La no renovación de la concesión al canal privado de televisión RCTV está siendo utilizada por la burguesía venezolana y el imperialismo para desatar la campaña golpista contra el proceso revolucionario que no pudieron llevar a cabo inmediatamente después de las elecciones del 3 de diciembre.
A pesar de que la renovación, o no renovación, de licencias para usar el espacio radioeléctrico público a medios de comunicación privados por parte de un gobierno es una práctica común en todos los países, los capitalistas de todo el mundo no han dudado en fabricar una brutal campaña presentando la no renovación de la concesión a RCTV como un ataque a la “libertad de expresión”. Su objetivo no es otro que intentar aislar y calumniar a la revolución venezolana y generar las condiciones para una nueva ofensiva contrarrevolucionaria abierta contra la misma a escala nacional e internacional.
Un nuevo plan contrarrevolucionario en marcha
El verdadero objetivo de la burguesía venezolana y del imperialismo, que son quienes están realmente detrás de esta ofensiva contrarrevolucionaria disfrazada de “lucha estudiantil por la libertad de expresión”, es crear una situación de violencia, confusión y caos. Están buscando muertos (y si son estudiantes mejor que mejor) que presentar ante la opinión pública nacional e internacional. Ello permitiría generar un clima internacional que les ayude a lanzarse nuevamente al ataque contra la revolución venezolana con todos los hierros: movilizar nuevamente a su base social y tener una excusa para intentar en el plazo más breve posible una nueva ofensiva: ya sea golpe, magnicidio, intervención imperialista o una combinación de todos ellos.
Los capitalistas venezolanos y de otros países están cada vez más preocupados por el avance de la revolución bolivariana y su influencia internacional. Las nacionalizaciones de la telefónica CANTV, Electricidad de Caracas, las propuestas de Chávez en el sentido de desarrollar empresas socialistas o la creación del PSUV, más allá de tal o cual contradicción, son signos inequívocos de que el Presidente y el pueblo venezolano quieren seguir avanzando y el ambiente social de apoyo a la revolución sigue empujando hacia la izquierda. La no renovación de la licencia a RCTV y la creación de una televisora pública y social suponen para ellos un nuevo desafío y una confirmación más de esta voluntad de avanzar. Por eso han decidido echar un pulso con esta cuestión.
La contrarrevolución sigue combinando todas las tácticas de lucha (saboteo económico, desabastecimiento, campaña mediática nacional e internacional, desestabilización) pero con las movilizaciones en apoyo a RCTV iniciadas el pasado domingo han decidido “meter el dedo en el agua” para ver cómo está la temperatura, tanto de sus bases como de las de la revolución, y ver si tienen “chance” para pasar a mayores. En el peor de los casos (desde su punto de vista), sirve como inicio de una campaña nacional e internacional de desestabilización a medio plazo. Si los revolucionarios no respondemos de manera rápida, masiva, decidida y organizada les podría dar incluso la oportunidad de intentar convertir estos focos de violencia -combinados con la manipulación de sectores de estudiantes de clase media y alta procedentes fundamentalmente de las universidades privadas y universidades públicas más elitescas del país- en una ofensiva mucho más ambiciosa.
El modus operandi de las bandas contrarrevolucionarias y fascistas cuya financiación por agencias del imperialismo estadounidense –empezando por la CIA- es de sobra conocida, y que están organizando estos días la violencia en algunos puntos de Caracas y otras ciudades, es montar cortes de tráfico y algaradas en la noche, atacando organismos públicos, destrozando mobiliario urbano y montando barricadas incendiarias que incluso ponen en peligro la vida de los vecinos de los inmuebles cercanos a la “guarimba”. Por el día convocan las llamadas “manifestaciones pacíficas”, intentando ampliar la base social de la protesta y captar nuevas fuerzas para la vanguardia contrarrevolucionaria. Intentan utilizar para ello a sectores estudiantiles de clase media y alta que están menos golpeados por las derrotas políticas de los últimos años que sus padres y pueden resultan más combativos, además de más rentables a la hora de ser utilizados para orquestar la campaña mediática. En esas protestas “pacíficas” se puede ver como los activistas de distintas bandas contrarrevolucionarias armadas, escudados en el resto de manifestantes, atacan con piedras, botellas e incluso mediante armas de fuego organismos públicos o la propia policía con el fin de generar enfrentamientos armados y muertos que sirvan como excusa para intensificar y prolongar la desestabilización.
