A continuación publicamos el volante sobre la guerra económica elaborado por la Corriente Marxista del PSUV – Lucha de Clases y distribuido durante la pasada marcha del 23 de Enero.    

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Camaradas, el día de hoy, 23 de Enero de 2015, cuando marchamos para conmemorar a nuestros “invictos”, a aquellas y aquellos miles de obreros, campesinos, estudiantes y militantes, que por haber luchado en nombre de la emancipación de nuestro pueblo, fueron desaparecidos, torturados y asesinados durante la 4ta república, y cuando marchamos para demostrar nuestra voluntad indoblegable e irreversible como pueblo revolucionario, de luchar contra el fascismo y contra todos los intentos de la reacción burguesa e imperialista, por acabar definitivamente con la revolución bolivariana, hoy camaradas, debemos decir también, que nuestra revolución está atravesando por la etapa más difícil y crítica de su historia, y debemos decir además, que hoy, como nunca antes, nuestra revolución corre un grave peligro de sufrir en el mediano plazo, una trágica derrota a manos de la burguesía.

Para ningún camarada puede ser un secreto, ni tampoco nadie debe hacerse la vista gorda, ante el hecho contundente de que la guerra económica está golpeando de manera muy dura a las masas trabajadoras. Nadie puede negar que en estos momentos la burguesía está teniendo un rotundo éxito táctico y estratégico, al utilizar la guerra económica como un instrumento para generar un descontento cada vez mayor entre las masas populares, hacia el gobierno del compañero Maduro y hacia la Revolución.

La situación es realmente crítica. En todas las ciudades y pueblos del país, pueden verse las largas colas que a toda hora deben hacer hombres y mujeres de clase trabajadora (los cuales en su mayoría apoyan a la revolución), para poder adquirir los productos de la canasta básica. Se ha vuelto “normal”, el tener que hacer colas extremadamente largas, con frecuencia de varias horas de duración, para poder comprar algo tan común y corriente como la harina de maíz, la leche o el jabón para el lavado de la ropa, que hasta hace dos años podía adquirirse sin mayor problema.

Pero las largas colas generadas por el desabastecimiento de productos no son el único problema. Los niveles de inflación, sobre todo desde el fallecimiento del presidente Chávez, que es cuando la burguesía decidió arreciar el sabotaje de la producción de alimentos y productos de primera necesidad, se han venido incrementando durante los dos últimos años, hasta rondar actualmente el 63% de inflación anual. Ello, evidentemente ha venido golpeando con dureza la capacidad adquisitiva y el salario de las familias trabajadoras y pobres, y sobre todo a ellas, que según las estadísticas, normalmente invierten la mitad de su salario en la adquisición de la canasta básica.

Y toda esta se situación se ha venido agudizando cada vez más, a pesar de los grandes esfuerzos del gobierno bolivariano por acabar con el acaparamiento, el contrabando y el “bachaqueo” de productos de primera necesidad, a fin de lograr restablecer los niveles normales de abastecimiento en el país. Ante esta situación, debemos preguntarnos entonces: ¿Por qué no logramos derrotar de una vez por todas la guerra económica? ¿Por qué la situación ha llegado hasta los niveles actuales? ¿Son las medidas que ha aplicado nuestro gobierno las medidas correctas? ¿Podremos derrotar la guerra económica sobre la base del diálogo y la conciliación con la burguesía parasitaria o, por el contrario, es necesario la radicalización de la lucha contra ésta?

Lo que entendemos por guerra económica, es el proceso en el cual la burguesía industrial, es decir, los capitalistas dueños de las industrias del país, sabotean y reducen los niveles de producción de los bienes que son elaborados en las empresas de su propiedad, a fin de reducir significativamente los niveles de oferta de dichos bienes en el mercado, generando con ello desabastecimiento y escasez por un lado, y por el otro, estimulando el alza permanente de los precios de tales bienes, dado que se reducen los niveles de oferta de tales productos, mientras la demanda nacional se mantiene o incluso se incrementa, gracias a los aumentos de salario, a los aumentos en la cantidad de pensionados, a la disminución del desempleo, etc.

Sobre la base de las leyes capitalistas del mercado, es decir, las leyes de la oferta y la demanda, en la medida en que se reduce la oferta de un producto pero la demanda del mismo se mantiene o se incrementa (que es lo que viene sucediendo en el país con los productos de primera necesidad), se genera una espiral inflacionaria y los precios de todos los productos tienden a subir de manera constante.

Es decir, que el problema de fondo no radica en la distribución de los productos, sino en la producción de los mismos.

Aunque es también cierto que la actual ofensiva económica contra el pueblo opera a nivel de la distribución, mediante el bachaqueo, el contrabando de extracción hacia Colombia, el acaparamiento para generar escasez y empujar al alza de la inflación y la especulación, el problema de fondo, radica en el sabotaje a la producción, que es lo que ha reducido considerablemente la oferta de bienes en el país desde el principio de la guerra económica, y que durante el último año se ha visto cada vez más agravada por fenómenos como el bachaqueo y el contrabando de extracción. Todo lo anterior, debe conducir nuestro análisis al problema principal: La propiedad privada de los medios de producción y de las cadenas de distribución.

Vivimos una lucha de clases todos los días camaradas. Nuestra revolución, desde sus inicios, ha estado marcada por el proceso constante y agudo de la lucha de clases.

Desde que el presidente Chávez inició su mandato en 1998, y planteó las primeras reformas sociales y económicas como fueron el caso de la ley de tierras y la ley de hidrocarburos, la burguesía, aterrada por que se le tocaran sus privilegios, decidió arremeter de manera brutal y contundente mediante el golpe de estado y luego mediante el paro petrolero, y, tal lucha se ha sostenido hasta hoy, sin detenerse ningún momento.

Pues bien, la guerra económica no es más que otro mecanismo mediante el cual la burguesía ha venido arreciando su lucha contra la revolución, esta vez no de manera frontal, sino soterrada, oculta, porque mientras baja los niveles de producción y acapara los productos de primera necesidad, sus representantes políticos, agrupados en la MUD, le achacan toda la culpa de la situación al compañero Maduro y a la Revolución.

En ése orden de ideas, debemos comprender que, la cuestión central de la guerra económica, radica en la propiedad privada burguesa.

Mientras la burguesía tenga en sus manos los medios de producción, y las cadenas de distribución de alimentos y bienes de primera necesidad, hará toda lo que pueda por sabotear y reducir la producción y la distribución de alimentos. Ello pone sobre el tapete de la historia una tarea fundamental: La expropiación y el control obrero y popular sobre los grandes medios de producción, las cadenas de distribución y las grandes empresas comercializadoras.

La única salida posible para lograr derrotar el acaparamiento y la escasez por un lado, pero también los altos niveles de inflación y la especulación por el otro, es que el gobierno bolivariano tome definitivamente las grandes empresas productoras como la Polar, y las grandes cadenas de distribución y comercialización, y los trabajadores organizados en consejos junto a delegados de los consejos comunales, controlen en todo el país el proceso de producción, desde la recepción de la materia prima, hasta la distribución a los supermercados y abastos, no hay otra salida para la situación actual camaradas, debemos tomar medidas urgentes y radicales, o la burguesía puede derrotarnos en el mediano plazo, mediante la desmoralización y agotamiento generado sobre nuestro pueblo por los actuales niveles de inflación y desabastecimiento.