Venezuela vive hoy un proceso revolucionario en el que, como en todo proceso de este tipo, por un lado, las masas buscan ver cambios políticos, económicos y sociales mientras que la burguesía trata de impedir estos cambios en defensa de sus mezquinos
Venezuela vive hoy un proceso revolucionario en el que, como en todo proceso de este tipo, por un lado, las masas buscan ver cambios políticos, económicos y sociales mientras que la burguesía trata de impedir estos cambios en defensa de sus mezquinos intereses. Esta situación va acentuando cada vez más las contradicciones y las luchas entre los elementos realmente revolucionarios y los demás sectores involucrados que hacen el juego conciente o inconcientemente a la contrarrevolución. En este escenario se hace más visible que el principal campo de batalla en el que se encuentra esta lucha es dentro del mismo Estado. Basta con hablar con cualquier obrero, con un estudiante o un ama de casa, para darse cuenta de que las masas conocen de esta situación. La gran mayoría afirma que el Estado no sirve. Pero ¿realmente no sirve el Estado?, ¿qué es el Estado? y ¿a qué intereses responde?
Todas estas interrogantes son propias de un proceso revolucionario, no solo por la lucha que se da dentro de la estructura estatal, sino porque las personas que en periodos normales no se preocupan por estos temas, están debatiéndolos y en sus mentes ronda la idea deque se puede y se debe cambiar el orden social, por lo que están aprendiendo sobre la marcha y convirtiéndose en sujetos activos que motorizan los cambios y chocan con una superestructura que tiene más de 150 años de desarrollo y cuya capacidad parasitaria de adaptación es fortísima.
Podemos decir que toda revolución que busca cambios en un orden establecido se ve enfrentada a las estructuras creadas por quienes dominan dicho orden, es entonces cuando la revolución se encuentra con el Estado. Este tema en particular es el que aquí nos ocupa y tiene su más preciado legado en los escritos de Marx y Engels los cuales fueron recogidos y desarrrollados por Vladimir Lenin en El Estado y la Revolución, obra que mantiene una actualidad y una vigencia que corrobora la exactitud de las ideas del marxismo.
Necesario es conocer la visión de Estado que da la burguesía a la sociedad y que impone además a través de los sistemas educativos y los monopolios comunicacionales. La burguesía y sus intelectuales, “consideran” que el Estado es:
“La denominación que reciben las entidades políticas soberanas sobre un determinado territorio, su conjunto de organizaciones de gobierno y, por extensión, su propio territorio. La característica distintiva del Estado moderno es la soberanía, reconocimiento efectivo, tanto dentro del propio Estado como por parte de los demás, de que su autoridad gubernamental es suprema. Un Estado nace cuando un número suficiente de otros estados lo reconocen como tal. En época moderna, la admisión en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y en otros organismos internacionales proporciona una constancia eficiente de que se ha alcanzado la categoría de Estado.” (Versión: Microsoft Encarta Corporation)
Esta forma de definir el Estado explica en cierta medida el mecanismo de dominación, mediante el cual los intereses económicos capitalistas se aseguran el control de territorios y con ello de sus recursos, a través de estructuras nacionales que deben ser aprobadas por otras estructuras ya internacionales que representan los intereses capitalistas imperiales. Otra definición señala que el Estado, “es un conjunto de Leyes e instituciones que regulan la convivencia de todos los sectores de la sociedad a través de una estructura imparcial, justa y avocada a garantizar los derechos de todos”.
Al comparar estas y otras definiciones burguesas sobre el tema del Estado la diferencia no será mucha, pero cuando como en nuestro país una revolución intenta hacerse con el poder de ese Estado queda en evidencia la falsedad de las mismas y se abre el debate al respecto. Por esto considero que quien haya leído El Estado y la Revolución de Lenin, coincidirá con la afirmación de que el tema tiene su más preciado legado en las ideas Marxistas.
Sobre el Estado.
Para Marx y Engels, el Estado nace del antagonismo de clases. Surge en determinado momento del desarrollo de la sociedad, cuando las relaciones de producción, propiedad y poder la dividen clases, y las clases dominantes crean cuerpos especiales de hombres armados que reprimen a una clase social en beneficio de los intereses de la dominante. Para lo cual crean estructuras burocráticas de poder, que generan Leyes e instituciones que conforman una superestructura que, nace de la sociedad pero se coloca por encima de ella.