Es necesario un plan de acción para derrotar a la contrarrevolución
Lo que está ocurriendo confirma algo en lo que hemos insistido los marxistas una y otra vez frente al argumento reformista de que si la revolución toca los medios de producción (la banca, los monopolios, los latifundios, etc.) los imperialistas tendrán una excusa para atacarnos. Los capitalistas e imperialistas no necesitan excusas. Si no las tienen, las inventan. Como ya hemos dicho, la medida tomada por el gobierno venezolano con RCTV se atiene en todos sus aspectos a la ley , las concesiones de otras televisoras privadas golpistas como Globovisión no han sido tocadas y a Venevisión incluso se le ha renovado la concesión y ,a pesar de ello, la oligarquía y el imperialismo han organizado su cínica campaña “en defensa de la libertad de expresión” e intentan utilizar la misma para recuperar la iniciativa y generar un escenario que les posibilite poder pasar al ataque contra la revolución después de haber tenido que mantenerse a la defensiva desde sus derrotas de abril y diciembre de 2002, y más aún tras sus derrotas en el referéndum de agosto de 2004 y las últimas elecciones en diciembre de 2006.
Lo primero que hay que dejar claro es que la correlación sigue siendo enormemente favorable a la revolución. La victoria del 3 de diciembre de 2006, con el mayor porcentaje de apoyo electoral a la revolución, a Chávez y a Presidente alguno en la historia de Venezuela (un 63% de los votos) demuestra que las masas están dispuestas a avanzar hacia el socialismo y acabar con el capitalismo. Las distintas marchas y encuestas realizadas posteriormente, o los 4.500.000 inscritos al PSUV en poco más de un mes, confirman que el apoyo a la revolución y al socialismo se mantiene firme. Toda esta fuerza organizada y movilizada es más que suficiente para derrotar esa nueva tentativa contrarrevolucionaria pero con una condición: ¡¡hay que actuar rápido y con decisión¡¡.
El Ministro del Poder Popular para la Educación Superior llamó a mantenerse alerta y vigilantes, “rodilla en tierra”, ante cualquier intento de cerrar los centros de estudio y dijo que impediría ese cierre. El Presidente Chávez ha llamado a mantenerse vigilantes y movilizarse, ha convocado una gran marcha nacional para el sábado 2 de junio con el objetivo de reunir a 2 millones de personas y ha planteado que “si intentan un 11 se encontrarán con un 13” (en referencia a lo ocurrido entre el golpe contrarrevolucionario que le derrocó el 11 de abril de 2002 y la insurrección popular que le devolvió al gobierno el 13 de abril de ese mismo año). Chávez se comprometió además a liderar ese “13” si es necesario. Esta es la dirección correcta, pero es necesario presentar un plan de acción escalonado que tense y acumule al máximo las fuerzas del movimiento revolucionario y las ponga desde ya en acción.
Durante los próximos días, mientras preparamos la marcha del sábado y luchamos porque sea la mayor marcha de toda la historia de Venezuela, debemos mantenernos movilizados en los barrios, centros de trabajo y estudios y ganar la calle. Como hemos insistido repetidamente desde la CMR, no basta con ser más, tener más fuerza y tener la razón, toda esa fuerza debe estar movilizada y organizada y actuar con decisión y audacia, tener un plan de acción y no dejar la iniciativa en manos del enemigo. No podemos esperar a que la actual maniobra contrarrevolucionaria se desinfle. En la lucha de clases, como en la guerra, cada movimiento determina el siguiente y perder la iniciativa se paga caro. Debemos permanecer movilizados y organizados en la calle, los barrios y sobre todo los centros de trabajo y estudio.
Organizar la toma preventiva de empresas para impedir un nuevo paro patronal
Algunos dirigentes de la UNT, particularmente de la corriente C-CURA, han declarado que ante cualquier posible movimiento contrarrevolucionario por parte de los empresarios en el sentido de parar las empresas, cerrarlas o utilizarlas para desestabilizar movilizarán a los trabajadores para tomar las mismas y ponerlas a producir. Este es el camino a seguir. De hecho, hay que llevar este llamado a la práctica cuanto antes.
