Los auténticos revolucionarios tomarán realidad tal cual es, sin en exigirle condiciones ideales para su transformación con el menor esfuerzo, deben recordar siempre las sabias palabras del camarada Ted Grant, cuando expresó que sólo desde el seno del movimiento de masas surgirán las fuerzas del Marxismo leninismo y que fuera de el no habrá nada y serán las masas enarbolando la teoría revolucionaria junto a la experiencia de años y pueblos por concretar el sueño de mundo justo, quienes con sus manos creadoras arrancarán de raíz, la planta insolente del sectarismo en la revolución.
Sin embargo, muchos en la izquierda incluyendo a algunos que se denominan ‘marxistas’ no se cansan de demostrar constantemente su incompetencia para comprender qué es una revolución. Estos ‘revolucionarios formalistas’ olvidan que ubicarse junto a las masas, en la misma trinchera del campo de batalla, es el primer deber de un revolucionario; por eso, desde los confines de un cafetín, se atreven a negar la legitimidad de la partida de nacimiento de la revolución bolivariana, sin saber, como expresó el camarada Aníbal Montoya, que “la revolución es la prueba suprema de cualquier tendencia revolucionaria que se proponga ayudar a las masas oprimidas a transformar la sociedad”, en otras palabras, es la revolución quien legitima el carácter revolucionario de un hombre, o de un grupo de hombres y no al revés.
En ese sentido, dentro de la gama variopinta de los que se llaman a sí mismos ‘marxistas’, ‘leninistas’ y hasta ‘trotskistas’, existen algunas tonalidades de grises muy particulares, que, al no preocuparse por adentrar en el alma de método marxista, no pueden sentir en lo más profundo de su ser el movimiento de masas, no pueden llevar en su alma la revolución. Es por eso que el rasgo característico de los sectarios en nuestro país y en todas partes es evidenciar en su praxis política una postura coherente con su visión doctrinaria y mecanicista en el movimiento de masas, desechando toda oportunidad para influir en él.
Estos petulantes ‘estudiosos’ se embadurnan de un banal y panfletario determinismo económico que sirve para la agitación pero que en esencia es disímil al Marxismo. Para las cabezas afiebradas de los ultraizquierdistas el proceso histórico debe seguir un esquema preestablecido, hablan del método dialéctico, pero parten de normas universales y axiomas abstractos válidos para todo tiempo y lugar, no del análisis absolutamente objetivo de la realidad con todo su maremagnum de contradicciones.
En la mentalidad de un sectario la revolución es una suerte de fuerzas o condiciones “objetivas” que determinan todo por adelantado, cuando la revolución no sigue el curso sino de sus propias leyes internas que no se encuentran en ningún formulario revolucionario; es por ello, que se aproximan a la realidad desde un enfoque idealista y no materialista, monádico y no dialéctico.
Los sectarios, en Venezuela, están malhumorados con el Presidente Chávez por el lento avance de la revolución, por la presencia de factores reformistas en su dirección, por vacilar en su radicalización, etc. No obstante, recordemos que el momento en el cual estos teóricos del extravío, disfrazados de revolucionarios, llevaron su doctrinarismo ultraizquierdista a su punto más álgido, fue llamando a votar NO o a la abstención en las pasadas elecciones del 2 de diciembre, precisamente en un intento de ofensiva revolucionaria.
Es verdad que la reforma constitucional impulsada por Chávez no significaba un deslinde inexorable del capitalismo, pero sí amenazaba parcialmente sus palancas en la estructura económica y en el aparato del Estado. Además, la gran mayoría de las medidas contempladas en la reforma, mas allá de las fronteras que se les pueda achacar, iban a facilitar la movilización y organización de amplias capas de masas trabajadoras, exigiendo al día siguiente del referéndum que cada palabra de la constitución se materializara en el corto plazo, avanzando en la mejora de sus condiciones de vida para al mismo tiempo profundizar la revolución hacia el socialismo, por eso, estas posiciones seudorevolucionarias, a pesar de su terminología radical, formaron parte del mismo coro de calumnias de la contrarrevolución burguesa e imperialista.
Los auténticos revolucionarios tomarán realidad tal cual es, sin en exigirle condiciones ideales para su transformación con el menor esfuerzo, deben recordar siempre las sabias palabras del camarada Ted Grant, cuando expresó que sólo desde el seno del movimiento de masas surgirán las fuerzas del Marxismo leninismo y que fuera de el no habrá nada y serán las masas enarbolando la teoría revolucionaria junto a la experiencia de años y pueblos por concretar el sueño de mundo justo, quienes con sus manos creadoras arrancarán de raíz, la planta insolente del sectarismo en la revolución.