Cada sociedad ha creado un tipo de Estado que, a su vez, ha servido a los intereses de los poderosos. La sociedad capitalista burguesa creó un aparato estatal que con el tiempo se ha desarrollado y ha tomado determinadas características de acuerdo al territorio en que tiene influencia. Se han asegurado el dominio de los términos, de las ideologías, la cultura, la educación y un elemento en común que se ha adaptado a todos los sistemas sociopolíticos: “la religión”.
Esto quiere decir que existe una estructura estatal que sirve de herramienta de dominación burguesa, por tanto sus fines no están en beneficio de las masas de obreros y campesinos sino en contra de ellos. Motivo por el cual se produce el choque. Simplemente, si el deseo de un movimiento revolucionario es resolver los problemas sociales de las masas, entonces llegara a conclusiones socialistas pero el Estado actual no es la herramienta idónea. Jamás obtendremos resultados socialistas utilizando para ello el Estado burgués.
Sobre la Revolución
Lenin, recogiendo la esencia del pensamiento marxista, plasma en su maravillosa obra cuál debe ser la tarea de la revolución con respecto al Estado. En ella se puede comprender muy fácilmente que: si la revolución persigue cambios en la sociedad, para lograrlo su primera tarea es hacerse del poder, pero esto no es suficiente. La historia nos ha enseñado que Marx y Engels no estaban equivocados cuando concluyeron que la revolución debe tomar el control del Estado solo para destruirlo y construir un nuevo Estado revolucionario que sustituya a la máquina forjada por la burguesía para defender su dominación. Sólo un estado obrero, revolucionario, permite la transición del sistema capitalista al socialista. En contrario las desviaciones de este principio, o la no comprensión de la necesidad del mismo, han llevado a muchas revoluciones a un fracaso tras otro.
Perfeccionar o intentar reformar el Estado burgués, es un error que se paga muy caro. Esta estructura ha desarrollado durante años capacidades de autodefensa, adaptación y aniquilamiento de cualquier elemento que signifique la búsqueda de salidas a la barbarie capitalista. Su más loable logro es el burocratismo, nuestro peor cáncer: el oportunismo y el reformismo.
Oportunismo y Reformismo, este es el cáncer de todo proceso. La corrupción de funcionarios en todas las escalas de poder, no es más que el reflejo del diseño estatal hecho por la burguesía. Los oportunistas se guindan de las revoluciones para hacerse con cargos burocráticos dentro del Estado burgués, pues esta estructura les permite aprovecharse y jugar un papel contrario al proceso que los llevo hasta allí. Mientras el reformismo hace lo suyo, frenando la marcha de la revolución y defendiendo la teoría de que se puede cambiar el modelo “poco a poco”, gradualmente, y que ello es parte de un proceso largo y lento que mientras se da, tendremos que dejar el manejo de todas las palancas económicas y sociales del país en manos de la burguesía y la burocracia. De este modo juegan consciente o inconscientemente un papel contrarrevolucionario.
La burocracia estatal sumada al militarismo y el resto de la estructura estatal, tienen una tendencia natural, esa tendencia es a fortalecerse cada vez más y más, separándose así de la sociedad. Esto ha ocurrido incluso en algunos momentos históricos respecto a la misma clase dominante, logrando la burocracia del estado en algunos momentos un alto grado de autonomía e independencia.
Sobre el Nuevo Estado
En contra de las teorías anarquistas de desaparición del Estado, Lenin deja aclarado en “El Estado y la Revolución” el punto, citando las críticas y respuestas que dan Marx y Engels a los anarquistas respecto al tema, que sí es necesario, por tood un período, un estado revolucionario que debe sustituir al burgués. Pero este estado debe ser revolucionario, obrero, sin ejército permanente separado del pueblo sino el pueblo armado, con control total de las palancas fundamentales de la economía, ningún servidor publico puede devengar un salario mayor a el de un obrero calificado, los cargos burocráticos deben ser de libre elección revocabilidad y rotativos. Estas son algunas de las características que debe tener el Estado revolucionario.
Sobre la persistencia del Estado como resultado del antagonismo de clases.
En un sistema socialista deben desaparecer las divisiones de clases, por tanto la existencia del Estado se debe a que es necesaria una estructura de poder que permita la transición acabando con la propiedad privada de los medios de producción, las tierras, la energía, las telecomunicaciones, etc, y colocándolos bajo control obrero. Este es el único modo de erradicar la lucha por la supervivencia y la explotación del hombre por el hombre, causa del nacimiento del estado.