Las declaraciones de José Luís Betancourt, presidente de FEDECÁMARAS, apoyando de manera descarada la “guarimba” y de la propia Conferencia Episcopal confirman que la burguesía está detrás de las movilizaciones en apoyo a RCTV. Están utilizando las concentraciones estudiantiles y la “guarimba” como globo sonda, para ver qué tan lejos pueden ir. Según varias informaciones, la organización empresarial CONSECOMERCIO podría estar preparando un paro empresarial y el martes 29 varios negocios, oficinas y fábricas, entre ellos algún centro del monopolio alimentario Polar, cerraron para sumarse a la “guarimba”. A esto se une el desabastecimiento y saboteo que mantienen desde hace tiempo. No podemos esperar a que tomen la iniciativa de un nuevo paro, la mejor defensa es un buen ataque.
Debemos organizar inmediatamente asambleas en todos los barrios, centros de trabajo y estudio para discutir la situación, dejar claro nuestro apoyo a la decisión del gobierno respecto a RCTV y organizar movilizaciones para disolver las acciones de las bandas fascistas violentas que intentan sembrar el terror y bloquear carreteras, accesos a centros de trabajo y estudio, etc. Estas asambleas deben coordinarse a escala local, regional y nacional y articularse con el Gobierno nacional en defensa de la revolución, para organizar la marcha de este sábado y las demás acciones y movilizaciones que sean necesarias pero al mismo tiempo también para presentar al Gobierno Bolivariano un plan de acción que sirva para defender la revolución de esta nueva ofensiva golpista del mejor modo posible: acelerando la marcha hacia el socialismo.
Desde la CMR estamos proponiendo el siguiente Plan de Acción: la UNT, junto con el Frente Nacional Campesino “Ezequiel Zamora” (FNCEZ), el Frente Revolucionario de Trabajadores de Empresas en cogestión y Ocupadas (FRETECO) y otras organizaciones revolucionarias debe ponerse al frente de la lucha contra esta nueva ofensiva golpista convocando inmediatamente asambleas en las empresas para aprobar resoluciones de apoyo a la decisión del gobierno respecto a RCTV y organizar acciones de apoyo a la misma. La primera y más importante de estas acciones debe ser organizar en todos los centros de trabajo en que esto sea posible la toma y ocupación de la empresa en prevención de un nuevo paro o de acciones de saboteo económico.
Este plan de toma preventiva de empresas debe comenzar por la agroindustria donde ,como ha denunciado en repetidas ocasiones el FNCEZ, existe un saboteo desde hace tiempo que busca minar la base de apoyo a la revolución. Un ejemplo: el año pasado más de 5.000 hectáreas de caña de azúcar, según denuncian los campesinos, quedaron sin procesar por negarse las empresas azucareras a comprarlas, a pesar de que existen problemas de desabastecimiento de azúcar en el mercado. Este año pueden ser 15.000 hectáreas.
Consejos de Trabajadores en defensa de la revolución
En cada empresa además de organizar la toma debemos elegir un Consejo de Trabajadores en Defensa de la Revolución formado por voceros elegibles y revocables en todo momento. Allí donde no se den las condiciones para ocupar y poner a funcionar la empresa el Consejo de Trabajadores debe desarrollar el control obrero de la producción. Este es el único modo de poder impedir cualquiera de los distintos métodos que utilizan los empresarios para sabotear la revolución: saboteo, especulación, desabastecimiento o cierre de empresas.
Estos Consejos de Trabajadores, vinculados a los Consejos Comunales, permitirían coordinar desde ya una respuesta masiva y organizada, barrio a barrio, sector a sector, y a la vez unificada nacionalmente, a los planes golpistas de la contrarrevolución. Pero, además, serviría como embrión del nuevo estado revolucionario que necesitamos para poder iniciar la construcción del socialismo. Un estado que sustituya al actual estado, que –como ha dicho el presidente Chávez en varias ocasiones- en esencia sigue siendo burgués. La respuesta a la contrarrevolución y el golpismo debe transformarse en un golpe decisivo al sistema capitalista en Venezuela que lleve a la nacionalización de las palancas fundamentales de la economía (la banca, la tierra y la gran industria), así como los grandes medios privados de comunicación y a su gestión por parte de los trabajadores y los demás oprimidos organizando un genuino estado revolucionario, una democracia de los trabajadores.
