reconocido”. El martes 14 de septiembre, el ministro de exteriores de Bolivia, Choquehuanca, envió una carta oficial de reconocimiento a Calderón, en contradicción directa con el embajador de Bolivia en México que había declarado que Bolivia esperaría hasta el 1 de diciembre para tomar una decisión.
Mientras tanto en Oaxaca, donde la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca se ha declarado gobierno legítimo del estado y comenzado a adoptar funciones de gobierno (orden público, transporte, etc.,), el movimiento continúa desafiando al gobernador. La semana pasado hubo un intento por parte de algunos dirigentes del APPO, de sindicato de profesores (sección 22 del SNTE), de poner fin a la huelga de profesores que ha sido la columna vertebral del movimiento. El acuerdo que se propuso incluía un aumento considerable de los salarios de los profesores (la reivindicación que desencadenó el movimiento), pero cuando miembros dirigentes de la APPO y del SNTE 22 intentaron explicar el acuerdo a la base y defendieron el final de la huelga, esto fue rechazado y los dirigentes expulsados de las asambleas, demostrando el ambiente que existe en Oaxaca además de que la lucha va más allá de la simple lucha por reivindicaciones económicas.
Las asambleas populares, u organismos similares de doble poder bajo otros nombres, se han extendido por Oaxaca. La Asamblea Popular Mixtec y la APPO anunciaron que estos organismos se extenderían a Santa Catarina Licua, Yuxia, San Andrés Chicahuaxtla, Yolomécatl, La Laguna Guadalupe, Río Las Peñas, Siniyuvi y estaban en proceso de establecerse en San Juan Mixtepec, Santo Domingo del Estado, Teposcolula y San Agustín Tlacotepec. La APPO también informó de que se estaban creando asambleas populares en otros estados fuera de Oaxaca, como en Guerrero, Michoacán e incluso en el estado norteño de Baja California.
Está claro que la estrategia del estado es combinar la represión con concesiones que puedan obligar a los profesores a abandonar el movimiento, de este modo lo debilitarían significativamente. La Secretaría de Gobernación estatal (ministerio del interior) ha revelado que están considerando en envío de la policía federal e incluso el ejército a Oaxaca, para restablecer la legalidad. No está descartado que incluso pudieran encontrar una forma “institucional” de remover al odiado gobernador de Oaxaca para poner fin con el movimiento insurreccional.
Existe el peligro de que la declaración de AMLO como presidente se quede sólo en palabras. Para que este nuevo “gobierno” se convierta en un gobierno real debe, en cierto momento, enfrentarse y sustituir al gobierno de Calderón. Una situación de doble poder (elementos que hoy existen en México) no puede durar durante un largo período de tiempo sin que uno sustituya al otro.
La tarea principal del movimiento revolucionario en México es que este gobierno elegido por la CND se convierta en un gobierno real. Esto se debería hacer creando comités de lucha locales, en cada barrio, fábrica, escuela y barracón militar, que éstos se unan con representantes elegidos a nivel local, regional, estatal y nacional. Estos comités deberían ser el inicio de la lucha por las reivindicaciones inmediatas de las masas (agua potable, comida, vivienda, democracia sindical, salarios decentes, contra la privatización, etc.,) para que la lucha por la genuina democracia (democracia obrera) se haga inseparable de la lucha por la mejora de las condiciones de vida de las masas. Después estos comités, como en Oaxaca, deberían comenzar a tomar el poder a nivel local, gestionando su propia fuerza policial responsable ante las asambleas, transporte, provisión de comida, etc., La convocatoria de una huelga general, defendida por la Tendencia Marxista Militante desde el principio del movimiento, galvanizaría el movimiento y plantearía claramente la pregunta de ¿quién manda? Una huelga general demuestra claramente que son realmente los trabajadores los que hacen funcionar el país y saca a la luz no sólo el poder que tienen para paralizar la sociedad, sino también que tienen poder para dirigirla.
Qué va a ocurrir en las próximas semanas y meses en Oaxaca y en México es difícil de predecir. Es una lucha de fuerzas vivas y hay muchos factores implícitos: la calidad y las acciones de la dirección del movimiento, el cansancio de las masas, las maniobras de la clase dominante y su manejo más o menos habilidoso de la situación, etc., y a esto debemos añadir elementos accidentales que podrían impulsar el movimiento aún más.
Pero una cosa está clara, no es sólo un movimiento “normal” contra el fraude electoral. Tiene raíces mucho más profundas que se remontan a 15 años de ataques a las condiciones de vida de las masas, a sus derechos adquiridos, a la implantación del ALCA que destruyó la agricultura mexicana y obligó a millones de mexicanos a emigrar a EEUU, a la extensión de sentimiento de que las instituciones de la democracia burguesa (el gobierno, los jueces, los gobernadores, los medios de comunicación) no sirven al pueblo sino sólo a una pequeña minoría de ricos y poderosos, etc., Debido a esto, el movimiento no ha terminado. Se desarrollará con alzas y bajas, y a través de esto las masas aprenderán lecciones valiosas. Los mejores y más avanzados activistas de los trabajadores, los campesinos, los pueblos indígenas, los jóvenes, deben reunirse alrededor de una verdadera tendencia revolucionaria que plantee un programa que pueda llevar el movimiento hacia delante.
Los acontecimientos revolucionarios en México, parte de un movimiento amplio continental, son una inspiración para todos nosotros.