Es decir, el nuevo estado revolucionario no seria propiamente un Estado sino el pueblo trabajador, con la clase obrera al frente, organizado y en armas para garantizar los cambios sociales. Este estado es lo que los marxistas llamamos democracia obrera, la cual debe dar las bases materiales para la planificación de la vida social y económica. Dicho estado debe no solo permitir los cambios sino tener una tendencia a desaparecer desde el mismo momento en que comienza a ejecutarlos. Por tanto el Estado revolucionario debe extinguirse tras servir de garantía de defensa de la clase trabajadora en la toma del poder y manteniendo bajo control a los a la oligarquía, los reaccionarios y reformistas que en último caso temen más al dar el poder a las masas que a dejárselo a la burguesía.
La Sociedad Socialista
La sociedad socialista se alcanza cuando la misma dinámica de planificación y desarrollo llevan a las fuerzas productivas a responder a las necesidades de la sociedad toda y aun más allá en un nivel superior cuando esta cambie en la práctica de “a cada cual según su capacidad por a cada cual según sus necesidades”.
Sin lugar a duda la destrucción del Estado es una tarea de toda revolución. La Revolución Bolivariana no es la excepción, el estudio de El Estado y la Revolución, permite sacar conclusiones sobre el Estado que tenemos y la vigencia de este escrito. Definitivamente las preguntas tuvieron respuesta, el Estado que tenemos actualmente sí sirve y cumple la función para la cual fue creado: frenar los cambios que se pretendan a favor de clase trabajadora.
Cada trabajador, cada trabajadora, vive como clase la dictadura del patrón en cada centro de trabajo, la dictadura de los grandes medios de comunicación con su carga de ideología capitalista, la dictadura en el mercado cuando -con el producto de su sudor compra al explotador el sudor de otro camarada-, la dictadura religiosa que le enseña a aceptar con devoción todo esto tras la promesa de que tendrá una vida de dicha luego de de su muerte, y una estructura estatal que se resiste a los cambios y utiliza la burocracia y el oportunismo para frenar la marcha que impulsa el pueblo y que ha sabido comprender y reflejar su líder.
El marxismo no es un dogma sino una guía para la acción. Como todo país Venezuela tiene sus particularidades y es acertado que se dé el debate para la construcción del nuevo socialismo. En realidad cuando el Presidente Chávez dice que el nuevo estado revolucionario no es la “dictadura del proletariado” está reconociendo un hecho que ya fue planteado por León Trotsky cuando planteó llamar al estado obrero revolucionario “democracia obrera”.
El término Dictadura a principios del siglo XX, no llevaba intrínseco el significado que se le da hoy, significaba únicamente la idea que hemos explicado de que todo aparato estatal supone la dominación de una clase sobre otra. Frente a la dictadura (ya sea bajo formas autoritarias o formalmente democráticas) de la burguesía, la dictadura del proletariado de la que hablaban los marxistas de entonces hacía referencia a un estado que significaba la dominación de la inmensa mayoría, todos los explotados, sobre una reducida minoría con el objetivo de erradicar toda dominación de clase y con ella, como hemos dicho, al cabo de un tiempo, el propio estado.
Tras el brutal régimen represivo de Stalin (presentado por el propio dictador como "dictadura del proletariado"), las dictaduras civiles o militares burguesas que han reprimido y asesinado a miles de personas, el término dictadura para millones de personas en todo el mundo significa un régimen policial que impide expresarse y organizarse a los trabajadores y asesina a cualquiera que discrepe del gobierno.
Aquella idea de un estado revolucionario constituido por la clase obrera al frente de todos los oprimidos no es otra cosa que la Democracia Obrera, la Democracia de los Trabajadores. Ese es el Estado que necesitamos, y por el que debemos luchar, hoy en Venezuela.
La causa de los problemas de ayer es la misma que hoy, el sistema capitalista, razón por la cual esta lucha es internacional. La lucha de clases no tiene fronteras y los Estados capitalistas e imperialistas nunca nos reconocerán como Estado revolucionario. No podemos cambiar nuestra realidad sin cambiar la sociedad toda dentro y fuera de nuestras fronteras.
Patria Socialismo o Muerte.