Además de lo anteriormente dicho, es preciso organizar asambleas de los inscritos al PSUV en todos los barrios y centros de trabajo para formar Batallones Socialistas cuya tarea inmediata sea impulsar, junto a las organizaciones populares, estudiantiles y sindicatos clasistas antes citados, este plan de lucha en defensa de la revolución. Este será el mejor modo de construir y fortalecer en la práctica al nuevo partido e ir generando verdaderos líderes y cuadros socialistas para el mismo.
Otro aspecto que nos parece fundamental en el plan de acción a desarrollar durante los próximos días para derrotar la campaña nacional e internacional de ataque a la revolución es demandar al Gobierno Bolivariano la detención inmediata y expulsión del país de los agentes de la CIA y paramilitares que están participando en la organización de la desestabilización. Varios de estos mercenarios han sido denunciados con pruebas, nombres y apellidos en televisión y se les ha visto en manifestaciones de la oposición. No es posible que caminen impunemente conspirando contra el pueblo, sin que el gobierno tome medidas contra ellos. Deben ser expulsados y denunciada públicamente a nivel internacional su actuación. Esto ayudaría enormemente a clarificar ante los jóvenes y trabajadores de todo el mundo qué está pasando en Venezuela y a cortar de raíz la campaña mediática sobre la supuesta “defensa de la libertad de expresión”.
No se puede hacer una revolución a medias. El gobierno debe expropiar la banca, la tierra, la industria y los grandes medios de comunicación privados y ponerlos bajo el control de los trabajadores y las comunidades
Como decía León Trotsky en su “Historia de la Revolución Rusa”: “la mayoría no se cuenta, se conquista”. Y se conquista en la acción, movilizándonos cada día en las calles, en cada barrio, en cada fábrica y en cada centro de estudio. Pero sobre todo se conquista con el avance imparable, rápido y decisivo de la revolución, llevando a cabo medidas que solucionen definitivamente los problemas de las masas que apoyan la revolución (déficit habitacional, empleo precario, economía informal, subidas de precios, etc.). No es posible hacer una revolución a medias. De hecho, siempre que se ha intentado ha acabado en sangre y horror para el pueblo. Como decía el dirigente de la Revolución Francesa Saint-Just: “Los que hacen revoluciones a medias están cavando sus propias tumbas”
En realidad, este nuevo ataque del imperialismo y la contrarrevolución burguesa responde a su desesperación y preocupación ante la firme decisión del pueblo venezolano y del propio Presidente Chávez de seguir avanzando. Pero esta campaña desesperada de la oligarquía también confirma una idea que los marxistas hemos venido sosteniendo contra viento y marea: que no se puede hacer una revolución a medias, o gradualmente, ni subestimar al enemigo.
La forma peculiar que ha adoptado la revolución venezolana, ese ritmo que alguien ha definido incluso como de “revolución a cámara lenta”, la debilidad de la contrarrevolución (fruto de sus derrotas combinadas con la utilización de la renta petrolera para combatir las consecuencias peores y más inmediatas del saboteo económico) han podido crear –especialmente durante los últimos dos años la idea de que se podía avanzar gradualmente al socialismo, presionando a los empresarios, amenazando con expropiar y tomando medidas parciales contra los capitalistas, o expropiando a buen precio algunas empresas sin expropiar al conjunto de los empresarios, desarrollando empresas mixtas, etc. Es decir con una mezcla de amenazas, presiones y concesiones a los capitalistas llegar al socialismo. Esa es una idea completamente falsa. Todas estas presiones lejos de tranquilizar a los capitalistas los han puesto de nuevo en pie de guerra. No hay caminos intermedios. Hay que arrebatarles todo el poder, y en primer lugar el poder económico.
