El afán belicista del imperialismo estadounidense parece no tener fin. Después de las desastrosas guerras en Afganistán e Iraq, la administración Bush está iniciando otro tercer frente en África, en este caso se trata de Somalia, país al que ha bomba El afán belicista del imperialismo estadounidense parece no tener fin. Después de las desastrosas guerras en Afganistán e Iraq, la administración Bush está iniciando otro tercer frente en África, en este caso se trata de Somalia, país al que ha bombardeado en varias ocasiones desde principios de este año provocando numerosas bajas civiles. Este era el primer ataque militar estadounidense directo contra Somalia desde 1994, el año en que Clinton tuvo que ordenar la retirada inmediata de las tropas norteamericanas después de que dos helicópteros Black Hawk fueran derribados en Mogadiscio y murieran 19 soldados.
Desde hace meses, la administración Bush viene desarrollando una intensa campaña propagandística y una ofensiva diplomática con la intención de convencer a la opinión pública de que Somalia pertenece al “eje del mal” y que la Unión de Tribunales Islámicos (UTI) son una especie de “talibanes” africanos que representan una horrible amenaza para el occidente “civilizado”.
Esta operación militar comenzó con la invasión de Somalia por parte de tropas etíopes a finales de año (24/12/06), con el beneplácito y el apoyo de EEUU. Pero este ataque lo lleva preparando el imperialismo desde hace bastante más tiempo. Según William Chunchi (Director del Centro de Estudios Estratégicos para los Grandes Lagos), la CIA ha entregado entre 100.000 y 150.000 dólares mensuales a la Alianza por la Restauración de la Paz y el Contraterrorismo (ARPC), que gobierna Etiopía. Sólo en 2005 envió a este país armas por valor de 19 millones de dólares y este año está previsto el envió de otra partida valorada en 10 millones (Fuente: Sudan Tribune). Somalia y Etiopía son dos de los países más pobres del planeta y durante las últimas décadas han sufrido varias hambrunas que han matado a decenas de miles de personas, no es muy difícil imaginar qué se podría hacer con ese dinero en beneficio de la población.
EEUU apoyó esta invasión pensando que un ejército equipado con su armamento ultramoderno podría derrotar fácilmente a una milicia pobre y mal armada. Pero lo que consiguió fue sacar a decenas de miles de somalíes a las calles, enfurecidos por la invasión y dispuestos a tomar las armas para luchar. La UTI decidió retirarse y así evitar un derramamiento de sangre de la población civil y esperar a una mejor ocasión.
¿Qué es la Unión
de Tribunales Islámicos?
Somalia es el único país del mundo en el que oficialmente desde hace más de quince años no hay gobierno. Logró la independencia en 1960 y se formó a partir de dos ex colonias (Somalilandia italiana y Somalilandia británica). Desde entonces su historia se ha caracterizado, como en la mayoría de los países africanos, por una sucesión de guerras, catástrofes humanitarias, hambrunas, golpes de estado, etc. En 1991 es derrocado el gobierno de Siyad Barre y el país se hunde en una cruenta guerra civil. EEUU apoyó sin ningún tipo de fisura al gobierno reaccionario de Barre ayudándole a crear las condiciones para el hambre y la miseria que hoy asolan este país. Fomentando además las rivalidades entre los diferentes clanes para fortalecer así su propia posición.
Desde hace quince años los “señores de la guerra” luchan por conseguir el control del país. En este contexto es donde aparecen los tribunales islámicos. En un primer momento son grupos aislados de combatientes pagados por empresarios locales para controlar los saqueos, robos, crímenes, etc. Posteriormente los diferentes tribunales se unieron para formar lo que hoy es conocida como la Unión de Tribunales Islámicos y que se ha convertido en la fuerza de combate más poderosa del país.
