En la noche del 6 de diciembre, el Consejo Nacional Electoral de Venezuela anunció los resultados provisionales, pero concluyentes, de las elecciones parlamentarias. La oposición contrarrevolucionaria de la MUD había ganado 99 escaños contra 46 del PSUV, con otros 22 escaños pendientes de adjudicar. Este es un serio revés y es nuestro deber analizar las razones y explicar las posibles consecuencias.
En primer lugar cabe destacar que no hubo disturbios en las calles, guarimbas, desconocimiento de los resultados ni clamor de «fraude» en los medios de comunicación del mundo. Cada vez que la revolución bolivariana ganaba una contienda electoral (y ha ganado muchas en los últimos 17 años) fuimos sometidos a una campaña de mentiras y desinformación. «Venezuela es una dictadura»; no hay libertad de expresión»; «un régimen autoritario», era el coro habitual de la CNN, Fox News, el ABC y El País. Debe ser un tipo muy peculiar de «dictadura», que sólo existe cuando los partidos capitalistas son derrotados, pero desaparece por arte de magia, como el gato de Schrödinger, si se trata de la derrota de las fuerzas revolucionarias.
La participación en estas elecciones fue alta: 74,25% de los 19 millones de votantes, 8 puntos por encima de la de la elección de la Asamblea Nacional anterior en 2010, aunque no alcanzó el nivel de las elecciones presidenciales de 2013 (cuando fue del 80%). Desde muy temprano en la mañana había una plena movilización en los barrios pobres y zonas de clase trabajadora de las grandes ciudades para ir a las urnas, empezando incluso a las 4 o 4.30 de la mañana con un toque de diana bolivariano, pero se dio una movilización similar y aún más grande entre los votantes de la oposición.
Hubo colas en las urnas durante todo el día y, finalmente, el Consejo Nacional Electoral (CNE) tuvo que ampliar el tiempo de votación una hora más, hasta las 7 de la noche. En muchos casos, las mesas electorales permanecieron abiertas durante otra hora o más, asegurándose de que todo el que estaba en la cola podía votar. Escandalosamente, los principales líderes de la oposición «democrática» protestaron ante esta decisión y exigieron ¡el cierre de las mesas!
A pesar de que los resultados nacionales completos no se han publicado aún, es posible hacer un primer análisis de las cifras. Si las comparamos con las elecciones a la Asamblea Nacional de 2010 podemos ver que mientras que el voto de los partidos revolucionarios en general, se mantuvo, el de la oposición aumentó de forma masiva, lo que indicaría que la mayor parte del aumento de la participación, así como de los nuevos votantes fueron a los partidos de la MUD. Si la comparación se hace con la más reciente elección presidencial de 2013, podemos ver cómo el PSUV perdió casi 1.5 millones de votos, mientras que el voto de la oposición se mantuvo e incluso aumentó ligeramente.
Partidos bolivarianos Oposición
2010 Asamblea Nacional 5,423,324 5.320,364
2013 Presidenciales 7,587,532 7,363,264
2015 Asamblea Nacional 6,082,000 7,500,000
(Nota: Las cifras de 2015 son sólo una estimación y deben ser tomadas con precaución)
Aunque el voto sigue siendo muy polarizado en líneas de clase, también está claro que la oposición ha logrado penetrar de manera seria incluso en lo que solían ser bastiones revolucionarios.
Aunque Antímano, una zona obrera y popular del oeste de la capital, Caracas, sigue siendo fuertemente chavista (37.000 votos y 55% para el PSUV, 27.000 votos y 40% para el MUD), lo es menos que lo era en 2010 ( 39.000 votos y 68% para el PSUV, 15.000 votos y 27% para el MUD). Aquí la MUD de oposición incluso ha aumentado sus votos en comparación con las elecciones presidenciales de 2013 (cuando recibió 21.000 votos).
Mientras tanto, la zona de clase media y media-alta de Baruta, en el este de Caracas, se mantiene firmemente contra-revolucionaria (31.000 votos y 85% para la MUD, 4.600 votos y 12% para el PSUV), pero el resultado es más o menos el mismo que en 2010 (30.000 votos y 85% para la MUD, 4.600 votos y un 13% para el PSUV).
La oposición incluso ha conseguido ganar en el bastión revolucionario de la parroquia del 23 de Enero, en Caracas, por el más ajustado de los márgenes. Aquí, en 2010, el PSUV obtuvo 29.000 votos contra 16.000 de la oposición (con una participación del 70%), mientras que ahora el PSUV bajó a 25.017 y perdió ante la oposición que obtuvo 25.140 (con una participación del 77%).
¿Cuáles son las principales razones de esta derrota?