La idea tan grata a los reformistas y burócratas de que todo está controlado y tranquilo, de que la oposición no tiene “chance” para hacer nada es muy peligrosa. Y una de las cosas que la hace más peligrosa es que puede afectar incluso a revolucionarios honestos que pueden verse a veces dominados por ese espejismo de que la revolución se puede hacer gradualmente y siguiendo un plan ideal. Esta idea está presente cuando se plantea que vamos para el socialismo pero poco a poco, empezamos a democratizar el espacio radioeléctrico y romper el control del mismo por parte de la oligarquía no renovando la concesión a RCTV y luego ya veremos como seguir. O en la idea de que basta con amenazar con expropiar a este o aquel grupo de capitalistas: SIDOR o la banca, para que se pongan las pilas y dejen de sabotear las políticas económicas del gobierno.
El poder económico y mediático que conserva la burguesía es una amenaza para la revolución
Pensar que la revolución ya ha triunfado porque ganamos las elecciones del 3 de diciembre, porque somos más y tenemos razón, es un grave error. Aún mas, pensar que la revolución es irreversible es un error. Mientras el poder económico del país siga en manos de los capitalistas la revolución estará amenazada. La idea de que la cuarta república “no volvera” sólo será una realidad cuando el conjunto de las tierras, la banca y la industria este en manos del pueblo y las comunidades. Si esto no se hace será perfectamente posible la victoria de la contrarrevolución que en caso de vencer hará pagar muy caro al pueblo venezolano su osadía. La revolución no es una partida de ajedrez y una vez que el Presidente Chávez y el pueblo venezolano hemos puesto en jaque a la burguesía, dejando claro que la revolución no se negocia y que el objetivo es transformar de arriba abajo la sociedad, ésta no va a aceptar resignadamente su derrota. Los contrarrevolucionarios burgueses harán todo lo que éste a su alcance para impedir que Venezuela avance hacia el socialismo. Por todo ello hay que ir hasta al final cuando antes y dar el golpe definitivo al capitalismo en Venezuela. Cuanto más tardemos más tiempo les damos para organizarse de nuevo.
El primer paso es derrotar la nueva ofensiva contrarrevolucionaria pero sólo podremos hacer esto, continuar la revolución y llevarla hasta el final si nos basamos en la movilización y organización de las masas y en primer lugar de la clase obrera. Ninguna revolución social que pretende un cambio profundo en las relaciones sociales de producción en la historia ha podido llevarse a cabo sin un profundo movimiento de masas. Esta movilización debe permitirnos matar dos pájaros de un tiro: acabar con esta nueva maniobra desesperada del imperialismo y los capitalistas y al mismo tiempo romper el control de la burocracia reformista sobre muchas de las instituciones y organismos del estado. Este control representa cada vez más un freno a la revolución y ,si no logramos sustituir el estado burgués por un genuino estado revolucionario basado en Consejos elegibles y revocables de Trabajadores, campesinos y Consejos Comunales, ese freno que representa la burocracia reformista puede acabar transformándose en el caballo de Troya que utilice la contrarrevolución para cambiar la actual correlación de fuerzas e intentar derrotarnos.
Como decía un dirigente obrero británico: “Tu puedes pelar una cebolla capa por capa pero no puedes cazar un tigre pata por pata”. Y el capitalismo se parece mucho más a un tigre que a una cebolla. La transformación revolucionaria de la sociedad venezolana no puede darse de manera gradual.
La revolución sólo triunfará si logra romper el poder que la burguesía todavía mantiene. En primer lugar, y el más importante, la propiedad privada de las principales empresas, bancos y tierras del país (lo que le permite seguir manteniendo el saboteo a las políticas económicas del gobierno. el desabastecimiento, especulación, etc.). Además, la burguesía controla muchas universidades y utiliza la excusa de la autonomía universitaria para convertir las universidades privadas, y las universidades públicas más elitescas, en cotos privados a los que sólo accede la clase media y la burguesía, en feudos de la reacción. Junto a ello siguen teniendo a su disposición los medios de comunicación privados: ahí tenemos a Globovisión, convertida en el “partido” dirigente de esta nueva “guarimba”. Por último ¡no lo olvidemos¡, existen sectores de la burocracia del estado y también en el cuerpo de oficiales del ejército que ,aunque hasta ahora se mantengan de bajo perfil (o totalmente ocultos) ven con preocupación el proyecto socialista planteado por el Presidente Chávez y apoyado masivamente por el pueblo venezolano e intentarán aprovechar cualquier oportunidad que les demos para intentar frenar la revolución.