La UTI consigue imponer cierta estabilidad en un contexto de caos absoluto. Por ejemplo, al acabar con los asaltos y cobros de peajes a los camioneros por parte de los diferentes señores de la guerra, consiguen frenar la subida de los productos básicos. Se reabre el principal puerto y los aeropuertos permitiendo que Somalia reinicie su actividad comercial, y crean una red mínima de servicios sanitarios y educativos que habían sido destruidos por los quince años de guerra civil. Su composición es bastante heterogénea y mientras unos defienden la aplicación rigurosa de la sharia (prohibiendo el cine extranjero, la música, etc., como hicieron los talibanes), otros de estos tribunales son más “moderados” y no son tan rigurosos a la hora de aplicar este tipo de medidas.
Es precisamente esta estabilidad lo que les hace tremendamente populares entre la población. Pero su popularidad no procede de que la población somalí apoye la sharia o toda la política reaccionaria defendida por este tipo de movimientos islámicos. Aunque sea mayoritariamente musulmana ya ha demostrado en varias ocasiones que no está dispuesta a permitir un régimen similar al de los talibanes en Afganistán. Sólo hay que ver la explosión social que provocó la prohibición de emitir los partidos del mundial de fútbol este verano.
Al otro lado está el Gobierno Federal Transicional (que no es un gobierno como tal), creado en 2004 con el apoyo de EEUU y la ONU, en él están los señores de la guerra y su apoyo entre la población es bastante escaso. Fue el intento del imperialismo de formar un gobierno de unidad nacional pero que parece obedecer más a los intereses de Etiopía que a los del país que pretende gobernar.
¿Qué intereses tiene el imperialismo en Somalia?
Somalia, junto con el resto de países que forman el Cuerno de África (Etiopía, Eritrea, Yibuti), tiene una enorme importancia geoestratégica para el imperialismo norteamericano. En primer lugar, Somalia cuenta con la mayor zona costera del continente, 3.300 kilómetros, desde las que se domina y controla toda la comunicación marítima entre Asia, África y el sur de Europa. Además de las líneas marítimas que discurren por el Mar Rojo y el Golfo de Adén, por donde pasa todo el petróleo extraído de Oriente Medio.
En segundo lugar, Somalia cuenta con enormes reservas de minerales (estaño, hierro, uranio, mineral de cobre…) y, lo más importante, una enorme cantidad de petróleo en su subsuelo. Antes del derrocamiento del gobierno de Siyad Barre, éste había asignado contratos a las cuatro grandes petroleras norteamericanas (Conoco, Amoco, Chevron y Phillips) que abarcaban dos tercios del territorio del país. En febrero de 2001, Total firmó un acuerdo con el entonces gobierno transicional para explotar el petróleo en el Índico.
Con el fracaso de la aventura iraquí, la situación en Venezuela y la inestabilidad general en todo Oriente Medio, EEUU busca desesperadamente nuevas fuentes de petróleo. Actualmente consigue el 10 por ciento de su petróleo de África y “según algunos expertos necesitaría conseguir de ese continente un 25 por ciento para el año 2010” (The Christian Science Monitor. 5/1/07). Y en África además ahora tiene un duro competidor como China, y por esa razón para la administración estadounidense es tan urgente la defensa de sus intereses en ese continente.
Somalia: ¿un nuevo Afganistán?
Aunque EEUU está participando en los bombardeos, por ahora el trabajo sucio lo ha hecho el gobierno etíope, aunque ha tenido que sacar rápidamente sus tropas ante el temor a una explosión social en su propio país. Ahora quieren implicar a otros países africanos, acaban de llegar a un acuerdo para enviar 7.500 soldados de Nigeria y Uganda, y con ello el riesgo de provocar una nueva guerra total en la región es una posibilidad cada vez más real.
El imperialismo estadounidense, con toda la arrogancia que le caracteriza, parece no aprender de la experiencia, y no hablamos sólo de Iraq o Afganistán. Parece haber olvidado que en 1993 envió a 30.000 marines, operación militar iniciada por George Bush padre y continuada por Bill Clinton, con las mismas intenciones que hoy tiene, y que tuvieron que abandonar apresuradamente el país después de que la resistencia somalí derribara dos helicópteros Black Hawk (18 soldados norteamericanos muertos) sobre la capital Mogadiscio. No hay ninguna duda de que si la administración Bush sigue adelante con sus intenciones y finalmente interviene se encontrará con el mismo tipo de resistencia.