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Como habíamos anticipado, la recién llegada administración Obama ha empezado a lanzar nuevos planes de ayuda financiera para las casi quebradas grandes empresas automotrices, GM y Chrysler. Y justo como muchos trabajadores del sector esperaban, los más recientes “paquetes de rescate financiero” han llegado con más de unas cuantas condiciones: 50.000 trabajos serán eliminados y más plantas serán cerradas. A medida que la crisis económica se agrava, los patronos buscarán descargar todo su peso en los hombros de los trabajadores. Esto resalta la necesidad de políticas militantes, clasistas y combativas en los sindicatos para colocar la carga de esta crisis donde pertenece: ¡en los hombros de los capitalistas!
Como habíamos anticipado, la recién llegada administración Obama ha empezado a lanzar nuevos planes de ayuda financiera para las casi quebradas grandes empresas automotrices, GM y Chrysler. Y justo como muchos trabajadores del sector esperaban, los más recientes “paquetes de rescate financiero” han llegado con más de unas cuantas condiciones: 50.000 trabajos serán eliminados y más plantas serán cerradas. A medida que la crisis económica se agrava, los patronos buscarán descargar todo su peso en los hombros de los trabajadores. Esto resalta la necesidad de políticas militantes, clasistas y combativas en los sindicatos para colocar la carga de esta crisis donde pertenece: ¡en los hombros de los capitalistas!
La crisis económica ha golpeado duro a la industria automotriz, con las tres principales empresas automotrices estadounidenses (GM, Ford y Chrysler) ya presentando problemas financieros antes de que tuviesen que enfrentar la abrupta caída en las ventas que empezó en Octubre pasado. GM ha visto caer el precio de sus acciones a un mínimo no visto en 74 años: $1,52 por acción el pasado 20 de Febrero, su precio más bajo desde 1934. Tan sólo un año atrás, las acciones de la GM se cotizaban en $25,54. El mismo día que las acciones de la GM se lanzaron un profundo clavado en la bolsa, la subsidiaria sueca Saab acudió a los tribunales buscando protección de sus acreedores de manera que la unidad pudiera ser vendida. GM debe más de $27 millardo a sus acreedores, sin contar los préstamos públicos que ha recibido del gobierno federal.
El presidente Obama ha creado un equipo especial para la industria automotriz, encabezado por Lawrence Summer, presidente del Consejo Nacional Económico, el cual supervisará los préstamos y la “reorganización” (es decir, los recortes, cierres y despidos) de dicha industria. Esta comisión especial tomará la decisión de si los recortes en GM y Chrysler conducirán a futuras ganancias este 21 de Marzo. A cambio de un paquete adicional de ayuda financiera por un total de $14.000 millones anunciado el pasado 17 de Febrero, la comisión y el congreso están exigiendo que las empresas muestren “responsabilidad” reduciendo costos. En el plan de reestructuración enviado al congreso, GM indicó que planea eliminar otros 47.000 de sus 244.000 puestos de trabajo a nivel mundial y cerrar otras cinco plantas en América del Norte, llevando el total a 33, y que eliminaría la producción de las marcas Pontiac y Saturn. Para el 2012, GM planea cerrar 14 plantas norteamericanas. GM también estaría recibiendo su buena tajada del reciente paquete de rescate financiero. El plan de Chrysler habla de eliminar otros 3.000 puestos de trabajo a cambio de $2 millardos en préstamos, adicionales a los $3 millardos que ya le han sido garantizados por el gobierno federal. Estos recientes préstamos llevan el total del paquete de rescate financiero dado a empresas del sector automotriz a $39 millardos.
Tanto GM como Chrysler están cerca de la bancarrota y han dicho que incluso con los nuevos préstamos van a necesitar aún más financiamiento público para permanecer solventes. A pocos días de haber recibido cerca de $13 millardos en nuevos créditos, GM anunció que iba a necesitar al menos otros $30 millardos más para evitar la bancarrota.
En las audiencias del congreso de Diciembre, la gerencia de GM y Chrysler junto al presidente del sindicato UAW, Ron Gettlefinger, presentaron un panorama sombrío: a menos que el gobierno federal le diera a la empresa miles de millones de dólares en financiamiento público, iban a ir a bancarrota, lo que significaría la pérdida de aún más puestos de trabajo y cierre de plantas. Gettlefinger habló de trabajar junto a la gerencia para “enmendar” la convención colectiva nacional de la UAW con GM y Chrysler. En otras palabras, accedió a ayudar a los patronos a recortarle salarios, beneficios y puestos de trabajo a los trabajadores que él debería estar representando.
A pesar de haber tenido la oportunidad de hablarle directamente al congreso e indirectamente a millones de trabajadores al estar en tarima nacional, los líderes del UAW fallaron en presentar cualquier alternativa a estos recortes o jugar un papel independiente en las audiencias con el congreso. Gettlefinger simplemente siguió la línea dictada por la gerencia y sus “amigos” demócratas, quienes están ofreciendo “ayudar” a los trabajadores del sector colocando sobre sus hombros todo el peso de la crisis económica (la cual la clase trabajadora no creó ni tiene responsabilidad alguna por la misma). ¡La UAW puede muy bien estar sin esta clase de “amigos”!
La industria automotriz efectivamente necesita ayuda. Pero necesita una solución basada en avanzar en beneficio de los intereses de la clase trabajadora, que es el papel que deberían jugar los sindicatos. Esto significa que la UAW necesita romper tanto con los patronos como con el Partido Demócrata, el cual día a día muestra dónde están sus verdaderos intereses, anteponiendo las ganancias y beneficios de las grandes corporaciones antes que las necesidades de las familias de a pie y de comunidades enteras. A pesar del sombrío conjunto de opciones presentado por la GM, Chrysler y los Demócratas de o bien ayuda financiera y recortes de puestos de trabajo o bien la bancarrota total, hay de hecho una tercera opción: nacionalización de la industria automotriz bajo el control democrático de sus trabajadores.
La industria automotriz se ha convertido en la primera línea de la batalla de los patronos por hacer que la clase trabajadora pague por esta crisis. Si la UAW tomase una postura independiente y negociara independientemente con el gobierno federal, luchando rodilla en tierra para defender cada puesto de trabajo, cada centavo de los salarios y beneficios y luchase por mantener todas las plantas funcionando, los trabajadores del sector rápidamente ganarían el apoyo entusiasta de los trabajadores siderometalúrgicos, de las aerolíneas y de otras industrias, que también están bajo ataque.
La nacionalización bajo control obrero permitiría la creación de miles de puestos de trabajo de calidad, para la expansión de la infraestructura del sistema de transporte público del país y echar los cimientos para una economía basada en las necesidades de la sociedad y no de las ganancias corporativas. Si la UAW, junto a todo el movimiento obrero, movilizara a sus miembros para rechazar los recortes y concesiones y demandase la nacionalización de la industria bajo el control democrático de los trabajadores, podría movilizar el apoyo entusiasta de la clase obrera como un todo.