Antes de las elecciones ya habíamos escrito un largo análisis de la situación particularmente difícil a la que se enfrentaba a la revolución bolivariana. Hay una serie de factores que no deben subestimarse: la campaña mediática contra la Revolución, la injerencia y acoso imperialista (directamente por parte de los EE.UU. e indirectamente a través de Colombia, Guyana, el nuevo presidente argentino Macri, la OEA, etc.), el sabotaje de la economía y el aumento de la inseguridad y la delincuencia. Sin embargo, no se puede decir que estos fueran decisivos, ya que ya estaban presentes, en mayor o menor grado, en las elecciones anteriores (particularmente las presidenciales del 2013), que el PSUV logró ganar.
Hay también una serie de nuevos problemas o algunos que ya existían pero que han empeorado sustancialmente, particularmente en el terreno de la economía. Especialmente el colapso en el precio del petróleo que ha reducido considerablemente el margen de maniobra del gobierno en términos de dinero para políticas sociales y capacidad para importar alimentos para abastecer a un mercado interno estrangulado por la rebelión de los productores capitalistas contra los controles de precios .
La hiperinflación, la agudización de la escasez de productos básicos, el acaparamiento, el mercado negro – todos de ellos claramente han jugado un papel clave. Maduro los mencionó en su discurso de aceptación de los resultados de las elecciones, cuando dijo «se podría decir que la guerra económica ha ganado». Esta es sólo una explicación parcial. Las masas revolucionarias en el pasado han resistido el asalto económico de la clase capitalista, sobre todo durante el paro patronal y sabotaje de la industria petrolera de 2 meses de diciembre de 2002 hasta principios de febrero de 2003. ¿Por qué fue diferente esta vez?
Se trata de entender la combinación de los factores mencionados con el sentimiento de que la dirigencia bolivariana es incapaz o reticente a resolver estos problemas. No sirve denunciar constantemente al Grupo Polar y a su propietario Lorenzo Mendoza por el papel que desempeñan en la escasez de productos básicos. La denuncia es totalmente cierta, y una gran parte de las masas son plenamente conscientes de ello. El problema es cuando estas denuncias se repiten pero no van acompañadas de acciones concretas. Ha habido constantes amenazas que el Grupo Polar iba a ser expropiado. El Primero de Mayo de este año, los trabajadores de Polar en lucha estaban en el escenario principal de la marcha Bolivariana.Se amenazó, de nuevo. con la expropriación. Pero no pasó nada.
Además de esta falta de medidas serias, el burocratismo y la corrupción han alcanzado niveles sin precedentes, provocando la desmoralización, escepticismo e incluso cinismo entre amplias capas de las masas bolivarianas y sus elementos activos. Si las fábricas expropiadas y de propiedad estatal, donde los trabajadores han tratado de poner en práctica elementos de control y gestión obrera en diferentes grados, pero han sido derrotados por la burocracia, están plagados de mala gestión y corrupción abierta, esto fortalece la propaganda por parte de la oposición capitalista de que las nacionalizaciones no funcionan. Peor aún, desmoraliza a los activistas de la clase de trabajadora que luchan por el control obrero.
No faltarán los que traten de culpar de la derrota a las masas “malagradecidas” y su «bajo nivel de conciencia». Esas voces que ya se pueden escuchar. «La revolución les dio educación, salud y vivienda, y ahora votan por la oposición». Esta es una argumentación completamente falsa que reformistas y burócratas utilizan para justificarse. En realidad es una “explicación” que no explica nada.
La misma clase obrera y las masas pobres han mostrado su instinto revolucionario, espíritu de sacrificio y lealtad al proyecto bolivariano en innumerables ocasiones. Fueron las masas las que derrotaron el golpe de Estado en 2002, el paro patronal en 2002-03, las guarimbas y referéndum revocatorio de 2004, respondieron por millones al llamado de Chávez para crear el PSUV y luchar por el socialismo, etc.
El problema es que cada vez que las masas han avanzado intentando arrebatar el poder a la clase dominante, mediante la creación de los consejos socialistas de trabajadores en las instituciones del Estado, mediante la ocupación de fábricas y el control obrero de la producción, ocupando la tierra, creando comunas socialistas en los barrios, la burocracia que en realidad es la quinta columna del capitalismo dentro del movimiento bolivariano les ha bloqueado y obligado a retroceder.
Por dar sólo tres ejemplos recientes. Industrias Diana es una planta de procesamiento de aceite y margarina, que fue expropiada en 2008 por Chávez y ha estado funcionando bajo control obrero desde entonces. En 2013, el ministro de Alimentación de Maduro, Osorio, decidió imponer un nuevo gerente sin consultar a los trabajadores y en contra de su voluntad. Los trabajadores resistieron y argumentaron que tenían algo a decir en el asunto. El choque se convirtió en un conflicto sobre el tema del control obrero. Finalmente, después de meses de lucha, los trabajadores lograron defender el control obrero y se retiró el nuevo gerente.