El Ejército, el armamento del pueblo y la defensa de la revolución
La idea de que en el ejército está todo controlado y que todos los jefes militares están con el proceso revolucionario también puede ser un peligro mortal para la revolución. En todas las revoluciones hemos visto como, especialmente mientras el movimiento revolucionario de las masas, su moral y su ánimo va en ascenso, este ambiente se contagia a la mayoría de soldados e incluso sectores de la oficialidad. Pero al mismo tiempo otros sectores de la oficialidad, casi siempre la mayoría, (formados en una ideología reaccionaria y antisocialista, vinculados por miles de hilos –como decía Lenin “visibles e invisibles”- a la burguesía) temen y rechazan el movimiento revolucionario de las masas y las ideas del socialismo. Estos sectores generalmente se mantienen ocultos mientras la revolución va en ascenso y sólo se quitan la careta cuando la situación llega a un punto crítico. Pinochet era el Jefe de estado mayor de Allende y le juró lealtad en privado y en público hasta la noche antes de organizar el golpe que ahogó en sangre la revolución chilena.
Las sucesivas victorias revolucionarias y derrotas del imperialismo produjeron una depuración de elementos contrarrevolucionarios en la oficialidad del ejército venezolano pero ni esta fue completa ni podemos cerrar los ojos al hecho de que la burguesía y el imperialismo tienen mecanismos suficientes (políticos, económicos, ideológicos) para ganar a estos sectores para su campo y para reproducir una casta de oficiales en el seno de la FAN dispuesta a defender sus intereses de clase. El único modo de garantizar la defensa militar de la revolución tanto contra sus enemigos externos como internos es, por un lado, democratizando el mismo, permitiendo e impulsando que los soldados oficiales revolucionarios puedan organizarse políticamente, reunirse en asamblea, debatir, formarse ideológicamente, etc. Esto permite que los revolucionarios se reconozcan y organicen y al mismo tiempo ayuda a estos a detectar más fácilmente a los contrarrevolucionarios. Por otro lado, avanzando hacia el armamento general del pueblo. La extensión de la reserva, la creación de las Guardias territoriales, etc. son pasos en ese sentido pero es urgente desarrollar Batallones de Reserva Obreros y Guardias Territoriales Obreras en las fábricas y lo mismo con los campesinos en los fundos y tierras.
En nuestra opinión el planteamiento del Presidente Chávez y de algunos otros dirigentes bolivarianos de que el ejército es leal al pueblo y debe mantenerse al margen de la política, que los militares no se afilien al PSUV, etc. es un error. Si los revolucionarios no hacemos el trabajo de ideologizar y organizar políticamente a los sectores afines del ejército, la contrarrevolución sí lo hará y le dejaremos el terreno libre. Ya lo está haciendo de hecho. Existen células contrarrevolucionarias dormidas y una campaña de agitación e ideologización contra la revolución orientada especialmente hacia los oficiales. Y por supuesto la CIA está orientando gran parte de sus esfuerzos en este sentido.
La experiencia nos ha demostrado que todas estas posiciones y mecanismos para defender sus intereses de clase que tienen todavía a su disposición la burguesía y el imperialismo no son suficiente para derrotar a la revolución pero con una condición: que seamos plenamente conscientes de que tienen estas armas aún a su disposición, actuemos con audacia y decisión para quitárselas y nos dotemos de un plan de lucha que nos permita entusiasmar, movilizar y organizar todas nuestras fuerzas e infligirles la derrota definitiva que acabe con el capitalismo en Venezuela y desbroce el camino al socialismo.
La revolución venezolana para ser irreversible debe empezar por acometer y llevar hasta el final tareas que nos quedaron pendientes el 13 de abril de 2002 o después del paro patronal como la expropiación de los medios de producción (empezando por la banca los monopolios y los latifundios) y la sustitución del actual estado por un estado revolucionario, un régimen de democracia obrera, que nos permita iniciar la transición al socialismo. Si la revolución acomete estas tareas su ejemplo se extenderá inevitablemente como una marea imparable por toda América Latina y se convertiría en un punto de referencia para todos los trabajadores del mundo desarrollando las condiciones para la construcción del socialismo a nivel mundial. Esa es la tarea que los jóvenes, trabajadores y revolucionarios venezolanos, junto a nuestros hermanos del resto del mundo, tenemos hoy por delante.