Berlusconi vuelve al gobierno sólo dos años después de haber perdido, por un estrecho margen, las elecciones de 2006. Ya hemos empezado a escuchar lamentos sobre la «negra reacción» y el «giro a la derecha». Una mirada más cercana de la situación revela una imagen más compleja y diferente. Muestra una enorme crisis de autoridad de la dirección tradicional de la izquierda en un momento de polarización sin precedentes entre las clases. La clase obrera de Italia ha sido apaleada por sucesivos gobiernos. Los salarios reales de los trabajadores italianos se encuentran entre los más bajos de Europa. Han atacado las pensiones, se han extendido las privatizaciones y otras medidas similares. Todo ha sido obra tanto del anterior gobierno Berlusconi como del gobierno Prodi.

 

En estas elecciones a los trabajadores no les han ofrecido una alternativa real. Los dos principales bloques, el que aglutinaba el Partido Democrático de Walter Veltroni y la alianza de Berlusconi presentaban programas muy similares, el programa de los empresarios italianos.

 

La izquierda paga caro su participación en el Gobierno Prodi

 

Por otro lado, uno de los datos más impactantes de las elecciones italianas es que la coalición Sinistra Arcobaleno (Izquierda Arcoiris, imitando a IU) ha colapsado con el 3% de los votos, perdiendo toda representación en el senado y la cámara del congreso. Esta coalición, liderada por el dirigente de Rifondazione Comunista, Fausto Bertinotti, incluía también a los Verdes y al otro partido comunista (PdCI) que habían estado participando en el gobierno del cristiano-demócrata Romano Prodi. Este colapso va más allá de las previsiones, pagando la izquierda su participación en el gobierno antiobrero anterior, que cayó tras apenas 18 meses. Los dirigentes ‘comunistas’ han sido percibidos por los sectores avanzados de la clase y la juventud como bastante hipócritas, los que más descaradamente han revelado el abismo entre las promesas y su acción en el gobierno.

El bloque alrededor de Berlusconi y Fini, que incluye a los ex fascistas de Alianza Nacional y a la racista Liga Norte (que ha subido al 8,3% de los votos), ha obtenido el 46,81% de los votos; el bloque alrededor del Partido Democrático (PD) el 37,54%. Berlusconi y sus amigos pasan de 19 a 20 millones de votos; mientras que el PD y otros pequeños grupos afines se mantienen en torno a los 14 millones; los verdes-comunistas colapsan del 12% que sumaban por separado hace dos años a poco más del 3%, lo que en votos equivale a perder tres millones. Rifondazione Comunista por sí sola tenía el 7% en 2006.

En la campaña electoral más aburrida de la historia, Berlusconi y sus aliados utilizaron toda la carga populista y racista de su arsenal. El Partido Democrático y su candidato, Walter Veltroni, ex socialdemócrata y ahora directo representante burgués, usaron un tono y contenido moderado, defendiendo casi el mismo programa de Berlusconi. El PD es la confluencia en un único partido de la anterior coalición de gobierno, una vez restada la izquierda Arcoiris. La parte de clase obrera que ha votado al PD lo ha hecho fundamentalmente con la nariz tapada y para intentar cerrar el paso a Berlusconi. Otra parte importante de la clase no ha visto mucha diferencia entre Veltroni y Berlusconi y eso se ha expresado en una abstención récord del 20%, la abstención máxima se ha concentrado en las ciudades obreras y las regiones tradicionalmente rojas.

Los diputados y senadores ‘comunistas’ habían hecho caso omiso de muchas importantes advertencias. El 20 octubre de 2007 medio millón de personas llenaron las calles de Roma expresando su rabia y rechazo ante la política derechista del gobierno de centro-izquierda y el deterioro de las condiciones laborales. Anteriormente, casi 200.000 se habían manifestado en Vicenza contra la ampliación de las bases de la OTAN y contra la política proimperialista del gobierno de Prodi y de la izquierda (arcoiris). En Turín, en diciembre de 2007, murieron siete obreros en la acería Thyssen-Krupp. Los dirigentes sindicales y ‘comunistas’ se presentan en las puertas de la fábrica: obreras y obreros a centenares les reciben con insultos y silbidos. Todo sale en el telediario y millones pueden escuchar: «¡Traidores, nos habéis vendido!».

Prodi durante 18 meses continuó la política antiobrera y antisocial que Berlusconi había aplicado durante los anteriores 58 meses. Los máximos dirigentes sindicales, mayoritariamente miembros del PD, estuvieron frenando las luchas e iniciaron una caza de brujas contra los sindicalistas de izquierdas. Mientras se multiplicaban los ataques a la clase obrera italiana por parte del gobierno Prodi (pensiones, educación, sanidad, precariedad laboral, mantenimiento de las leyes de Berlusconi, etc.), los dirigentes y ministros ‘comunistas’ se empeñaban en peligrosas acrobacias y espectaculares malabares para disimular sus responsabilidades; luego expulsaban a los parlamentarios críticos. La decepción con el centro-izquierda ha sido enorme. Así, le abrieron las puertas de nuevo a Berlusconi.

 

El análisis de la patronal

 

La patronal ha acertado en su valoración de las elecciones. Por un lado se muestra exultante por el revés de los partidos de izquierdas y augura una grave crisis en su interior. Pero, por el otro, están algo preocupados, ya que ven venir la posibilidad de explosiones obreras y toneladas de indisciplina sindical. La patronal tiene «temor a una deriva radical de la izquierda», como expresaba el periódico italiano Corriere della Sera. Temen el crecimiento de corrientes radicales que rompan con el reformismo, debido a la enorme rabia acumulada por la clase obrera. La burguesía italiana comprende que la alta abstención obrera encierra un claro elemento de crítica hacia el sistema.
¿Qué política hará o intentará hacer Berlusconi? A diferencia de Prodi, el tono será más arrogante y se multiplicarán las payasadas y salidas machistas y populistas. Pero los ataques contra la clase obrera aumentarán y en seguida. Prodi no pudo llevar a cabo todo el programa que le dictó la patronal: su gobierno era demasiado dividido (por eso ahora se ha formado el PD). Será Berlusconi quien buscará recortar drásticamente el nivel de vida de la clase obrera y facilitar el despido de, al menos, medio millón de trabajadores que pide la patronal. El estilo será parecido al de Aznar cuando ganó con mayoría absoluta en 2000, pero en un contexto económico en el que Italia está pasando del estancamiento prolongado a la crisis económica abierta.

Dentro de pocos años, cuando se haya gastado la herramienta B(erlusconi), la patronal jugará la carta V(eltroni) ya que el PD, que tiene la ventaja de mantener de momento raíces en el movimiento obrero, domina la burocracia sindical. Mientras tanto, y a pesar del durísimo revés, Rifondazione Comunista tiene buenas posibilidades de crecimiento, pero a condición de comprender sus errores y dar un giro de 180º a su política. Es decir, ir a la batalla junto a los trabajadores de una vez y dándole un programa de clase. A su vez, el desafío para la Corriente Marxista de Rifondazione será multiplicar sus raíces entre la clase obrera y la juventud, antes de que se produzca un, más que previsible, estallido de lucha de clases.