Un choque similar se está desarrollando en Fama de América, una planta de procesamiento de café que fue expropiada en 2010 como resultado de la lucha de los trabajadores. Actualmente hay un conflicto por el despido de uno de los principales activistas de los trabajadores en la planta por parte de la dirección. Los trabajadores sostienen que el despido es un ataque político a la organización de los trabajadores.
En un incidente separado cientos de trabajadores fueron despedidos del Ministerio del Ambiente cuando se fusionó con otro a principios de año. Los trabajadores han estado luchando por sus derechos, pero no han sido escuchados por las autoridades.
Estos son sólo algunos ejemplos que podrían ser replicados a todos los niveles. Es en este contexto que hablar de «revolución» y «socialismo» se convierte en retórica vacía. Como advertimos antes de las elecciones: «existe un serio peligro de que la oposición obtenga un buen resultado en las elecciones parlamentarias, ganando la mayoría de los votos y tal vez incluso la mayoría de los escaños. … Si eso sucede, no será culpa de las masas bolivarianas, sino de sus dirigentes reformistas, que han evitado constantemente el camino de la expropiación de la clase capitalista, y han elegido en su lugar llamamientos a la buena voluntad de los capitalistas privados, o utilizar medidas administrativas para tratar de regular el mercado capitalista.».
Perspectivas
Está claro que la contrarrevolución utilizará la posición que ha ganado en la Asamblea Nacional para iniciar un asalto implacable sobre todas las conquistas de la revolución (y son muchas y de gran alcance). Tendrán como objetivo hacer frente a los problemas económicos que enfrenta Venezuela, haciendo pagar el peso de la crisis a los trabajadores, levantando el control de precios, mediante reducción del gasto social, la devaluación de la moneda, etc.
Sobre todo van a utilizar su victoria para lanzar un asalto al poder de las instituciones que permanecen en manos del movimiento bolivariano, en particular activando el referéndum revocatorio presidencial a la primera oportunidad que tengan. Aprobarán una ley de amnistía que libere a todos los activistas contrarrevolucionarios y políticos opositores en la cárcel por su participación en los disturbios de 2014 que causaron 43 muertes.
En un primer momento, la derrota será un duro golpe para los activistas revolucionarios. Durante muchos años el movimiento ha estado avanzando de victoria en victoria. Sin embargo, después de la conmoción inicial, habrá un intenso debate político sobre las causas de la derrota. Al igual que en la revolución española, cuando el aplastamiento de la sublevación de octubre 1934 llevó a la radicalización extrema de las organizaciones socialistas (empezando por la Juventud Socialista), la derrota de Venezuela debe conducir al fortalecimiento del ala más radical y revolucionaria del chavismo.
Al mismo tiempo, se renovará la presión sobre el ala reformista y burocrática del movimiento. Algunos ya están hablando de la necesidad de «diálogo» y «compromiso». Algunos altos funcionarios corruptos ya estarán preparándose para saltar la talanquera, para cambiar de bando, en defensa de sus privilegios y botín. Esto debería producir una clarificación saludable en las filas del movimiento bolivariano. A los verdaderos amigos se les conocen en las dificultades.
Las masas venezolanas no renunciarán fácilmente a las conquistas de la última década. Queda por ver con que velocidad la oposición capitalista intentará desmantelar las misiones sociales más importantes, expulsando a los médicos cubanos de la Misión Barrio Adentro, aboliendo las misiones educativas, atacando las nuevas universidades, restringiendo el número de jubilados, privatizando empresas públicas, y aplicando una purga política en el aparato estado, etc. Lo más inteligente por su parte sería avanzar con cautela. Pero la inteligencia no es una cualidad que caracterice a la oligarquía venezolana. Los amos del valle se sienten confiados y esta confianza podría llevarles a cometer imprudencias. Cualquier provocación puede desencadenar una contra-reacción de las masas bolivarianas, que han sido derrotadas en el terreno electoral, pero no han sido en absoluto aplastadas.
En este nuevo terreno de lucha, la cuestión crucial es aprender la lección principal: el período en el que el reformismo parecía funcionar (aplicando misiones sociales masivos sin expropiar a la oligarquía) ha llegado a su fin. La revolución bolivariana sólo puede recuperarse de este golpe mediante la adopción de un programa socialista claro, poniendo en práctica el legado del presidente Hugo Chávez, quien en su “Golpe de Timón” esbozó los dos principales tareas pendientes: una economía socialista y la destrucción del Estado burgués.
Se requiere una lucha ideológica. Para que el movimiento bolivariano se recupere de este golpe necesita armarse con un programa socialista revolucionario claro.